domingo, 5 de abril de 2015

Preciosos momentos - De la Orden Eterna a Dani.

La arena crujía bajo los pies de las dos figuras sobre las que soplaba una suave brisa, que provenía de los túneles que llevaban al caluroso desierto de Tanaris. En las arenosas cavernas reinaba la calma y el silencio. Incluso, por una vez, el aprendiz no preguntaba a su maestro.

- Vamos por la quinta vuelta al reloj de arena y aún no has abierto la boca, Garrett. – Hizo notar Nizdorni, sobresaltando a su ensimismado alumno. - ¿Acaso no tienes nada que preguntarme? Por lo normal no dudas en asaltarme con todas tus incógnitas.

- Perdón, maestra. Esta noche no he conseguido conciliar el sueño y me encuentro un poco alicaído. – Respondió el joven Garrett aún con la vista fija en la arena bajo sus pies.

Tras un breve silencio la dragona siguió.

- ¿Qué es lo que te preocupa?

Garrett emitió un sonoro suspiro, levantó la vista y soltó aquello que le mantenía intranquilo:

- ¿Por qué hacemos todo esto? Es decir. Trabajamos para que todo hecho en el tiempo suceda como ha de suceder. Y si hacemos bien nuestro trabajo, nadie sabrá nunca que hemos actuado. En estas cavernas se salva la realidad en cada momento y nadie se da cuenta de ello. En cambio el más mínimo fallo puede suponer la destrucción del mundo. Y por otro lado está el hecho que parece que cada momento del tiempo que se corrige crea otra distorsión más adelante.


La dragona en forma de gnoma miró con ternura a su aprendiz. No era infrecuente que los caminantes del tiempo tuvieran estos ataques de melancolía de vez en cuando, pero aún así a Nizdorni le seguía fascinando la necesidad constante de una palmadita en la espalda de los mortales. Las razas mortales estaban ligadas a sus emociones y eso influía con su rendimiento. Era por eso que…

Nizdorni se paró en seco, rompiendo el ritual diario de las siete vueltas alrededor del reloj.

Garrett miró inquieto a su maestra, temiendo haber desatado su enfado al decir algo indebido. Esperando algún tipo de reprimenda miró a los grandes ojos de su maestra que penetraban en su alma mientras ella hacía lo propio con los suyos.

- Humanos… Tenéis el espíritu tan fuerte y sin embargo tan frágil ante vuestras propias emociones… Ven conmigo.

Garrett siguió a la dragona con grandes zancadas para igualar el vivaz paso de la broncínea. Se detuvieron frente a una columna de rocas que separaba dos cavidades de las inmensas cavernas. Una columna que pasaría desapercibida si no la buscara alguien que ya supiera que estaba allí.

Nizdorni se subió a unas rocas para alcanzar con un dedo una pequeña piedra pulida que sobresalía entre las demás. De repente la roca a su alrededor se convirtió en arena, revelando así un pequeño hueco en la columna. La dragona metió la mano y sacó un pequeño orbe dorado que mostró a su aprendiz.

Garrett examinó el orbe con curiosidad. Era, de hecho, una esfera de cristal aparentemente rellena de arena, con unas decoraciones doradas de dragones.

Nizdorni habló mientras su alumno examinaba el artefacto.

- Una de las primeras… pruebas que se os hace a los caminantes del tiempo es mostrarles un fragmento de su futuro. Eso suele ser suficiente para inspirarlos y motivarlos. Al menos durante un tiempo. Sin embargo los corazones mortales son volubles y tienden a perder la orientación de vez en cuando. Por eso los dragones del vuelo bronce creamos esto…

La maestra agarró la pierna de su aprendiz con una mano y a continuación apretó un botón de la esfera, camuflado bajo la forma de la cabeza de un dragón. De repente la arena a su alrededor empezó a temblar, cómo si una estampida de mamuts lanudos de las tundras de Rasganorte se acercara. Con un estruendo abrumador una ráfaga de viento levantó esa misma arena, formando muros alrededor de la pareja.

