domingo, 13 de septiembre de 2015

Akuo Blackwood - Recuerdos tras Rasganorte

Sentado en su cama, el guerrero hacía memoria de las batallas libradas en el pasado, cuando se encontraba en el norte y luchaba por sobrevivir con todas sus fuerzas, ya que los sucesos acaecidos durante toda la campaña en el techo del mundo, le habían hecho creer que la victoria era imposible con un enemigo como ese. Por aquella época recordaba cada noche, antes de dormir, lo que había ocurrido en su pueblo, lo cual era recordado a cada día que pasaba combatiendo contra los mismos enemigos que destrozaron su hogar.

Tras recordar todo eso, haciendo un examen exhaustivo de lo que había pasado por aquel entonces, también vio pasar en su memoria lo que hizo tras aquella época de guerra. La depresión por lo sucedido en el frio norte le impedía aceptar contratos del ejercito por las muchas misiones suicida que le habían encomendado antaño, apenas le quedaba dinero y no estaba mentalmente preparado para el campo de batalla otra vez. Así que decidió empuñar su espada con el único propósito de conseguir dinero en la arena de camorristas. Sin importar cuán fuerte fuese el enemigo se enfrentaba a él y sobrevivía como fuese posible.

En ese mismo momento abrió los ojos y dejó de recordar cosas del pasado. Esta situación no era la de antaño y no había tiempo para pensar. Esa misma tarde comenzaría algo que no sabía a donde los podría llegar a llevar tanto a él como al grupo en su totalidad.

-Bien, es hora de ponerse en marcha -. Dijo al mismo tiempo que se ponía en pie y comenzaba a vestirse con una ropa simple, dejando sin ponerse la parte superior.

Se aproximó al espejo de la habitación, se soltó el pelo que hasta entonces estaba sujeto en coleta y empezó a cortarlo mechón a mechón acortándolo hasta el estado en el que se encontraba antes de haber viajado al norte. Una vez terminó se aproximó a una pequeña cesta en la que se encontraban unas bayas de tono negro y fuerte olor. Las machacó antes de mezclarlas con el agua que se encontraba en una pequeña cazuela, la cual acercó a la chimenea, calentando el agua e intensificando aun más el olor de los frutos hasta que el agua hirvió por completo. Nada más hervir el agua, el olor desapareció sin dejar rastro y en la cazuela se pudo observar una mezcla espesa de un tono negro azabache, el cual, tras un rato para que enfriase, se aplicó en su cabello recién cortando, extendiéndolo y revolviéndolo bien para terminar pasando un pequeño cubo de agua limpia tras haberlo dejado reposar un tiempo. Una vez terminó podía observarse como su cabellera así como los mechones  habían adoptado un color negro oscuro que ocultaba por completo su autentico tono de pelo.

-Bien, con esto servirá -. Dijo el guerrero y, tras ponerse el resto de la ropa, se encaminó hacia el punto de encuentro acordado con Pirotheus.

Al llegar allí la guerrera lo miró fijamente y tras meditarlo un rato pudo determinar que se trataba de Akuo.

-¿A qué viene ese tono de pelo? -. preguntó la guerrera mirando a su compañero que se aproximaba hacia ella mientras lo observaba de arriba abajo.

-Como bien sabes, yo ya he estado allí abajo más de una vez y me hice un nombre hace un tiempo…  Así que tendré que presentarme con un nombre distinto -. Explicó el guerrero mientras observaba detenidamente las curvas de la mercenaria que se plantaba frente a él. Ella se había cortado levemente su larga melena  que al mismo tiempo se recogió en coleta. Usaba una ropa sumamente ceñida la cual realzaba todas sus virtudes femeninas y eso no pasaba desapercibido a los ojos de ningún hombre, enano o humanoide con deseos carnales.

-Pues venga, movámonos -. Dijo la guerrera confiada mientras se encaminaba hacia su objetivo.

Una vez en la entrada del club de camorristas, acudieron más recuerdos a la cabeza al guerrero, pero los rechazó y continuó avanzando. Esta vez las cosas no eran igual que antes.

-¿Quién eres  y que quieres? -. Dijo uno de los gorilas a Pirotheus, la cual había avanzado más que Akuo para que no los relacionasen mientras que este se ocultaba en un callejón próximo, observando la escena.

-Supongo que tendré que dar un nombre para cuando griten por mis victorias en la arena, así que supongo que puedes llamarme Erinias-. Tras decir eso el gorila empezó a reírse en su cara y la sujetó de la cabeza, a lo cual ella respondió propinándole un gran golpe en la entrepierna, causando que se arrodillase en el acto y, calzándole un zapatazo en la mandíbula, le dejó completamente K.O del golpe.

