El sol se alzaba en el cielo
observándolo desde hacía horas, sin embargo, el brujo no tenía
prisa alguna por llegar al destino hacia el que se dirigía. Cabalgó
a lomos de su corcel blanco mientras cruzaba el gran puente que
separaba el condado de Brakor del resto de los Reinos del Este. Las
última veces que había viajado hasta allí habían sido siempre por
las mismas razones. La Orden celebraba cada año una reunión entre
facciones, y como miembro de una, Raymond debía asistir a cada uno
de los encuentros. Cada año que pasaba le asqueaban más aún ese
tipo de eventos, que no valían más que para recriminar o reprochar
las viejas rencillas que existían entre los presentes.
El humano desmontó al llegar a las
grandes rejas donde varios guardias apostados impedían tanto su paso
como el de cualquier otro que vagabundeara por la zona. Raymond
extrajo un pergamino de su talega, haciendo entrega de él a uno de
los vigilantes de la Casa Doe, que seguidamente abrió la gran verja
cediéndole el paso. Los jardines del castillo casi lograban llegar a
ser tan refinados como los de la Casa Leproux, sin embargo, Raymond
sentía gran debilidad por el prado de rosas rojas y negras antes que
los jazmines de aquel lugar. Caminó con paso firme preguntándose si
quizás había llegado demasiado pronto o por el contrario si la
reunión había puesto fin hacía horas, aún así disfrutó del
largo paseo sintiendo como la brisa del mar le abismaba.
El brujo se detuvo en seco cuando sus
ojos la descubrieron sentada en un banco de piedra blanquecina junto
a la fuente mientras varios cuervos revoloteaban a su alrededor. La
mirada de Raymond la analizó detenidamente, preguntándose cuanto
tiempo habría pasado desde que sus caminos se separaron tomando
rutas distintas. Sus pasos le ayudaron a aproximarse y cuidadosamente
apoyó una de sus botas en el mismo lugar donde Alice se encontraba,
mientras que desde allí, apoyando los brazos en su rodilla rompió
el silencio.
-No sabía que ahora te gustaran los
animales...-dijo Raymond dibujando una sonrisa en sus labios.
-No deberías estar aquí.-respondió
la bruja que ya había visto de reojo al humano acercarse.- Chantalle
y Giordano te están esperando dentro, hacen rato que llegaron y no
parecen estar de buen...
-Podrán esperar.-interrumpió.-No creo
que ocurra nada malo por pasar un rato charlando con una vieja
amiga...¿Verdad?
-Por supuesto que no.-sonrió Alice.-
¿Dónde has dicho que está esa amiga?-preguntó irónicamente
mirando a su alrededor en forma de burla.
-No has cambiado nada Alice...
-Al contrario Madler, eres tú el que
no has cambiado.
El semblante del brujo se tornó
sombrío de repente ante las palabras de la humana.
-No vuelvas a llamarme así... ese...
nombre ya no existe...ahora soy Raymond.
El humano intentó serenarse y cambiar
de nuevo su rostro, recordó como tiempo atrás había cometido
errores, y no se trataban de asuntos banales, sino de errores que
terminarían con él en una horca. El simple hecho de que alguien
conociese su antiguo nombre, ponía en peligro algo más que su
propia vida.
-Alice, sé que... desde que cada uno
siguió su camino... bueno, no has visto con buenos ojos mis...
estudios, por así decirlo.-dijo intentando buscar las palabras
exactas.-Pero... debo confesarte que he descubierto algo, algo
novedoso que podría dar un giro a cualquiera que...
-Raymond, ya basta.-respondió la bruja
secamente.-Tus creaciones y experimentos no son más que
aberraciones, ¿Qué pretendes con todo esto? ¿Qué la orden te
ayude? ¿Qué convenza a Chantalle?...
-No... nada de eso.-respondió el brujo
confuso.
-¿Es que no te das cuenta de nada de
lo que ocurre?-susurró Alice posando sus ojos en los de éste.-El
Consejo va a proponer que el Santuario se disuelva...
Raymond frunció el ceño, de todas las
cosas que podrían ocurrir aquella era la que menos esperaba. Sin el
Santuario, tanto Chantalle como Giordano se dedicarían a continuar
con su vida, y el brujo sabía que tras sus actos, que serían
posiblemente los responsables de que esto ocurriese, su persona no
tendría cabida en el resto del grupo. Sus experimentos se irían al
garete sin los beneficios del líder de su grupo... por no decir si
alguno era tan mezquino como para delatarlo ante las autoridades por
aquellos actos que había cometido. Si el Santuario desaparecía todo
lo que había logrado avanzar se esfumaría con él.
-Debe de ser una broma...
-Nada de broma Raymond, eres un
necio... ¿Sabes lo que hemos pasado muchos cuando nos enteramos de
lo que le ocurrió a Thilane?
-Pero eso no es...
-¡Sí es culpa tuya!¡Eres un idiota y
nunca aprenderás!-exclamó Alice mientras se ponía en pie.
El brujo recordó lo sucedido con la
sacerdotisa y el artefacto que estaba llevando a cabo, y entonces
decidió evitar que esos recuerdos salieran a la luz, principalmente
para que Alice evitara leer sus gestos y averiguar que ese mal aun
seguía vivo.
-Con más razón Alice, necesitamos tu
apoyo. Necesitamos que la Orden nos ayude.
-Yo no soy la guardiana, intenta
convencer a Zephiel de ello... quizás tengas suerte y no te arranque
la cabeza el mismo.-dijo Alice insinuando los hechos ocurridos hacía
meses que afectaron al joven Lionell al ver que su madre había sido
presa de la locura.
