lunes, 18 de mayo de 2015

Gronbel Tuercanegra - Una tarea que no se puede rechazar

 Las animadas calles de Forjaz pasaban por sus peores momentos, pocos se atrevían a ir solos y la tensión inundaba la ciudad. El rey Magni descansaba en las antiguas cavernas bajo la capital enana, convertido en diamante por un ritual fallido. Nadie se esperaba la llegada de Moira junto a los hierro negro, la cual por derecho de sucesión tomó el trono como regente. El toque de queda impuesto por Moira junto al aislamiento de la propia ciudad no auguraba nada bueno.

 Los pasos de Gronbel resonaban por cada calle que caminaba. Por aquel entonces despreciaba al resto de clanes enanos, al igual que le disgustaba totalmente estar en esa ciudad. Para él todo estaba mal construido, y lo que más le llamaba la atención era la falta de defensas mecánicas como los gólem hierro negro. Pese a los tradicionales odios entre los clanes hubo algo que le llamó mucho la atención, la sala de los expedicionarios. Estaba lleno de libros sobre todo tipo de lugares sobre los que no había escuchado nunca, en los que se relataba todo lo conocido de ellos. Los primeros días que pasó allí fueron cuanto menos desagradables, ya que prefería buscar todo por sí mismo que preguntar a los ciudadanos que había allí.

 Tras cierto tiempo en la ciudad empezó a entablar relación con algunos enanos de otros clanes, ya que para ser “inferiores” encontró en ellos muchos gustos en común, incluso había un barbabronce interesado en los gólem. La mayoría del tiempo lo pasaba en la sala de los expedicionarios y en el barrio gnomo, los cuales desde su punto de vista acabarían destruyéndose con una tecnología tan inestable. En el barrio gnomo aprendió como mejorar los núcleos de los gólem aplicándoles otras tecnologías y como mejorarlas, de donde se autoimpuso  el reto de fabricar el gólem más poderoso jamás visto. Pese al tiempo que trabajó en este reto acabó descubriendo que no lo conseguiría en la ciudad. Su hermano le enseñó unos libros que hablaban sobre Ulduar y el tipo de maquinaria que podía encontrar allí, por lo que Gronbel no tardó en reunir a varios enanos para preparar una expedición a ese paraíso de la tecnología enana.

 Del equipo que reunió Gronbel era el único hierro negro, el resto eran tres barbabronce y un martillo salvaje. Los cuatro enanos eran jóvenes y poco experimentados, pero su pasión por la arqueología estaba por encima del resentimiento que tenían hacia el clan de su líder de expedición, por lo que no dudaron en seguirle. Tardaron un par de semanas en prepararse con todo el material necesario para el viaje y Gronbel les enseñó cómo funciona la maquina topo, ya que en caso de emergencia el primero que llegue a la maquina tiene que prepararla mientras llegan los demás.

 El viaje fue rápido y sin contratiempos, llegando a las colinas heladas de cumbres tormentosas en varios días. Ninguno había visto ese lugar en su vida, no podían apartar sus miradas de los altos muros de la ciudad, incluso la nieve de allí les parecía más fría que la de Dun Morogh. Establecieron un pequeño campamento cerca de la entrada principal y estudiaron el terreno por si necesitaban una vía de escape. Nada más entrar se encontraron con enormes galerías y dibujos en las paredes más que interesantes sobre la historia, pero el objetivo de Gronbel estaba más allá de esas paredes, por lo que continuaron adentrándose en el lugar. Lo que encontró tras esa galería lo dejó con la boca y los ojos abiertos, una amplia terraza con grandes signos de batalla, lleno de escombros y aparatos destrozados. Tras unos segundos de sorpresa se pusieron manos a la obra, inspeccionando entre todos los restos y rescatando toda la tecnología que aún pudiese aprovecharse. Con esta misión se adentraban cada vez más en la desolada Ulduar, la Liga de Expedicionarios no les había dejado gran cosa que aprovechar pero era mucho más de lo que esperaban.

 Fueron cinco largos meses los que pasaron en la ciudad y volvieron a Forjaz con gran ilusión de compartir sus hallazgos. Cuando llegaron a la capital enana había cambiado todo, ahora en el trono estaba en consejo de los tres, donde podía encontrarse a Moira, Falstad y Muradín.  Los tres clanes enanos convivían en la ciudad y según les habían comentado se libraban batallas contra un tal Alamuerte. El grupo pasó un largo tiempo en la ciudad investigando todo lo que había conseguido e intentando crear artilugios gracias a esto, aunque solo consiguieron mejorar un poco la tecnología que ya conocían. Desde entonces se unieron temporalmente a la Liga de Expedicionarios, viajando con esta a todo tipo de lugares y descubriendo todo tipo de lugares fascinante.

 Así pasó el tiempo hasta que cierto día reclamaron la presencia de Gronbel, querían retomar Forjatiniebla y él debía ir, teniendo que separarse de su grupo. Su tarea era ayudar al resto de enanos en la reconquista de Forjatiniebla, donde por poco no perdió la vida. Una vez tomada y empezando las tareas de reconstrucción el consejo hierro negro le otorgó a Gronbel una tarea inusual. Se había escuchado rumores de que se podía viajar a un lugar llamado Draenor donde había una tecnología nunca vista y que pocos habían viajado allí por ahora, por lo que tenía que ir él allí a conseguir todo lo que pudiese y volver ante el consejo con grandes noticias. No dudó ante una oportunidad como esa, gracias a un permiso del consejo hierro negro consiguió pasar por uno de los primeros portales que abrieron a Ashran, donde empezó a investigar unas ruinas del lugar. A los pocos días fue obligado a salir de allí por la presencia de la Horda, no podía permitirse perder la vida con facilidad con una tarea tan importante.

 Gronbel junto a un gólem recién construido por él se dispuso a partir a la ciudadela de la Alianza en Sombraluna, había escuchado que cerca de allí había una mina draenei con unos cristales muy interesantes. Lo que no sabía Gronbel es que allí se encontraría con un grupo de lo más pintoresco, con el que viajaría por Draenor para facilitar su tarea.





 Tras unos meses con este grupo, viendo que este tenía pensado regresar cuando estaban en Arakk, tomó la decisión de continuar por sí mismo ya que había una mina llena de cristales apexis y gólems desactivados donde podría conseguir una gran cantidad de datos y materiales importantes. Cuando terminó su tarea en esa mina decidió volver ante el consejo hierro negro a presentarle toda la tecnología que les ayudaría a defender su capital reconstruida… (Continúa en uno de los capítulos propuestos)

Escrito por Marther