Lo único que se podía
vislumbrar en una noche tan oscura era el brillo de la luna sobre el mar antes
de ser tapada por algunas nubes. Un joven cachorro de mar cruzaba en silencio
la cubierta de un barco y subía en un bote. Tenía el pelo largo y de color tan
negro como la noche, una barba sin afeitar varios días, vestía una chaqueta
roja en el exterior y azul por el interior y bajo esta una camiseta blanca
desabrochada, unos pantalones negros bastante ajustados y las botas altas
típicas entre los marineros.
Al poco un mono con un sombrero, el cual se movía con gracia por el barco, se acercó al joven dándole un mapa y una bengala. El mono tenía el pelaje negro y era prácticamente uno más en el barco, tenía una gran afinidad con Carsnten, por lo que este solía aprovecharlo para que le haga favores como el actual. Le habían enseñado a jugar a todo tipo de juegos de cartas, dados... e incluso hacía de trilero.
-
Bien hecho Blackjack, ahora tienes que evitar
como puedas que descubran mis planes antes de tiempo – El joven Strang le dió
un plátano antes de bajar con el bote al mar – Pronto verás mi señal, acuérdate
de la carta. – Tras esto el joven empezó a remar silenciosamente.
Poco a poco se
alejaba del Rayo, un barco corsario de pequeño tamaño pero muy eficaz para
abordajes, huir o infiltrarse en el silencio de la noche. Nunca se había
sentido tan vivo como en la cubierta de ese barco, sin duda había descubierto
su vocación, un lugar en el que su modo de ser sería una ventaja, y no
desperdiciaría tal oportunidad. El ritmo cardiaco del joven aceleraba según se
acercaba a su objetivo, un fuerte que defendía una población el cual había sido
tomado por piratas para poder saquear la ciudad colindante. Dentro del barco
estaba Robert McAllan, el capitán, discutiendo la táctica para liberar el
fuerte sin percatarse de las intenciones del muchacho, sin duda se enfadaría al
enterarse de lo que ocurre pero vería de buen grado las aptitudes del muchacho…
si todo salía bien. Carsnten estaba cansado de que le siguiesen tratando como
un cachorro de mar, por mucho que lo fuese, y lleno de la valentía juvenil , la
cual se podría considerar locura, decidió conseguir el solo vía libre para sus
compañeros y así labrarse un nombre.
El pequeño bote llegó
sin ser descubierto junto a las rocas del fuerte, no podía dejar que se
perdiese, los botes del rayo están muy cuidados y son de mucha calidad, por lo
que sería caro reponerlo. El cachorro de mar amarró bien el bote a unas rocas y
se dispuso a revisar bien la altura de la torre por la que pensaba subir,
fijándose en posibles agarres para su gancho de abordaje. Con la de veces que
había escapado y vuelto a casa sin que nadie se enterase sería fácil escalar
ese muro. Podía solventar la altura de la torre lanzando una única vez el
gancho, por lo que lo ondeó y lo lanzó hacia su objetivo, consiguiendo engancharlo
a la primera. Empezó a escalar el muro utilizando la cuerda del gancho, tenía
callos en las manos de utilizarlo por lo que no sufría mucho, subía sin hacer
ruido y con cuidado de que nadie pudiese verle. Mientras ascendía pudo
reconocer la silueta del Rayo en el mar, el cual no había cambiado de posición,
todo un alivio que le animó a seguir subiendo. Cuando le quedaba poco para
terminar la escalada pudo comprobar que en el patio del fuerte estaban reunidos
muchos piratas montando una fiesta, seguramente con todos los víveres que había
en el almacén del fuerte. Cuando consiguió alcanzar la cima se sentía
totalmente satisfecho, nadie le había visto y tenía libre la entrada superior
de esa torre.
