Los numerosos peldaños de metal color
bronce parecían no tener fin en aquella ciudad situada entre las
nubes. Los emblemas y estatuas que representaban aquella erguida raza
de altos Arakkoas colmaba cada rincón de aquel lugar mostrando con
regodeo el orgullo que significaba para ellos la pureza de los suyos
con respecto al resto de los que habían sido en el pasado parte de
su pueblo.
El grupo llegó hasta la cima, donde
esperaba impaciente la líder de los Adeptos de Rukhmar, que se
sorprendía ante la resistencia que habían demostrado sus enemigos
al derrotar a muchos de los mejores luchadores que conformaban su
guardia personal. Sus largos brazos cubiertos de plumas de un tono
marrón claro se cruzaron mientras alzaba orgullosa su cabeza ante
los intrusos.
Garrett miró a la criatura con lástima
al no comprender la insensatez que pretendía llevar a cabo, pero ya
era tarde, los adeptos habían optado por no cambiar sus ideales,
cosa que si no intentaban remediarlo terminaría por destruir
infinidad de vidas además de parte del mismo mundo.
-¡Acabemos con esto!- gritó el
caminante a los que componían su grupo.
Los miembros de la Orden corrieron por
la plataforma que se sostenía en el aire solapada únicamente al gran
pico de la montaña al igual que el resto de zonas de la ciudad,
exceptuando el interior. El cristal casi trasparente situado bajo sus
pies dejaba ver la distancia que los separaba del suelo, mientras que
el despejado horizonte se abría ante ellos para mostrar que no había
quizás punto más alto en todo el continente.
-¡Os aniquilaremos como los perros que
sois!- gritó la Suma sabia Viryx
-¡Eso habrá que verlo!-respondió la
mercenaria que lanzó varios cuchillos hacia su enemiga fallando en
el intento de conseguir herirla.
La Suma sabia retrocedió varios pasos
esquivando los numerosos ataques que el grupo intentaba asestarle.
Sus movimientos eran rápidos y precisos, su agilidad era sublime a
pesar de su tamaño y sus reflejos de ave hacían de ella una temible
adversaria. Golpeó con su ala a parte de sus enemigos que cayeron
metros atrás, mientras que con su garra agarraba a Garrett
lanzándolo lejos de su posición. Pirotheus se reincorporó
rápidamente apartando un mechón de pelo de su frente mientras
observaba como Joe y el caminante se ponían también en pie
nuevamente.
Marther intentó golpear a la arakkoa,
pero su pesada maza ralentizaba sus potentes movimientos. La Suma
sabia propinó un rodillazo al cruzado seguido de un revés que le
obligó a caer de espaldas al suelo. Varias estalactitas cruzaron
entre el grupo, mientras la aguda visión de la enemiga le permitía
esquivar cada una de ellas. Viryx retrocedió dando varios saltos
hacia atrás agitando sus alas y se elevó varios metros por encima
de sus enemigos.
-¡Acabad con ellos, que los carroñeros
se alimenten de sus tripas!-gritó la Suma sabia.
Varios guerreros alados descendieron
desde el cielo lentamente. Los zelotes se acercaron al grupo mientras
intentaban agarrarlos. Marther observó como uno de ellos agarraba a
la mercenaria y se aproximaba lentamente entre forcejeos hacia el
borde de la plataforma.
-¡Matadlos! ¡Intentan
tirarnos!-ordenó el cruzado.
-¡Yo me encargo de la líder, daos
prisa!-gritó Garrett
Joe corrió hacia el pájaro que
cargaba con Pirotheus hasta que estuvo lo suficientemente cerca como
para saltar y golpear con fuerza la cabeza del enemigo con su pala.
El arakkoa se tambaleó dejando el tiempo suficiente para que la
mercenaria se impulsara enrollando con sus piernas el cuello del su
contrincante rompiéndoselo en un rápido movimiento. La humana cayó
apoyando una rodilla mientras asentía agradecida ante Joe. Marther
golpeó hasta la saciedad al arakkoa que intentaba llevarse a
Beatrice, matándolo tras varios impactos, mientras que el último
pájaro tiraba del maestro Monlee sin lograr moverlo de su posición.
El mago agarró la pierna del enemigo y lanzó varios hechizos que
acabaron con su vida.
Garrett se abalanzó contra la líder
intentando acertar algún ataque, sin embargo su enemiga era más
veloz que él. Tras un corto forcejeo la Suma sabia comenzó a
adoptar una posición más ofensiva, obligando al caminante a tratar
únicamente de intentar defenderse una y otra vez de los letales
ataques que recibía. La Arakkoa derribó al caminante tras varios
golpes obligándole a caer al suelo.
