miércoles, 5 de agosto de 2015

La Orden 2.0 - Ardiendo en odio


Sus dedos de piel blanquecina que hasta hacía segundos estaban cubiertos por unos guantes de cuero de un tono azabache, tocaron los barrotes de hierro que la separaban del interior de aquella enorme mansión. El frío y áspero roce del metal entró en contacto con sus yemas, permitiendo a la misteriosa humana sentir un extraño pero a la vez nostálgico escalofrío. El enrejado que componía la verja comenzó a resquebrajarse y retorcerse a capricho de la bruja, mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios color carmín. En tan solo segundos, aquella barrera de metal dio lugar a un amasijo de hierro que desprendía varías hileras de humo mientras se carbonizaban por completo.

Chantalle dio una delicada y sutil zancada para adentrarse en aquellos bellos y delicados jardines cubiertos de rosales que ella misma, o mejor dicho sus jardineros, habían cuidado con tanto esmero. Completamente en silencio se acuclilló para recoger una rosa blanca como la nieve, y mientras observaba las perfectas y cuidadas líneas que la formaban, se percató de que no era la única flor perfecta de aquel lugar, sino que cada una de las rosas que daban color a aquel gran vergel, poseía la misma excelencia y hermosura que todas las demás. La bruja frunció el ceño disgustada mientras desviaba la vista hacia el gran caserón que se alzaba frente a ella, ese al que hasta hacía unas semanas llamaba hogar. Su expresión se tornó oscura, y decidió tomarse unos segundos de serenidad mientras olía el suave perfume de la flor, antes de ver como decenas de esbirros de Raymond se aproximaban hacia ella.

Ni un conjuro, ni un fugaz pensamiento, ni tan siquiera una palabra, tan solo bastó un leve gesto de su mano para que aquello se convirtiese en el mismísimo infierno. Las rosas empezaron a prenderse, ardiendo rápidamente y arrebatando la belleza que hasta entonces poseían. Las llamas se propagaron rápidamente quemando y destruyendo todo a su paso, los árboles, los asientos que reposaban por todo el patio e incluso el gran cenador de madera desapareció en minutos. Un segundo gesto de la bruja fue suficiente para crear una onda de fuego que derribó y calcinó a aquellos desafortunados e inconscientes que se dirigían hacia ella.

Chantalle caminó con paso firme por el sendero empedrado, con los brazos extendidos mientras parecía acariciar el aire con sus delicados dedos, extendiendo así el fuego que se alzaba caóticamente a su alrededor. Sus tacones marcaron las pautas con las que ascendía por al menos una decena de escalones enlosados, hasta que el sol dejó de alumbrarla cuando se adentró en el vestíbulo de su mansión. Varias palmadas en forma de aplauso obligó a la bruja a desviar la mirada. Raymond bajó las escaleras lentamente siguiendo la estela de una larga alfombra de color corinto que permanecía indemne bajo sus pies.

-Ha sido... como lo diría..., ah si, todo un espectáculo.- dijo Raymond mientras sonreía entusiasmado.
-Me alegro entonces de que haya servido para tu divertimento.-reprochó la bruja manteniendo su suspicaz mirada como si de un pulso de poder se tratase.
-Vamos, no hay por qué ponerse así... pensaba que eramos amigos.
Raymond paseo alrededor de Chantalle mientras parecía divertirse con la situación que había provocado. El brujo examinó a su vieja conocida exhaustivamente, percatándose de como arrancaba con sus palabras un inaudible suspiro.
-Has matado a mi marido, has intentado matar a mi hija, te has apoderado de mis tierras, has raptado a mi amiga, y lo que es peor, me has obligado a quemar mis rosales... Creo que no compartimos el mismo concepto de amistad, Raymond.
-Dicho así... parece que fuera a ser yo el malo.-insinuó el brujo manteniendo la sonrisa en sus labios.-¿Acaso no eras tu la que hablabas de poder a cualquier precio? ¿La que decía que el fin justifica los medios?
-Esos eran otros tiempos, era joven.-mas joven, pensó.- No puedes atentar contra aquellos que conoces únicamente por mero capricho Raymond, porque quieras o no... habrá represalias.
-¿Es una amenaza?
Chantalle enarcó una ceja.
-Por supuesto que lo es, ¿no había sido suficientemente clara?
-Te admiro Chantalle, vienes hasta aquí sola, desvalida, unicamente para...
-Ya me he cansado.-interrumpió la bruja.
Chantalle hizo un gesto y una sombra púrpura apareció de repente de entre sus dedos. El látigo de oscuridad se aferró al cuello del humano sin que tuviera tiempo de reaccionar, subyugándolo lentamente a la vez que le obligaba a arrodillarse.
-No quiero que me admires... quiero que me temas...
La bruja hizo un gesto y el yugo maléfico terminó por asfixiar a su enemigo, arrebatándole el último suspiro de vida que le quedaba.

Chantalle se sorprendió al ver como el cadáver de Raymond comenzaba a transformarse, dando lugar a un rostro totalmente nuevo para ella, cayendo en la cuenta de que no se trataba del verdadero brujo, sino de una burda estratagema.
-Siempre tuviste tan poco... estilo...-murmuró exhalando un nuevo suspiro.


