lunes, 7 de septiembre de 2015

Julius Heide - El libro prohibido (Cap 3)

Capítulo 3: Draenor.

El grupo llevaba varios días avanzando en una extensa selva evitando cualquier encuentro con enemigos y siguiendo cualquier rastro que pudiera llevarles a dar con Tader. Julius se sentía profundamente decepcionado con el comandante Everet, no sólo había recurrido al chantaje con él y Aomme si no también con el resto de los miembros del grupo que había formado para aquella misión.
Kraus Huffman les había contado con total confianza que había sido una especie de preso político en Gilneas, había recuperado su libertad para luchar contra los renegados pero aquel pasado no se había borrado y conocedor de aquello el comandante lo había reclutado con la promesa del perdón completo de la casa de Gringris. Kraus era un notable guerrero que demostraba una gran potencia física y un humor envidiable por todos pero era su increíble sentido del olfato lo que lo convertía en el hombre adecuado para rastrear un mundo desconocido en busca de un solo hombre.
El resto de los miembros de aquel grupo se habían presentado y empezado a forjar una amistad entre ellos, Julius sabía muy bien que el campo de batalla y el sobre todo las misiones más peligrosas solían acelerar la relación entre los soldados. Nadie quería morir sin un amigo a su lado o luchar sin conocer al hombre que le cubría las espaldas.
“Es increíble como la guerra llega a afectar a todo.”
Otro de los miembros del grupo se había presentado como Paul Elric y antes las miradas interrogantes de los demás había añadido: “Si, soy ese Paul Elric.” Aquel hombre era un noble conocido por su habilidad con las dagas, su uniforme negro y su mirada denotaban que era un auténtico veterano y seguramente había vivido tantas o incluso más batallas que Julius. Pero  dentro de ese guerrero había una motivación que distaba mucho del belicismo. A Paul le habían prometido que si aquella misión era un éxito podría retirarse definitivamente pues lo que más deseaba aquel guerrero experto en el sigilo y el asesinato era vivir en paz con su hijo pequeño y su mujer.
Julius entendía perfectamente a Paul, el mismo se había preguntado muchas veces si en alguna ocasión podría llegar a vivir en paz sin más luchas. Quizá Aomme estuviera a su lado y podrían llegar a tener hijos los cuales vivirían en un mundo mucho más pacífico y seguro. ¿Qué pensaría Aomme de eso? Ella había estado casada hacía tiempo hasta que su marido falleció en batalla e incluso después de eso y empezar una relación con el seguía luchando. ¿Acaso estaban destinados a hacer la guerra siempre? El paladín observó mientras avanzaban a Paul, a pesar de todo había algo en aquel hombre, algo que ocultaba a los demás. Dudaba mucho que hubiese mentido pero desde luego había algo más, quizá después de todo aquel noble también tuviese su Costasur particular y quien podía culparle por guardar cosas tan horribles como esas.
El gnomo se llamaba Mon Chispazo, hacía cosa de un año era un prometedor mago del Kirin Tor que residía en Dalaran pero algo había salido mal en un hechizo y debido a los daños de aquel incidente lo habían expulsado. Era difícil saber si aquel hecho le había hecho perder la razón al gnomo o ya estaba chiflado antes pero era imposible mantener una conversación con él sin que perdiese el hilo y empezase a divagar sobre otros temas. Al parecer el comandante le había prometido al gnomo su reingreso en el Kirin Tor.
La elfa nocturna era Selina Whitemoon, se había unido a la misión para ayudar a su hermana la cual había sido condenada a muerte por el asesinato de una centinela. Ella aseguraba que su hermana era inocente y le habían tendido una trampa, era realmente extraño ver a una sacerdotisa de Elune ponerse furiosa pero aquella elfa lo hacía cada vez que recordaba el aquello. El comandante le había prometido salvar la vida de su hermana si ponía sus habilidades curativas al servicio de los demás miembros de la misión y claramente Selina no podía negarse.