Bajó por la trampilla
de la torre intentando que esta sonase lo menos posible, ningún pirata esperaba
bajo esta. Estaba de suerte, la poca luz de la luna que se colaba dentro de la
torre era suficiente para poder moverse dentro de esta. Sacó el viejo mapa y lo
revisó para recordar el camino que debía de seguir, tenía que evitar los
posibles puntos de guardia y llegar a la palanca que baja el puente levadizo,
si lo conseguía sus compañeros cantarían sobre él por su hazaña. Empezó a
descender por la torre, los primeros diez minutos de trayecto fueron sencillos,
los únicos piratas que se había encontrado estaban durmiendo tras una buena
borrachera. Su objetivo tenía que estar cerca, aunque empezaba a temerlo ya que
algunas salas por las que había pasado tenían una función distinta a la que
mostraba el mapa. Tras cruzar una puerta y empezar a descender unas escaleras
sintió un repentino golpe en la nuca y todo lo que veía se sumió en tinieblas.
Cuando recobró la
consciencia dos piratas le arrastraban hacia el calabozo, Carsnten intentó
arrebatarle la pistola a uno de ellos con un rápido movimiento, pero se dieron
cuenta yo le dejaron alcanzarla, mordiéndose el joven su labio por la
frustración. Le tiraron dentro de un calabozo junto a otros prisioneros y le
encadenaron una mano a la pared, ya que el resto de argollas estaban ocupadas.
Al irse los piratas sonrió mientras los demás prisioneros le miraban, eran
guardias del fuerte y sentían curiosidad por el muchacho. Carsnten sacó la
lengua mostrando una llave, se la había quitado a uno de los piratas al fingir
que quería coger la pistola.
-
¿Quién eres chico? – Le preguntó uno de los
prisioneros, posiblemente el de mayor rango entre ellos por la indumentaria que
portaba, por la delgadez de sus pómulos debían de llevar sin comer desde que
llegaron los piratas - ¿Qué haces en este lugar?
-
Mi nombre es Carsnten Strang, y estoy de prác….
soy de los Espadas de la Tormenta. –Sonrió de medio lado mientras se liberaba y
empezaba a liberar a los demás prisioneros, en este tipo de fuertes no solían
gastar mucho en distintas cerraduras – Y estamos aquí para liberaros y echar a
estos sucios piratas, nuestro barco está cerca y… están esperando a que baje el
puente levadizo.
-
¿El puente levadizo? Nosotros sabemos dónde se
encuentra la palanca del puente y estamos en deuda contigo, te llevaremos hasta
allí. – Confirmó mirando los gestos de los demás guardias – Seguramente habrá
pocos piratas por el camino y guardan nuestras cosas en los cofres que hay al
salir del calabozo.
-
El guardia que hay fuera está meando en un cubo
–dijo Carsnten mientras miraba por un hueco de la puerta – Si abro la puerta de
golpe y nos abalanzamos sobre él conseguiremos recuperar nuestras pertenencias
y nuestra libertad. –Miró a los prisioneros comprobando que estaban preparados
– ¡Aaaaaaaaaaaahora!
El muchacho abrió la
puerta de golpe, la cual soltó astillas por el impacto. El pirata no se lo
esperaba, quedándose sin tiempo para reaccionar y muriendo bajo la paliza que
recibió por parte de los guardias. Todos recuperaron sus armas y utensilios,
Carsnten incluido, y sonrieron al verse fuera de la mugrienta celda. Escoltaron
al cachorro de mar atravesando cada sala y pirata por la que pasaban, el estado
del interior de la torre era deplorable, todas las paredes tenían mínimo
manchas de vómito. El zagal pudo comprobar por una ventana como el Rayo se
estaba acercando, a estas alturas Robert debería de haber leído la carta que
escribió Carsnten y le dio a Blackjack para que se la entregase al pasar cierto
tiempo. Cuando consiguieron alcanzar la
palanca Carsnten utilizó la bengala de color verde que usan los Espadas para
dar la señal de continuar con lo planeado, y tras esto le contestaron desde el
barco con otra señal. Carsnten accionó la palanca y el puente levadizo
descendió hasta el suelo, dejando la entrada libre. Los piratas que había
dentro del castillo comprobarían en sus carnes la furia de la tormenta.
Escrito por Marther