miércoles, 6 de mayo de 2015

Fin del Cap II - Desde los cielos


Los numerosos peldaños de metal color bronce parecían no tener fin en aquella ciudad situada entre las nubes. Los emblemas y estatuas que representaban aquella erguida raza de altos Arakkoas colmaba cada rincón de aquel lugar mostrando con regodeo el orgullo que significaba para ellos la pureza de los suyos con respecto al resto de los que habían sido en el pasado parte de su pueblo.

El grupo llegó hasta la cima, donde esperaba impaciente la líder de los Adeptos de Rukhmar, que se sorprendía ante la resistencia que habían demostrado sus enemigos al derrotar a muchos de los mejores luchadores que conformaban su guardia personal. Sus largos brazos cubiertos de plumas de un tono marrón claro se cruzaron mientras alzaba orgullosa su cabeza ante los intrusos.

Garrett miró a la criatura con lástima al no comprender la insensatez que pretendía llevar a cabo, pero ya era tarde, los adeptos habían optado por no cambiar sus ideales, cosa que si no intentaban remediarlo terminaría por destruir infinidad de vidas además de parte del mismo mundo.

-¡Acabemos con esto!- gritó el caminante a los que componían su grupo.

Los miembros de la Orden corrieron por la plataforma que se sostenía en el aire solapada únicamente al gran pico de la montaña al igual que el resto de zonas de la ciudad, exceptuando el interior. El cristal casi trasparente situado bajo sus pies dejaba ver la distancia que los separaba del suelo, mientras que el despejado horizonte se abría ante ellos para mostrar que no había quizás punto más alto en todo el continente.

-¡Os aniquilaremos como los perros que sois!- gritó la Suma sabia Viryx
-¡Eso habrá que verlo!-respondió la mercenaria que lanzó varios cuchillos hacia su enemiga fallando en el intento de conseguir herirla.

La Suma sabia retrocedió varios pasos esquivando los numerosos ataques que el grupo intentaba asestarle. Sus movimientos eran rápidos y precisos, su agilidad era sublime a pesar de su tamaño y sus reflejos de ave hacían de ella una temible adversaria. Golpeó con su ala a parte de sus enemigos que cayeron metros atrás, mientras que con su garra agarraba a Garrett lanzándolo lejos de su posición. Pirotheus se reincorporó rápidamente apartando un mechón de pelo de su frente mientras observaba como Joe y el caminante se ponían también en pie nuevamente.

Marther intentó golpear a la arakkoa, pero su pesada maza ralentizaba sus potentes movimientos. La Suma sabia propinó un rodillazo al cruzado seguido de un revés que le obligó a caer de espaldas al suelo. Varias estalactitas cruzaron entre el grupo, mientras la aguda visión de la enemiga le permitía esquivar cada una de ellas. Viryx retrocedió dando varios saltos hacia atrás agitando sus alas y se elevó varios metros por encima de sus enemigos.

-¡Acabad con ellos, que los carroñeros se alimenten de sus tripas!-gritó la Suma sabia.

Varios guerreros alados descendieron desde el cielo lentamente. Los zelotes se acercaron al grupo mientras intentaban agarrarlos. Marther observó como uno de ellos agarraba a la mercenaria y se aproximaba lentamente entre forcejeos hacia el borde de la plataforma.

-¡Matadlos! ¡Intentan tirarnos!-ordenó el cruzado.
-¡Yo me encargo de la líder, daos prisa!-gritó Garrett

Joe corrió hacia el pájaro que cargaba con Pirotheus hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para saltar y golpear con fuerza la cabeza del enemigo con su pala. El arakkoa se tambaleó dejando el tiempo suficiente para que la mercenaria se impulsara enrollando con sus piernas el cuello del su contrincante rompiéndoselo en un rápido movimiento. La humana cayó apoyando una rodilla mientras asentía agradecida ante Joe. Marther golpeó hasta la saciedad al arakkoa que intentaba llevarse a Beatrice, matándolo tras varios impactos, mientras que el último pájaro tiraba del maestro Monlee sin lograr moverlo de su posición. El mago agarró la pierna del enemigo y lanzó varios hechizos que acabaron con su vida.

Garrett se abalanzó contra la líder intentando acertar algún ataque, sin embargo su enemiga era más veloz que él. Tras un corto forcejeo la Suma sabia comenzó a adoptar una posición más ofensiva, obligando al caminante a tratar únicamente de intentar defenderse una y otra vez de los letales ataques que recibía. La Arakkoa derribó al caminante tras varios golpes obligándole a caer al suelo.

