martes, 11 de octubre de 2016

Lecciones que aprender



Allí estaba de nuevo, después de tantos años, en aquel tugurio maloliente conocido como las cloacas de Dalaran. Quizás en lo alto de la ciudad de los magos, los edificios estaban cuidados y eran estéticamente ideales, puede que incluso las calles de la ciudad violeta desprendieran un perfume a alguna suave flor que embriagara los sentidos de aquellos que lograban poner un pie sobre su suelo. Sin embargo, las cloacas eran la otra cara de la moneda. Nolan conocía bien aquel lugar, sus desagradables gentes, sus asquerosas ratas e incluso la abominable suciedad que colmaba cada recoveco que la vista alcanzase. Aún así, allí estaba, en la ciudad sin ley, donde los asesinos convivían anárquicamente escondidos de la burocracia y la moralidad que cautivaba la ciudad a varios metros sobre ellos. Algo había cambiado desde la última vez que puso un pie en aquellos túneles, no sabría hallar la diferencia pero se notaba en el ambiente. Rostromuerto había caído, los asesinos eran ''libres'' y el miedo no los atormentaba o frenaban sus susurros ni el bullicio que se desataba.

Las cosas nunca habían sido tan caóticas allí abajo, pensó el joven asesino, pero todo estaba cambiando a su alrededor. La legión había invadido Azeroth, y él sin embargo sentía la insaciable necesidad de solucionar aquello que no le dejaba conciliar el sueño cada noche desde hacía años.
La Orden, pensó casi dejando escapar las palabras entre sus labios. Ellos habían hecho de él lo que ahora era: Un asesino. Numerosas veces antes se había preguntado qué sería ahora de él sin aquel giro del destino que le había arrebatado la única familia que le quedaba, la única que podía cuidar de él. Por desgracia, su presentimiento le convencía de que cualquier camino que hubiera elegido le habría arrastrado hasta lo que hoy era.


Tanteó varios frascos rellenos de distintos colores entre sus manos. Quizás todo lo que había aprendido pronto llegaría a su fin. Sabía en su fuero interno cual era la razón por la que se había convertido en alguien letal, y también sabia que sin tal razón... su vida se desmoronaría. Sin un motivo para vivir... ¿Qué sentido tendría seguir adelante? Quizás paz, se autoconvenció. La paz que había estado añorando todos estos años.

Nolan se colocó las sofisticadas gafas color doradas, creadas por un viejo conocido considerado como uno de los mejores ingenieros de Gnomeregan. Esperemos que este chisme sirva de algo, susurró para si mismo a la vez que pulsaba alguno de los numerosos botones que poseía en uno de los laterales. Varias lentes giraron hasta detenerse frente al cristal derecho. El aumento de visión era justo lo que necesitaba, su distancia quizás había sido demasiado prudente y la puntería no lograba ser una de sus mejores habilidades. La ballesta cayó con fuerzas en la baranda de madera de aquel reservado balcón que daba sus vistas al centro de las cloacas, donde el gentío se reunía para comerciar o como no, sacar información. Cerró uno de sus ojos y recorrió el lugar mientras sostenía el arma entre sus manos. Colocó una flecha en la ballesta, con la punta metálica cubierta de un letal ungüento que detendría en segundos el corazón de aquel en que se clavara. Rezó por tener la suficiente puntería como para alcanzar a su objetivo, ya que tan solo contaba con una única oportunidad.

Reconoció algunos de los rostros que allí frecuentaban. Niebladensa..., por un momento sintió la necesidad de disparar y borrar aquella arrogante sonrisa de su delgado y blanquecino rostro. Renacuajo..., el musculoso joven charlaba con un mago elfo. Nolan sintió incluso nostalgia por la infinidad de vivencias y recuerdos que había tenido allí abajo, donde el sol nunca llega. ''Somos la sombra del resto, de la ciudad, de los habitantes de allí arriba '', recordó tales palabras mientras observaba a Búho Gris a través de su mira, ''Y como toda sombra... siempre estaremos vigilando''. Al lado del nuevo jefe de asesinos encontró lo que buscaba, o mejor dicho a quien buscaba.

Sus dedos se tensaron y su pulso comenzó a acelerar rápidamente provocando que un par de gotas de sudor recorrieran su frente y se deslizaran por su rostro. Zephiel... murmuró... Ese ingrato caminaba junto a Buho Gris... no había tenido suficiente con arrebatarle a su familia, sino que ahora se pavoneaba por aquel lugar al cual no pertenecía. Incluso envidió por un momento la aprobación y cordialidad con la que los líderes asesinos le acogían entre los suyos, como uno más, como alguien que en realidad... no era.