Aunque pillado por sorpresa, Garrett no se sorprendió. Ya se había habituado a este tipo de efectos de la magia del vuelo bronce. Cuando los muros de arena cayeron ya no estaban en las cavernas del tiempo. Se encontraban en una sala algo estrecha pero a la vez enorme. Si bien los siete muros estaban cerca los unos de los otros, Garrett no pudo llegar a vislumbrar el techo. El suelo era arena pero se notaban un suelo duro. En el centro de la sala había una gran fuente, pero en vez de agua contenía arena. Frente a la fuente había un altar plano de piedra con motivos de dragones decorándolo. Las siete paredes estaban iluminadas por antorchas y repletas de estanterías que subían hasta perderse en la infinitud de la sala. No había puertas ni ventanas, por lo que daba la sensación de hallarse bajo tierra.

- ¿Dónde estamos? – Preguntó Garrett intrigado. - ¿Y cuándo?

- Por una vez esas preguntas no importan. – Dijo la dragona sonriendo.- Éste es un mundo que ha muerto. Los dragones del vuelo no pudimos salvarlo así que le dimos un último uso antes de que desapareciera por completo. Lo comprimimos y replegamos sobre si mismo y lo almacenamos dentro de un bolsillo atemporal, fuera de todo tiempo y espacio. No estamos en ninguna parte ni en ningún tiempo. – La maestra hizo una pausa mientras paseaba frente a las estanterías. – Más adelante, (o atrás, ya sabes como funciona esto,) con la incorporación de los caminantes del tiempo a la causa del vuelo surgió la necesidad mortal de… tener apoyo moral. – Se paró y volvió a su aprendiz. – Así que les entregamos este espacio vacío dónde empezaron a almacenar recuerdos preciosos, momentos de su vida que querían recordar, las palabras de ánimo que sabían que podían llegar a necesitar oír…

Garrett se acercó a las estanterías y examino de cerca las urnas doradas que descansaban sobre ellas. Tenían una decoración similar al artefacto que habían usado para llegar allí, pero el contenido de estas parecía ser una mezcla de arena y niebla. El caminante del tiempo observó a su alrededor impresionado. Cada estantería contenía siete urnas pero el numero de estanterías era incontable.

- ¿Entonces estas urnas… Contienen los recuerdos de los caminantes del tiempo?

- Así es. Cada caminante tiene una Urna de Arena y sólo él puede acceder a ella.

- ¿Voy a tener una yo?

La dragona suspiró.

- ¿Acaso no me escuchas? Este sitio es un bolsillo atemporal. Aquí se accede desde todos los momentos de nuestra línea temporal. Tú YA tienes tu Urna de Arena. Y está lista para que le eches un ojo. Seguramente la llenarás de tus buenos momentos a lo largo de tu vida. De todo aquello que creas que merezca ser recordado. Y ya puedes acceder a todo eso.

- ¡Pero conocer esa información puede alterar mis actos sobre la línea temporal! ¿Cómo permite el Vuelo Bronce que existan estas urnas?

- No creas que no se pensó en ello. Es por eso que al salir de esta sala no recordarás nada de lo que hayas visto u oído en la urna. Sin embargo seguirás con la sensación de ánimo y felicidad que te transmitan los recuerdos.

Garrett asintió, comprendiendo el mecanismo y propósito de esa sala.

- Pon la mano aquí. – Explicó la dragona, señalando el altar de piedra frente a la fuente de arena.

El caminante del tiempo obedeció, colocando la palma de su mano sobre la fría piedra. Las arenas de la fuente se removieron; y de entre ellas emergió una urna dorada como las demás. El joven la cogió y la puso sobre el altar.

- Tómate tu tiempo. – Se despidió la dragona sonriendo. – Para salir simplemente deja la urna de nuevo en la fuente y toca el botón de la cabeza del dragón, igual que para venir. – La maestra se alejó un poco de su alumno. – Te dejaré intimidad.

Dejó la esfera en el suelo y apretó el botón de la cabeza del dragón. Un instante después desapareció frente a los ojos de Garrett, convertida en una ráfaga de arena que ascendió hasta el infinito techo.

