lunes, 22 de agosto de 2016

La Orden 2.0 - Un nuevo destino


El brillo dorado de sus ojos desapareció lentamente mientras un tono grisáceo se apoderaba de cada veta que dibujada daba lugar al iris que rodeaba sus pupilas. Su rostro palideció, su cuerpo se desplomó lentamente mientras pendía en el aire hasta posarse en la dura y gélida piedra que conformaba el suelo de aquella casa típica de parajes enanos. Garrett no pudo evitar desviar la mirada y cerrar los ojos. Sentía en lo más profundo de su ser que había fallado, todo por lo que había luchado, todo lo que hacía de él lo que era o quizás lo que quería ser, se había evaporado cual castillo de arena que arrasa el oleaje.

Una vez más... demasiado fácil...

Raymond observó con desdén el cuerpo sin vida de la dragona con forma de gnoma con rubios cabellos. Una sensación de odio invadió al caminante por completo mientras sus puños se cerraban con fuerza. Tenía ganas de matarlo, de acabar con su detestable y miserable vida de una vez por todas... pero no pudo. No debía caer en la provocación, no al menos si deseaba cumplir sus planes. Raymond era poderoso, lo había visto en acción, sabía cual rastrero y sucios eran sus juegos, pero después de todo no era más que un simple humano, un simple... mortal. Garrett se sintió superior a él, lo había hecho desde la primera vez que lo vio, y no solo con él, sino con todos aquellos con los que se había cruzado. Desgraciadamente el poder de Raymond no era conferido por su propio ser, sino más bien por aquellos que le seguían. El caminante desvió la vista hacia Octarion, que no era capaz siquiera de parpadear ante la crueldad de la escena. El dragón infinito poseía cuanto poder se le antojaba, pudiendo acabar con todos los que allí se hallaban. Garrett sintió un vacío interior al mirarlo, sintió como las esperanzas desaparecían de su mente. Sabía que tenía que acabar con Raymond él mismo, pero con Octarion a su lado.. jamás podría hacerlo. El caminante desconocía el por qué de tal alianza, pero el dragón parecía seguir fervientemente al brujo en cualquiera de sus demenciales planes que cruzaran su desquiciada mente. Cualquier movimiento en falso, cualquier intento o incluso cualquier pensamiento que intentara desvelar sus verdaderos planes, significaría su propia muerte a manos de aquella criatura. Por eso no podía hacer más que esperar... y contemplar una y otra vez como Raymond destruía la Orden en cada línea paralela a la que viajaban.

-La Orden ha sido destruida una vez más.- aseveró Raymond.- Nadie conocerá su grandeza, nadie se entrometerá en mis planes...-continuó- Es hora de continuar.-ordenó al dragón.

La criatura, que había tomado la forma de un alto elfo de cabellos y ojos oscuros que contrastaban con su pálida piel, levantó pacientemente su delgada mano ante el brujo. El ceño del dragón se arrugó mientras sus ojos se tornaron blancos, como si una densa niebla se apoderara de ellos.

