martes, 14 de abril de 2015

Un porvenir incierto


El talismán metálico de color azabache giraba sobre sí mismo mientras pendía de la cadena que lo sostenía formando ondas en el aire a la vez que la preciada arena de su interior se agitaba de un extremo a otro. Khaden observó detenidamente cada grabado, cada parte de ese exquisito y delicado artefacto e incluso cada cicatriz o marca que parecía haber recibido a lo largo de su existencia. Podría haber estado así durante horas, recreándose en la originalidad del mismo, sin embargo los impacientes y sonoros pasos de Faby le obligaron a salir de su ensimismamiento nuevamente.

El humano de cabellos castaños y barba poblada dejó por unos instantes la reliquia en la mesa mientras se detenía a examinar a cada uno de sus compañeros. El combate del día anterior no había sido tan nefasto como era de esperar, sin embargo las bajas habían golpeado brutalmente la moral del grupo. Isnalar y Licaia ya no estaban entre ellos, al menos no del todo, ya que sus almas estaban en posesión de la archienemiga más poderosa y letal que ha tenido la orden. En cuanto al resto de los miembros que componían el escuadrón, no estaban en mejor estado. Jace intentaba sanar al joven paladín de cabellos dorados que había caído exhausto y permanecía con el cuerpo paralizado tras la batalla, mientras que Ireli lograba recomponerse y aliviar las numerosas heridas que había sufrido el huargen mercenario. El mismo mago estaba completamente agotado, pero intentaba dar la impresión de mantener todo bajo control y mantener la compostura, cosa que quedaba bastante lejos de la realidad. Tan solo había una persona que desencajaba completamente con aquel paisaje plagado de desánimo y derrota, Faby. Durante horas no había dejado de caminar, sin detenerse ni un solo segundo, inquieta y preocupada a partes iguales por el devenir de aquella a quien amaba que ahora se encontraba en la peor de las situaciones posibles. Posiblemente culparía a Khaden de lo ocurrido, pensó el mago, y puede que estuviera en lo cierto, así que decidió encender la mecha y terminar cuanto antes con lo que le esperaba. Seguramente sería en ese momento lo que la paladina más ansiaba en el mundo, a excepción de regresar con su pareja.

-Faby deberías tranquilizarte...-dijo Khaden consiguiendo que no quebrara su voz en el intento.

Las palabras del humano fueron sabiamente escogidas. Quizás algunas ramas de la magia no fueran su fuerte como el ilusionismo o la piromancia, también era más que probable que hubieran muchos asuntos en el mundo y a su alrededor que escapaban a su alcance, pero si Khaden era experto en algo era en lograr sacar de quicio a una mujer, ya que sabía que armas tomar en cada situación para aprovecharla y usarla a su favor. No hacía falta poseer un talismán para prever lo que ocurriría a continuación.

-¡¿Que me calme?! ¡¿Que me calme dices?! ¡Cómo demonios voy a calmarme! ¿Es que no has visto lo mismo que nosotros? ¡Se ha llevado a Isnalar, en nuestras narices! Mientras que lo único que hiciste fue obligarnos a dejarlas allí...
-Isnalar y Licaia sabían a lo que se atenían, ambas son bastante mayorcitas como para...
-¡Espero que estés bromeando! Porque como hables en serio juro que te mataré con mis propias manos como le suceda algo...-interrumpió la paladina mientras se encaraba con el mago con su rostro lleno de ira.
El resto del grupo permaneció abrumado y en silencio sin mencionar palabra.

-Gritando no ayudarás a recuperarlas. Yo no soy tu enemigo Faby, tu también estabas allí, si Isnalar ha caído también ha sido por tu culpa... podrías haber evit...

La bofetada sonó como un gran chasquido que retumbó por toda la sala en la que se encontraban, y segundos después la paladina abandonó la torre para descargar su frustración fuera de las cavernas. Había dolido más de lo que se había imaginado, pero aún así había conseguido lo que quería que no era más que pensar tranquilamente sin presión alguna. Ireli terminó de sanar uno de los numerosos rasguños de la frente de Brandon antes de ir hasta donde se encontraba el mago.

-Khaden, ¿Es cierto eso que has dicho?
-¿A qué te refieres Ireli?
-A lo de que... también es culpa nuestra que las hayamos perdido....-dijo la joven con la voz temblorosa mientras cruzaba los dedos de las manos y tomaba una expresión de pesar alrededor de su rostro.
-Claro que no Ireli. Habéis hecho más de lo que jamás hubiera esperado.-confesó mientras sonreía a sus aprendices.
-Siento no haber podido hacer más... yo... -Ireli se tomó unos segundos antes de continuar.- Tenías razón Khaden, quizás no estemos preparados... esto ha sido mucho más duro que los entrenamientos.
-Ireli no te preocupes, todo se solucionará. Nuestra misión era conseguir el talismán y ya lo tenemos, será solo cuestión de tiempo que liberemos a nuestras compañeras.
Ireli asintió y volvió junto a Brandon para seguir sanándolo.

