Allí estaba de nuevo, después de
tantos años, en aquel tugurio maloliente conocido como las cloacas
de Dalaran. Quizás en lo alto de la ciudad de los magos, los
edificios estaban cuidados y eran estéticamente ideales, puede que
incluso las calles de la ciudad violeta desprendieran un perfume a
alguna suave flor que embriagara los sentidos de aquellos que
lograban poner un pie sobre su suelo. Sin embargo, las cloacas eran
la otra cara de la moneda. Nolan conocía bien aquel lugar, sus
desagradables gentes, sus asquerosas ratas e incluso la abominable
suciedad que colmaba cada recoveco que la vista alcanzase. Aún así,
allí estaba, en la ciudad sin ley, donde los asesinos convivían
anárquicamente escondidos de la burocracia y la moralidad que
cautivaba la ciudad a varios metros sobre ellos. Algo había
cambiado desde la última vez que puso un pie en aquellos túneles,
no sabría hallar la diferencia pero se notaba en el ambiente.
Rostromuerto había caído, los asesinos eran ''libres'' y el miedo no
los atormentaba o frenaban sus susurros ni el bullicio que se
desataba.
Las cosas nunca habían sido tan
caóticas allí abajo, pensó el joven asesino, pero todo estaba
cambiando a su alrededor. La legión había invadido Azeroth, y él
sin embargo sentía la insaciable necesidad de solucionar aquello que
no le dejaba conciliar el sueño cada noche desde hacía años.
La Orden, pensó casi dejando escapar
las palabras entre sus labios. Ellos habían hecho de él lo que
ahora era: Un asesino. Numerosas veces antes se había preguntado qué
sería ahora de él sin aquel giro del destino que le había
arrebatado la única familia que le quedaba, la única que podía
cuidar de él. Por desgracia, su presentimiento le convencía de que
cualquier camino que hubiera elegido le habría arrastrado hasta lo
que hoy era.
Tanteó varios frascos rellenos de
distintos colores entre sus manos. Quizás todo lo que había
aprendido pronto llegaría a su fin. Sabía en su fuero interno cual
era la razón por la que se había convertido en alguien letal, y
también sabia que sin tal razón... su vida se desmoronaría. Sin un motivo para vivir... ¿Qué sentido tendría seguir adelante? Quizás
paz, se autoconvenció. La paz que había estado añorando todos
estos años.
Nolan se colocó las sofisticadas gafas
color doradas, creadas por un viejo conocido considerado como uno de
los mejores ingenieros de Gnomeregan. Esperemos que este chisme sirva
de algo, susurró para si mismo a la vez que pulsaba alguno de los
numerosos botones que poseía en uno de los laterales. Varias lentes
giraron hasta detenerse frente al cristal derecho. El aumento de
visión era justo lo que necesitaba, su distancia quizás había sido
demasiado prudente y la puntería no lograba ser una de sus mejores
habilidades. La ballesta cayó con fuerzas en la baranda de madera
de aquel reservado balcón que daba sus vistas al centro de las
cloacas, donde el gentío se reunía para comerciar o como no, sacar
información. Cerró uno de sus ojos y recorrió el lugar mientras
sostenía el arma entre sus manos. Colocó una flecha en la ballesta,
con la punta metálica cubierta de un letal ungüento que detendría
en segundos el corazón de aquel en que se clavara. Rezó por tener
la suficiente puntería como para alcanzar a su objetivo, ya que tan
solo contaba con una única oportunidad.
Reconoció algunos de los rostros que
allí frecuentaban. Niebladensa..., por un momento sintió la
necesidad de disparar y borrar aquella arrogante sonrisa de su
delgado y blanquecino rostro. Renacuajo..., el musculoso joven
charlaba con un mago elfo. Nolan sintió incluso nostalgia por la
infinidad de vivencias y recuerdos que había tenido allí abajo,
donde el sol nunca llega. ''Somos la sombra del resto, de la ciudad,
de los habitantes de allí arriba '', recordó tales palabras
mientras observaba a Búho Gris a través de su mira, ''Y como toda
sombra... siempre estaremos vigilando''. Al lado del nuevo jefe de
asesinos encontró lo que buscaba, o mejor dicho a quien buscaba.
Sus dedos se tensaron y su pulso
comenzó a acelerar rápidamente provocando que un par de gotas de
sudor recorrieran su frente y se deslizaran por su rostro. Zephiel...
murmuró... Ese ingrato caminaba junto a Buho Gris... no había
tenido suficiente con arrebatarle a su familia, sino que ahora se
pavoneaba por aquel lugar al cual no pertenecía. Incluso envidió
por un momento la aprobación y cordialidad con la que los líderes
asesinos le acogían entre los suyos, como uno más, como alguien que
en realidad... no era.