Raymond torció el labio, convencer al
guerrero no estaba en su mano, pero quizás Giordano fuera capaz de
ello, aunque eso también quedaba lejos de su alcance.
-Entonces larguémonos de aquí... tu y
yo, como en los viejos tiempos...
Alice soltó una carcajada.
-Hace ya tanto de eso que ni me
acuerdo, olvídalo Raymond.
El brujo agarró el brazo de Alice
antes de que le diese tiempo a marcharse. Sus dedos se aferraron a su
piel con fuerza mientras la bruja hacía un gesto de dolor.
-Suéltame Raymond...-amenazó.
-Te estoy dando una oportunidad...-le
susurró el brujo al oído.- Si la rechazas...
Un fuerte silbido interrumpió las
palabras de Raymond y ambos se giraron hacia el gran balcón que
sobresalía del castillo. James apoyó sus brazos en el borde de
piedra observándolo amenazante desde su posición. El brujo cedió
liberando a Alice sin apartar la vista del cazador.
-Supongo que los cuervos no son los
únicos animales que te gustan.-dijo refiriéndose a James.
Alice intentó abofetear al que había
sido su amigo tiempo atrás, pero Raymond detuvo el intento
agarrándole la muñeca.
-Esto no ha acabado aquí
Raymond...-amenazó la humana que acto seguido se giró marchándose
del lugar.
-Por supuesto que no Alice,... por
supuesto que no...-murmuró en un susurro apenas audible.
Alice sintió como un cubo de agua
helada caía sobre su cabeza. La bruja se despertó alterada
intentando moverse, pero descubrió que tanto sus manos como sus pies
se hallaban atados a una silla. Sacudió sus largos cabellos hacia un
lado apartándolos de su rostro, y entonces lo vio. Raymond sonreía
frente a ella. Sus cabellos rubios era lo poco que la bruja pudo ver
en aquella oscura habitación únicamente iluminada por una sola
antorcha. No tuvo que esperar a que sus ojos se acostumbraran a la
penumbra, sabía que él estaba allí, sabía desde hacía años que
tarde o temprano Raymond la atraparía para no dejarla escapar nunca.
La visión que había tenido semanas atrás había dado un vuelco a
la tranquilidad de la Orden, y el brujo no había desperdiciado
siquiera un segundo en hacerse notar.
Raymond se acercó hasta Alice,
caminando pausadamente e incluso con delicadeza podría decirse.
Agarró con sus dedos el mentón de la humana, obligándola a que sus
ojos se encontrasen. La mirada de éste dijo más de lo que cualquier
palabra podría dar a entender, así que no necesitó siquiera
desperdiciar saliva en palabras que carecían de importancia.
Repentinamente un leve brillo llamó la atención del brujo, que
halló colgado del cuello de Alice el talismán de la Orden.
-No es posible...-susurró mientras se
lo arrancaba del cuello sintiendo como sus dedos se aferraban a él
con ansia.-Así que es cierto... habéis forjado un nuevo talismán...
-¿Creías que iba a ser tan fácil
darnos caza? Debió de ser frustrante cuando no encontrasteis a nadie
en el castillo Doe...
El brujo ni siquiera cayó en la
provocación de la humana, en sus pensamientos tan solo tenía cabida
el nuevo descubrimiento. Acarició cada parte de ese valioso
artefacto, preguntándose como sería su funcionamiento y no solo
eso, sino como sacar partido de él.
-Dime como funciona... y quizás... sea
piadoso contigo.-amenazó.
-La piedad no es algo que vaya contigo
Raymond...
El brujo frunció el ceño y desvió la
mirada de nuevo hacia el talismán. Unió sus manos y se concentró
en hacerlo funcionar. El artefacto comenzó a brillar de repente y
los ojos del brujo se iluminaron ante tal acto, sin embargo la
reliquia se deshizo rápidamente dejando escapar un potente ácido
que contenía en su interior. Raymond no pudo retener un grito de
dolor al sentir como sus manos ardían por el líquido que había
entrado en contacto con ellas. Secó sus manos rápidamente en su
toga intentando aliviar las quemaduras que le habían producido.
-¿Me crees tan estúpida como para
llevar el talismán encima sabiendo lo que ocurre en el futuro?...No
sé si sentirme ofendida incluso.
El brujo se acercó hasta Alice y le
propino en la cara un fuerte golpe con el dorso de la mano que
provocó que la bruja cayera al suelo junto con la silla en la que se
encontraba atada. Tras un par de golpes en el estómago que propinó
con su propio pie, Raymond se arrodilló acercándose a ella.
-¿Sabes qué? Mejor que no hayas
traído el talismán... así ellos verán lo que haré contigo, y
cuando vengan a detenerme... cosa que harán... entonces verás como
acabo con cada uno de ellos...-amenazó.-Incluido el mercenario.
-¡Te mataré cuantas veces haga falta
desgraciado! ¡¿Me has oído bien?!-gritó Alice.
-Vigiladla.-ordenó el brujo a los
guardias mientras abandonaba la sala.-Y si intenta algo... matadla.
La guardiana de la Orden ha sido
raptada, y con ella la Orden ha recibido un duro golpe. Sin embargo
todo esto no es más que el principio para acabar de una vez por
todas con el resto de grupos de la Orden. Zephiel, Lorraine y el
resto de miembros deberán buscar aliados en las demás facciones
para lograr acabar con el enemigo que les acecha, sin saber que éste
aguarda expectante a que llegue ese ansiado momento.
Raymond y los suyos ya han movido
ficha, pero...¿Qué movimiento harán los miembros de la Orden?
Próximamente en el Capítulo I – Rencor entre las sombras.