La arena
crujía bajo los pies de las dos figuras sobre las que soplaba una suave brisa,
que provenía de los túneles que llevaban al caluroso desierto de Tanaris. En
las arenosas cavernas reinaba la calma y el silencio. Incluso, por una vez, el
aprendiz no preguntaba a su maestro.
- Vamos por
la quinta vuelta al reloj de arena y aún no has abierto la boca, Garrett. –
Hizo notar Nizdorni, sobresaltando a su ensimismado alumno. - ¿Acaso no tienes
nada que preguntarme? Por lo normal no dudas en asaltarme con todas tus incógnitas.
- Perdón,
maestra. Esta noche no he conseguido conciliar el sueño y me encuentro un poco
alicaído. – Respondió el joven Garrett aún con la vista fija en la arena bajo
sus pies.
Tras un
breve silencio la dragona siguió.
- ¿Qué es lo
que te preocupa?
Garrett
emitió un sonoro suspiro, levantó la vista y soltó aquello que le mantenía
intranquilo:
- ¿Por qué
hacemos todo esto? Es decir. Trabajamos para que todo hecho en el tiempo suceda
como ha de suceder. Y si hacemos bien nuestro trabajo, nadie sabrá nunca que
hemos actuado. En estas cavernas se salva la realidad en cada momento y nadie
se da cuenta de ello. En cambio el más mínimo fallo puede suponer la
destrucción del mundo. Y por otro lado está el hecho que parece que cada
momento del tiempo que se corrige crea otra distorsión más adelante.
La dragona
en forma de gnoma miró con ternura a su aprendiz. No era infrecuente que los
caminantes del tiempo tuvieran estos ataques de melancolía de vez en cuando,
pero aún así a Nizdorni le seguía fascinando la necesidad constante de una
palmadita en la espalda de los mortales. Las razas mortales estaban ligadas a
sus emociones y eso influía con su rendimiento. Era por eso que…
Nizdorni se
paró en seco, rompiendo el ritual diario de las siete vueltas alrededor del
reloj.
Garrett miró
inquieto a su maestra, temiendo haber desatado su enfado al decir algo
indebido. Esperando algún tipo de reprimenda miró a los grandes ojos de su
maestra que penetraban en su alma mientras ella hacía lo propio con los suyos.
- Humanos… Tenéis
el espíritu tan fuerte y sin embargo tan frágil ante vuestras propias
emociones… Ven conmigo.
Garrett
siguió a la dragona con grandes zancadas para igualar el vivaz paso de la
broncínea. Se detuvieron frente a una columna de rocas que separaba dos
cavidades de las inmensas cavernas. Una columna que pasaría desapercibida si no
la buscara alguien que ya supiera que estaba allí.
Nizdorni se
subió a unas rocas para alcanzar con un dedo una pequeña piedra pulida que
sobresalía entre las demás. De repente la roca a su alrededor se convirtió en
arena, revelando así un pequeño hueco en la columna. La dragona metió la mano y
sacó un pequeño orbe dorado que mostró a su aprendiz.
Garrett
examinó el orbe con curiosidad. Era, de hecho, una esfera de cristal
aparentemente rellena de arena, con unas decoraciones doradas de dragones.
Nizdorni
habló mientras su alumno examinaba el artefacto.
- Una de las
primeras… pruebas que se os hace a los caminantes del tiempo es mostrarles un
fragmento de su futuro. Eso suele ser suficiente para inspirarlos y motivarlos.
Al menos durante un tiempo. Sin embargo los corazones mortales son volubles y
tienden a perder la orientación de vez en cuando. Por eso los dragones del
vuelo bronce creamos esto…
La maestra
agarró la pierna de su aprendiz con una mano y a continuación apretó un botón
de la esfera, camuflado bajo la forma de la cabeza de un dragón. De repente la
arena a su alrededor empezó a temblar, cómo si una estampida de mamuts lanudos
de las tundras de Rasganorte se acercara. Con un estruendo abrumador una ráfaga
de viento levantó esa misma arena, formando muros alrededor de la pareja.