Usó toda la concentración de la que
disponía, apuntó durante segundos, o quizás fueron minutos, el
tiempo no importaba, sabía que debía tomarse lo necesario si
no quería malgastar su oportunidad. Si mataba a Zephiel, la Orden le
perseguiría, pero si se desviaba unos centímetros y su flecha
impactaba en Búho Gris, no saldría siquiera de aquel lugar vivo. Por
suerte el momento llegó, el joven guerrero se separó la distancia
idónea, ahora esta el momento, ahora o nunca.
Sintió la necesidad de apretar el
gatillo, de dispara aquella flecha, pero se detuvo al sentir como
algo se posaba en su cuello.
-Baja el arma.-oyó a su oído
proveniente de un delicado susurro.
Nolan obedeció, podría haber
disparado... pero entonces no hubiera conseguido su objetivo al
completo, sino tan solo una pequeña parte de él.
La ballesta cayó al suelo mientras el
joven levantaba las manos.
-No es lo que crees...
-Sé que es lo que
intentabas.-interrumpió la voz situada a su espalda.
-Será mejor que nos relajemos...¿Ves?
¿Voy desarmado?.-añadió el asesino esperando que retirara el
cuchillo de su cuello.-No puedo hacerte daño.
El desconocido cedió, alejando con
cautela el filo.
Nolan miró al suelo, donde se
encontraban el resto de sus pertenencias. Sería demasiado arriesgado
intentar coger algo, pensó, pero no podía quedarse allí de brazos
cruzados. Si le capturaban vería frustrados sus planes.
-Date la vuelta.-dijo el desconocido.
Su voz era melódica y aterciopelada,
aunque su acento y las palabras sonaban frías y tensas. Nolan giró
para encontrarse una grata sorpresa, el asesino era una mujer. Quizás
la capucha camuflara a la perfección su rostro, pero la silueta era
claramente de una fémina, aunque la larga capa y los ropajes
intentaran aparentar lo contrario. El ego de Nolan aumentó
considerablemente, si la chica estaba sola.. poco tenía que hacer
contra él. Había conocido asesinas majestuosas, pero algo en su
enemiga delataba debilidad... quizás era edad, quizás la
inexperiencia... de cualquier modo, pronto tendría la oportunidad de
comprobarlo.
Nolan retrocedió unos pasos mientras
aguardaba instrucciones. La asesina no articuló palabra alguna, no
dio a entender que quería ni por qué lo amenazaba, hubiera sido más
rápido que cada uno pudiera haber seguido con lo suyo, pero al
parecer la mujer estaba esperando que algo sucediera.
El joven se quitó las gafas lentamente
dejándolas caer sobre su bolsa, que emitió el tintineo de varios
frascos al chocar.
-Será mejor que te largues de
aquí...-dijo por fin la asesina.-Sé lo que intentas, te he acechado
durante mucho tiempo... estas dando palos de ciego... no lograrás tu
objetivo.-añadió.- y lo que es peor... harás que acaben contigo...
-Eh... tranquila...-respondió el
joven.- No sé que concepto equivocado tienes de mi... pero tan solo
estaba echando una ojeada...
La asesina se acercó y volvió a
amenazar al humano con su daga.
-Si vuelvo a verte por aquí... acabaré
contigo...¿Lo has entendido?
Nolan se tomó un par de segundos
mientras retrocedía nuevamente, hasta que su espalda topó con la
baranda de madera. El joven con las manos aún levantadas echó un
leve vistazo hacia atrás. Demasiado alto como para saltar, pensó.
-No volverás a verme por aquí... de
eso puedes estar segura...
El asesino empujó con su pie la bolsa
con sus cosas, que cayó rápidamente al vacío impactando segundos
después y provocando una gran explosión de humo y hedor. Nolan
aprovechó el desconcierto para sacar un puñal del interior de su
bota y se abalanzó hacia su enemiga. La humana reaccionó a tiempo,
deteniendo el ataque y comenzando una arriesgada lucha entre ambos.
Los filos chocaban entre sí emitiendo el característico sonido al
impactar uno contra otro, como si de una danza se tratara, ambos se
movían rápidamente repeliendo los ataques de su adversario. La
asesina propinó una patada en el estómago del joven, para
seguidamente aprovechar los segundos que tardaría en recuperarse y
clavarle su daga en el brazo.