-¿Puedo pasar o no? -. Dijo la guerrera al otro gorila, el cual se rió aun más fuerte que el anterior y la dejó pasar sin problemas. - Díselo al jefe que está dentro, él te apuntara a los combates. - Tras decir eso, la guerrera se adentró en el club de lucha con paso firme.

-Bueno, supongo que ahora me toca a mí -. Dijo el guerrero una vez pasaron varios minutos y habían retirado el cuerpo inconsciente del otro gorila. Se presentó como Edain y le permitieron pasar tas advertirle que moriría.

Una vez dentro, echó un vistazo de reconocimiento hasta donde alcanzaba su vista hasta que localizó a la guerrera, la cual estaba en la cola esperando a ser llamada para un combate. Akuo procedió a dar su nombre falso al apuntador y, acto seguido, el mismo le avisó de que ya lo llamarían para combatir cuando fuese su turno. En ese tiempo se dedicó a dar un par de vueltas por las gradas de la arena, reconociendo las caras de la gente una por una y tratando de quedarse con cuantas podía. Pero entonces llegó el momento y pronunciaron su nombre.

-¡AHORA TENDREMOS UN COMBATE DOBLE INESPERADO SEÑORES! ¡EN EL ENCUENTRO SE ENFRENTARAN DOS NUEVOS ASPIRANTES CONTRA UNA DE LAS BESTIAS DE NUESTRA ARENA!-. Dijo el anunciante de combates.

-¡Edain y Erinias! ¡Presentaros ahora mismo en la arena y enfrentad a vuestra muerte! -. Gritó una vez más el anunciante con un tono más controlado pero igualmente claro.

Ambos se encontraron juntos en la arena. Aunque eran compañeros, nunca habían luchado juntos y cada uno tenía ganas de ver al otro en combate. Era la ocasión perfecta.

Al rato, de la esquina contraria de la arena apareció una enorme bestia de las profundidades del cabo de Tuercespina, rugiendo y mostrándose desafiante ante la pareja.

-¡Oh, parece que Goltas está enfadado, damas y caballeros! ¡Creo que esto terminará pronto! -. Tras ese comentario les tiraron dos espadas a los combatientes, pues no estaba permitido luchar con tus propias armas ni con tu cuerpo. Akuo procedió a colocarse el filo a su espalda con el envaine atando la cuerda que traía el mismo a su pecho, mientras que la guerrera se lo colocaba en la cintura. Al terminar, ambos dejaron sus manos colocadas sobre las empuñaduras de sus respectivos filos.

-¿Ya es casualidad también que nos haya tocado juntos no? -. Dijo el guerrero con una media sonrisa pícara.

-Esto es bueno, así podre verte en combate. Pero no me estorbes -. Dijo la guerrera intentando mostrar un rostro serio que acababa rompiéndose en una leve sonrisa que se notaba únicamente en las comisuras de sus labios.

-Supongo que yo podría decir lo mismo -. Dijo Akuo contestando a la afirmación de Pirotheus. En ese mismo instante sonó la campana de duelo y el gigantesco simio se lanzó contra ambos dispuesto a aplastarlos de un golpe con los puños juntos en caída libre.

Ambos reaccionaron a tiempo y esquivaron el golpe fatal que habría acabado con ellos de haberles dado  de pleno. A eso respondieron corriendo hacia él y, con un cruce de miradas, se coordinaron atacando Akuo a la corva derecha del monstruoso mono y Piro aplicándole un corte horizontal en el hombro.

Su oponente perdió velocidad y movimientos de ataque al tener dañado el hombro. Solo tenían que preocuparse de un brazo. Entonces, ambos se lanzaron de nuevo contra la bestia, el guerrero corría directo y de frente hacia el gorila mientras que Piro se desviaba de esa ruta, alejándose de su rango visual. Una vez Akuo llegó a la altura del simio, lanzó ataques que podía rectificar a tiempo y controlaba los movimientos del monstruo esquivando todo lo que lanzaba.

En el momento exacto, la guerrera salto por detrás y, sujetando su hoja con ambas manos, la clavó con todas sus fuerzas en la nuca del adversario, seccionándole la médula espinal y causando la muerte instantánea de Goltas, quien cayó sin vida al suelo de la arena.

Todo el público se quedó en silencio incrédulo tras ver lo que acababa de pasar. Y tras unos instantes, estos mismos empezaron a gritar y vitorear a la pareja que había sido realmente superior a una de las bestias de la arena.

-Supongo que esto es el comienzo -. Dijo el guerrero mientras escuchaba los gritos del público cada vez más y más fuertes.

-No creo que tardemos mucho en hacernos famosos aquí abajo si esto sigue así, mejor… -. Comentó Piroteus mirando hacia las gradas y fichando las caras de los presentes.

Escrito por: Akuo