Khaden observó detenidamente a Ireli y recordó que distaba mucho de la misma joven que había conocido tiempo atrás. Aunque tras los últimos meses la joven paladina había progresado a grandes rasgos, su actitud, su tenacidad e incluso su poder no eran siquiera un asomo a la Ireli que provenía del futuro. Quizás todos se habían dado cuenta ya, o puede que no hubiera recaído antes, pero Ireli era sin lugar a duda la más débil del grupo. Sin embargo... por eso mismo todos la protegían, cualquiera de sus compañeros era capaz de sacrificar su vida y su alma por protegerla de un duro golpe.

El mago frunció el ceño mientras su mente cavilaba rápidamente a la vez que se ponía de nuevo en pie recogiendo el valioso talismán de la mesa donde lo había depositado segundos antes.

-Ireli, acércate un momento.-ordenó Khaden con tono y semblante serio a lo que la joven obedeció rápidamente. Ireli permaneció ante su maestro esperando instrucciones, y sin mediar palabra éste colgó del cuello de la joven el poderoso talismán.- He decidido que hasta que el guardián regrese de Draenor, tu portarás el talismán.

Tanto Ireli como el resto de sus compañeros enmudecieron. La joven no lograba entender el por qué de esa decisión, sabiendo que aunque sus padres eran miembros respetables dentro de la Orden, eso no tenía relevancia alguna en ese preciso momento con su estatus dentro de ella.

-Pero Khaden...
-Tan solo espero que entiendas la importancia de cargar con ese singular objeto.
-Claro pero...
-Khaden, ¿Estás seguro de lo que haces? Llevar eso es bastante peligroso...e Ireli... es muy joven...
-No voy a engañarte Ireli.-dijo el mago convencido de sus palabras evitando así que Brandon tuviera que soltar aquello que muchos pensaban.-Quizás tu seas la más débil de todos nosotros.-confesó intentando no desanimar a su aprendiz.- Pero es por eso que nadie esperará que tu lo lleves.
El mercenario enarcó una ceja sin saber si lo que el mago estaba haciendo era una genialidad o por el contrario una locura.
-El grupo ya te protege a ti más que a nadie,... y los enemigos pensarán que soy yo quien lo lleva. Así que no tienes de qué preocuparte. Escóndelo bajo tu armadura y si las cosas se tuercen... echa a correr.
Ireli asintió sin estar muy convencida.
-¿Qué es lo que... tengo que hacer con él?-preguntó fijando la mirada en el artefacto.
-Por ahora protegerlo... y bueno, es hora de que sepamos como terminará todo esto, así que deberías tener tu primera visión.
-¿Visión? Pero... Khaden yo no sé como... y si...
-Tranquila Ireli, no te va a pasar nada...
-¿Pero no hubo un guardián que murió al usar el talismán?-insistió la paladina.
-¿De donde has sacado eso?
-Del libro que nos diste para que leyéramos...
-Cierto, viene después del capítulo en el que cuentan como matan a una joven guardiana, una sacerdotisa.- dijo Brandon con tono jocoso recalcando las palabras "joven guardiana".
-De eso hace mucho, ya el talismán no hace eso... creo. Bueno si ves que corres peligro intenta salir de la visión.
-Pero no sé hacerlo...
-Ireli tu solo... concéntrate, intenta ver el futuro, piensa en Kashadia, en lo ocurrido y en saber como termina todo.
La joven asintió dubitativamente recorriendo con la mirada los rostros de su maestro, de Brandon e incluso de su primo Jace que esperaba expectante a que sucediese algo especial.

Ireli contempló el talismán, sujetándolo entre sus menudas y delicadas manos a la vez que analizaba cada recoveco del misterioso artefacto. Intentó serenarse, quizás le hubiese venido bien en estos momentos los consejos que le había brindado su amiga Lynnette, pero ahora mismo estaba demasiado agobiada como para que surgiera efecto. Una y otra vez intentó buscar la forma de activarlo, de poder hacer aquello que el resto esperaba, pero no conseguía ningún fruto, así que comenzó a pensar en sus enemigos, en esa elfa con forma de espíritu a la que se habían enfrentado la noche anterior, y aunque nada pareció cambar en un primer momento, Ireli observó como la arena del talismán comenzó a brillar poco a poco. Sintió de repente una sensación difícil de describir, como si su cuerpo quedara atrás y su mente se moviera sola. Las paredes de piedra de la torre e incluso las mesas, sillas y sus compañeros comenzaron a tornarse oscuros, desapareciendo en cuestión de un leve instante. Todo a su alrededor parecía ser absorbido por un vórtice oscuro tiñendo del mismo color aquello que tocara, hasta que sin previo aviso todo se detuvo. A su alrededor comenzó a brotar un nuevo paisaje, un nuevo lugar con todo lo que conllevaba. Ireli se sintió algo mareada al ver como los objetos, paredes, suelo e incluso el techo de la casa donde ahora estaba tomaba lugar lentamente.