Garrett suspiró. Su desánimo se había evaporado, sustituido por una tremenda curiosidad. Abrió la urna sin saber demasiado como activar los recuerdos que almacenaba. La niebla y la arena se arremolinaban en su interior reflejando destellos dorados y blancos. El joven caminante del tiempo metió una mano y extrajo un puñado de arena. Una neblina parecía unida a cada grano de arena y seguía alrededor de éstos incluso cuando los vertió de su mano sobre el altar delicadamente.

Desconociendo como actuar puso su mano sobre el montoncito de arena. Al instante la niebla se expandió frente a él, mostrando una ráfaga de caras y paisajes en rápida sucesión envueltos en un humo neblinoso. Garrett retiró la mano sobresaltado por la celeridad de las imágenes. Comprendiendo mejor el mecanismo, alisó la montaña de arena y pasó su dedo por encima de cada grano individualmente. Esta vez las imágenes pasaron más lentamente, avanzando a la par que su dedo tocaba otro grano de arena.

Garrett navegó entre los recuerdos de su futuro yo. Visitó lugares preciosos, momentos felices, heroicos y emotivos. Entonces encontró un pequeño cúmulo de granos que parecían unidos por algún tipo de magnetismo. Al rozarlo con su dedo empezaron a aparecer rostros frente a sí. Algunos aún desconocidos, otros que ya había visto en otros recuerdos. Estos rostros parecían hablarle directamente a él:

- Marther Strang: Garrett, ¿Qué te puedo decir? - le mira fijamente a los ojos - Es algo que tú mismo puedes ver. - Mueve el brazo señalando al resto. - Has conseguido mantener a salvo a todos los miembros de la orden y que ésta prospere. Es cierto que hemos tenido malos momentos... - Dice comprensivo. - Los cuales nos han hecho más fuertes y has conseguido mantener la compostura. Eres el mejor guardián que ha tenido la orden, y sin duda seguirá siendo así durante mucho tiempo. No debes dudar ante el hecho de que conseguirás llevar a la orden, y sobre todo a sus miembros, a sus mejores momentos, de lo cual debes de sentirte muy satisfecho. Gracias por todo y sigue así.  - Sonríe.

El humo neblinoso se había expandido por la sala y los rostros flotaban alrededor de Garrett.

- James Vandante: ¡Oh no! No te atrevas a decir eso. - Parece hablar con un interlocutor que no aparecía en el recuerdo pero entonces la sensación era que le hablaba directamente a Garrett. - Sabes que si no fuera por Garrett ninguno de nosotros no estaría aquí. No sólo ha sido nuestro guía y líder durante todo este tiempo, también nuestro amigo y consejero. No se ha ocupado sólo de mantenernos vivos si no también de mantenernos unidos. Él es la base sobre la que la orden se cimienta.  Siempre escuchando, siempre tomando las decisiones más sabias y que más le convienen al grupo. Su recta moral nos ha conducido por el camino de la virtud. ¡Pero míranos! Un solo toque de Garrett en tu vida y te conviertes en mejor persona de lo que eras. - El hombre se ríe alegremente.- Esa es su magia.

Una voz llamó la atención de Garrett proveniente de un rostro a su espalda.

- Alice Kyteler: Oh Garrett, estas aquí, justo estaba pensando en ti.

Garrett se gira hacia la bruja con sorpresa, no la esperaba y la interroga con la mirada. Alice sonríe al ver la expresión del paladín.

– No te preocupes, eran buenos pensamientos, recordaba cuando estábamos en Pandaria y teníamos que tomar la decisión de elegir al nuevo guardián entre todos nosotros. Yo lo vi claro desde el primer momento. Fui la única que lo vio tan claro; Eras y sigues siendo la persona idónea para ello. Tuve que convencer a todos y cada uno de los miembros de la Orden de que tú eras el indicado. Con algunos lo tuve realmente fácil, con otros fue algo mas difícil convencerlos pues no querían dar su brazo a torcer sobre sus candidatos. Finalmente la balanza cayó de mi parte, lo había conseguido, había logrado convencer a todos y Garrett seria el nuevo guardián y nuestro guía.

