miércoles, 24 de agosto de 2016

Final Cap XVIII - La verdadera trampa



Su rodilla izquierda se apoyó en el suelo, obligándole a mostrar el único atisbo de debilidad que había supuesto en toda la batalla. Se arrepintió al momento, se maldijo por ello y supo que sus enemigos ahogarían sus últimas energías en acabar con él. Giordano estaba perdido, pero sabía que la realidad era distinta. Su maestro, el verdadero supremo, le había otorgado poder absoluto, le había enseñado que su destino era más grande que la derrota de la Orden. Dominio absoluto, recordó. El poder de controlar y aniquilar aquello cuanto cruzara en su camino, esa había sido su promesa, promesa por la que debía enfrentar a sus enemigos hasta acabar el trabajo que antaño pudo haber realizado.

Los ojos de Giordano se abrieron de par en par. Perplejo, sin poder articular palabra alguna, una espada se abría paso a través de su pecho, hundiendo el filo y desgarrando aquello cuanto rozara para dejar tan solo un reguero de sangre. El brujo miró a la joven paladina, que sostenía con fuerza y firmeza la empuñadura de la misma. Irelí ya no era un cría, pero sus piernas temblaban aún cuando debía quitar la vida a alguien, por muy villano que aún así fuera. Giordano sonrió mientras agarraba parte de la espada que permanecía clavada en su pecho. Limpió con sus dedos el hilo de sangre que descendía por la comisura de sus labios, y colmando sus esfuerzos se puso en pie. Ireli temió que el ataque no fuera suficiente para haberlo matado, bastaron solo segundos para percatarse de que sus temores eran ciertos.

La mano de Giordano adquirió un aura cárdeno que giraba a su alrededor, tornando oscuro el metal del que estaba compuesta la espada que aún le ensartaba. Ireli la soltó al instante mientras retrocedía lentamente sobre sus pasos. El brujo simplemente sonrió mientras extraía el arma de su pecho, sin siquiera mostrar un gesto de dolor. Esta vez no sangró, su torso se volvió oscuro, creando un agujero donde había tenido lugar la perforación. Su piel se oscureció tomando un color grisáceo a la vez que sus venas comenzaban a dibujar un sinfín de líneas ennegrecidas que ascendieron por su rostro hasta contaminar sus ojos claros. Sus pupilas aumentaron hasta abarcar toda su mirada, y una vez más volvió a sonreír. El poder que ahora poseía era pleno, intenso e incluso imponente. Lo sabía él mismo, pero los rostros de sus enemigos delataron que también se habían percatado de aquel gran poder. El maestro tuvo razón desde el principio, pensó, si antes no podían derrotarlo... ahora jamás podrían hacerlo. La eternidad era una nueva vida, una vida para acabar con aquello cuanto quisiera, y esa vida comenzaría esa misma noche.

Ireli cerró los ojos sobresaltada mientras la sangre azabache del brujo regó su indumentaria de batalla. La cabeza de Giordano rodó por el suelo segundos antes de que su cuerpo cayera desplomado y consumido por su propia magia. Azrhael sacudió su espada cubierta de sangre, salpicando en línea recta el suelo bajo sus pies.

-¿Es que nadie iba a hacer nada por detenerlo?- presumió el brujo mientras soltaba la espada para volver a taponar con su mano el profundo corte que yacía sangrante en su hombro.
-Ya no volverá a darnos problemas.- afirmó Monlee mientras observaba como el cuerpo de Giordano se deshacía en una amasijo putrefacto.
-Hay que rescatar a los prisioneros.- dijo Khaden dejando escapar un suspiro de alivio- Aliden, Koori, Butters encargaos.-ordenó.
El mago se acercó hacia la joven Strang, que permanecía paralizada aún rodeada por los brazos de Brianne. Sabía que Ireli era fuerte, pero lo sucedido en los últimos meses podrían haber causado serios estragos dentro de si misma. Khaden extendió su mano para posarla en el hombro de la caminante, pero la voz de Koori lo alertó antes de que pudiera realizarlo.
-¡Khaden, maestro, venid!

Sus pasos recorrieron rápidamente la distancia hasta la mazmorra donde se encontraba Koori. El contraste de oscuridad le obligó a esperar unos segundos hasta que su vista se acostumbrase. Aliden y el maestro Monlee se unieron atraídos por la llamada de la pandaren. El hedor a descomposición golpeó a los allí presentes, que recorrieron con su vista rápidamente la sucia estancia para encontrar el cuerpo podrido de numerosos roedores dispersados por el suelo. En un rincón de la misma, una silueta se agitaba temblorosa. Khaden hizo un gesto al grupo para que mantuvieran la calma, mientras que avanzaba lentamente para descubrir que la figura era de un humano. El mago se agachó hincando una rodilla junto al desconocido, apoyando su mano sobre el hombro de éste. El humano intentó alejarse asustado, retrocediendo y temblando, creyendo quizás que aquellos desconocidos intentarían dañarlo, sin embargo, ni las paredes ni sus escasas fuerzas le permitirían ir muy lejos. Tembló nuevamente mientras levantaba el rostro que había ocultado entre sus rodillas.

