Ira.
- ¿Será posible que nadie me entienda? ¿Será posible que no
haya ni una sola persona sobre la faz de Azeroth capaz de comprenderme, de
entender que es lo que quiero? ¿En qué estaría yo pensando cuando se me ocurrió
confiar es ese mercenario?
Alice se repetía una y otra vez incansablemente estas mismas
preguntas mientras sin darse cuenta y como por inercia se adentraba en la
espesura de aquel bosque, cada vez más sombrío, y que parecía que extendiera
sus brazos para cobijarla en su regazo.
Tan absorta estaba en sus pensamientos que ni se dio cuenta
que había caído la noche, el cielo quedaba oculto por la frondosidad de la
arboleda y el camino cada vez más angosto se iluminaba únicamente por el brillo
de sus verdes ojos, unos ojos que no podían albergar dentro de ellos mas ira.
De repente en mitad del camino la bruja vislumbró una sombra,
a medida que sus pasos le acercaban a ella, esta sombra parecía tomar forma y cuando tan solo se
encontraba a dos metros la sombra se había convertido en la figura de un
humano.
- Vaya, vaya... Salid chicos y mirad que regalo nos han
traído los Dioses.
Alice detuvo sus pasos al oír hablar al humano y una sonrisa
maléfica se dibujo en sus labios.
- Apartad de mi camino. - Dijo la bruja impasible.
- Vamos, no tengas miedo, ¿Qué haces tú sola a estas horas y
por estos caminos? Ven conmigo, esto va a ser divertido.
- ¿Nos buscabas? ¿Tenias ganas de pasar un buen rato? - Esta
vez las preguntas sonaron a su espalda por parte de otro de los bandidos.
- Aparta de mi camino. -Repitió la bruja sin percibirse en
ella el más mínimo pestañeo.
Súbitamente se vio rodeada de una decena de hombres, que la
miraban deseosos y haciendo gestos nada agradable para la bruja, uno de ellos
la agarró fuertemente del brazo enseñándole una daga apuntando a su cuello de
manera amenazante.
- Si te portas bien tal vez te dejemos salir con vida de
aquí. - Esta vez la voz provenía de su derecha.
- Bien, eso era todo lo que necesitaba oír. - Dijo Alice con
un murmullo casi imperceptible y volviendo a sonreír con malicia. - Preparaos
si lo que queréis es que os haga pasar un buen rato y que os haga subir vuestra
temperatura corporal.
Alice comenzó a concentrarse y un aura entre dorada y rojiza
se empezó a formar alrededor de su cuerpo haciendo que todos los bandidos
dieran un paso atrás, la sonrisa de la bruja se volvía cada vez más
perversa mientras su cuerpo cada vez mas
parecía estar envuelto en llamas.
Un grito ahogado de rabia y de ira salió de la garganta de la
bruja haciendo enmudecer el bosque por completo, incluso el sonido del
frotamiento repetitivo de unas hojas y ramas con las otras producido brisa de la noche
parecieron detenerse.
Los verdes ojos de la bruja se tornaron anaranjados segundos después de que empezaran
a salir rayos de fuego de su mano, lanzándolos con rabia hacia cada uno de los
bandidos que la rodeaban, por el efecto de las continuas llamaradas que lanzaba
sin cesar.
Uno a uno iban cayendo fulminados al instante por la dureza
con la que las bolas de fuego que se estampaban en el pecho de cada uno de sus
raptores a una velocidad insólita.
Era imposible escapar, y en tan solo pocos minutos la hermosa figura de Alice regresaba a la normalidad viéndose rodeada de
cenizas y cuerpos calcinados.
- Teníais razón, ha sido divertido.. .- Dijo Alice tras un
breve vistazo a la escena que había creado delante de sus ojos.
Alice por fin había conseguido aplacar su ira y su
pensamiento volvió a centrarse en la memoria y en el recuerdo de James siendo
entonces cuando el silencio de la noche volvió a romperse por el llanto
desconsolado que por fin logró sacar de su garganta.
Su llanto se quebró al oír en el cielo lo que parecía aleteos
una bandada de cuervos que se acercaba a ella. Levantó la vista, respiró
profundamente llenando sus pulmones con todo el aire que podían albergar y
abrió los brazos para darles la bienvenida y entonces fue cuando vio a lo
lejos, en la cumbre de una pequeña loma la silueta de Brandon observándola
- ¿Qué demonios.., no se cansará de seguirme?