Aunque
pillado por sorpresa, Garrett no se sorprendió. Ya se había habituado a este
tipo de efectos de la magia del vuelo bronce. Cuando los muros de arena cayeron
ya no estaban en las cavernas del tiempo. Se encontraban en una sala algo
estrecha pero a la vez enorme. Si bien los siete muros estaban cerca los unos
de los otros, Garrett no pudo llegar a vislumbrar el techo. El suelo era arena
pero se notaban un suelo duro. En el centro de la sala había una gran fuente, pero
en vez de agua contenía arena. Frente a la fuente había un altar plano de
piedra con motivos de dragones decorándolo. Las siete paredes estaban
iluminadas por antorchas y repletas de estanterías que subían hasta perderse en
la infinitud de la sala. No había puertas ni ventanas, por lo que daba la
sensación de hallarse bajo tierra.
- ¿Dónde
estamos? – Preguntó Garrett intrigado. - ¿Y cuándo?
- Por una
vez esas preguntas no importan. – Dijo la dragona sonriendo.- Éste es un mundo
que ha muerto. Los dragones del vuelo no pudimos salvarlo así que le dimos un
último uso antes de que desapareciera por completo. Lo comprimimos y replegamos
sobre si mismo y lo almacenamos dentro de un bolsillo atemporal, fuera de todo
tiempo y espacio. No estamos en ninguna parte ni en ningún tiempo. – La maestra
hizo una pausa mientras paseaba frente a las estanterías. – Más adelante, (o
atrás, ya sabes como funciona esto,) con la incorporación de los caminantes del
tiempo a la causa del vuelo surgió la necesidad mortal de… tener apoyo moral. –
Se paró y volvió a su aprendiz. – Así que les entregamos este espacio vacío
dónde empezaron a almacenar recuerdos preciosos, momentos de su vida que
querían recordar, las palabras de ánimo que sabían que podían llegar a
necesitar oír…
Garrett se
acercó a las estanterías y examino de cerca las urnas doradas que descansaban
sobre ellas. Tenían una decoración similar al artefacto que habían usado para
llegar allí, pero el contenido de estas parecía ser una mezcla de arena y
niebla. El caminante del tiempo observó a su alrededor impresionado. Cada
estantería contenía siete urnas pero el numero de estanterías era incontable.
- ¿Entonces
estas urnas… Contienen los recuerdos de los caminantes del tiempo?
- Así es.
Cada caminante tiene una Urna de Arena y sólo él puede acceder a ella.
- ¿Voy a
tener una yo?
La dragona
suspiró.
- ¿Acaso no
me escuchas? Este sitio es un bolsillo atemporal. Aquí se accede desde todos
los momentos de nuestra línea temporal. Tú YA tienes tu Urna de Arena. Y está
lista para que le eches un ojo. Seguramente la llenarás de tus buenos momentos
a lo largo de tu vida. De todo aquello que creas que merezca ser recordado. Y
ya puedes acceder a todo eso.
- ¡Pero
conocer esa información puede alterar mis actos sobre la línea temporal! ¿Cómo
permite el Vuelo Bronce que existan estas urnas?
- No creas
que no se pensó en ello. Es por eso que al salir de esta sala no recordarás
nada de lo que hayas visto u oído en la urna. Sin embargo seguirás con la
sensación de ánimo y felicidad que te transmitan los recuerdos.
Garrett
asintió, comprendiendo el mecanismo y propósito de esa sala.
- Pon la
mano aquí. – Explicó la dragona, señalando el altar de piedra frente a la
fuente de arena.
El caminante
del tiempo obedeció, colocando la palma de su mano sobre la fría piedra. Las
arenas de la fuente se removieron; y de entre ellas emergió una urna dorada
como las demás. El joven la cogió y la puso sobre el altar.
- Tómate tu
tiempo. – Se despidió la dragona sonriendo. – Para salir simplemente deja la
urna de nuevo en la fuente y toca el botón de la cabeza del dragón, igual que
para venir. – La maestra se alejó un poco de su alumno. – Te dejaré intimidad.
Dejó la
esfera en el suelo y apretó el botón de la cabeza del dragón. Un instante después
desapareció frente a los ojos de Garrett, convertida en una ráfaga de arena que
ascendió hasta el infinito techo.