Alice abrió los ojos alterada al oír un estruendo. Intentó por enésima vez forcejear pero le resultó imposible liberarse de las ataduras que la mantenían sujeta a la silla. Los dos guardias que la vigilaban tomaron sus armas rápidamente y se mantuvieron alerta ante el ruido y los gritos que se oían más allá del portón de madera que separaba esa sala del resto. Los humanos lo abrieron con cautela y cruzaron el umbral. Alice temió que Raymond hubiera perdido definitivamente la cabeza y hubiera decidido matarla de una vez por todas, pero a la vez guardaba la esperanza de que aquello que oía fuera parte de los suyos que habían viajado hasta allí con el fin de salvarla. La bruja aprovechó que su compañía la había dejado sola para recorrer con la mirada en busca de algo con que deshacerse de aquello que la aprisionaba.

De repente uno de los guardias cruzó la sala por el aire mientras ardía en llamas, hasta colisionar contra el muro de piedra situado en el lado opuesto al que había entrado. Los ojos de Alice se abrieron temerosos por lo que acababa de ver, sin poder siquiera apartar la vista mientras observaba como el robusto cuerpo de aquel humano se convertía en ceniza.

Alice apretó los dientes con fuerza mientras agitaba sus manos para desatar las cadenas, pero todo esfuerzo resultó inútil. La bruja oyó varios pasos que se avecinaban, hasta que su mirada se encontró con los ojos verdes de Chantalle. Alice bajó la cabeza intentando reprimir varias lágrimas a la vez que su pecho se hinchaba para coger aire aliviada por primera vez en mucho tiempo. La bruja de cabellos rojizos observó a su amiga maniatada en aquel sombrío y putrefacto lugar que su servicio solía usar como almacén, en el que ahora un intenso hedor recorría la sala.

Chantalle se acercó rápidamente hasta Alice, arrodillándose junto a ella. Levantó el rostro compungido de la bruja sosteniendo el mentón de esta entre sus dedos, y dedicándole una sonrisa que se quebró rápidamente cuando sus palabras rompieron el silencio de aquel lugar.

-Alice...estás hecha un asco...
-Gracias Chantalle, yo también me alegro de verte...-respondió mientras sonreía alegrándose realmente de que estuviera allí en aquellos momentos.
-¿Y de donde demonios viene ese olor tan desagradable?-preguntó la bruja mientras hacía un gesto de disgusto a la vez que conseguía deshacerse de las cadenas.
-Es tu marido.- respondió Alice señalando hacia atrás con la cabeza.
Chantalle se incorporó sobresaltada al oír las palabras de la humana hasta que logró vislumbrar un cadáver que yacía en un rincón alejado de la estancia.
-Casi logras que me de un infarto...-espetó Chantalle- Por un momento pensé que seguía vivo...
-Ya veo cuanto le querías...-respondió la bruja mientras se masajeaba las marcas que habían hecho las ataduras en sus muñecas tras varios días de cautiverio.-Creo que deberíamos salir de aquí cuanto antes...
-Estoy de acuerdo.
Ambas caminaron a toda prisa hacia la entrada, donde Alice se encontró con el cuerpo sin vida del falso Raymond, aunque se vio rápidamente atraída por la llamarada que asolaba el exterior.
-¿Era un falso Raymond?
-Así es, querida. Al parecer tiene más trucos en la manga de lo que nos creíamos. Si lo llego a saber, lo hubiese matado cuando no era mas que un mocoso.
-Chantalle.-Alice miró a su amiga mientras agarraba las manos de ésta entre las suyas.-Gracias por venir a por mi... yo...-susurró mientras se fundía en un abrazo al cual Chantalle reaccionó dándole varias palmaditas en el hombro.
-Pobre chiquilla...-dijo acariciando la mejilla de Alice con el dorso de sus dedos enguatados.- No he venido por ti, no seas ingenua, deberías conocerme a estas alturas.
Alice puso los ojos en blanco ante el comentario sonriendo aún así agradecida, pero en el fondo de su cabeza sabía que en realidad esas palabras eran tan cierta como ella.

Chantalle señaló a través del ventanal como varios esbirros de Raymond corrían de un lado hacia otro, algunos intentaban apagar el fuego, otros pretendían huir, y algunos descerebrados se planteaban plantar cara a las brujas.
-Han quemado tus rosas...por qué...
-Las he quemado yo.-confesó Chantalle descubriendo una mirada de incertidumbre en los ojos de Alice.-Quiero que Raymond reciba el mensaje, de hasta que punto debería temerme. Sin embargo... creo que con que quede tan solo uno vivo... es suficiente para que se lo haga llegar.-añadió señalando los numerosos enemigos que se hallaban en el exterior.- ¿No crees? Querida.
Alice miró a Chantalle sonriendo nuevamente.
-También podríamos entregarle el mensaje nosotras mismas.
-Necesito alguien como tu a mi lado, nadie a mi alrededor tiene esas ideas tan asombrosas.
-¿Como en los viejos tiempos entonces?
-Como en los viejos tiempos...
Tanto Chantalle como Alice asintieron a la misma vez, y aunque no fuera consciente de ello, la líder de la Orden ya poseía varios resquicios de llamas entres sus dedos, que en ese momento estaban destinados a acabar con la vida de aquellos que se cruzaran en su camino, pero que en poco tiempo lograrían llegar hasta el mismísimo Raymond de una vez por todas.

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Como premio por enviar uno de los capítulos elegidos ganadores, el personaje de Alice iba a recibir el ayudante de Chantalle de rango ''Legendario'', sin embargo por causas del destino (y culpa de Chant), al volver Chantalle, éste personaje poseerá su propia ficha. De modo que la recompensa final de Alice será:

Bonus Extra!

Bonus Premio: Afinidad
Cada vez que Chantalle esté cerca de Alice, sus ataques críticos (los de Alice) quitarán una vida extra.

Y al propio secretario de Chantalle!

Tickel Fuegovolcán
Lluvia de fuego: ataca a 2 enemigos sin bonificación.