El talismán metálico de color
azabache giraba sobre sí mismo mientras pendía de la cadena que lo
sostenía formando ondas en el aire a la vez que la preciada arena de
su interior se agitaba de un extremo a otro. Khaden observó
detenidamente cada grabado, cada parte de ese exquisito y delicado
artefacto e incluso cada cicatriz o marca que parecía haber recibido
a lo largo de su existencia. Podría haber estado así durante horas,
recreándose en la originalidad del mismo, sin embargo los
impacientes y sonoros pasos de Faby le obligaron a salir de su
ensimismamiento nuevamente.
El humano de cabellos castaños y barba
poblada dejó por unos instantes la reliquia en la mesa mientras se
detenía a examinar a cada uno de sus compañeros. El combate del día
anterior no había sido tan nefasto como era de esperar, sin embargo
las bajas habían golpeado brutalmente la moral del grupo. Isnalar y
Licaia ya no estaban entre ellos, al menos no del todo, ya que sus
almas estaban en posesión de la archienemiga más poderosa y letal
que ha tenido la orden. En cuanto al resto de los miembros que
componían el escuadrón, no estaban en mejor estado. Jace intentaba
sanar al joven paladín de cabellos dorados que había caído exhausto
y permanecía con el cuerpo paralizado tras la batalla, mientras que Ireli lograba
recomponerse y aliviar las numerosas heridas que había sufrido el
huargen mercenario. El mismo mago estaba completamente agotado, pero
intentaba dar la impresión de mantener todo bajo control y mantener la compostura, cosa que quedaba bastante lejos de la realidad. Tan
solo había una persona que desencajaba completamente con aquel
paisaje plagado de desánimo y derrota, Faby. Durante horas no había
dejado de caminar, sin detenerse ni un solo segundo, inquieta y
preocupada a partes iguales por el devenir de aquella a quien amaba
que ahora se encontraba en la peor de las situaciones posibles.
Posiblemente culparía a Khaden de lo ocurrido, pensó el mago, y
puede que estuviera en lo cierto, así que decidió encender la mecha
y terminar cuanto antes con lo que le esperaba. Seguramente sería en
ese momento lo que la paladina más ansiaba en el mundo, a excepción
de regresar con su pareja.
-Faby deberías tranquilizarte...-dijo
Khaden consiguiendo que no quebrara su voz en el intento.
Las palabras del humano fueron
sabiamente escogidas. Quizás algunas ramas de la magia no fueran su
fuerte como el ilusionismo o la piromancia, también era más que
probable que hubieran muchos asuntos en el mundo y a su alrededor que
escapaban a su alcance, pero si Khaden era experto en algo era en
lograr sacar de quicio a una mujer, ya que sabía que armas tomar en
cada situación para aprovecharla y usarla a su favor. No hacía
falta poseer un talismán para prever lo que ocurriría a
continuación.
-¡¿Que me calme?! ¡¿Que me calme
dices?! ¡Cómo demonios voy a calmarme! ¿Es que no has visto lo
mismo que nosotros? ¡Se ha llevado a Isnalar, en nuestras narices!
Mientras que lo único que hiciste fue obligarnos a dejarlas allí...
-Isnalar y Licaia sabían a lo que se
atenían, ambas son bastante mayorcitas como para...
-¡Espero que estés bromeando! Porque
como hables en serio juro que te mataré con mis propias manos como
le suceda algo...-interrumpió la paladina mientras se encaraba con
el mago con su rostro lleno de ira.
El resto del grupo permaneció abrumado
y en silencio sin mencionar palabra.
-Gritando no ayudarás a recuperarlas.
Yo no soy tu enemigo Faby, tu también estabas allí, si Isnalar ha
caído también ha sido por tu culpa... podrías haber evit...
La bofetada sonó como un gran
chasquido que retumbó por toda la sala en la que se encontraban, y
segundos después la paladina abandonó la torre para descargar su
frustración fuera de las cavernas. Había dolido más de lo que se
había imaginado, pero aún así había conseguido lo que quería que
no era más que pensar tranquilamente sin presión alguna. Ireli terminó de sanar
uno de los numerosos rasguños de la frente de Brandon antes de ir
hasta donde se encontraba el mago.
-Khaden, ¿Es cierto eso que has dicho?
-¿A qué te refieres Ireli?
-A lo de que... también es culpa
nuestra que las hayamos perdido....-dijo la joven con la voz
temblorosa mientras cruzaba los dedos de las manos y tomaba una
expresión de pesar alrededor de su rostro.
-Claro que no Ireli. Habéis hecho más
de lo que jamás hubiera esperado.-confesó mientras sonreía a sus aprendices.
-Siento no haber podido hacer más...
yo... -Ireli se tomó unos segundos antes de continuar.- Tenías
razón Khaden, quizás no estemos preparados... esto ha sido mucho
más duro que los entrenamientos.