El último miembro era Jim Blaztkovich, un caballero de la muerte que extrañamente se había presentado voluntario sin pedir nada a cambio. A todos los demás les parecía realmente extraña aquella actitud pero ninguno sospechaba que Jim recordaba perfectamente todos sus crímenes bajo las órdenes del rey Exánime. Todo lo que hizo en aquella época torturaba su alma de una forma horrible, para Jim la única manera de huir de la culpa y la vergüenza era ayudar en las misiones más peligrosas. Sabía que de esa manera encontraría el perdón por sus actos o la muerte liberadora.
De repente Aomme levantó una mano poniendo a todo el grupo en alerta, algo se acercaba hacía ellos como si los hubiesen detectado.
-Kraus.- Dijo Julius al tiempo que se giraba hacia el guerrero que ya olfateaba.
-Nunca he olido algo parecido.- Dijo el huargen.
El paladín preparo a todos para el combate al tiempo que se preguntaba quienes podían haberlos descubierto. A los pocos segundos varias bestias se lanzaron de diferentes direcciones a por ellos. Aquellos depredares eran una especie de animales bípedos con largas garras que parecían recordar levemente a los huargen.
Aomme fue la primera en reaccionar abatiendo a uno de los enemigos con una flecha en su cuello, casi en seguida Paul se lanzó al combate contra otro enemigo atacando y defendiéndose mientras danzaba alrededor de la bestia que finalmente caía muerta por las diferentes puñaladas. Julius se lanzó al ataque enfrentándose a tres enemigos al mismo tiempo mientras Kraus se transformó con un grito de dolo y se situó en dirección contraria aguantando a otros tantos. Jim cargo contra otra bestia usando sus dos espadas y tras un breve intercambio de golpes alcanzó por fin la garganta de su rival dejando una herida congelada pero mortal.
-Maldita sea. ¿Qué son estas criaturas?- Dijo Julius al tiempo que lanzaba un exorcismo a uno de ellos derribándolo.
-Creo que la fauna local.- Bromeó Kraus mientras atravesaba con su espada a otra bestia. Pero en aquel momento otro de sus adversarios aprovecho para cargar mientras estaba indefenso, por suerte una bola de fuego alcanzó de lleno al enemigo antes de que pudiera alcanzarle, Kraus se giró para ver al pequeño gnomo haciéndole un gesto de aprobación.
Selina lanzó un hechizo que derribó a otro enemigo al tiempo que Aomme lo remataba de una flecha, por su parte Julius ayudado por Jim y Kraus por Paul acabaron con los enemigos restantes.
Tras el combate abandonaron la zona rápidamente y cuando se sintieron lo suficientemente lejos decidieron tomar un descanso.
-Desde luego este lugar no es el ideal para unas vacaciones.- Dijo Paul.
-En eso estoy de acuerdo. Selina ¿Alguien herido?- Dijo Julius.
-No señor, todos estamos bien.- Respondió la elfa.
-Menudo lugar este…- Protestó Aomme.
-Draenor.- Todos se giraron a mirar al caballero de la muerte que tenía la mirada pérdida en dirección al lugar donde habían luchado hacia unos instantes.- Los soldados llamaban a este lugar Draenor, por lo visto algunos nativos lo nombraron en los inicios de la batalla del portal.-
-Quizá podría hacer un portal hacia algún sitio, probamos suerte y seguro que estaríamos en algún lugar mejor que esta cochina selva.- Gruño el gnomo.
-Nada de locuras Mon.- Le reprendió Aomme.
Julius observó el cielo al tiempo que pensaba en el nombre que tenía aquella extraña tierra, Kraus por su parte se levantó de golpe mientras miraba al grupo.
-Huelo draeneis cerca.- Dijo.
-Está bien se acabó el descanso, vamos a junto esos draeneis, estoy seguro que nos ayudaran y podrán guiarnos hacia algún lugar.- Dijo Julius.

Todo el grupo se puso en pie pesadamente y se pusieron en marcha guiados por el huargen, Julius fue el último en ponerse en marcha mientras en su mente se preguntaba por la suerte de los demás miembros de la orden. Aún desconocía que sus preocupaciones estaban por empezar.

Escrito por Julius Heide