No ha sido fácil, ambos lo sabemos, han habido momentos muy duros y también momentos buenos, pero el destino me ha mostrado que no me he equivoqué en aquel momento. Confié en ti y lo sigo haciendo y siempre te apoyaré.. ¿Lo sabes verdad?

Garrett no respondió, Alice tampoco lo necesitaba, pues vio claramente en el brillo que se empezaba a mostrar en los ojos del paladín, cual era la respuesta, mientras este la miraba.

El joven caminante del tiempo se fijó en otro rostro a su derecha.

- Akuo Vallenorte : ¿Recuerdas cuando estábamos en el palacio de Vicent?-sonríe a Garrett mientras recuerda el pasado- Llegamos a estar al borde de la muerte en un par de situaciones... -baja la cabeza y mantiene la mirada perdida en el horizonte- La que mas sin duda alguna fue cuando hicieron volar en pedazos aquella torre . Fue una sorpresa el verte allí , pero bien recibida . Dijiste que corriésemos , que la torre era peligrosa . Yo tuve mis dudas ¿Sabes?-mira fijamente a Garrett- habíamos resistido y nos habíamos ocultado en esa torre bastante tiempo , a decir verdad era de las pocos lugares seguros próximos al palacio. Terminamos por hacerte caso y logramos llegar rápidamente a unas catacumbas que nos sirvieron de escondite temporal. -mira al cielo tras decirlo- De no haber sido por ti habíamos muerto en esa torre , y, desde entonces luchando a tu lado logré ver tu valía y capacidad. Digno de un héroe... Continuemos esforzándonos tanto como entonces -extiende su brazo derecho y apoya su mano izquierda sobre su bíceps , acto seguido flexiona el derecho y sonríe- No nos daremos por vencidos mientras tu estés con nosotros.

Otro rostro se acercó a Garrett, envuelto en el humo blanco que les otorgaba un aspecto fantasmagórico, y pronunció sus palabras.

-Cireni: Cuando os conocí estaba sola, llena de trristeza y melancolía. Grracias a vosotrros, grracias a ti, ahorra he vuelto a encontrrar mi equilibrio. Erres el mejor jefe que una eterrna exiliada como yo podrría tenerr.

Un rostro perteneciente a una alta y esbelta figura de elfa se aproximó desde el fondo trasmitiendo con la mirada una intensa paz.

-Azurin: Garrett, hijo mío. –Dijo la elfa en un tono suave.-  Mi predilecto se podría decir –añadió-. Vivirás experiencias tan maravillosas como terribles y quizás sientas que debas dejarlo todo de lado y huir, y es en esos momentos cuando has de girarte y mirar hacia todos los que te siguen. Esa gran familia que depende de ti, que confía en ti y que cree que siempre tomarás la más correcta decisión, aunque esta conlleve algo de dolor. Para mi serás el hijo del que sentirme orgullosa, para ellos, un padre, un hermano mayor al que imitar. Ninguno te reprocharemos nada, así que nunca te culpes por lo que nos pase. Nosotros decidimos seguirte bajo toda consecuencia. – La elfa se acerca y toma el rostro del humano con sus etéreas manos y en un lento movimiento le besa la frente tiernamente.- Gracias por guiarnos, y nunca te arrepientas de nada.

La druida vuelve al grupo palideciéndose hasta hacerse completamente traslucida, situándose en el lugar que antes ocupaba. Otra figura más gruesa avanza para llenar el campo de visión del caminante del tiempo. Se trata de un pandaren y el recuerdo del que proviene parece ser una gran fiesta con mucho jolgorio a su alrededor.

-Monlee: Muchas felicidades Garrett. - Aunque parco en palabras, los ojos del pandaren demostraban que cada cosa que salía de su boca lo hacía también de su corazón.-  Un año más que pasa lleno de diversión y alegría. Que dure y lo disfrutes porque hoy es tu día.

Con una amplia sonrisa en su sabio rostro el gran oso blanquinegro se retiró junto a los demás.