-Ireli no te preocupes, todo se
solucionará. Nuestra misión era conseguir el talismán y ya lo
tenemos, será solo cuestión de tiempo que liberemos a nuestras
compañeras.
Ireli asintió y volvió junto a
Brandon para seguir sanándolo.
Khaden observó detenidamente a Ireli y
recordó que distaba mucho de la misma joven que había conocido
tiempo atrás. Aunque tras los últimos meses la joven paladina había
progresado a grandes rasgos, su actitud, su tenacidad e incluso su
poder no eran siquiera un asomo a la Ireli que provenía del futuro.
Quizás todos se habían dado cuenta ya, o puede que no hubiera
recaído antes, pero Ireli era sin lugar a duda la más débil del
grupo. Sin embargo... por eso mismo todos la protegían, cualquiera
de sus compañeros era capaz de sacrificar su vida y su alma por
protegerla de un duro golpe.
El mago frunció el ceño mientras su
mente cavilaba rápidamente a la vez que se ponía de nuevo en pie
recogiendo el valioso talismán de la mesa donde lo había depositado
segundos antes.
-Ireli, acércate un momento.-ordenó
Khaden con tono y semblante serio a lo que la joven obedeció
rápidamente. Ireli permaneció ante su maestro esperando
instrucciones, y sin mediar palabra éste colgó del cuello de la joven el
poderoso talismán.- He decidido que hasta que el guardián regrese
de Draenor, tu portarás el talismán.
Tanto Ireli como el resto de sus
compañeros enmudecieron. La joven no lograba entender el por qué de
esa decisión, sabiendo que aunque sus padres eran miembros
respetables dentro de la Orden, eso no tenía relevancia alguna en
ese preciso momento con su estatus dentro de ella.
-Pero Khaden...
-Tan solo espero que entiendas la
importancia de cargar con ese singular objeto.
-Claro pero...
-Khaden, ¿Estás seguro de lo que
haces? Llevar eso es bastante peligroso...e Ireli... es muy joven...
-No voy a engañarte Ireli.-dijo el
mago convencido de sus palabras evitando así que Brandon tuviera que
soltar aquello que muchos pensaban.-Quizás tu seas la más débil de
todos nosotros.-confesó intentando no desanimar a su aprendiz.- Pero
es por eso que nadie esperará que tu lo lleves.
El mercenario enarcó una ceja sin
saber si lo que el mago estaba haciendo era una genialidad o por el
contrario una locura.
-El grupo ya te protege a ti más que a
nadie,... y los enemigos pensarán que soy yo quien lo lleva. Así
que no tienes de qué preocuparte. Escóndelo bajo tu armadura y si las cosas se tuercen... echa a correr.
Ireli asintió sin estar muy
convencida.
-¿Qué es lo que... tengo que hacer
con él?-preguntó fijando la mirada en el artefacto.
-Por ahora protegerlo... y bueno, es
hora de que sepamos como terminará todo esto, así que deberías
tener tu primera visión.
-¿Visión? Pero... Khaden yo no sé
como... y si...
-Tranquila Ireli, no te va a pasar
nada...
-¿Pero no hubo un guardián que murió
al usar el talismán?-insistió la paladina.
-¿De donde has sacado eso?
-Del libro que nos diste para que
leyéramos...
-Cierto, viene después del capítulo
en el que cuentan como matan a una joven guardiana, una sacerdotisa.-
dijo Brandon con tono jocoso recalcando las palabras "joven
guardiana".
-De eso hace mucho, ya el talismán no
hace eso... creo. Bueno si ves que corres peligro intenta salir de la
visión.
-Pero no sé hacerlo...
-Ireli tu solo... concéntrate, intenta
ver el futuro, piensa en Kashadia, en lo ocurrido y en saber como
termina todo.
La joven asintió dubitativamente
recorriendo con la mirada los rostros de su maestro, de Brandon e
incluso de su primo Jace que esperaba expectante a que sucediese algo
especial.
Ireli contempló el talismán,
sujetándolo entre sus menudas y delicadas manos a la vez que
analizaba cada recoveco del misterioso artefacto. Intentó serenarse,
quizás le hubiese venido bien en estos momentos los consejos que le
había brindado su amiga Lynnette, pero ahora mismo estaba demasiado
agobiada como para que surgiera efecto. Una y otra vez intentó
buscar la forma de activarlo, de poder hacer aquello que el resto
esperaba, pero no conseguía ningún fruto, así que comenzó a
pensar en sus enemigos, en esa elfa con forma de espíritu a la que
se habían enfrentado la noche anterior, y aunque nada pareció
cambar en un primer momento, Ireli observó como la arena del
talismán comenzó a brillar poco a poco. Sintió de repente una
sensación difícil de describir, como si su cuerpo quedara atrás y
su mente se moviera sola. Las paredes de piedra de la torre e incluso
las mesas, sillas y sus compañeros comenzaron a tornarse oscuros,
desapareciendo en cuestión de un leve instante. Todo a su alrededor
parecía ser absorbido por un vórtice oscuro tiñendo del mismo color
aquello que tocara, hasta que sin previo aviso todo se detuvo. A su
alrededor comenzó a brotar un nuevo paisaje, un nuevo lugar con todo
lo que conllevaba. Ireli se sintió algo mareada al ver como los
objetos, paredes, suelo e incluso el techo de la casa donde ahora
estaba tomaba lugar lentamente.
