lunes, 3 de agosto de 2015

Orígenes - Selim del Desierto (Parte 1)


“Una tormenta de arena puede cambiar para siempre un desierto en unos segundos, lo mismo puede pasarnos en nuestra vida.”

Selim nació en una familia noble, sus primeros años fueron de gran felicidad con unos padres que lo amaban por encima de todo e incluso un servicio que disfrutaba sirviendo a la casa. A los pocos años su padre empezó a entrenarlo en el arte de la daga, le enseño a defenderse perfectamente preparado para poder luchar contra cualquier amenaza en un momento de peligro, su madre por su parte no estaba muy de acuerdo con esto pero en ningún momento se lo prohibió. Eran años felices para un Selim que vivía una vida acomodada y poco a poco empezaba a ser preparado para ser un digno sucesor de su padre. Pero todo cambio una noche.
Selim tenía 13 años aquella noche y descansaba placidamente en un sueño que jamás pudo recordar. Le despertaron varios golpes y un pequeño grito. Al principio pensó que se había imaginado todo o quizá había tenido una pesadilla pero por más que se esforzaba poco a poco notaba como el sueño se iba perdiendo para siempre quien sabe si en algún lugar oculto de su memoria.
Alguien abrió la puerta y se desató el terror, pudo ver el cuerpo sin vida y ensangrentado del hombre que se encargaba de organizar el servicio de la casa, aquel pobre anciano había muerto acuchillado por el hombre que entraba en su habitación en aquel mismo instante. A Selim aquel asesino le parecía enorme y en ese mismo instante el miedo le paralizó impidiéndole llegar a la daga que ocultaba en su mesa. El hombre se acercó lentamente con una sonrisa en su cara mientras limpiaba la sangre de su espada con su camisa, Selim quiso gritar o salir corriendo y por primera vez fue consciente de que había sonido de lucha que se escuchaba por toda la casa, no sabía quienes eran pero iban a por todos los miembros de su familia.
-No le tocarás ni un pelo monstruo.-
Tanto la vista de Selim como la del hombre se fijaron en la figura que se encontraba en la puerta, era la madre de Selim armada con dos dagas y su vestido blanco completamente rojo por la sangre, pero la sangre de sus enemigos.
-Mama…- Empezó a decir pero se quedo sin palabras ante lo que pasó.
Su madre se movió con un rapidez que jamás habría imaginado y empezó a danzar alrededor de su enemigo lanzando furiosos ataques y esquivando con movimientos veloces cualquier contraataque del hombre, finalmente aquel gigante gritó enfadado y se lanzo como una bestia de carga contra la mujer pero ella lo esquivó de un salgo clavando al caer ambas dagas en la nuca de aquel asesino que se derrumbó sin vida.
-No te quedes ahí pasmado, tu padre no solo te enseño a luchar a ti. Coge tus cosas tenemos que salir de aquí.-
En unos pocos segundos recorrían los pasillos de la casa, en todas partes había cuerpos de los enemigos que habían atacado y algunos de los miembros del servicio. Selim se preguntaba quien eran aquellos hombres y que querían. Finalmente llegaron a la puerta secreta de la despensa pero se encontraron con alrededor de 20 hombres que la custodiaban.
“¿Cómo conocen esta salida? ¡Tenemos un traidor!”. Pensó.
En ese momento el padre de Selim entro en la despensa armada con sus dos dagas, ambas llenas de sangre, durante unos segundos observó a sus enemigos y finalmente les dijo a su esposa e hijo que se preparasen para huir mientras el luchaba.
-Lo siento señor, pero me han pagado muy bien por esto.- El que hablaba era el hombre encargado de cuidar los caballos, siempre había sido muy callado pero nadie imaginaba que podía a vender a la gente que le pagaba.
Aquel hombre sonrió pero el padre de Selim lo observó atentamente con tranquilidad.
-No vivirás para gastarte ese dinero.- Dijo al tiempo que lanzaba una de sus dagas al cuello del hombre que se desplomo con una cara de sorpresa y tardo unos pocos segundos en morir ahogado en su propia sangre.
-¡Ahora! ¡Huir!- Gritó al tiempo que sacaba de su bota otra daga y entablaba combate con sus enemigos.
Selim jamás vio a su padre luchar de aquella manera, los 20 hombres no podían compararse con el y uno a uno los fue eliminando pero por desgracia no paraban de llegar más enemigos, finalmente uno de ellos lo alcanzó en el cuello pero ni aún así paró de luchar.
Aquella herida era mortal y pronto su padre estaría muerto ante tantos enemigos, lo último que vio Selim antes de que su madre cerrara la puerta fue a su padre sonriendo sabiendo que había conseguido salvar a su familia.
Selim y su madre recorrieron aquella cueva hasta salir al exterior de la ciudad, ambos lloraban pero sabían que debían seguir adelante o el sacrificio que acaban de ver sería en vano.
-Ponte de pie hijo, tenemos un largo camino.- Dijo su madre.
-¿Adonde iremos madre?- Pregunto secándose las lagrimas.
-A un lugar donde no podrán encontrarnos. Al desierto.


Escrito por Julius