La noche había caído hacía ya algunas
horas, sin embargo un haz de luz de luna entraba cada noche por las
numerosas cristaleras de aquel emblemático edificio conocido como el
corazón, o mejor dicho como la cabeza pensante, de la ciudadela de
Bajaluna. Aunque la luz era suficiente para poder vislumbrar a la
perfección, cada noche se encendían las antorchas, la chimenea e
incluso alguna que otra vela que la teniente colocaba sobre su
robusto y amplio escritorio. Quizás lo hacía por nostalgia, para
recordar sus noches en Azeroth o puede que tan solo se tratara de
remarcar cuando llegaba la noche, ya que muchas veces la alto mando
pasaba días y días encerrada ocupándose de sus numerosos
quehaceres.
La teniente Thorn sumergió una y otra
vez la pluma en tinta mientras firmaba uno a uno los numerosos
documentos de los que debía encargarse. Cuando le propusieron
dirigir del fuerte de Bajaluna, Thorn no pudo evitar dibujar una
sonrisa en su rostro. Aquellos años de lucha y esfuerzo, de batallas
sin igual, habían dado sus frutos, sin embargo... si hubiera sabido
que su principal labor sería la de escribir, leer y firmar
repetidamente cada documento, quizás se lo hubiera pensado dos veces
antes de aceptar el puesto. Aún así ya no había vuelta atrás,
Bajaluna era una de las mejores y más eficientes ciudadelas de todo
Draenor, y aunque no podía temer sufrir un destino similar al del
Almirante Taylor, hoy por hoy no le quedaba más remedio que dejar a
un lado esos aterradores pensamientos y seguir luchando... o mejor
dicho, seguir firmando archivos.
La ayudante Rocaviva interrumpió en la
sala principal del concejo. Su vivaz sonrisa recorrió rápidamente la
sala contagiando a cada uno de los allí presentes, que en ese
preciso momento era únicamente la teniente. La enana era algo
charlatana, pero otorgaba a Thorn lo suficiente para relajar su mente
de vez en cuando. Rocaviva se adentró como cada noche para
despedirse de su amiga, sin embargo hoy traía consigo una gran
y pesada caja entre sus brazos.
-Thorny, no sé que hacer con esto... me
han dicho que lo traiga aquí.
-¿Qué se supone que es?-preguntó la
teniente dejando a un lado el papeleo para tomarse unos minutos de
descanso ayudando a la enana con sus asuntos.
-Son cosas, objetos perdidos u
olvidados por la ciudadela...
-Esas cosas llévalas al almacén, os lo
he dicho a todos al menos un millar de veces.
-El problema es que en el almacén hay
más de una quincena de cajas como estas, más todo lo que se guardan
ahí: provisiones, recursos, armas, armaduras, materiales...
-Si, si, lo he entendido, no tienen
sitio suficiente.
-Exacto
-¿Y qué hay del cuartel? La mayoría
de todas estas cosas son de soldados o viajeros que han pasado por
ahí.- dijo la teniente mientras abría la tapa de la caja para
curiosear los numeroso bienes del interior.
-Jony dice que nanai, que allí tampoco
tienen espacio.
-¿Jony?-preguntó la teniente
extrañada
-Jony, el administrador...
-Entiendo.-Thorn se sorprendió de lo
rápido que hacia amistades la enana, y de capacidad que tenía para
hacer de cualquier nombre un diminutivo de lo más melindroso, al
parecer su último damnificado el pazguato de Jonathan Stephen.
-Jos me ha dicho que podríamos hacer
una especie de subasta o darle venta a las cosas que nadie quiere.
-Joseph con tal de sacarse los
cuartos...-murmuró mientras rebuscaba cuidadosamente en la caja.
Entre los numerosos libros, papeles y
ropa, la teniente encontró algo que atrajo su atención. Con suma
delicadeza extrajo un gran trozo de tela que daba forma a lo que se
conoce como un tabardo. Thorn se quedó perpleja mientras examinaba
la vestimenta de color dorado y amarillo, deteniéndose en el símbolo
central compuesto por un círculo con un infinito grabado en su interior.
-¿Dónde has encontrado esto?-preguntó
a su ayudante rápidamente
-No lo sé, yo solo he traído la
caja... se lo dejaría alguien del cuartel. ¿Tan importante es?
-Y tanto que lo es...
La teniente recorrió rápidamente la
sala hasta una gran estantería situada tras su escritorio. De allí
extrajo un libro repleto de símbolos que representaban cada una de
las facciones y casas nobiliarias más reconocidas de Azeroth. Sabía
que ya había buscado ese símbolo anteriormente y como la ultima vez, lo encontró de nuevo en el tomo.
-Pertenece a los caminantes del
tiempo...
-¿Los qué?- preguntó la enana
-Una facción que ayuda al vuelo de
bronce parece ser. El caso es que hace unos días recibí una carta
con un sello similar, y hoy mismo llegó una más.-dijo la teniente a
su ayudante mientras dejaba el libro sobre su mesa y buscaba las
cartas dentro del segundo cajón de su mesa.- Aquí están... mira.
La teniente señaló el lacre que
cerraba el sobre y el símbolo del tabardo.
-Sin embargo, hasta ahora no he
averiguado a quien van dirigidas, por eso las mantengo aquí.
-¿No aparece destinatario alguno?
-Si apareciera no estaríamos teniendo
esta conversación ¿No crees?
-¿Quién demonios envía una carta sin
destinatario?-preguntó la enana con curiosidad.
-O bien alguien tan estúpido como para
olvidarse de ponerlo hasta en dos ocasiones... o alguien que no
pretendía delatar al mismo en caso de no haber confesado
abiertamente que pertenecía a esta facción.
-Creo que comprendo pero... ¿Por qué
no envió la carta sin más, ordinariamente, sin sello? Así no involucraba a
nadie...
-Porque entonces hubiese tardado el
doble de tiempo en llegar. Las misivas de organizaciones como estas o como el
Kirin Tor, el Círculo Cenarion,.. llegan en pocos días, sin embargo el
resto tardan bastante más.
-Pues no sé si esa gente será
importante o no.-dijo la enana señalando el tabardo- pero juraría
que el rubio guaperas que estuvo inconsciente durante días llevaba
uno igual en su talega.
-¿Te refieres a Wood?...y lo más
importante ¿Por qué registras las bolsas de la gente?
-Es que llegó en un estado tan
deplorable que me mareé nada más verlo, pensé que quizás tendría
un caramelo en su bolsa. Me equivoqué, no tenía ni uno, tan solo
una galleta rancia que juraría que llevaba más de cuatro días
en...
-¡¿Crees que me importa la puñetera
galleta?!-gritó la teniente sobresaltando a la enana.- ¡Sabía que
esos me ocultaban algo así...!¡Es que lo sabía!...
-¿Ocurre algo malo?-preguntó Rocaviva
tras el pasajero enfado claramente sonoro de la teniente.
-Tan solo que ahora no podré
obligarles a permanecer aquí...maldita sea...-Thorn miró a la enana
que había empezado a comer algo parecido a un dulce- ¿Sigue aquí el
cuervo que trajo las noticias de la ciudadela de Taylor?
-Creo que si.
-Bien, ese cuervo es de uno de ellos,
les enviaremos las cartas. Si es tan importante como creo... les
estaré haciendo un favor.- murmuró sonriente- y eso significa que
ya me deben unos cuantos favores...
-A veces das miedo Thorny.-confesó la
enana hablando con la boca llena.- Mucho miedo...