Usó toda la concentración de la que disponía, apuntó durante segundos, o quizás fueron minutos, el tiempo no importaba, sabía que debía tomarse lo necesario si no quería malgastar su oportunidad. Si mataba a Zephiel, la Orden le perseguiría, pero si se desviaba unos centímetros y su flecha impactaba en Búho Gris, no saldría siquiera de aquel lugar vivo. Por suerte el momento llegó, el joven guerrero se separó la distancia idónea, ahora esta el momento, ahora o nunca.

Sintió la necesidad de apretar el gatillo, de dispara aquella flecha, pero se detuvo al sentir como algo se posaba en su cuello.
-Baja el arma.-oyó a su oído proveniente de un delicado susurro.
Nolan obedeció, podría haber disparado... pero entonces no hubiera conseguido su objetivo al completo, sino tan solo una pequeña parte de él.
La ballesta cayó al suelo mientras el joven levantaba las manos.
-No es lo que crees...
-Sé que es lo que intentabas.-interrumpió la voz situada a su espalda.
-Será mejor que nos relajemos...¿Ves? ¿Voy desarmado?.-añadió el asesino esperando que retirara el cuchillo de su cuello.-No puedo hacerte daño.
El desconocido cedió, alejando con cautela el filo.
Nolan miró al suelo, donde se encontraban el resto de sus pertenencias. Sería demasiado arriesgado intentar coger algo, pensó, pero no podía quedarse allí de brazos cruzados. Si le capturaban vería frustrados sus planes.
-Date la vuelta.-dijo el desconocido.
Su voz era melódica y aterciopelada, aunque su acento y las palabras sonaban frías y tensas. Nolan giró para encontrarse una grata sorpresa, el asesino era una mujer. Quizás la capucha camuflara a la perfección su rostro, pero la silueta era claramente de una fémina, aunque la larga capa y los ropajes intentaran aparentar lo contrario. El ego de Nolan aumentó considerablemente, si la chica estaba sola.. poco tenía que hacer contra él. Había conocido asesinas majestuosas, pero algo en su enemiga delataba debilidad... quizás era edad, quizás la inexperiencia... de cualquier modo, pronto tendría la oportunidad de comprobarlo.

Nolan retrocedió unos pasos mientras aguardaba instrucciones. La asesina no articuló palabra alguna, no dio a entender que quería ni por qué lo amenazaba, hubiera sido más rápido que cada uno pudiera haber seguido con lo suyo, pero al parecer la mujer estaba esperando que algo sucediera.
El joven se quitó las gafas lentamente dejándolas caer sobre su bolsa, que emitió el tintineo de varios frascos al chocar.

-Será mejor que te largues de aquí...-dijo por fin la asesina.-Sé lo que intentas, te he acechado durante mucho tiempo... estas dando palos de ciego... no lograrás tu objetivo.-añadió.- y lo que es peor... harás que acaben contigo...
-Eh... tranquila...-respondió el joven.- No sé que concepto equivocado tienes de mi... pero tan solo estaba echando una ojeada...
La asesina se acercó y volvió a amenazar al humano con su daga.
-Si vuelvo a verte por aquí... acabaré contigo...¿Lo has entendido?
Nolan se tomó un par de segundos mientras retrocedía nuevamente, hasta que su espalda topó con la baranda de madera. El joven con las manos aún levantadas echó un leve vistazo hacia atrás. Demasiado alto como para saltar, pensó.
-No volverás a verme por aquí... de eso puedes estar segura...

