jueves, 28 de mayo de 2015

Prólogo Cap I (2.0) - Rencor entre las sombras (Parte 2)


El sol se alzaba en el cielo observándolo desde hacía horas, sin embargo, el brujo no tenía prisa alguna por llegar al destino hacia el que se dirigía. Cabalgó a lomos de su corcel blanco mientras cruzaba el gran puente que separaba el condado de Brakor del resto de los Reinos del Este. Las última veces que había viajado hasta allí habían sido siempre por las mismas razones. La Orden celebraba cada año una reunión entre facciones, y como miembro de una, Raymond debía asistir a cada uno de los encuentros. Cada año que pasaba le asqueaban más aún ese tipo de eventos, que no valían más que para recriminar o reprochar las viejas rencillas que existían entre los presentes.

El humano desmontó al llegar a las grandes rejas donde varios guardias apostados impedían tanto su paso como el de cualquier otro que vagabundeara por la zona. Raymond extrajo un pergamino de su talega, haciendo entrega de él a uno de los vigilantes de la Casa Doe, que seguidamente abrió la gran verja cediéndole el paso. Los jardines del castillo casi lograban llegar a ser tan refinados como los de la Casa Leproux, sin embargo, Raymond sentía gran debilidad por el prado de rosas rojas y negras antes que los jazmines de aquel lugar. Caminó con paso firme preguntándose si quizás había llegado demasiado pronto o por el contrario si la reunión había puesto fin hacía horas, aún así disfrutó del largo paseo sintiendo como la brisa del mar le abismaba.

El brujo se detuvo en seco cuando sus ojos la descubrieron sentada en un banco de piedra blanquecina junto a la fuente mientras varios cuervos revoloteaban a su alrededor. La mirada de Raymond la analizó detenidamente, preguntándose cuanto tiempo habría pasado desde que sus caminos se separaron tomando rutas distintas. Sus pasos le ayudaron a aproximarse y cuidadosamente apoyó una de sus botas en el mismo lugar donde Alice se encontraba, mientras que desde allí, apoyando los brazos en su rodilla rompió el silencio.

-No sabía que ahora te gustaran los animales...-dijo Raymond dibujando una sonrisa en sus labios.
-No deberías estar aquí.-respondió la bruja que ya había visto de reojo al humano acercarse.- Chantalle y Giordano te están esperando dentro, hacen rato que llegaron y no parecen estar de buen...
-Podrán esperar.-interrumpió.-No creo que ocurra nada malo por pasar un rato charlando con una vieja amiga...¿Verdad?
-Por supuesto que no.-sonrió Alice.- ¿Dónde has dicho que está esa amiga?-preguntó irónicamente mirando a su alrededor en forma de burla.
-No has cambiado nada Alice...
-Al contrario Madler, eres tú el que no has cambiado.
El semblante del brujo se tornó sombrío de repente ante las palabras de la humana.
-No vuelvas a llamarme así... ese... nombre ya no existe...ahora soy Raymond.
El humano intentó serenarse y cambiar de nuevo su rostro, recordó como tiempo atrás había cometido errores, y no se trataban de asuntos banales, sino de errores que terminarían con él en una horca. El simple hecho de que alguien conociese su antiguo nombre, ponía en peligro algo más que su propia vida.
-Alice, sé que... desde que cada uno siguió su camino... bueno, no has visto con buenos ojos mis... estudios, por así decirlo.-dijo intentando buscar las palabras exactas.-Pero... debo confesarte que he descubierto algo, algo novedoso que podría dar un giro a cualquiera que...
-Raymond, ya basta.-respondió la bruja secamente.-Tus creaciones y experimentos no son más que aberraciones, ¿Qué pretendes con todo esto? ¿Qué la orden te ayude? ¿Qué convenza a Chantalle?...
-No... nada de eso.-respondió el brujo confuso.
-¿Es que no te das cuenta de nada de lo que ocurre?-susurró Alice posando sus ojos en los de éste.-El Consejo va a proponer que el Santuario se disuelva...
Raymond frunció el ceño, de todas las cosas que podrían ocurrir aquella era la que menos esperaba. Sin el Santuario, tanto Chantalle como Giordano se dedicarían a continuar con su vida, y el brujo sabía que tras sus actos, que serían posiblemente los responsables de que esto ocurriese, su persona no tendría cabida en el resto del grupo. Sus experimentos se irían al garete sin los beneficios del líder de su grupo... por no decir si alguno era tan mezquino como para delatarlo ante las autoridades por aquellos actos que había cometido. Si el Santuario desaparecía todo lo que había logrado avanzar se esfumaría con él.
-Debe de ser una broma...
-Nada de broma Raymond, eres un necio... ¿Sabes lo que hemos pasado muchos cuando nos enteramos de lo que le ocurrió a Thilane?
-Pero eso no es...
-¡Sí es culpa tuya!¡Eres un idiota y nunca aprenderás!-exclamó Alice mientras se ponía en pie.
El brujo recordó lo sucedido con la sacerdotisa y el artefacto que estaba llevando a cabo, y entonces decidió evitar que esos recuerdos salieran a la luz, principalmente para que Alice evitara leer sus gestos y averiguar que ese mal aun seguía vivo.
-Con más razón Alice, necesitamos tu apoyo. Necesitamos que la Orden nos ayude.
-Yo no soy la guardiana, intenta convencer a Zephiel de ello... quizás tengas suerte y no te arranque la cabeza el mismo.-dijo Alice insinuando los hechos ocurridos hacía meses que afectaron al joven Lionell al ver que su madre había sido presa de la locura.
Raymond torció el labio, convencer al guerrero no estaba en su mano, pero quizás Giordano fuera capaz de ello, aunque eso también quedaba lejos de su alcance.
-Entonces larguémonos de aquí... tu y yo, como en los viejos tiempos...
Alice soltó una carcajada.
-Hace ya tanto de eso que ni me acuerdo, olvídalo Raymond.
El brujo agarró el brazo de Alice antes de que le diese tiempo a marcharse. Sus dedos se aferraron a su piel con fuerza mientras la bruja hacía un gesto de dolor.
-Suéltame Raymond...-amenazó.
-Te estoy dando una oportunidad...-le susurró el brujo al oído.- Si la rechazas...
Un fuerte silbido interrumpió las palabras de Raymond y ambos se giraron hacia el gran balcón que sobresalía del castillo. James apoyó sus brazos en el borde de piedra observándolo amenazante desde su posición. El brujo cedió liberando a Alice sin apartar la vista del cazador.
-Supongo que los cuervos no son los únicos animales que te gustan.-dijo refiriéndose a James.
Alice intentó abofetear al que había sido su amigo tiempo atrás, pero Raymond detuvo el intento agarrándole la muñeca.
-Esto no ha acabado aquí Raymond...-amenazó la humana que acto seguido se giró marchándose del lugar.
-Por supuesto que no Alice,... por supuesto que no...-murmuró en un susurro apenas audible.