El caminante observaba satisfecho todos y a cada uno de sus recuerdos, comprobando que su vida estaba llena de buenos momentos. Se fijó en la montaña de arena que aún quedaba por indagar sobre el altar. Si cada grano de ese montón era un buen recuerdo... Le esperaba una buena vida por delante. Tal y como los rostros de los recuerdos le prometían. Seleccionó al fin un grano de arena que más bien parecía una pequeña piedra brillante y lo acarició con un dedo.

En ese momento una luz cegadora inundó la estancia por completo; la visión de Garrett se nubló, perdiendo toda noción de espacio y tiempo hasta que ésta se fue debilitando poco a poco, dejando ver con más claridad una nueva sala, libre de la niebla y la arena, pues había entrado en el recuerdo y lo vivía como si fuera su yo futuro. La diferencia de iluminación resultó un tanto brusca y el paladín se vio obligado a parpadear varias veces, obligando a sus ojos a acostumbrarse. Lo que vio a continuación le resultó insólito:

¡Iridi!- Gritó Garrett al reconocer a la draenei, vestida tal y como la recordaba desde la última vez que la recordaba. Sin embargo la sala en la que se encontraban le resultaba inquietante; Fragmentos de pared parecían flotar a cámara lenta por toda la estancia, algunos, incluso, llegaban a colisionar entre ellos y tomaban de nuevo direcciones opuestas en el aire, danzando como si estuvieran flotando en el vacío.

-Iridi: Garrett, te estaba esperrando- Susurró la sacerdotisa, a la vez que revelaba su completa cabeza tras bajarse la caperuza.

- ¿Me esperabas, qué ocurre, qué lugar es éste?- Preguntó el humano a la vez que adelantó un paso.

- Este lugar es...erra un lugar que has conocido muy bien...- Una fina mano de la sacerdotisa se posó sobre un extraño altar, cuyas imágenes resultaban ahora casi desconocidas y descoloridas.- Este lugar es Auchindoun. Creí conveniente verte en un lugar tan especial que grracias a ti y a toda la Orrden habéis podido salvar...aunque fuerra en otrro tiempo, en otrro plano...- La draenei quitó la mano del altar y la dejó caer con gracia, haciendo que las largas mangas de su toga la cubrieran casi por completo. - Grracias Garrett, has salvado muchas vidas y has aliviado el dolor de muchos corrazones, pues has evitado que volvamos a repetir los amarrgos recuerrdos...-

El paladín corrió hacia la sacerdotisa, pero dos grandes fragmentos de piedra chocaron justo delante suyo. Cuando alzó la vista, la visión había desaparecido...

La niebla y la arena volvieron a arremolinarse a su alrededor y se dio cuenta que no se había movido de delante del altar.

El caminante de los recuerdos pasó ahí largo rato, disfrutando de cada recuerdo, admirando su futuro hasta que culminó la tarea de ver todo su futuro. Cuando estuvo listo salió tal y como entró.



Nizdorni se apartó de la columna esperando la inminente aparición de su aprendiz. Al ser un bolsillo atemporal, el tiempo no transcurría en ese mundo, por lo que, a ojos de los demás no había pasado ni un segundo entre su ida y su vuelta.

Garrett apareció inmediatamente con una sonrisa en el rostro. Colocó de nuevo el artefacto de cristal en el hueco de la columna y observó como la arena se solidificaba cubriéndola.

Ahora ya sabes como ir en caso de necesitarlo. – Dijo la dragona. Le colocó una pequeña figura, semejante a la urna pero con brazos y piernas, en la mano; el artefacto para transmutar sus recuerdos en arena. – No desdeñes nunca el poder de los recuerdos. Los momentos que crees son únicos y muy especiales. A los caminantes del tiempo se os ofrece la oportunidad de revivirlos cuantas veces queráis. Así que a partir de ahora sigue viviendo con la cabeza alta y sigue creando maravillosos recuerdos.










¡Feliz cumpleaños Dani! Gracias por todo lo que estas haciendo para crear en nosotros maravillosos recuerdos =)


                                                                                                                                                                          Escrito por: Todos