El asesino empujó con su pie la bolsa con sus cosas, que cayó rápidamente al vacío impactando segundos después y provocando una gran explosión de humo y hedor. Nolan aprovechó el desconcierto para sacar un puñal del interior de su bota y se abalanzó hacia su enemiga. La humana reaccionó a tiempo, deteniendo el ataque y comenzando una arriesgada lucha entre ambos. Los filos chocaban entre sí emitiendo el característico sonido al impactar uno contra otro, como si de una danza se tratara, ambos se movían rápidamente repeliendo los ataques de su adversario. La asesina propinó una patada en el estómago del joven, para seguidamente aprovechar los segundos que tardaría en recuperarse y clavarle su daga en el brazo.
Nolan gritó al sentir como el afilado metal se abría paso entre su piel mientras retrocedía hasta apoyarse en uno de los muros de aquel balcón en el que aún permanecían. El humano intentó arremeter contra la asesina, pero sus movimientos parecían prever cualquier ataque que este hiciera. El joven hizo acopio de sus fuerzas y embistió a su enemiga provocando que ambos cayeran en el pasillo de acceso. El gentío de la taberna siquiera se percató de lo que sucedía a pesar de encontrarse a escasos metros de ellos.
Nolan miró a su alrededor mientras se ponía en pie nuevamente, la asesina estaba en el suelo tratando de reincorporarse. El joven frunció el ceño mientras empezaba a huir, chocándose con varios transeúntes que dificultaban el pasó. Miró hacia atrás, la asesina había desaparecido, ya no estaba, quizás había logrado escabullirse o tan solo lo había dado por perdido. En cualquier caso, era el momento de huir, temió Nolan. El joven corrió abriéndose paso por las cloacas, ojeando sus espaldas siempre que podía, pero fue entonces cuando una gran viga de madera apareció de repente en su camino, golpeándolo con fuerza en el pecho y derribándolo de un solo golpe. El gran tablón de madera le aprisionaba contra el suelo y fue entonces cuando lo escuchó.
-¿A donde vas tan rápido?.- preguntó una profunda y grave voz antes de que todo se volviera oscuro.


Un cubo de agua helada cayó sobre el asesino, que despertó bruscamente entre gritos. Se retorció al sentir como el hielo helaba su espalda y su pecho, provocando que la incisión en su brazo volviera a sangrar nuevamente. Sus ojos no veían nada, ¿Se habría quedado ciego del golpe? Entonces alguien quitó la bolsa de tela que habían puesto en su cabeza.

Nolan cogió aire rapidamente mientras intentaba acostumbrar su vista al entorno en que se encotraba. Las siluetas oscuras se movian por la zona sin que pudiera aún definir bien donde y con quien se hallaba.
-Creo que aún no está despierto del todo...- afirmó la profunda voz, y fue entonces cuando otro cubo de agua helada cayó sobre él.
El asesino intentó forcejear, pero estaba maniatado a la silla en la que se encontraba sentado.
-Mira, parece que ya se va despertando...
El joven miró a su alrededor, no quería dar la impresión de debilidad pero realmente la angustia se había apoderado del control de su cuerpo. La estancia donde se encontraba era un almacén abandonado, sabía que seguía en las cloacas ya que el hedor era fácilmente reconocible. Miró a sus captores, eran dos, uno parecía un huargen, ni siquiera tapaba su rostro. Sus ojos parecían inyectados en sangre mientras que sus colmillos que asomaban de entre su hocico, daba la impresión de que fueran pequeños cuchillos expectantes por clavarse en cualquier objetivo. Al lado del huargen se hallaba la misma asesina a la que se había enfrentado antes.

-Veamos.-dijo la fémina.- ¿Qué parte es la que no has entendido?
Nolan solo apretó la mandíbula con rabia.
-He sido benevolente contigo, incluso iba a dejarte marchar... pero ya no me dejas más alternativa que acabar contigo...
El rostro del joven palideció unos instantes. No creía lo que estaba oyendo... aún no había hecho nada y ya había fallado en su cometido...¿Se habrían equivocado de persona? Quizás esa era la única respuesta coherente.
-Disculpad...-dijo Nolan.- Creo que os habeis equivocado de persona,... yo...
-¡¿Le arreo?!-gritó el huargen hacia la asesina mientras alzaba entre sus zarpas un palo de gran tamaño.
-Aún no...-respondió.- Veamos pequeño...¿No sabes por qué estas aquí?
Nolan se detuvo unos segundos antes de negar con la cabeza, quizás si lograba hacerse el tonto tuviera más posibilidades de salir con vida de aquella encrucijada.
-¡Te has metido con la gente equivocada!- gritó el huargen con cólera mientras hacía el palo añicos al golpearlo contra uno de los muros.
-Pero yo...-tartamudeó el asesino confundido.
-Llevamos mucho tiempo observándote...-confesó la asesina.- Ansías acabar con la Orden...
Nolan se quedó impactado, nadie sabía su secreto, ni tan siquiera había intentado una primera maniobra como para que alguien le hubiera descubierto... era imposible, pensó.
-Tus planes no saldrán bien... nosotros tenemos ojos en todos lados...
-Muchos se han enfrentado a nosotros antes.-añadió el huargen.- Y no han salido bien parados.
-Si quieres seguir viviendo, olvida todo lo que sabes, huye lo más lejos que puedas... y quizás así logres tener una larga vida...
El rostro de Nolan se tensó, su ceño se frunció con determinación y lo que antes era temor ahora no era más que ira contenida.
-No lograréis acabar conmigo.- respondió.- ¡La Orden caerá ante mí!¡Podéis detenerme... pero cuantos otros ocuparán mi lugar!... No podéis salir indemnes eternamente...
El huargen abofeteó al joven que casi cae al suelo junto a su asiento.
-¡Podrás pegarme todo lo que quieras, pero nada de eso logrará detenerme!-gritó
El huargen alzó nuevamente su zarpa amenazante, pero un gesto de la asesina lo detuvo.
-Creo que no nos estamos explicando con claridad....
Nolan sintió nuevamente como algo metálico se posaba en su cuello. Levantó la mirada hacia un lado y se percató de que había un tercer enemigo en aquel lugar, uno que parecía haberse ocultado en las sombras durante todo este tiempo. La espada arañaba levemente el cuello del joven, obligándole a retroceder con su cabeza todo lo que sus ataduras le permitían. El extraño asesino esperaba sin articular palabra alguna. Sus vestimentas parecían mas vastas y pesadas que las del resto.
-¿Cómo piensas vengarte si acabamos contigo ahora mismo?-amenazó la asesina.
Nolan cedió sin remedio, guardando silencio pero sosteniendo la mirada contra sus captores.