Alice sintió como un cubo de agua helada caía sobre su cabeza. La bruja se despertó alterada intentando moverse, pero descubrió que tanto sus manos como sus pies se hallaban atados a una silla. Sacudió sus largos cabellos hacia un lado apartándolos de su rostro, y entonces lo vio. Raymond sonreía frente a ella. Sus cabellos rubios era lo poco que la bruja pudo ver en aquella oscura habitación únicamente iluminada por una sola antorcha. No tuvo que esperar a que sus ojos se acostumbraran a la penumbra, sabía que él estaba allí, sabía desde hacía años que tarde o temprano Raymond la atraparía para no dejarla escapar nunca. La visión que había tenido semanas atrás había dado un vuelco a la tranquilidad de la Orden, y el brujo no había desperdiciado siquiera un segundo en hacerse notar.

Raymond se acercó hasta Alice, caminando pausadamente e incluso con delicadeza podría decirse. Agarró con sus dedos el mentón de la humana, obligándola a que sus ojos se encontrasen. La mirada de éste dijo más de lo que cualquier palabra podría dar a entender, así que no necesitó siquiera desperdiciar saliva en palabras que carecían de importancia. Repentinamente un leve brillo llamó la atención del brujo, que halló colgado del cuello de Alice el talismán de la Orden.

-No es posible...-susurró mientras se lo arrancaba del cuello sintiendo como sus dedos se aferraban a él con ansia.-Así que es cierto... habéis forjado un nuevo talismán...
-¿Creías que iba a ser tan fácil darnos caza? Debió de ser frustrante cuando no encontrasteis a nadie en el castillo Doe...
El brujo ni siquiera cayó en la provocación de la humana, en sus pensamientos tan solo tenía cabida el nuevo descubrimiento. Acarició cada parte de ese valioso artefacto, preguntándose como sería su funcionamiento y no solo eso, sino como sacar partido de él.
-Dime como funciona... y quizás... sea piadoso contigo.-amenazó.
-La piedad no es algo que vaya contigo Raymond...
El brujo frunció el ceño y desvió la mirada de nuevo hacia el talismán. Unió sus manos y se concentró en hacerlo funcionar. El artefacto comenzó a brillar de repente y los ojos del brujo se iluminaron ante tal acto, sin embargo la reliquia se deshizo rápidamente dejando escapar un potente ácido que contenía en su interior. Raymond no pudo retener un grito de dolor al sentir como sus manos ardían por el líquido que había entrado en contacto con ellas. Secó sus manos rápidamente en su toga intentando aliviar las quemaduras que le habían producido.
-¿Me crees tan estúpida como para llevar el talismán encima sabiendo lo que ocurre en el futuro?...No sé si sentirme ofendida incluso.
El brujo se acercó hasta Alice y le propino en la cara un fuerte golpe con el dorso de la mano que provocó que la bruja cayera al suelo junto con la silla en la que se encontraba atada. Tras un par de golpes en el estómago que propinó con su propio pie, Raymond se arrodilló acercándose a ella.
-¿Sabes qué? Mejor que no hayas traído el talismán... así ellos verán lo que haré contigo, y cuando vengan a detenerme... cosa que harán... entonces verás como acabo con cada uno de ellos...-amenazó.-Incluido el mercenario.
-¡Te mataré cuantas veces haga falta desgraciado! ¡¿Me has oído bien?!-gritó Alice.
-Vigiladla.-ordenó el brujo a los guardias mientras abandonaba la sala.-Y si intenta algo... matadla.



La guardiana de la Orden ha sido raptada, y con ella la Orden ha recibido un duro golpe. Sin embargo todo esto no es más que el principio para acabar de una vez por todas con el resto de grupos de la Orden. Zephiel, Lorraine y el resto de miembros deberán buscar aliados en las demás facciones para lograr acabar con el enemigo que les acecha, sin saber que éste aguarda expectante a que llegue ese ansiado momento.


Raymond y los suyos ya han movido ficha, pero...¿Qué movimiento harán los miembros de la Orden? Próximamente en el Capítulo I – Rencor entre las sombras.