La pregunta de Alice quedó en el aire cuando su atención se
centró en uno de los cuervos que se apoyaba en su hombro y acariciaba su
mejilla pasando repetidamente el pelaje de su diminuta cabeza por esa zona, la
bruja movió su cabeza imitando el gesto del ave como agradecimiento, los ojos
de ambos se encontraron permaneciendo así por algunos segundos como si se
entendieran con la mirada y acto seguido el ave levanto el vuelo llegando a
perderse de vista confundiendo su silueta con el negro cielo.
Escrito por: Helania y Vandante
Negociación.
Alejando sus pensamientos del mercenario la bruja recordó que
cerca de allí vivía un viejo conocido, nigromante, y su corazón comenzó a
galopar con fuerza con la idea de.. Si pudiera conseguir el cuerpo de James..
tal vez.. podría devolverlo a la vida.. aunque solo pudiera ser por unos
minutos y decirle tantas cosas que no pude..
Recordó también que Clinshor, pues así se llamaba el
nigromante, era a su vez un viejo conocido de Raymond. Pero eso no supondría
ningún inconveniente, más bien todo lo contrario. Sería una ventaja para poner
sus planes en práctica. Siempre había estado a su servicio y seguro que por una
buena suma de oro llevaría su recado y, a la vez, éste obtendría el
reconocimiento y agradecimiento del brujo por desvelarle su paradero. Doble
recompensa, no podría negarse y ella conseguiría su objetivo.
Tras una larga jornada de camino Alice pudo ver por fin la
pequeña senda que conducía a aquella cueva. No pudo evitar estremecerse al
recordar cuantas fueron las veces que recorrió aquel pequeño camino angosto
junto a Raymond, en su juventud, cuando era casi una cría ingenua, en esa época
que ella confiaba ciegamente en su maestro, accediendo a todos sus deseos, sus
caprichos... solo por el agradecimiento que sentía a que alguien tan poderoso
hubiera puesto sus ojos en ella y la tomara como única aprendiz. -Nunca llegaré
a saber por qué.. -Pensó.., recordaba todo lo que había aprendido a su
lado, todas sus enseñanzas y todos sus
métodos haciendo que esto aun le estremeciera más y sintiendo como si su sangre
comenzara a bullir palpitando dentro de sus venas. Nunca imaginó en aquel
tiempo que estaría aquí y ahora deseando su muerte..
Obviamente no conocía absolutamente todos los secretos de
Raymond, pues afortunadamente decidió dejar de seguirlo cuando tomó conciencia
de que no compartía con él sus fines y mucho menos estos justificaban sus
métodos.
-Raymond tampoco conoce ya los míos.. -murmuro Alice a la vez
que asentía con rotundidad y confianza.
Una leve risa escapó de sus labios al recordar la cara del
viejo unos días antes, cuando esta le contaba sus planes y le pedía su ayuda.
- ¿Pero estas segura que quieres eso?. -No paraba de repetir
una y otra vez incansable el viejo escuálido nigromante, aunque en sus
facciones lo que más destacaba eran sus redondos ojos saltones, en ese momento
resaltaban aun más si cabe, ya sea por la sorpresa de ver a Alice después de
tanto tiempo, por la petición que le estaba realizando o por la osadía de sus
planes. -Yo haré lo que me pides, pero no me hago responsable. No me hago
responsable de lo que pase a partir de ahí.... -Repetía continuamente la última
frase mientras cruzaba la sala de lado a lado con los brazos cruzados a su
espalda y negando con su pequeña cabeza, algo
desproporcionada con el resto de su cuerpo y cosa que a Alice no dejaba
de parecerle divertida.
- Es todo lo que necesito, amigo. Lo que pase luego ya es
solo cosa mía. Para bien o para mal yo sola seré la responsable.
Avanzaba por esa senda recordándolo y llegando al lugar de
encuentro acordado, apartando con sus pies ya cansados y ayudada por su bastón
las pequeñas matas y malas hierbas que habían crecido por el abandono del lugar
y por la falta de transito del mismo hasta encontrarse junto delante de la
gruta que buscaba.
Altos matojos camuflaban de forma caprichosa la pequeña
entrada de la guarida. Alice los apartó con la mano y tras pasar a su interior
y acomodar sus pupilas a su penumbra
pudo comprobar que numerosas antorchas seguían en el mismo lugar en el
que ella las recordaba, haciéndolas arder con un leve chasquido de dedos.
En tan solo unos segundos la gruta estaba completamente iluminada.
Vio un viejo banco de madera degradado por el paso de los años y polvoriento,
en el que decidió sentarse a esperar, no sin antes sacudirlo. Sentada desde
aquel lugar estratégico podía controlar con la mirada toda la estancia y sobre
todo la entrada, que era lo que más le interesaba, sobre el suelo aun quedaban
restos de pergaminos, la portada de algún libro de a saber que temática y
cristales rotos, seguramente de viales o tubos de ensayos.