-No has acabado con ellos...-dijo el dragón
-Eso es imposible. Hemos matado a Nizdorni antes de que creara los talismanes.-sentenció el brujo.- No hay forma posible de que tenga lugar la formación de la Orden, no aquí.
-La hay... la habrá...
Raymond rugió de impotencia.
-¡¿Qué he de hacer entonces?!-gritó el humano.-¡¿Cómo demonios puedo eliminarlos de una vez por todas?!... No pasaré un minuto más en este despreciable mundo...
-Solo hay una forma.-confesó el dragón mientras sus ojos se tornaban oscuros nuevamente.- Si quieres acabar con la Orden, deberás eliminar a cada uno de ellos... esa es la única forma de...
El brujo interrumpió al dragón con un ahogado grito. Garrett se preguntó de cuanta paciencia dispondría la criatura, y por qué soportaba y permitía la arrogancia del humano.
-Si esa es la única forma, habrá que eliminarlos entonces... uno a uno.
El caminante sintió una punzada en el pecho al oír aquello. Si dura había sido ya la muerte de Nizdorni, no sabía cuanto dolor más podría soportar al ver caer a cada uno de aquellos a los que había conocido, incluso quien sabe si a sí mismo también.
Raymond centró su mirada en el humano, acercándose lentamente hasta detenerse a escasos centímetros de él.
-Tú... ¿No vas a decir nada al respecto?
-No creo que te gustara demasiado lo que pienso.
El rostro de Raymond se tornó oscuro.
-La Orden te ha desterrado, te ha robado lo que más quería... te encerraron cuando más les necesitabas... ¿No piensas hacer nada por vengarte?
Garrett escuchó sus afiladas palabras. Sabía que tenía razón, pero conocía las razones por lo que lo habían hecho. La Orden, los caminantes,... todos los que formaban la gran organización, actuaban por instinto, actuaban con el corazón. Aunque ello significara dejar atrás a los que no compartían el mismo punto de vista. Aún así no les guardaba rencor... o no lo suficiente como para exterminarlos en cada universo y mundo que encontrara a su paso.
-¿Y qué debo hacer?, o mejor dicho, ¿Qué crees que debo hacer?- vaciló ante el brujo.
-Creí que estaba claro cuando te sacamos de aquel sucio cuchitril.
-Esta no es mi guerra Raymond, es la tuya.-respondió tajantemente.
-¿Qué has dicho?- preguntó el brujo mientras su rostro adquiría una expresión de sorpresa.
-Lo que has oído.
-Vives gracias a mi.-amenazó el humano mientras golpeaba con el dedo índice el pecho del caminante.- Si no vas a servirme..., estaré encantado de deshacerme de ti, al igual que haré con el resto de los tuyos...-Raymond dudo si continuar con sus palabras, pero la ira y sed de venganza se adueñaron de él.- Y después de desharé de la Orden... incluido tu hijo...
El caminante extendió su brazo rápidamente rodeando con sus dedos el cuello del brujo. La espalda de Raymond chocó contra la pared mientras el caminante seguía asfixiándolo con fuerza.
-No eres tan poderoso como crees Raymond...-susurró al oído del brujo.- Si no eres capaz de acabar con una Orden que aún no ha comenzado a gestarse.... ¿Qué te hace pensar que podrás con una más poderosa de lo que jamás serás?...
Raymond intentó zafarse de su adversario, pero la fuerza del caminante lograba superarlo con creces, obligándole a llevar sus manos hasta el brazo de éste para evitar asfixiarse. El brujo desvió la mirada hasta el dragón, que permaneció indemne en un rincón de la estancia, observando la situación.
-Detente Garrett.-ordenó Octarion.
El caminante soltó al brujo. Había jugado una arriesgada carta, pero ahora tenía algo claro, el dragón infinito no servía a Raymond, o al menos no lo suficiente como para salvarle la vida. Desconocía cual eran las intenciones finales de cada uno y qué parte de beneficio sacarían de ello, pero debía afianzar su confianza hasta dejar de ser una amenaza, y sabía como hacerlo.
-Yo sirvo a los dragones.- confesó Garrett mientras su mirada amenazante se cruzaba con la del brujo.
-Entonces...-susurró Raymond mientras intentaba coger aire nuevamente.- No puedo confiar en ti...
-Habrá una forma de que confíes en él.-dictaminó el dragón.- Él acabará con los miembros de la Orden de este mundo. Una vez lo logre, vendrá a buscarnos y solo entonces conseguirás tu objetivo.
Raymond frunció el ceño, no le hacía gracia alguna depositar sus esperanzas en alguien que podría traicionarlo, pero sabía que las palabras del dragón eran certeras como ningunas otras. Quizás Octarion ya había visto todo el futuro, o tal vez era solo intuición, pero no podía hacer otra cosa que aceptarlo, sobretodo si quería conseguir que sus planes fueran un éxito.
-¿Será capaz de hacerlo?...-preguntó el brujo dubitativamente.
-Conozco la Orden mucho mejor que cualquiera de vosotros.-respondió Garrett.- Sé quienes formarán parte de ella...
-Tienes solo esta oportunidad caminante...- amenazó el brujo.- Si fallas,... no pienses en volver...
-No fallaré.
El dragón comenzó a canalizar un poderoso hechizo que segundos después desembocó en un gran portal de color azabache que giraba infinitamente formando una gran espiral.
-El tiempo apremia.-dijo Octarion
-Lograré acabar con cada Orden de cada mundo.- sentenció Raymond mientras se giraba hacia el humano antes de cruzar el portal.- Y ni tu ni nadie podrá impedirlo...