-¡Contemplad el poder de los Arakkoas!.- gritó mientras entregaba una esfera dorada a varios de sus esbirros que acababan de aterrizar en la plataforma, para después alzar el vuelo nuevamente elevándose hasta lo alto de una gran columna.

Ambos pájaros humanoides se posaron alrededor de un gran círculo de metal y colocaron el artefacto en el centro de la circunferencia situando en el extremo más alto de la columna. Un sinfín de pequeños rayos cubrieron la zona límite del círculo hasta entrar en contacto con la esfera, que en pocos segundos comenzó a cargarse de energía liberando un potente rayo que colisionó con la tierra situada metros abajo, dando lugar a una gran zanja que comenzaba a abrirse paso allá por donde avanzara.

-¡Detened el rayo!- gritó Garrett mientras se ponía nuevamente en pie agarrando con fuerza su escudo una vez más.

El maestro Monlee corrió hasta el borde y lanzó varios virotes de hielo que fulminaron a los arakkoas que habían encendido el destructivo artefacto. Marther miró hacia atrás observando como Garrett, Pirotheus y Joe luchaban cuerpo a cuerpo contra la líder de los arakkoas, seguidamente miró a su esposa que intentaba protegerlos desde una distancia prudente. El cruzado retrocedió varias zancadas arrojando su pesada maza al suelo, y armándose de valor corrió haciendo acopio de todas sus fuerzas, hacia el límite de la plataforma, donde tras coger impulso saltó. El cuerpo del paladín chocó contra la columna, resbalando por la misma mientras buscaba algo a lo que sujetarse. Tras varios metros de caída, la mano del cruzado se aferró a un saliente frenando su descenso. Marther pudo sentir un latigazo de dolor que recorrió todo su brazo al tener que soportar el peso del resto de su cuerpo. Sus ojos se fijaron rápidamente en que la columna estaba repleta de hendiduras y relieves, así que usó su brazo libre para sujetarse y comenzó a trepar cautelosamente mientras sentía la vibración que producía el rayo.

La Suma sabia Viryx desprendió un agudo graznido que obligó a sus enemigos a taparse los oídos. Aprovechando la distracción se deshizo de cada uno de ellos con potentes golpes que hicieron que tanto Pirotheus como Garrett salieran despedidos por los aires. La mercenaria sintió un gran dolor cuando su cuerpo se encontró con una de las paredes cercanas al interior de la ciudad. Al recomponerse poco a poco observó como el caminante caía nuevamente tras otro ataque, esta vez con menos suerte golpeándose la cabeza contra el suelo haciendo que cayese inconsciente. Joe logró atizar a la Suma sabia en uno de sus brazos, pero al segundo intento la arakkoa agarró la pala y giró sobre si misma arrojando al humano hasta el otro extremo del lugar. Joe giró por la plataforma intentando frenar la inercia hasta que su cuerpo sobrepasó el borde exterior quedando suspendido sosteniéndose al filo con sus manos. Sintió poco a poco como sus dedos resbalaban, intentando afianzar una de sus manos para alcanzar el silbato que guardaba en su bolsillo pero al soltarla la otra no soportó el peso y el cuerpo de Joe se precipitó hacia el vacío. De repente sintió como algo contundente rodeaba su cuerpo. Abrió los ojos temerosamente y vio como el suelo aún quedaba lejos, de hecho se percató de que seguía ascendiendo en el aire. Observó las garras del rylak alrededor su torso y subió la mirada esperanzado al ver a Toribia volando enérgicamente a la vez que escupía bolas de fuego que fulminaba a cualquier enemigo que sobrevolara cerca.

Marther continuaba su lento ascenso mientras desviaba la vista unos segundos para ver que la zanja que en un primer momento había creado el rayo, ahora se trataba más de una grieta que se extendía hacia el sur de arakk. Miró hacia arriba asegurándose de que había acortado bastante distancia hasta la cima. Una sacudida lo alertó rápidamente provocando que reaccionara agarrándose con fuerza. La columna había sido golpeada por una bola de fuego del rylak que cargaba con Joe. El cruzado se apresuró subiendo rápidamente hasta que otra bola impactó nuevamente. La columna empezó a tambalearse hasta que repentinamente el peso de la misma hizo que se resquebrajara cayendo hacia uno de lo laterales y golpeando la plataforma donde estaba el resto del grupo mientras el rayo apuntaba al cielo. El pilar no tardó en girar sobre si mismo dejando el rayo esta vez en horizontal, recorriendo todo lo largo que abarcaba el gran soporte donde todos se encontraban.