-¡Contemplad el poder de los
Arakkoas!.- gritó mientras entregaba una esfera dorada a varios de
sus esbirros que acababan de aterrizar en la plataforma, para después
alzar el vuelo nuevamente elevándose hasta lo alto de una gran
columna.
Ambos pájaros humanoides se posaron
alrededor de un gran círculo de metal y colocaron el artefacto en el
centro de la circunferencia situando en el extremo más alto de la
columna. Un sinfín de pequeños rayos cubrieron la zona límite del
círculo hasta entrar en contacto con la esfera, que en pocos
segundos comenzó a cargarse de energía liberando un potente rayo
que colisionó con la tierra situada metros abajo, dando lugar a una
gran zanja que comenzaba a abrirse paso allá por donde avanzara.
-¡Detened el rayo!- gritó Garrett
mientras se ponía nuevamente en pie agarrando con fuerza su escudo
una vez más.
El maestro Monlee corrió hasta el
borde y lanzó varios virotes de hielo que fulminaron a los arakkoas
que habían encendido el destructivo artefacto. Marther miró hacia
atrás observando como Garrett, Pirotheus y Joe luchaban cuerpo a
cuerpo contra la líder de los arakkoas, seguidamente miró a su
esposa que intentaba protegerlos desde una distancia prudente. El
cruzado retrocedió varias zancadas arrojando su pesada maza al
suelo, y armándose de valor corrió haciendo acopio de todas sus
fuerzas, hacia el límite de la plataforma, donde tras coger impulso
saltó. El cuerpo del paladín chocó contra la columna, resbalando
por la misma mientras buscaba algo a lo que sujetarse. Tras varios
metros de caída, la mano del cruzado se aferró a un saliente
frenando su descenso. Marther pudo sentir un latigazo de dolor que
recorrió todo su brazo al tener que soportar el peso del resto de su
cuerpo. Sus ojos se fijaron rápidamente en que la columna estaba
repleta de hendiduras y relieves, así que usó su brazo libre para
sujetarse y comenzó a trepar cautelosamente mientras sentía la
vibración que producía el rayo.
La Suma sabia Viryx desprendió un
agudo graznido que obligó a sus enemigos a taparse los oídos.
Aprovechando la distracción se deshizo de cada uno de ellos con
potentes golpes que hicieron que tanto Pirotheus como Garrett
salieran despedidos por los aires. La mercenaria sintió un gran
dolor cuando su cuerpo se encontró con una de las paredes cercanas
al interior de la ciudad. Al recomponerse poco a poco observó como
el caminante caía nuevamente tras otro ataque, esta vez con menos
suerte golpeándose la cabeza contra el suelo haciendo que cayese
inconsciente. Joe logró atizar a la Suma sabia en uno de sus brazos,
pero al segundo intento la arakkoa agarró la pala y giró sobre si
misma arrojando al humano hasta el otro extremo del lugar. Joe giró por la
plataforma intentando frenar la inercia hasta que su cuerpo sobrepasó
el borde exterior quedando suspendido sosteniéndose al filo con
sus manos. Sintió poco a poco como sus dedos resbalaban, intentando
afianzar una de sus manos para alcanzar el silbato que guardaba en su
bolsillo pero al soltarla la otra no soportó el peso y el
cuerpo de Joe se precipitó hacia el vacío. De repente sintió como
algo contundente rodeaba su cuerpo. Abrió los ojos temerosamente y
vio como el suelo aún quedaba lejos, de hecho se percató de que
seguía ascendiendo en el aire. Observó las garras del rylak
alrededor su torso y subió la mirada esperanzado al ver a Toribia
volando enérgicamente a la vez que escupía bolas de fuego que
fulminaba a cualquier enemigo que sobrevolara cerca.
Marther continuaba su lento ascenso
mientras desviaba la vista unos segundos para ver que la zanja que en
un primer momento había creado el rayo, ahora se trataba más de una
grieta que se extendía hacia el sur de arakk. Miró hacia arriba
asegurándose de que había acortado bastante distancia hasta la
cima. Una sacudida lo alertó rápidamente provocando que reaccionara
agarrándose con fuerza. La columna había sido golpeada por una bola
de fuego del rylak que cargaba con Joe. El cruzado se apresuró
subiendo rápidamente hasta que otra bola impactó nuevamente. La
columna empezó a tambalearse hasta que repentinamente el peso de la
misma hizo que se resquebrajara cayendo hacia uno de lo laterales y
golpeando la plataforma donde estaba el resto del grupo mientras el
rayo apuntaba al cielo. El pilar no tardó en girar sobre si mismo
dejando el rayo esta vez en horizontal, recorriendo todo lo largo
que abarcaba el gran soporte donde todos se encontraban.