El portal se cerró, llevándose con él tanto al dragón y al brujo, como al resto de los que formaban el grupo de Raymond. Sabía que las amenazas del brujo eran ciertas, lograría acabar con todo lo que se interpusiera en su camino, ya lo había hecho antes, cuando no era más que un simple brujo, ahora que poseía un dragón... no se detendría jamás.

Garrett se deshizo de sus guantes y los arrojó con rabia hacia la pared a la vez que un grito escapaba de entre sus labios. Sus rodillas se clavaron en el suelo mientras sus lagrimas de impotencia descendían rápidamente por su rostro. Sus manos arroparon el cuerpo sin vida de la gnoma, mientras las yemas de sus dedos recorrieron la fría mejilla de la misma. Te he fallado de nuevo, susurró mientras recordaba como años atrás se había repetido la misma escena. Nizdorni, Khairos,... Garrett había fallado a todos los que habían confiado en él. ¿Cual era entonces su destino? ¿Qué debía hacer para redimirse? Las respuestas nunca habían sido claras, pero no entendía por qué lo habían elegido a él. ¿Por qué los dragones y Nizdorni lo eligieron como caminante? En cualquier caso... tal decisión habría sido en vano dadas las circunstancias en las que se encontraba.

Las lagrimas del caminante siguieron recorriendo su rostro hasta caer en el pecho de la gnoma donde de repente, una luz brillante comenzó a formase en él, girando y adquiriendo forma a medidas que crecía. Garrett observó la escena extrañado, depositando con extremo cuidado a la dragona en el suelo donde se encontraba. El caminante parecía asombrado por lo que estaba teniendo lugar. El brillo dorado comenzó a definirse hasta tomar la forma de la propia Nizdorni, que flotaba sobre su cuerpo mirando al humano con un rostro inerte.

-¿Ni.. Nizdorni?-preguntó Garrett en voz alta.-¿Eres tu?
La gnoma miró su propio cuerpo sin vida sobre el que flotaba.
-No exactamente...-respondió.
-¿Qué eres...? ¿Quién eres?
-Digamos que soy...-tomó unos segundos para elegir la palabra adecuada.- Una proyección.
-Una proyección...- murmuró el humano extrañado.
-Sabía que moriría hoy...-confesó Nizdorni.- Siempre lo supe. Sería aquí y hoy... lo ví hace mucho tiempo atrás... ¿Por qué no hice nada para evitarlo? Preguntarás... Sabes que no había escapatoria... digamos que esta era la mejor forma...
-Nizdorni...-intentó interrumpir, pero la gnoma siguió hablando.
-Mi muerte es solo un pequeño impedimento... ni siquiera yo soy de vital importancia para que la Orden se forme. La Orden es fuerte, es... sabia, logrará buscar la forma de sobreponerse a todo lo que logre enfrentarla. Siempre ha sido así, incluso desde antes de que yo decidiera darle vida.
-No lo entiendo.-dijo Garrett.- La Orden no puede formarse sin... el talismán... sin ti...
-La Orden tendrá un talismán.
-Pero... ¿Cómo?
-Lo forjarán a su debido tiempo... ahora deben empezar de cero. Reunirse y comenzar aquello que abrirá las puertas de su destino.
-¿Cómo lo harán sin ti? No conocen su destino... y ahora no lo conocerán nunca... Te necesitan para guiarles Nizdorni, tal y como hiciste en los otros mundos...
-Necesitan un guía... necesitan a alguien que les ayude, que les proteja, que conozcan más de ellos que ellos mismos. Alguien que sepa para qué estaban destinados y cuan capaces eran... No me necesitan a mi...
Garrett enmudeció al oír las palabras de Nizdorni.
-Has vivido una larga vida mientras buscabas cual era tu destino, mientras pretendías encontrar que pieza del rompecabezas eras...Ahora lo has encontrado.
-No,... no puede ser... no puedo...
-Lo harás, no hay alternativa...
-Pero Raymond... mi destino es detenerlo. Es mi deber.
-Habrá otros que lo hagan por ti... ahora tu debes hacer esto por mi...
-Nizdorni.. no puedo hacer... no puedo...
-Debes convertirte en mi, debes guiar a la Orden...
La figura de la dragona comenzó a desintegrarse progresivamente.
-Guíalos... tal y como yo lo hice....guíalos y protégelos...