Nolan gritó al sentir como el afilado
metal se abría paso entre su piel mientras retrocedía hasta
apoyarse en uno de los muros de aquel balcón en el que aún
permanecían. El humano intentó arremeter contra la asesina, pero
sus movimientos parecían prever cualquier ataque que este hiciera.
El joven hizo acopio de sus fuerzas y embistió a su enemiga
provocando que ambos cayeran en el pasillo de acceso. El gentío de
la taberna siquiera se percató de lo que sucedía a pesar de
encontrarse a escasos metros de ellos.
Nolan miró a su alrededor mientras se
ponía en pie nuevamente, la asesina estaba en el suelo tratando de
reincorporarse. El joven frunció el ceño mientras empezaba a huir,
chocándose con varios transeúntes que dificultaban el pasó. Miró
hacia atrás, la asesina había desaparecido, ya no estaba, quizás
había logrado escabullirse o tan solo lo había dado por perdido. En
cualquier caso, era el momento de huir, temió Nolan. El joven corrió
abriéndose paso por las cloacas, ojeando sus espaldas siempre que
podía, pero fue entonces cuando una gran viga de madera
apareció de repente en su camino, golpeándolo con fuerza en el
pecho y derribándolo de un solo golpe. El gran tablón de madera le
aprisionaba contra el suelo y fue entonces cuando lo escuchó.
-¿A donde vas tan rápido?.- preguntó
una profunda y grave voz antes de que todo se volviera oscuro.
Un cubo de agua helada cayó sobre el
asesino, que despertó bruscamente entre gritos. Se retorció al
sentir como el hielo helaba su espalda y su pecho, provocando que la incisión en
su brazo volviera a sangrar nuevamente. Sus ojos no veían nada, ¿Se
habría quedado ciego del golpe? Entonces alguien quitó la bolsa de
tela que habían puesto en su cabeza.
Nolan cogió aire rapidamente mientras
intentaba acostumbrar su vista al entorno en que se encotraba. Las
siluetas oscuras se movian por la zona sin que pudiera aún definir
bien donde y con quien se hallaba.
-Creo que aún no está despierto del
todo...- afirmó la profunda voz, y fue entonces cuando otro cubo de
agua helada cayó sobre él.
El asesino intentó forcejear, pero
estaba maniatado a la silla en la que se encontraba sentado.
-Mira, parece que ya se va
despertando...
El joven miró a su alrededor, no
quería dar la impresión de debilidad pero realmente la angustia se
había apoderado del control de su cuerpo. La estancia donde se
encontraba era un almacén abandonado, sabía que seguía en las
cloacas ya que el hedor era fácilmente reconocible. Miró a sus
captores, eran dos, uno parecía un huargen, ni siquiera tapaba su
rostro. Sus ojos parecían inyectados en sangre mientras que sus
colmillos que asomaban de entre su hocico, daba la impresión de que
fueran pequeños cuchillos expectantes por clavarse en cualquier
objetivo. Al lado del huargen se hallaba la misma asesina a la que se
había enfrentado antes.
-Veamos.-dijo la fémina.- ¿Qué parte
es la que no has entendido?
Nolan solo apretó la mandíbula con
rabia.
-He sido benevolente contigo, incluso
iba a dejarte marchar... pero ya no me dejas más alternativa que
acabar contigo...
El rostro del joven palideció unos
instantes. No creía lo que estaba oyendo... aún no había hecho
nada y ya había fallado en su cometido...¿Se habrían equivocado de
persona? Quizás esa era la única respuesta coherente.
-Disculpad...-dijo Nolan.- Creo que os
habeis equivocado de persona,... yo...
-¡¿Le arreo?!-gritó el huargen hacia
la asesina mientras alzaba entre sus zarpas un palo de gran tamaño.
-Aún no...-respondió.- Veamos
pequeño...¿No sabes por qué estas aquí?
Nolan se detuvo unos segundos antes de
negar con la cabeza, quizás si lograba hacerse el tonto tuviera más
posibilidades de salir con vida de aquella encrucijada.
-¡Te has metido con la gente
equivocada!- gritó el huargen con cólera mientras hacía el palo
añicos al golpearlo contra uno de los muros.
-Pero yo...-tartamudeó el asesino
confundido.
-Llevamos mucho tiempo
observándote...-confesó la asesina.- Ansías acabar con la Orden...
Nolan se quedó impactado, nadie sabía
su secreto, ni tan siquiera había intentado una primera maniobra
como para que alguien le hubiera descubierto... era imposible, pensó.
-Tus planes no saldrán bien...
nosotros tenemos ojos en todos lados...