Alice no dejaba de mirar hacia la entrada instintivamente, .-
Espero que no tarde.- Se repetía la bruja. Y que Clinshor haya cumplido con su
cometido.
Su deseo no tardó en cumplirse. De repente la poca luz que se
filtraba a través de la entrada se eclipsó por la figura del brujo que tuvo que
inclinarse un poco para traspasar ese umbral. Alice dio un salto de su asiento
y de repente ambos brujos se encontraban a escasos metros de distancia, de pié
y el uno frente al otro.
-Nunca dejas de sorprenderme, Alice. -Dijo por fin Raymond rompiendo
el incomodo silencio.- ¿Por qué has elegido este lugar para nuestro encuentro?
¿Acaso te trae buenos recuerdos? -La sonrisa que dibujó Raymond en sus labios
tras la última pregunta hizo que Alice llegara a sentir nauseas, cosa que no
evitó mostrarle.
El gesto de la bruja hizo que este rompiera en una sonora
carcajada.
- Sigues siendo igual. Sabes cómo hacerme reír en el momento más
inesperado y cuando nadie más puede o sabe hacerlo.- continuó diciendo el
brujo.
-¿Has traído lo que te he pedido?.- Dijo la bruja sin andarse
por las ramas.
- No tan deprisa.. ¿Cómo te has atrevido a venir hasta aquí
sola? ¿Por qué has venido sola, verdad? ¿No temes que te mate?
- Sí, he venido sola. Pero seguro que eso ya lo has
comprobado. Y morir ahora, que me mates, es el último de mis temores. ¿Te crees
que me importa? Y sí... Es muy posible que me mates, pero lo único que
conseguirás es atormentarte el resto de tus días.. Y lo sabes..
El gesto de Raymond se torció después de las últimas palabras
de Alice
-Tan segura de ti misma como siempre y..
- ¿Has traído lo que te pedí?. -Volvió a preguntar la bruja
sin dejar que este terminara su frase.
- Por supuesto.. - Chasqueó los dedos y uno de sus secuaces
entró a la cueva portando un pequeño cofre que tendió hacia las manos del
brujo.
- ¿Que.. es... eso..? .- Dijo Alice tartamudeando y temiendo
de que se podía tratar.
- ¿Te crees que soy tan estúpido de matar primero a tu amado
y después regalarte su cuerpo para que le devuelvas la vida y volváis a ser
felices?
La risa del brujo se metió en sus oídos y parecía que rompía
sus tímpanos por como retumbaba en su cabeza
Las manos de Raymond abrían el cofre mientras hablaba y asía
entre ellas pequeños puñados de cenizas esparciéndolas por el suelo y soplando
el último de ellos en dirección a la bruja, delante de los ojos atónitos de
Alice que sentía como todas sus esperanzas de recuperar a James se esfumaban
junto a todas esas cenizas.
Un nudo se le formó en la garganta que intentó deshacer con
un grito de furia a la vez que un sin fin de rayos y haz de fuego salían
despedidos de las palmas de sus manos en dirección al brujo, este había creado
una barrera mágica alrededor de su cuerpo , pero esta estaba a punto de romperse por la dureza con
las que chocaban sobre ella las bolas de fuego que Alice seguía lanzando
incansable y cada vez con más fuerzas.
De repente una decena de brujos cruzaron el umbral poniéndose
de escudo delante del brujo y atacando a la bruja. Cada vez que acababa con uno
de ellos entraban tres más a la cueva y Alice no podía evitar ir cediendo cada
vez más terreno, hasta topar su espalda con la pared de aquella caverna. Pero
esto no le hacía flaquear ni un segundo y dándose impulso, haciendo chocar su
espalda contra con ella, saltó con gran agilidad hacia sus oponentes,
llevándose por delante a dos más y poniéndose de nuevo frente a Raymond. Cuando
éste intentó asirla del brazo todo a su alrededor se ensombreció. Los sonidos
de lanzamientos de hechizos quedaron enmudecidos por graznidos de cuervos que
invadieron la gruta rodeando a todos los brujos y formando una nube negra que los cubría, cegándolos por completo
y paralizándolos.
Alice no daba crédito a la escena que estaba contemplando
delante de sus ojos. Aunque solo fue por unos minutos pues a continuación todo
se llenó también de humo. Lo último que logró ver antes de salir de allí fue el rostro
de Brandon frente al suyo segundos antes de sentir como su mano la rodeaba por
la cintura y como su brazo la alzaba, como sus pies se separaban del suelo y
como la sacaba de allí y la llevaba a un lugar seguro..
Escrito por: Helania y Vandante