Aquello que se había prolongado durante algunos segundos a Ireli le pareció una eternidad. Respiró hondo mientras intentaba averiguar donde se encontraba, cosa que le resultó demasiado fácil a la vez que gratificante. Las paredes de piedra y el calor intacto del lugar denotaba que se encontraba en Forjaz, no era la casa de su tío pero sin duda esos diminutos habitáculos con techos bajos eran de la ciudad de los enanos. Examinó cada detalle de la sala en la que había aparecido, las numerosas estanterías repletas de libros y algún que otro cuadro o alfombra le resultaban familiar, pero no lograba averiguar la procedencia aún.

En una de las mesas había un pequeña caja de madera con forma de cofre que poseía varios tallados alrededor de los bordes que recorrían en forma de ondas y esferas la totalidad de la misma. Ireli no pudo evitar verse atraída por la curiosidad que desprendía. Se acercó lentamente, templando cada paso hasta encontrarse frente al contenedor, que se hallaba cerrado únicamente con la parte superior que lo protegía. Sus delgados dedos abrieron lentamente la caja a la misma vez que sus ojos verdes amarronados se abrían como platos ante lo que descansaba en su interior, un cristal cárdeno permanecía inerte sobre un pequeña almohadilla de color corinto. Ireli sintió un escalofrío al verlo. Posiblemente no lo había visto antes en su corta vida, pero le bastó lo suficiente como para saber de qué se trataba. Un melódico susurro cruzó por su mente imprevistamente.

-¿Te gusta el cristal?-susurró una voz que parecía provenir de su interior.
-Kashadia...
-Vaya... veo que me conoces... chica lista...
-La Orden... la ha vuelto a encerrar...-presumió la joven sin despegarse del cristal.
-Encerrada en un cuerpo... encerrada en un cristal... apenas existe diferencia alguna...
-¿Cómo... te encerraron? ¿Cómo lo lograron?
-Quizás no sepas tanto como parece... realmente...¿Ansías saberlo?
-Sí, dime como te encerraron.-respondió la joven rápidamente
-Entonces... liberarme... ayúdame a salir de aquí y...
-¡Que te lo has creído!-interrumpió Ireli mientras cerraba la caja de golpe enmudeciendo los susurros de su interior.

Unas voces llamaron la atención de Ireli, que acto seguido se acercó lentamente hasta el marco de la puerta. En la sala contigua se alzaba una especie de discusión entre varios miembros de la Orden. Su posición no le dejaba ver mucho pero reconoció la voz de Khaden entre ellas y rápidamente intentó concentrarse para oír de qué hablaban.

-Si protegemos el cristal como hasta ahora... volverá a ocurrir lo mismo.- parecía decir Khaden.
-Eso lo sé, solo digo que... quizás dividirlo en más trozos nos daría más tiempo. Quizás podrían pasar años hasta que los encontraran de nuevo...-decía un hombre de barba y cabello rubio.
-Tu mismo lo has dicho Garrett, lo encontrarán de nuevo, es solo retrasar lo inevitable. Lo que yo propongo es dividirlo en más trozos y que sea custodiado como lo ha sido hasta ahora.
-¿Y poner a más miembros de la Orden en peligro?- interrumpió un huargen- Ya bastante riesgo he corrido como para otorgar esa carga a más gente.

Ireli se asomó un poco más para ver al robusto huargen que acababa de hablar y paseaba por la sala inquieto. Nada más verlo sintió como si ya lo hubiera visto antes y tras recorrer con la mirada el resto de la casa reconoció quien era. Es el padre de Caleb, murmuró para sus adentros.

-Traed el cristal.- ordenó Khaden.


Ireli se sobresaltó al oír esas palabras, miró a su alrededor buscando un lugar donde esconderse pero era inútil. No sabía si podía existir alguna consecuencia si la descubrían pero fue entonces cuando cayó en la cuenta de que estaba dentro de una visión. Rápidamente cogió el talismán entre sus manos e imploró abandonar ese lugar. Como había ocurrido anteriormente, todo a su alrededor volvió a desaparecer como si acabara de esfumarse el sueño de la noche anterior dejando en manos de la joven las respuestas a sus más anheladas inquietudes.