Sus piernas temblaron con cada paso, había estado a punto de caer antes incluso de empezar. Nolan miró hacia atrás mientras avanzaba por los vacíos conductos, intentando llegar a la parte más transitadas de las cloacas y salir de allí como fuera. Al parecer tendría que meditar sobre lo sucedido, seguir con sus intenciones podría hacer que lo mataran... pero desistir sería dar la espalda a todas las convicciones que había forjado hasta ahora...


Elesirt observó como el humano huía como alma que lleva el diablo.
-No deberíamos haberle dejado escapar...-dijo el huargen.- Te has vuelto blanda.-añadió mientras desviaba la mirada hacia su aliada.
-El tiempo cambia a las personas Elesirt...-dijo Ivy mientras se deshacía de su capucha arrojándola a un lado.-Además, recuerda que es mi familia...nuestro objetivo no es matarlo.
-¿Cederá ante nuestra amenaza?
-Conozco a mi hermano, lo más seguro es que no lo haga.
-¡Razón de más para no haberlo liberado!
-Tiene que aprender la lección.-dijo Ivy mientras caminaba por la sala.- A veces solo existe un modo, y no siempre es el bueno...
-No me gusta que los míos estén en peligro por ti... ni por él.-dijo señalando con la mirada el camino por el que el joven había huido.-¿Qué pasara si alguno cae bajo sus intenciones?
-Los peligros que se avecinan son mucho más poderosos de lo que un asesino cualquier pueda llegar a ser.-respondió.- Si los tuyos no son capaces de superar este obstáculo... quizás no merezcan seguir siendo de la Orden.
El huargen gruñó
-Si algo le pasa a cualquiera de la Orden...-amenazó Elesirt.- Seré yo quien acabe contigo... y no tendré la mitad de piedad que tuvo Zephiel...
-Ya basta.-pronunció el otro extraño atrayendo las miradas de ambos.-Nadie saldrá herido Elesirt. Ivy está aquí para ayudarnos... pero su tiempo con nosotros se agota.-confesó mirando a la asesina mientra se quitaba el yelmo y dejaba colgando su larga cabellera rubia.- Los males que se aproximan no tendrán ni un ápice de piedad con la Orden. Créeme amigo, los he visto con mis propios ojos.-añadió el humano mientras el iris de sus ojos color azul celeste se tornaban de un tono dorado por tan solo milésimas de segundos.- Esta vez no habrá regreso al pasado, no habrán segundas oportunidades, ni tampoco vendrá nadie a ayudarnos.-continuó mientras desviaba la mirada de uno a otro.- Tan solo la Orden... y nuestros peores temores...
La asesina miró al humano y asintió, mientras el huargen tragaba saliva expectante por las palabras de aquel sabio conocido.

-La Orden hasta ahora tan solo se ha enfrentado a simples peones... -dijo el guardián de la Orden, Garrett.- Es el momento de prepararse para la batalla...