Pirotheus observó como la radiante línea de fuego lograba aislar al pandaren y a Beatrice, que ahora se encontraban casi atrapados en el borde exterior, del lugar donde se encontraba la enemiga, el caminante y ella. La mercenaria se percató de como la Suma sabia se acercaba hacia Garrett, pisando con fuerza el pecho del humano.

-Vuestra gente... es patética...-dijo la arakkoa.-Merecéis morir...
-¡Eh tu!-gritó Pirotheus intentando atraer la atención para que no acabara con la vida del caminante.-¡Atrévete a enfrentarte con alguien de verdad!
La arakkoa ladeó la cabeza ante el comentario de la mercenaria analizando como tomaba una posición amenazante. Pirotheus levantó una de sus espadas desafiante esperando a ver la reacción de su enemiga.
-¡Será un placer acabar contigo!-exclamó Viryx

La líder arakkoa corrió con celeridad hasta la mercenaria que a escasos metros de distancia reveló su arma secreta. Pirotheus agarró entre sus manos una pistola con veneno que días antes le había arrebatado a un mano destrozada, y disparó todas las cargas rociando de ácido la cara de su enemiga. Viryx no pudo evitar soltar un profundo y sonoro graznido de dolor mientras se llevaba las garras a la cara para intentar limpiarse aquel extraño líquido que la corroía.

-¡Te has metido con la gente equivocada perra!.-gritó Pirotheus mientras embestía a su adversaria haciendo que trastabillara hacia atrás y fuera calcinada por el rayo en cuestión de segundos.

La plataforma comenzó a agrietarse ya fuera por el calor que el pilar de fuego desprendía a su alrededor o por los numerosos golpes que había recibido. Las delgadas líneas recorrían cada parte del suelo agrandándose y fracturándose rápidamente, provocando que varios trozos de suelo se desprendiesen.

Beatrice retrocedió lentamente viéndose acorralada, cuando sin previo aviso el suelo bajo sus pies cedió. La sacerdotisa gritó durante la caída hasta que su cuerpo golpeó el mullido y suave lomo de un cuervo gigante. Abrió los ojos mirando a su lado e intentando incorporarse ayudada por Ishaal y el vidente criador de cuervos que volaban también a lomos del pájaro. A su alrededor pudo contemplar que había al menos media docena de cuervos azules y negros que volaban con arakkoas exiliados subidos sobre ellos. El cuervo dirigido por Reshad y Orneeka se desvió manteniéndose cerca de la plataforma desde la que Monlee saltó agitando el gran pájaro tras su caída.

La mercenaria observó como la imagen de su jefa desaparecía al igual que numerosos trozos del lugar donde se encontraban. Pirotheus agarró al caminante por los brazos tirando de su pesado cuerpo.
-Luego me preguntáis por qué voy casi desnuda...- murmuró refiriéndose a la pesada armadura de Garrett tras arrastrarlo con todas sus fuerzas.

La humana apoyó el cuerpo inconsciente de Garrett contra una verja metálica que parecían ramas doradas que ascendía por toda de la montaña. Se quitó rápidamente su cinturón, atando al caminante por el pecho a la valla de acero. Seguidamente despojó al humano de sus guantes, y actuando lo más veloz que podía, se quitó sus brazales de cuero y ató nuevamente las manos del joven a las ramas.
-No esperaba que fuese así la primera vez que te atases de manos, pero... no creo que haya muchas más opciones en estos momentos...
Pirotheus recorrió con la vista una gran grieta que cruzó la plataforma haciendo que cayese un gran trozo de pavimento. Se agarró con firmeza al metal rodeando con su cuerpo al caminante, situando su rostro a escasos centímetros de la cara del humano.
-Agárrate Perillas, va a ser un viaje movidito.

El suelo desapareció de repente despedazándose cada vez que chocaba contra parte de la montaña durante el trayecto hasta el suelo. La mercenaria miró hacia abajo y suspiró para sus adentros mientras ambos se mantenían suspendidos en el aire. Su rostro cambió drásticamente cuando el vallado comienzo a desanclarse de la montaña. La gran hilera metálica se agitó en el aire antes de caer nuevamente. Uno de sus extremos cayó sobre los numerosos árboles que cubrían los alrededores, deshaciendo y arrasando las ramas de los mismos durante su caída. Pirotheus cerró los ojos esperando lo peor cuando de repente el vallado se detuvo provocando una fuerte sacudida obligando a la mercenaria a soltarse dándose de bruces contra el suelo. La humana abrió los ojos lentamente sintiendo un profundo dolor por todo su delgado cuerpo. Levantó la vista encontrándose con Garrett a una escasa distancia, que descansaba colgado hacia abajo.
-Eso... tu duerme... ya iré yo a buscar ayuda.
Pirotheus se puso en pie sin poder ocultar una mueca de dolor, observando como la mayoría de su magullado cuerpo sangraba. La joven dio varias zancadas desorientada mientras buscaba a alguien que pudiera liberar al caminante, cuando algo explotó a su lado lanzando un sinfín de trozos de piedra por los aires, los cuales terminaron por golpearla en la cabeza dejándola sin sentido.