Garrett
suspiró. Su desánimo se había evaporado, sustituido por una tremenda
curiosidad. Abrió la urna sin saber demasiado como activar los recuerdos que
almacenaba. La niebla y la arena se arremolinaban en su interior reflejando
destellos dorados y blancos. El joven caminante del tiempo metió una mano y
extrajo un puñado de arena. Una neblina parecía unida a cada grano de arena y
seguía alrededor de éstos incluso cuando los vertió de su mano sobre el altar
delicadamente.
Desconociendo
como actuar puso su mano sobre el montoncito de arena. Al instante la niebla se
expandió frente a él, mostrando una ráfaga de caras y paisajes en rápida sucesión
envueltos en un humo neblinoso. Garrett retiró la mano sobresaltado por la
celeridad de las imágenes. Comprendiendo mejor el mecanismo, alisó la montaña
de arena y pasó su dedo por encima de cada grano individualmente. Esta vez las
imágenes pasaron más lentamente, avanzando a la par que su dedo tocaba otro
grano de arena.
Garrett
navegó entre los recuerdos de su futuro yo. Visitó lugares preciosos, momentos
felices, heroicos y emotivos. Entonces encontró un pequeño cúmulo de granos que
parecían unidos por algún tipo de magnetismo. Al rozarlo con su dedo empezaron
a aparecer rostros frente a sí. Algunos aún desconocidos, otros que ya había
visto en otros recuerdos. Estos rostros parecían hablarle directamente a él:
- Marther Strang: Garrett, ¿Qué te puedo decir? - le mira fijamente a los ojos - Es algo
que tú mismo puedes ver. - Mueve el brazo señalando al resto. - Has conseguido
mantener a salvo a todos los miembros de la orden y que ésta prospere. Es
cierto que hemos tenido malos momentos... - Dice comprensivo. - Los cuales nos
han hecho más fuertes y has conseguido mantener la compostura. Eres el mejor
guardián que ha tenido la orden, y sin duda seguirá siendo así durante mucho
tiempo. No debes dudar ante el hecho de que conseguirás llevar a la orden, y
sobre todo a sus miembros, a sus mejores momentos, de lo cual debes de sentirte
muy satisfecho. Gracias por todo y sigue así.
- Sonríe.
El humo
neblinoso se había expandido por la sala y los rostros flotaban alrededor de
Garrett.
- James Vandante: ¡Oh no! No te atrevas a decir eso. - Parece hablar con un
interlocutor que no aparecía en el recuerdo pero entonces la sensación era que
le hablaba directamente a Garrett. - Sabes que si no fuera por Garrett ninguno
de nosotros no estaría aquí. No sólo ha sido nuestro guía y líder durante todo
este tiempo, también nuestro amigo y consejero. No se ha ocupado sólo de
mantenernos vivos si no también de mantenernos unidos. Él es la base sobre la
que la orden se cimienta. Siempre
escuchando, siempre tomando las decisiones más sabias y que más le convienen al
grupo. Su recta moral nos ha conducido por el camino de la virtud. ¡Pero
míranos! Un solo toque de Garrett en tu vida y te conviertes en mejor persona
de lo que eras. - El hombre se ríe alegremente.- Esa es su magia.
Una voz llamó la atención de Garrett proveniente de un rostro
a su espalda.
- Alice Kyteler: Oh Garrett, estas aquí, justo estaba pensando en ti.
Garrett se gira hacia la bruja con
sorpresa, no la esperaba y la interroga con la mirada. Alice sonríe al ver la
expresión del paladín.
– No te preocupes, eran buenos
pensamientos, recordaba cuando estábamos en Pandaria y teníamos que tomar la
decisión de elegir al nuevo guardián entre todos nosotros. Yo lo vi claro desde
el primer momento. Fui la única que lo vio tan claro; Eras y sigues siendo la
persona idónea para ello. Tuve que convencer a todos y cada uno de los miembros
de la Orden de que tú eras el indicado. Con algunos lo tuve realmente fácil,
con otros fue algo mas difícil convencerlos pues no querían dar su brazo a
torcer sobre sus candidatos. Finalmente la balanza cayó de mi parte, lo había
conseguido, había logrado convencer a todos y Garrett seria el nuevo guardián y
nuestro guía.