Pirotheus observó como la radiante
línea de fuego lograba aislar al pandaren y a Beatrice, que ahora se
encontraban casi atrapados en el borde exterior, del lugar donde se
encontraba la enemiga, el caminante y ella. La mercenaria se percató
de como la Suma sabia se acercaba hacia Garrett, pisando con fuerza
el pecho del humano.
-Vuestra gente... es patética...-dijo
la arakkoa.-Merecéis morir...
-¡Eh tu!-gritó Pirotheus intentando
atraer la atención para que no acabara con la vida del
caminante.-¡Atrévete a enfrentarte con alguien de verdad!
La arakkoa ladeó la cabeza ante el
comentario de la mercenaria analizando como tomaba una posición
amenazante. Pirotheus levantó una de sus espadas desafiante
esperando a ver la reacción de su enemiga.
-¡Será un placer acabar
contigo!-exclamó Viryx
La líder arakkoa corrió con celeridad
hasta la mercenaria que a escasos metros de distancia reveló su arma
secreta. Pirotheus agarró entre sus manos una pistola con veneno que
días antes le había arrebatado a un mano destrozada, y disparó
todas las cargas rociando de ácido la cara de su enemiga. Viryx no
pudo evitar soltar un profundo y sonoro graznido de dolor mientras se
llevaba las garras a la cara para intentar limpiarse aquel extraño
líquido que la corroía.
-¡Te has metido con la gente
equivocada perra!.-gritó Pirotheus mientras embestía a su
adversaria haciendo que trastabillara hacia atrás y fuera calcinada
por el rayo en cuestión de segundos.
La plataforma comenzó a agrietarse ya
fuera por el calor que el pilar de fuego desprendía a su alrededor o por los
numerosos golpes que había recibido. Las delgadas líneas recorrían
cada parte del suelo agrandándose y fracturándose rápidamente,
provocando que varios trozos de suelo se desprendiesen.
Beatrice retrocedió lentamente
viéndose acorralada, cuando sin previo aviso el suelo bajo sus pies
cedió. La sacerdotisa gritó durante la caída hasta que su cuerpo
golpeó el mullido y suave lomo de un cuervo gigante. Abrió los ojos
mirando a su lado e intentando incorporarse ayudada por Ishaal y el
vidente criador de cuervos que volaban también a lomos del pájaro.
A su alrededor pudo contemplar que había al menos media docena de
cuervos azules y negros que volaban con arakkoas exiliados subidos
sobre ellos. El cuervo dirigido por Reshad y Orneeka se desvió
manteniéndose cerca de la plataforma desde la que Monlee saltó
agitando el gran pájaro tras su caída.
La mercenaria observó como la imagen
de su jefa desaparecía al igual que numerosos trozos del lugar donde
se encontraban. Pirotheus agarró al caminante por los brazos tirando
de su pesado cuerpo.
-Luego me preguntáis por qué voy casi
desnuda...- murmuró refiriéndose a la pesada armadura de Garrett
tras arrastrarlo con todas sus fuerzas.
La humana apoyó el cuerpo inconsciente
de Garrett contra una verja metálica que parecían ramas doradas que
ascendía por toda de la montaña. Se quitó rápidamente su
cinturón, atando al caminante por el pecho a la valla de acero.
Seguidamente despojó al humano de sus guantes, y actuando lo más
veloz que podía, se quitó sus brazales de cuero y ató nuevamente
las manos del joven a las ramas.
-No esperaba que fuese así la primera
vez que te atases de manos, pero... no creo que haya muchas más
opciones en estos momentos...
Pirotheus recorrió con la vista una
gran grieta que cruzó la plataforma haciendo que cayese un gran
trozo de pavimento. Se agarró con firmeza al metal rodeando con su
cuerpo al caminante, situando su rostro a escasos centímetros de
la cara del humano.
-Agárrate Perillas, va a ser un viaje
movidito.
El suelo desapareció de repente
despedazándose cada vez que chocaba contra parte de la montaña
durante el trayecto hasta el suelo. La mercenaria miró hacia abajo y
suspiró para sus adentros mientras ambos se mantenían suspendidos
en el aire. Su rostro cambió drásticamente cuando el vallado
comienzo a desanclarse de la montaña. La gran hilera metálica se
agitó en el aire antes de caer nuevamente. Uno de sus extremos cayó
sobre los numerosos árboles que cubrían los alrededores,
deshaciendo y arrasando las ramas de los mismos durante su caída.
Pirotheus cerró los ojos esperando lo peor cuando de repente el
vallado se detuvo provocando una fuerte sacudida obligando a la
mercenaria a soltarse dándose de bruces contra el suelo. La humana
abrió los ojos lentamente sintiendo un profundo dolor por todo su
delgado cuerpo. Levantó la vista encontrándose con Garrett a una
escasa distancia, que descansaba colgado hacia abajo.
-Eso... tu duerme... ya iré yo a
buscar ayuda.