Marther se limpió el sudor de la frente, examinado a su alrededor como varios pájaros gigantes y un rylak derribaban cada adepto que se cruzaba en su camino. El cruzado se fijó en el extremo de la columna en la que se encontraba ahora sentado en posición horizontal. Gateó con cautela hasta la parte más alta y se arrodilló observando como el orbe dorado giraba caóticamente provocando el poderoso rayo de fuego con el que se habían topado numerosas veces durante las últimas semanas en aquellas tierras. Marther entrecerró los ojos por el resplandor y acercó su mano precavidamente hasta que sintió un gran ardor en ella. Sin detenerse ni un solo segundo el paladín se acercó aún mas, y cogiendo aire introdujo su mano en el círculo metálico por el que se propagaba la energía del orbe. Su guante comenzó a agrietarse y resquebrajarse deshaciéndose en pedazos a medida que se acercaba, y tras esto, tanto su mano como su brazo comenzaron a padecer un destino similar. El humano gritó de dolor notando como su piel ardía y se rasgaba marcando con numerosas líneas rojas su extremidad, hasta que logró arrancar el orbe de la maquinaria apagando el destructivo arma. El cruzado intentó sanar su ensangrentado y dolorido brazo pero entonces se desmayó por el profundo dolor cayendo hacia el vacío.

Marther descendió en picado esquivando involuntariamente varios trozos de plataforma que cruzaban en su camino. Cuando faltaban escasos metros para entrar en contacto con el suelo, el desvanecido cuerpo del cruzado comenzó a frenar su avance, permitiéndole flotar en el aire hasta posarse delicadamente en la tierra.
-¡Ves! Te dije que lo mejor era quedarse aquí abajo.-dijo Seid a la draenei que aún mantenía varios trozos de roca en el aire para que no golpearan al cruzado mientras continuaba canalizando el hechizo de viento.
-Quien iba a saberrr que las cosas se complicarrian tanto.
-¡Las cosas siempre se complican! Y más estando a esa altura.-respondió el enano chamán.- ¿Es que era yo el único que sabía que terminarían cayendo?
-Debemos sacarrlo de aquí, la ciudad no aguantarra mucho más.
-¡Rápido, agárralo por los brazos y yo lo agarraré por los pies!-exclamó Seid mientras apoyaba las pesadas botas del paladín sobre sus hombros.-¡Andando!

Un agudo silbido atrajo la atención de ambos mientras transportaban el cuerpo de Marther. La bocina sonó otra vez mientras la goblin detenía el amplio vehículo junto al grupo.
-¿Necesitáis una ayudita?-preguntó la goblin al enano y la draenei mientras señalaba hacia la parte trasera del transporte, donde se encontraba el cuerpo de Pirotheus y Garrett.-Casi me cargo a vuestra amiga con uno de mis disparos.

Seid y Cireni subieron el cuerpo del cruzado mientras la goblin se disponía a arrancar. Fue entonces cuando varios adeptos descendieron rodeando al grupo. Los pájaros alzaban sus alas y garras amenazantes, intentando intimidarlos.

-¡Tapaos los oídos!-gritó la goblin que comenzó a disparar la potente arma de su máquina fulminando a varios enemigos situados frente a ella.

Por más que la goblin disparaba, más enemigos aparecían. La batalla que había comenzado en el aire, ahora se había propagado hasta el suelo. Varias decenas de Adeptos se acercaban hacia el grupo, cuando un grito interrumpió la tensión del momento. Los arakkoas se giraron rápidamente para encontrar un gran batallón de espíritus comandados por el espíritu de un humano montado en un corcel fantasma.
-¡Acabad con todos!-gritó el almirante Taylor- ¡El enemigo debe caer hoy si queremos que estas tierras sean liberadas de su yugo!




La guerra duró varias horas más hasta caer entrada la noche. Los distintos grupos lucharon contra el enemigo común, que no solo amenazaba con acabar con todos ellos por igual, sino con destruir Draenor a su paso. La imponente ciudad conocida como Trecho celestial, fue eclipsada por la imagen que había dado lugar tras la batalla, donde las estatuas y dorados edificios eran ahora tan solo un sinfín de escombros y restos que eran ocultados por los gritos de victoria de los arakkoas exiliados.