jueves, 1 de octubre de 2015

Butters Tuercafilada - Un nuevo trabajo


El aire viciado del lugar denotaba la gran actividad que se producía en él, un lugar bastante pintoresco, el cual era muy frecuentado por unos y totalmente evitados por otros… y con razón. Era una noche más en el Cerdo Borracho, una taberna famosa del casco viejo de Ventormenta. Como siempre estaba totalmente llena de todo tipo de parroquianos, desde ciudadanos buscando un rato de diversión hasta todo tipo de aventureros, de los cuales algunos destacan por no parecer el sitio más correcto para ellos.

La tarea era sencilla, uno de los parroquianos esconde en uno de sus bolsillos una gema que busca un cliente, por lo visto el objetivo era un noble al cual le gustaba mezclarse entre los plebeyos de la ciudad vistiéndose como estos. Sería una tarea sencilla para Butters, el cual vigilaba desde las vigas que poblaban el techo de la estancia. Las vigas estaban en un estado deplorable, si no fuese por el ligero peso del gnomo sería el peor escondite posible. Por mucho que le gustase mezclarse al noble fue fácil reconocerlo, ya que las telas de su ropa seguían estando impolutas y su pelo demasiado limpio.


Durante un rato observó al noble hasta que se percató de donde tenía la joya guardada, tras eso solo necesitó unos segundos para bajar y mezclarse entre la multitud, llegar hasta el noble y aprovechar en uno de los empujones para arrebatarle la joya, desapareciendo de la taberna justo después. Butters se encargó de guardar bien el premio entre sus ropas y tomó rumbo al club de camorristas, donde le esperaba su socio.

Mientras caminaba por las nocturnas calles de Ventormenta no podía dejar de comprobar con la vista todos los recovecos posibles, últimamente habían muerto muchos en los bajos fondos sin quedar pista alguna, y Butters no pensaba dejar que lo cazaran. Atravesó la entrada del metro y bajó a las vías, entrando velozmente en el club, en el cual tras reconocerle los gorilas  le dejaron pasar. Su socio le esperaba tranquilamente observando los combates con una botella en la mano, la cual justo se había terminado. Por extraño que parezca su socio es Griznak Reptatornillos, un goblin que perteneció a la Compañía Mechanegra y se busca la vida a través de todo tipo de negocios turbios. En el foso se podía ver como un humano caía ante una hidra, y antes de que esta lo devorase, una botella acertaba en la espalda del cadaver.

  • ¿Ya has perdido otra apuesta? - Le preguntó el gnomo a su socio.
  • ¡Bah! ¡Vaya porquería de tipo! Ese chaval prometía y me ha hecho perder 5 doradas, espero recuperarlo en la próxima apuesta, ¿Tienes lo del contrato?
  • Por supuesto, ha sido como robarle un caramelo a un niño elfo. - le da la joya a Griznak- Tu te encargas de llevárselo al cliente.
  • Claro, pero primero descorcharemos alguna botella ¿No?
  • Por supuesto, no tengo prisa por volver a Forjaz.
  • Tio, tenías que haber estado en Bahía del Botín hace poco, estaba en la taberna donde vamos siempre hasta que se escuchó como algo explotaba. Por lo visto tenían unos tipos ahí encerrados para venderlos como esclavos, y como habían perdido  esos querían raptar a unos clientes. - Se ríe - Yo como vi que la cosa se ponía fea y los esclavos no eran míos… ni fu ni fa.
  • Allí siempre están pasando cosas de ese estilo, y ya que estabas allí… ¿Me has conseguido ya esas dagas?
  • ¡Que va! Aún no han llegado, pero en cuanto estén te las consigo. Como no estaban y no pensaba volver a la taberna me busqué a una buena goblin con la que pasar la noche… y una botella de ron. Hablando de ron… ¡Camarera!

Tras una noche de borrachera y acabar durmiendo en un pequeño hueco de las vías del tranvía Butters tomó el tranvía a Forjaz. Cada viaje en esa máquina llenaban los bolsillos del gnomo, pues siendo tantos los que se apretujan no puede evitar ver como las carteras y bolsas de sus compañeros de vagón le llamaban a gritos para ser su nuevo dueño, y por supuesto Butters no se negaría. 

Tenía que encontrarse con Hulfdan Barbanegra, su jefe, el cual estaría en su guarida, en la caverna abandonada. La caverna estaba tranquila, demasiado tranquila, no se veía a nadie por la calle y estaban todas las puertas y ventanas de los edificios cerradas. Tras atravesar la calle a escondidas llegó a la sede hallando el cuerpo de Tynnus Lanzaveneno en el suelo, y lo que es peor, ya habían saqueado su cuerpo. Al entrar en la sede comprobó que había ocurrido lo mismo con el resto de la banda que se encontraba allí, aunque el jefe ya se había esfumado, pero Butters sabía donde podía encontrarle.

Volvió al metro de Forjaz pero en vez de subirse al tren tomó uno de los caminos laterales de la vía, por el cual avanzando un rato consiguió llegar al lugar de reunión de los asesinos. Le dijo la contraseña al guardia y entró en el lugar, comprobando que el enano estaba allí, más nervioso que nunca y preparándose para huir a saber donde. Butters se acercó al enano para pedirle explicaciones.


  • ¿Pero qué demonios ha ocurrido? - le espetó el gnomo a Hulfdan.
  • ¿Tú sigues vivo? Dirás el que no ha ocurrido… huye lo más lejos que puedas si quieres conservar tu cuello, ya no podemos estar aquí.
  • ¿Huir? ¡No me jodas! Han sido esos misteriosos asesinos que están matando a los del gremio, ¿Verdad?
  • No no, unos tipos vinieron a advertirnos que nos buscaban, lo cual ya sabíamos, pero cuando nos quisimos dar cuenta Tynnus estaba muerto, por lo que intentamos matarles. Eran más fuertes de lo que pensábamos, mataron al resto y yo sobreviví por poco. Resulta que decían la verdad, pero yo no pienso quedarme aquí, me iré lo más lejos posible para no volver.
  • Sabía que te estabas volviendo un mal líder, pero llegar a esto… ¿Y que voy a hacer ahora sin trabajo?
  • ¿No piensas huir?
  • ¡Pues claro que no! Si cada vez que nos busca alguien tengo que irme muy lejos no tendría a donde ir. ¿Quienes son esos que mataron al resto? Si me dejan sin trabajo tendrán que solucionarlo.
  • No lo sé, la mayoría estaban cubiertos, aunque había uno con la cara al descubierto. Tenía el pelo corto y se notaba que estaba teñido de negro, era bastante joven, con ojos azules y afeitado, por lo que parecía aún más joven, y una buena constitución. Vestía unos pantalones marrones , camisa blanca con chaqueta marrón , guantes marrones y botas ajustadas.
  • Bien, buscaré a ese, y espero no volver a verte de nuevo esa cara, ni vivo ni muerto. - Tras esto el gnomo se marchó del lugar.

Con la información que tenía solo le quedaba dar vueltas por la ciudad para ver si podía encontrarle. Recorrió todas las calles y tiendas varias veces hasta que por casualidad encontró a alguien que casaba perfectamente con la descripción. El hombre estaba totalmente distraido mirando como los herreros trabajaban en la fragua. Butters se subió sobre un par de cajas mientras le miraba y decidió actuar.


  • ¡Eh! ¡Tú! - Gritó el gnomo llamando la atención de Akuo.


Escrito por: Marther