Pirotheus se puso en pie sin poder
ocultar una mueca de dolor, observando como la mayoría de su
magullado cuerpo sangraba. La joven dio varias zancadas desorientada mientras buscaba a alguien que pudiera liberar al caminante, cuando algo explotó a su
lado lanzando un sinfín de trozos de piedra por los aires, los cuales
terminaron por golpearla en la cabeza dejándola sin sentido.
Marther se limpió el sudor de la frente, examinado a su alrededor
como varios pájaros gigantes y un rylak derribaban cada adepto que
se cruzaba en su camino. El cruzado se fijó en el extremo de la
columna en la que se encontraba ahora sentado en posición
horizontal. Gateó con cautela hasta la parte más alta y se
arrodilló observando como el orbe dorado giraba caóticamente
provocando el poderoso rayo de fuego con el que se habían topado
numerosas veces durante las últimas semanas en aquellas tierras.
Marther entrecerró los ojos por el resplandor y acercó su mano
precavidamente hasta que sintió un gran ardor en ella. Sin detenerse ni un solo segundo el paladín se acercó aún mas, y cogiendo aire introdujo
su mano en el círculo metálico por el que se propagaba la energía
del orbe. Su guante comenzó a agrietarse y resquebrajarse
deshaciéndose en pedazos a medida que se acercaba, y tras esto,
tanto su mano como su brazo comenzaron a padecer un destino similar.
El humano gritó de dolor notando como su piel ardía y se rasgaba
marcando con numerosas líneas rojas su extremidad, hasta que logró
arrancar el orbe de la maquinaria apagando el destructivo arma. El
cruzado intentó sanar su ensangrentado y dolorido brazo pero
entonces se desmayó por el profundo dolor cayendo hacia el vacío.
Marther descendió en picado esquivando
involuntariamente varios trozos de plataforma que cruzaban en su
camino. Cuando faltaban escasos metros para entrar en contacto con el
suelo, el desvanecido cuerpo del cruzado comenzó a frenar su avance,
permitiéndole flotar en el aire hasta posarse delicadamente en la
tierra.
-¡Ves! Te dije que lo mejor era
quedarse aquí abajo.-dijo Seid a la draenei que aún mantenía
varios trozos de roca en el aire para que no golpearan al cruzado mientras continuaba canalizando el hechizo de viento.
-Quien iba a saberrr que las cosas se
complicarrian tanto.
-¡Las cosas siempre se complican! Y
más estando a esa altura.-respondió el enano chamán.- ¿Es que era
yo el único que sabía que terminarían cayendo?
-Debemos sacarrlo de aquí, la ciudad
no aguantarra mucho más.
-¡Rápido, agárralo por los brazos y
yo lo agarraré por los pies!-exclamó Seid mientras apoyaba las
pesadas botas del paladín sobre sus hombros.-¡Andando!
Un agudo silbido atrajo la atención de
ambos mientras transportaban el cuerpo de Marther. La bocina sonó
otra vez mientras la goblin detenía el amplio vehículo junto al
grupo.
-¿Necesitáis una ayudita?-preguntó
la goblin al enano y la draenei mientras señalaba hacia la parte
trasera del transporte, donde se encontraba el cuerpo de Pirotheus y
Garrett.-Casi me cargo a vuestra amiga con uno de mis disparos.
Seid y Cireni subieron el cuerpo del
cruzado mientras la goblin se disponía a arrancar. Fue entonces
cuando varios adeptos descendieron rodeando al grupo. Los pájaros
alzaban sus alas y garras amenazantes, intentando intimidarlos.
-¡Tapaos los oídos!-gritó la goblin
que comenzó a disparar la potente arma de su máquina fulminando a
varios enemigos situados frente a ella.
Por más que la goblin disparaba, más
enemigos aparecían. La batalla que había comenzado en el aire,
ahora se había propagado hasta el suelo. Varias decenas de Adeptos
se acercaban hacia el grupo, cuando un grito interrumpió la tensión
del momento. Los arakkoas se giraron rápidamente para encontrar un
gran batallón de espíritus comandados por el espíritu de un humano
montado en un corcel fantasma.
-¡Acabad con todos!-gritó el
almirante Taylor- ¡El enemigo debe caer hoy si queremos que estas
tierras sean liberadas de su yugo!
La guerra duró varias horas más hasta caer entrada la noche. Los
distintos grupos lucharon contra el enemigo común, que no solo
amenazaba con acabar con todos ellos por igual, sino con destruir
Draenor a su paso. La imponente ciudad conocida como Trecho
celestial, fue eclipsada por la imagen que había dado lugar tras la
batalla, donde las estatuas y dorados edificios eran ahora tan solo
un sinfín de escombros y restos que eran ocultados por los gritos de
victoria de los arakkoas exiliados.