Aquello que se había prolongado
durante algunos segundos a Ireli le pareció una eternidad. Respiró
hondo mientras intentaba averiguar donde se encontraba, cosa que le
resultó demasiado fácil a la vez que gratificante. Las paredes de
piedra y el calor intacto del lugar denotaba que se encontraba en
Forjaz, no era la casa de su tío pero sin duda esos diminutos
habitáculos con techos bajos eran de la ciudad de los enanos.
Examinó cada detalle de la sala en la que había aparecido, las
numerosas estanterías repletas de libros y algún que otro cuadro o
alfombra le resultaban familiar, pero no lograba averiguar la
procedencia aún.
En una de las mesas había un pequeña
caja de madera con forma de cofre que poseía varios tallados
alrededor de los bordes que recorrían en forma de ondas y esferas la
totalidad de la misma. Ireli no pudo evitar verse atraída por la
curiosidad que desprendía. Se acercó lentamente, templando cada paso
hasta encontrarse frente al contenedor, que se hallaba cerrado
únicamente con la parte superior que lo protegía. Sus delgados
dedos abrieron lentamente la caja a la misma vez que sus ojos verdes
amarronados se abrían como platos ante lo que descansaba en su
interior, un cristal cárdeno permanecía inerte sobre un pequeña
almohadilla de color corinto. Ireli sintió un escalofrío al verlo.
Posiblemente no lo había visto antes en su corta vida, pero le bastó
lo suficiente como para saber de qué se trataba. Un melódico
susurro cruzó por su mente imprevistamente.
-¿Te gusta el cristal?-susurró una
voz que parecía provenir de su interior.
-Kashadia...
-Vaya... veo que me conoces... chica
lista...
-La Orden... la ha vuelto a
encerrar...-presumió la joven sin despegarse del cristal.
-¿Cómo... te encerraron? ¿Cómo lo
lograron?
-Quizás no sepas tanto como parece...
realmente...¿Ansías saberlo?
-Sí, dime como te
encerraron.-respondió la joven rápidamente
-Entonces... liberarme... ayúdame a
salir de aquí y...
-¡Que te lo has creído!-interrumpió
Ireli mientras cerraba la caja de golpe enmudeciendo los susurros de
su interior.
Unas voces llamaron la atención de
Ireli, que acto seguido se acercó lentamente hasta el marco de la puerta. En la
sala contigua se alzaba una especie de discusión entre varios
miembros de la Orden. Su posición no le dejaba ver mucho pero
reconoció la voz de Khaden entre ellas y rápidamente intentó
concentrarse para oír de qué hablaban.
-Si protegemos el cristal como hasta
ahora... volverá a ocurrir lo mismo.- parecía decir Khaden.
-Eso lo sé, solo digo que... quizás
dividirlo en más trozos nos daría más tiempo. Quizás podrían
pasar años hasta que los encontraran de nuevo...-decía un hombre de
barba y cabello rubio.
-Tu mismo lo has dicho Garrett, lo
encontrarán de nuevo, es solo retrasar lo inevitable. Lo que yo
propongo es dividirlo en más trozos y que sea custodiado como lo ha
sido hasta ahora.
-¿Y poner a más miembros de la Orden
en peligro?- interrumpió un huargen- Ya bastante riesgo he corrido
como para otorgar esa carga a más gente.
Ireli se asomó un poco más para ver
al robusto huargen que acababa de hablar y paseaba por la sala inquieto. Nada más verlo sintió
como si ya lo hubiera visto antes y tras recorrer con la mirada el
resto de la casa reconoció quien era. Es el padre de Caleb, murmuró
para sus adentros.
-Traed el cristal.- ordenó Khaden.
Ireli se sobresaltó al oír esas
palabras, miró a su alrededor buscando un lugar donde esconderse
pero era inútil. No sabía si podía existir alguna consecuencia si la
descubrían pero fue entonces cuando cayó en la cuenta de que estaba
dentro de una visión. Rápidamente cogió el talismán entre sus manos
e imploró abandonar ese lugar. Como había ocurrido anteriormente,
todo a su alrededor volvió a desaparecer como si acabara de
esfumarse el sueño de la noche anterior dejando en manos de la
joven las respuestas a sus más anheladas inquietudes.