jueves, 16 de abril de 2015

No hay secretos para Thorn



La noche había caído hacía ya algunas horas, sin embargo un haz de luz de luna entraba cada noche por las numerosas cristaleras de aquel emblemático edificio conocido como el corazón, o mejor dicho como la cabeza pensante, de la ciudadela de Bajaluna. Aunque la luz era suficiente para poder vislumbrar a la perfección, cada noche se encendían las antorchas, la chimenea e incluso alguna que otra vela que la teniente colocaba sobre su robusto y amplio escritorio. Quizás lo hacía por nostalgia, para recordar sus noches en Azeroth o puede que tan solo se tratara de remarcar cuando llegaba la noche, ya que muchas veces la alto mando pasaba días y días encerrada ocupándose de sus numerosos quehaceres.

La teniente Thorn sumergió una y otra vez la pluma en tinta mientras firmaba uno a uno los numerosos documentos de los que debía encargarse. Cuando le propusieron dirigir del fuerte de Bajaluna, Thorn no pudo evitar dibujar una sonrisa en su rostro. Aquellos años de lucha y esfuerzo, de batallas sin igual, habían dado sus frutos, sin embargo... si hubiera sabido que su principal labor sería la de escribir, leer y firmar repetidamente cada documento, quizás se lo hubiera pensado dos veces antes de aceptar el puesto. Aún así ya no había vuelta atrás, Bajaluna era una de las mejores y más eficientes ciudadelas de todo Draenor, y aunque no podía temer sufrir un destino similar al del Almirante Taylor, hoy por hoy no le quedaba más remedio que dejar a un lado esos aterradores pensamientos y seguir luchando... o mejor dicho, seguir firmando archivos.

La ayudante Rocaviva interrumpió en la sala principal del concejo. Su vivaz sonrisa recorrió rápidamente la sala contagiando a cada uno de los allí presentes, que en ese preciso momento era únicamente la teniente. La enana era algo charlatana, pero otorgaba a Thorn lo suficiente para relajar su mente de vez en cuando. Rocaviva se adentró como cada noche para despedirse de su amiga, sin embargo hoy traía consigo una gran y pesada caja entre sus brazos.

-Thorny, no sé que hacer con esto... me han dicho que lo traiga aquí.
-¿Qué se supone que es?-preguntó la teniente dejando a un lado el papeleo para tomarse unos minutos de descanso ayudando a la enana con sus asuntos.
-Son cosas, objetos perdidos u olvidados por la ciudadela...
-Esas cosas llévalas al almacén, os lo he dicho a todos al menos un millar de veces.
-El problema es que en el almacén hay más de una quincena de cajas como estas, más todo lo que se guardan ahí: provisiones, recursos, armas, armaduras, materiales...
-Si, si, lo he entendido, no tienen sitio suficiente.
-Exacto
-¿Y qué hay del cuartel? La mayoría de todas estas cosas son de soldados o viajeros que han pasado por ahí.- dijo la teniente mientras abría la tapa de la caja para curiosear los numeroso bienes del interior.
-Jony dice que nanai, que allí tampoco tienen espacio.
-¿Jony?-preguntó la teniente extrañada
-Jony, el administrador...
-Entiendo.-Thorn se sorprendió de lo rápido que hacia amistades la enana, y de capacidad que tenía para hacer de cualquier nombre un diminutivo de lo más melindroso, al parecer su último damnificado el pazguato de Jonathan Stephen.
-Jos me ha dicho que podríamos hacer una especie de subasta o darle venta a las cosas que nadie quiere.
-Joseph con tal de sacarse los cuartos...-murmuró mientras rebuscaba cuidadosamente en la caja.

Entre los numerosos libros, papeles y ropa, la teniente encontró algo que atrajo su atención. Con suma delicadeza extrajo un gran trozo de tela que daba forma a lo que se conoce como un tabardo. Thorn se quedó perpleja mientras examinaba la vestimenta de color dorado y amarillo, deteniéndose en el símbolo central compuesto por un círculo con un infinito grabado en su interior.
-¿Dónde has encontrado esto?-preguntó a su ayudante rápidamente
-No lo sé, yo solo he traído la caja... se lo dejaría alguien del cuartel. ¿Tan importante es?
-Y tanto que lo es...

La teniente recorrió rápidamente la sala hasta una gran estantería situada tras su escritorio. De allí extrajo un libro repleto de símbolos que representaban cada una de las facciones y casas nobiliarias más reconocidas de Azeroth. Sabía que ya había buscado ese símbolo anteriormente y como la ultima vez, lo encontró de nuevo en el tomo.

-Pertenece a los caminantes del tiempo...
-¿Los qué?- preguntó la enana
-Una facción que ayuda al vuelo de bronce parece ser. El caso es que hace unos días recibí una carta con un sello similar, y hoy mismo llegó una más.-dijo la teniente a su ayudante mientras dejaba el libro sobre su mesa y buscaba las cartas dentro del segundo cajón de su mesa.- Aquí están... mira.
La teniente señaló el lacre que cerraba el sobre y el símbolo del tabardo.
-Sin embargo, hasta ahora no he averiguado a quien van dirigidas, por eso las mantengo aquí.
-¿No aparece destinatario alguno?
-Si apareciera no estaríamos teniendo esta conversación ¿No crees?
-¿Quién demonios envía una carta sin destinatario?-preguntó la enana con curiosidad.
-O bien alguien tan estúpido como para olvidarse de ponerlo hasta en dos ocasiones... o alguien que no pretendía delatar al mismo en caso de no haber confesado abiertamente que pertenecía a esta facción.
-Creo que comprendo pero... ¿Por qué no envió la carta sin más, ordinariamente, sin sello? Así no involucraba a nadie...
-Porque entonces hubiese tardado el doble de tiempo en llegar. Las misivas de organizaciones como estas o como el Kirin Tor, el Círculo Cenarion,.. llegan en pocos días, sin embargo el resto tardan bastante más.
-Pues no sé si esa gente será importante o no.-dijo la enana señalando el tabardo- pero juraría que el rubio guaperas que estuvo inconsciente durante días llevaba uno igual en su talega.
-¿Te refieres a Wood?...y lo más importante ¿Por qué registras las bolsas de la gente?
-Es que llegó en un estado tan deplorable que me mareé nada más verlo, pensé que quizás tendría un caramelo en su bolsa. Me equivoqué, no tenía ni uno, tan solo una galleta rancia que juraría que llevaba más de cuatro días en...
-¡¿Crees que me importa la puñetera galleta?!-gritó la teniente sobresaltando a la enana.- ¡Sabía que esos me ocultaban algo así...!¡Es que lo sabía!...
-¿Ocurre algo malo?-preguntó Rocaviva tras el pasajero enfado claramente sonoro de la teniente.
-Tan solo que ahora no podré obligarles a permanecer aquí...maldita sea...-Thorn miró a la enana que había empezado a comer algo parecido a un dulce- ¿Sigue aquí el cuervo que trajo las noticias de la ciudadela de Taylor?
-Creo que si.
-Bien, ese cuervo es de uno de ellos, les enviaremos las cartas. Si es tan importante como creo... les estaré haciendo un favor.- murmuró sonriente- y eso significa que ya me deben unos cuantos favores...

-A veces das miedo Thorny.-confesó la enana hablando con la boca llena.- Mucho miedo...