-Muchos se han enfrentado a nosotros
antes.-añadió el huargen.- Y no han salido bien parados.
-Si quieres seguir viviendo, olvida
todo lo que sabes, huye lo más lejos que puedas... y quizás así
logres tener una larga vida...
El rostro de Nolan se tensó, su ceño
se frunció con determinación y lo que antes era temor ahora no era
más que ira contenida.
-No lograréis acabar conmigo.-
respondió.- ¡La Orden caerá ante mí!¡Podéis detenerme... pero
cuantos otros ocuparán mi lugar!... No podéis salir indemnes
eternamente...
El huargen abofeteó al joven que casi
cae al suelo junto a su asiento.
-¡Podrás pegarme todo lo que quieras,
pero nada de eso logrará detenerme!-gritó
El huargen alzó nuevamente su zarpa
amenazante, pero un gesto de la asesina lo detuvo.
-Creo que no nos estamos explicando con
claridad....
Nolan sintió nuevamente como algo
metálico se posaba en su cuello. Levantó la mirada hacia un lado y
se percató de que había un tercer enemigo en aquel lugar, uno que
parecía haberse ocultado en las sombras durante todo este tiempo. La
espada arañaba levemente el cuello del joven, obligándole a
retroceder con su cabeza todo lo que sus ataduras le permitían. El
extraño asesino esperaba sin articular palabra alguna. Sus
vestimentas parecían mas vastas y pesadas que las del resto.
-¿Cómo piensas vengarte si acabamos
contigo ahora mismo?-amenazó la asesina.
Nolan cedió sin remedio, guardando
silencio pero sosteniendo la mirada contra sus captores.
Sus piernas temblaron con cada paso, había estado a
punto de caer antes incluso de empezar. Nolan miró hacia atrás
mientras avanzaba por los vacíos conductos, intentando llegar a la
parte más transitadas de las cloacas y salir de allí como fuera. Al
parecer tendría que meditar sobre lo sucedido, seguir con sus
intenciones podría hacer que lo mataran... pero desistir sería dar
la espalda a todas las convicciones que había forjado hasta ahora...
Elesirt observó como el humano huía
como alma que lleva el diablo.
-No deberíamos haberle dejado
escapar...-dijo el huargen.- Te has vuelto blanda.-añadió mientras
desviaba la mirada hacia su aliada.
-El tiempo cambia a las personas
Elesirt...-dijo Ivy mientras se deshacía de su capucha arrojándola
a un lado.-Además, recuerda que es mi familia...nuestro objetivo no es matarlo.
-¿Cederá ante nuestra amenaza?
-Conozco a mi hermano, lo más seguro
es que no lo haga.
-¡Razón de más para no haberlo
liberado!
-Tiene que aprender la lección.-dijo
Ivy mientras caminaba por la sala.- A veces solo existe un modo, y no
siempre es el bueno...
-No me gusta que los míos estén en
peligro por ti... ni por él.-dijo señalando con la mirada el camino
por el que el joven había huido.-¿Qué pasara si alguno cae bajo
sus intenciones?
-Los peligros que se avecinan son mucho
más poderosos de lo que un asesino cualquier pueda llegar a
ser.-respondió.- Si los tuyos no son capaces de superar este
obstáculo... quizás no merezcan seguir siendo de la Orden.
El huargen gruñó
-Si algo le pasa a cualquiera de la
Orden...-amenazó Elesirt.- Seré yo quien acabe contigo... y no
tendré la mitad de piedad que tuvo Zephiel...
-Ya basta.-pronunció el otro extraño
atrayendo las miradas de ambos.-Nadie saldrá herido Elesirt. Ivy
está aquí para ayudarnos... pero su tiempo con nosotros se agota.-confesó
mirando a la asesina mientra se quitaba el yelmo y dejaba colgando su
larga cabellera rubia.- Los males que se aproximan no tendrán ni un
ápice de piedad con la Orden. Créeme amigo, los he visto con mis
propios ojos.-añadió el humano mientras el iris de sus ojos color azul
celeste se tornaban de un tono dorado por tan solo milésimas de
segundos.- Esta vez no habrá regreso al pasado, no habrán segundas
oportunidades, ni tampoco vendrá nadie a ayudarnos.-continuó
mientras desviaba la mirada de uno a otro.- Tan solo la Orden... y
nuestros peores temores...
La asesina miró al humano y asintió,
mientras el huargen tragaba saliva expectante por las palabras de
aquel sabio conocido.
-La Orden hasta ahora tan solo se ha
enfrentado a simples peones... -dijo el guardián de la Orden, Garrett.- Es el momento de
prepararse para la batalla...