-¿Qué te han hecho?... murmuró Khaden analizando el esquelético cuerpo del humano mientras apartaba los largos cabellos dorados de su rostro.-No tienes de que preocuparte... vamos a sacarte de aquí.
-Debe llevar aquí encerrado meses.-dijo Aliden.- Por el estado en que está, no hubiese sobrevivido mucho más en estas condiciones.
Koori se acercó hacia el desconocido hincando sus rodillas en el suelo junto a él y a Khaden, acto seguido extrajo un pequeño dulce de su talega y se lo entregó para apaciguar su aterrado rostro.
Sus ojos claros brillaron al ver el gesto de la pandaren, siendo entonces cuando unas lágrimas brotaron de entre sus ojos. Sus agrietados labios que contrastaban con su pálida tez intentaron articular palabra pero le fue imposible, obligándole a bajar su rostro nuevamente, apenado e impotente.
-No pasa nada.-susurró la pandaren mientras acariciaba la desaliñada melena rubia del humano.-Ahora estás a salvo.
-No dejaremos que nadie vuelva a hacerte daño.-prometió Khaden.


Sus ojos completamente blancos comenzaron a menguar, disminuyendo la especie de neblina que los cubría hasta dar lugar a los verdes iris de la joven. La guerrera se tambaleó, intentando reincorporarse, pero fue entonces cuando sus piernas flaquearon obligándola a caer al suelo de rodillas. Sus ojos se empañaron bastando solo un instante para que surgieran las numerosas lágrimas de dolor que había resguardado mientras tenía lugar la visión. Un grito de impotencia alertó al resto de los suyos, que hasta entonces se habían abstraído de lo que estaba teniendo lugar a escasos metros de ellos. Zephiel corrió hacia Lorraine, que yacía en el suelo desahogando el pesar de haber presenciado una vez mas la muerte de su padre.
-Lorraine...-dijo el robusto guerrero mientras rodeaba a la joven con sus brazos.-Tranquila, ya ha pasado... estás aquí, a salvo.
Thomas y Khairos observaron desde el umbral de la puerta la situación mientras Alice y James se acercaban hacia la joven.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó la bruja mientras se percataba de que entre los dedos de la humana se hallaba el talismán de la Orden.-¿Te ha mostrado algo?
-Lo he visto...-tartamudeó Lorraine.-Lo he... encontrado...
-¿Se trata de Jace?-añadió James mientras acercaba una de las sillas y apoyaba su pierna en ella.
El rostro de la joven cambió tornándose serio de repente.
-¡Lo he visto a él!-gritó.
-Raymond...-murmuró Alice mientras su ceño se arrugaba y apretaba la mandíbula con tenacidad.
-¿Dónde está?-preguntó James impaciente.-Hay que acabar con ese bastardo cuanto antes.
-Déjala recomponerse.-dijo Zephiel dirigiéndose al cazador mientras abrazaba a la humana.-No sabemos aún lo que ha visto.
-¡No voy a perder ni un segundo, no dejaré que escape otra vez!
-¡He dicho que te calles!-dijo el guerrero levantando la voz.
-¡¿Es que ya no recuerdas lo que me hizo?!-dijo James cargado de ira.
-¡Te recuerdo que nos hizo daño a todos!
-¡Basta!.-gritó Alice.- Vuestras peleas no van a solucionar nada.
La bruja se arrodilló junto a Lorraine y acarició sus cabellos rojizos.
-¿Estás segura de que era él?-preguntó, que fue rápidamente contestada por un gesto de la joven.
-Estaba... en otro lugar...-respondió.- Vi a Khaden, Ireli... incluso Azrhael.-añadió-Pero no eran ellos... eran diferentes... Vi a mi padre.
Zephiel miró a Alice seriamente.
-Quizás era otra línea temporal... quizás fuese el Raymond de ese mundo...-dijo Alice.
-Sé que era él... lo sé... lo vi en sus ojos..., el talismán me lo ha mostrado... solo puede ser él...
-Alice, ¿Recuerdas la visión que nos mostró Kariadormi?-preguntó Zephiel.
-Si, la Orden lo derrotaba.-la bruja acarició su mentón mientras volvía a ponerse en pie.
-Era la Orden, pero no lo era... tal y como ha dicho Lorraine.
-¿Es la Orden de otra línea la que logrará derrotarlo?-preguntó James.
-Eso es lo que vimos... y al parecer se ha cumplido.-afirmó Alice.
-No...-respondió la joven.- No van a derrotarlo... van a... protegerlo.
El rostro de los presentes se llenó de incredulidad y asombro.
-¿Protegerlo?- preguntó Zephiel.- ¿Por qué demonios iban a protegerlo?

-Porque ahora es uno de ellos...