No ha sido fácil, ambos lo sabemos,
han habido momentos muy duros y también momentos buenos, pero el destino me ha
mostrado que no me he equivoqué en aquel momento. Confié en ti y lo sigo
haciendo y siempre te apoyaré.. ¿Lo sabes verdad?
Garrett no respondió, Alice tampoco
lo necesitaba, pues vio claramente en el brillo que se empezaba a mostrar en
los ojos del paladín, cual era la respuesta, mientras este la miraba.
El joven
caminante del tiempo se fijó en otro rostro a su derecha.
- Akuo Vallenorte
: ¿Recuerdas cuando estábamos en el
palacio de Vicent?-sonríe a Garrett mientras recuerda el pasado- Llegamos a
estar al borde de la muerte en un par de situaciones... -baja la cabeza y
mantiene la mirada perdida en el horizonte- La que mas sin duda alguna fue
cuando hicieron volar en pedazos aquella torre . Fue una sorpresa el verte allí
, pero bien recibida . Dijiste que corriésemos , que la torre era peligrosa .
Yo tuve mis dudas ¿Sabes?-mira fijamente a Garrett- habíamos resistido y nos habíamos
ocultado en esa torre bastante tiempo , a decir verdad era de las pocos lugares
seguros próximos al palacio. Terminamos por hacerte caso y logramos llegar
rápidamente a unas catacumbas que nos sirvieron de escondite temporal. -mira al
cielo tras decirlo- De no haber sido por ti habíamos muerto en esa torre , y,
desde entonces luchando a tu lado logré ver tu valía y capacidad. Digno de un héroe...
Continuemos esforzándonos tanto como entonces -extiende su brazo derecho y
apoya su mano izquierda sobre su bíceps , acto seguido flexiona el derecho y sonríe-
No nos daremos por vencidos mientras tu estés con nosotros.
Otro rostro
se acercó a Garrett, envuelto en el humo blanco que les otorgaba un aspecto
fantasmagórico, y pronunció sus palabras.
-Cireni: Cuando os conocí estaba sola, llena de trristeza y melancolía. Grracias
a vosotrros, grracias a ti, ahorra he vuelto a encontrrar mi equilibrio. Erres
el mejor jefe que una eterrna exiliada como yo podrría tenerr.
Un rostro perteneciente a una alta y esbelta figura de
elfa se aproximó desde el fondo trasmitiendo con la mirada una intensa paz.
-Azurin: Garrett, hijo mío. –Dijo la elfa en un tono
suave.- Mi predilecto se podría decir
–añadió-. Vivirás experiencias tan maravillosas como terribles y quizás sientas
que debas dejarlo todo de lado y huir, y es en esos momentos cuando has de
girarte y mirar hacia todos los que te siguen. Esa gran familia que depende de
ti, que confía en ti y que cree que siempre tomarás la más correcta decisión,
aunque esta conlleve algo de dolor. Para mi serás el hijo del que sentirme
orgullosa, para ellos, un padre, un hermano mayor al que imitar. Ninguno te
reprocharemos nada, así que nunca te culpes por lo que nos pase. Nosotros
decidimos seguirte bajo toda consecuencia. – La elfa se acerca y toma el rostro
del humano con sus etéreas manos y en un lento movimiento le besa la frente
tiernamente.- Gracias por guiarnos, y nunca te arrepientas de nada.
La druida vuelve al grupo palideciéndose hasta hacerse
completamente traslucida, situándose en el lugar que antes ocupaba. Otra figura más gruesa avanza para
llenar el campo de visión del caminante del tiempo. Se trata de un pandaren y
el recuerdo del que proviene parece ser una gran fiesta con mucho jolgorio a su
alrededor.
-Monlee: Muchas felicidades Garrett. - Aunque parco en palabras, los ojos del
pandaren demostraban que cada cosa que salía de su boca lo hacía también de su
corazón.- Un año más que pasa lleno de
diversión y alegría. Que dure y lo disfrutes porque hoy es tu día.
Con una
amplia sonrisa en su sabio rostro el gran oso blanquinegro se retiró junto a
los demás.
El caminante observaba satisfecho todos y a cada uno de sus
recuerdos, comprobando que su vida estaba llena de buenos momentos. Se fijó en
la montaña de arena que aún quedaba por indagar sobre el altar. Si cada grano
de ese montón era un buen recuerdo... Le esperaba una buena vida por delante.
Tal y como los rostros de los recuerdos le prometían. Seleccionó al fin un
grano de arena que más bien parecía una pequeña piedra brillante y lo acarició
con un dedo.
En ese momento una luz cegadora inundó la estancia por
completo; la visión de Garrett se nubló, perdiendo toda noción de espacio y
tiempo hasta que ésta se fue debilitando poco a poco, dejando ver con más
claridad una nueva sala, libre de la niebla y la arena, pues había entrado en
el recuerdo y lo vivía como si fuera su yo futuro. La diferencia de iluminación
resultó un tanto brusca y el paladín se vio obligado a parpadear varias veces,
obligando a sus ojos a acostumbrarse. Lo que vio a continuación le resultó
insólito:
¡Iridi!- Gritó Garrett al reconocer a la draenei,
vestida tal y como la recordaba desde la última vez que la recordaba. Sin
embargo la sala en la que se encontraban le resultaba inquietante; Fragmentos
de pared parecían flotar a cámara lenta por toda la estancia, algunos, incluso,
llegaban a colisionar entre ellos y tomaban de nuevo direcciones opuestas en el
aire, danzando como si estuvieran flotando en el vacío.
-Iridi: Garrett, te estaba
esperrando- Susurró la sacerdotisa, a
la vez que revelaba su completa cabeza tras bajarse la caperuza.
- ¿Me esperabas, qué ocurre, qué lugar es éste?- Preguntó el humano a la vez que adelantó
un paso.
- Este lugar es...erra un lugar que has conocido muy
bien...- Una fina mano de la
sacerdotisa se posó sobre un extraño altar, cuyas imágenes resultaban ahora
casi desconocidas y descoloridas.-
Este lugar es Auchindoun. Creí conveniente verte en un lugar tan especial que
grracias a ti y a toda la Orrden habéis podido salvar...aunque fuerra en otrro
tiempo, en otrro plano...- La draenei quitó la mano del altar y la dejó
caer con gracia, haciendo que las largas mangas de su toga la cubrieran casi
por completo. - Grracias Garrett, has
salvado muchas vidas y has aliviado el dolor de muchos corrazones, pues has
evitado que volvamos a repetir los amarrgos recuerrdos...-
El paladín corrió hacia la sacerdotisa, pero dos grandes
fragmentos de piedra chocaron justo delante suyo. Cuando alzó la vista, la
visión había desaparecido...
La niebla y la arena volvieron a arremolinarse a su
alrededor y se dio cuenta que no se había movido de delante del altar.
El caminante de los recuerdos pasó ahí largo rato,
disfrutando de cada recuerdo, admirando su futuro hasta que culminó la tarea de
ver todo su futuro. Cuando estuvo listo salió tal y como entró.
Nizdorni se
apartó de la columna esperando la inminente aparición de su aprendiz. Al ser un
bolsillo atemporal, el tiempo no transcurría en ese mundo, por lo que, a ojos
de los demás no había pasado ni un segundo entre su ida y su vuelta.
Garrett
apareció inmediatamente con una sonrisa en el rostro. Colocó de nuevo el
artefacto de cristal en el hueco de la columna y observó como la arena se
solidificaba cubriéndola.
Ahora ya
sabes como ir en caso de necesitarlo. – Dijo la dragona. Le colocó una pequeña figura, semejante a la urna pero con brazos y piernas, en la mano; el artefacto para transmutar sus recuerdos en arena. – No desdeñes nunca el
poder de los recuerdos. Los momentos que crees son únicos y muy especiales. A
los caminantes del tiempo se os ofrece la oportunidad de revivirlos cuantas
veces queráis. Así que a partir de ahora sigue viviendo con la cabeza alta y
sigue creando maravillosos recuerdos.
¡Feliz
cumpleaños Dani! Gracias por todo lo que estas haciendo para crear en nosotros
maravillosos recuerdos =)
Escrito por: Todos