El evento de elección acababa de darse
por concluido. Aquellos incómodos y tensos momentos formaban parte
ahora del pasado, sin embargo ninguno de los que habían acudido
podía asegurar que realmente estuviese tranquilo tras el desarrollo
de los acontecimientos que había tenido lugar. Ya fuera por sus
nuevos compañeros, por la sorpresa en la elección de alguno de los
jóvenes o por los encuentros que tendrían lugar durante esos días,
cada componente de cada grupos se encontraba más susceptible de lo
habitual.
Faltaban horas para que tuviera lugar
la cena inaugural, donde los bandos se verían las caras de nuevo los
unos a los otros, pero hasta entonces el grupo no tenía otra cosa
que hacer que intentar aliviar la pesadez que suponía la espera
hasta dicho momento. Algunos se dedicaban a sus quehaceres o a
reencontrarse con antiguos camaradas, mientras que otros pasaban el
rato en los jardines en compañía de sus más allegados aliados.
Khairos abandonó la sala central tras
el barullo que se había creado a consecuencia en parte por su
elección. Se despidió momentáneamente de sus nuevos compañeros
para buscar a alguien en concreto con el que sentía la necesidad de
hablar de lo sucedido. Recorrió varios pasillos esperanzado en
encontrarle, sin embargo al único ser con el que se cruzó fue con
el señor Richardson, que corría desesperado con el objetivo de
cerrar a cal y canto tanto la cocina como la bodega, antes de que los
exquisitos licores y reservas cayesen en manos de los insaciables
mercenarios. El joven sacerdote cesó la búsqueda mientras
descansaba en una de las sillas que adornaba una de las dos grandes
mesas que llenaban el centro del comedor. Suspiró sin poder evitar
sentir al menos un leve temor por la insensatez o quizás por la
incoherencia que los demás pensarían que había cometido, sin
embargo él sabía bien el por qué de su elección. Puede que no
muchos le entendieran, o no lo compartieran, pero a fin de cuentas ya
era bastante mayor como para tener que dar explicaciones a nadie, ni
siquiera a sus padres.
El pisar de las robustas botas de cuero
retumbó en la sala únicamente ocupada por el joven sacerdote, que
rápidamente se giró para advertir de quien se aproximaba. El
fornido joven caminó con paso decidido sin vacilar en ningún
momento.
-Supuse que estarías aquí.-dijo
Draken que miraba a su amigo con algo de lástima.
-Te he estado buscando.
-Ya, lo siento, estaba con tu padre y
el resto, se han alegrado mucho de...
-Me has mentido.-interrumpió Khairos
girándose para encontrarse por primera vez con el rostro del joven
de cabellos también dorados.
-Lo siento Khairos.-susurró a la vez
que tomaba asiento.-No quería hacerlo pero... no tuve
elección.-Draken observó al joven cabizbajo.-Lo hice para
protegerte.
-¡No necesito que me protejáis
constantemente!.-exclamó Khairos alzando la voz.-No paráis de repetir
lo mismo una y otra vez, en tu caso ni siquiera eres mucho más mayor
que yo como para excusarte con esas palabras.
Draken miró hacia el suelo sin saber
que contestarle.
-Dijimos que elegiríamos la Orden, que
era lo que tus padres querían que hicieses.-reprochó Khairos.-A
sabiendas de que... me traería problemas. ¿Y ahora dices que era
para protegerme? ¿Protegerme de qué? ¿De los problemas que ha
causado y causará todo esto?
-Lo siento Khairos, insistí en que
eligiéramos la Orden porque pensé que sería lo mejor para
ti.-confesó el joven arquero observando como su amigo apretaba los
puños airado.- Ya hablamos de lo que ocurría si elegías los Doe, tu
padre se decepcionaría, y por el contrario si te decantabas por los
Caminantes ocurriría lo mismo con tu madre. La Orden era la mejor de
las opciones, ellos te necesitan. Además, quizás esto valga para
que tu padre recapacite y se de cuenta de que no son tan malos como
parecen.
-¡¿No lo entiendes?!-dijo Khairos
golpeando con el puño en la mesa.-El problema no es nada de eso, el
problema es que estaré solo, no los has elegido tal y como
prometiste. Allí no conozco a nadie...
-Los conocerás Khairos. Mis padres
pertenecieron a la Orden, sé como es esa gente, harás buenas migas
con ellos enseguida, ya lo verás.
El joven intentó reprimir las lágrimas
de impotencia causadas por el sentimiento de traición que invadía
su cuerpo. Draken temió haber perdido al que era como un hermano
para él. Apoyó su mano en el hombro de éste mientras recordaba los
años que habían pasado en Forjaz desde que eran tan solo unos
críos, y las aventuras que habían vivido desde entonces.
-Khairos, te prometo que seguiremos
siendo amigos.
-Ya no sé si creerte...
-Venga, no estés triste... seguro que
tus padres lo entenderá. Si quieres iré contigo y te apoyaré
cuando vayas a hablar con ellos.
Khairos se sintió algo más aliviado
al sentir el apoyo del arquero, y aunque seguía sintiendo algo de
rencor hacia el mismo, decidió aparcarlo a un lado al menos durante
el tiempo que estuvieran allí.
-Draken, ¿Por qué de todos los
grupos, has elegido el de mi padre?-preguntó con curiosidad.
-Los Caminantes son un buen grupo.
Pensé que sería apasionante formar parte de ellos y viajar, luchar
contra dragones, salvar al mundo cada día...
-Y no creíste que yo fuera lo
suficientemente fuerte como para hacer nada de eso...-interrumpió
Khairos.
-No es eso Khairos, tu eres fuerte a tu
manera.-dijo el joven sin evitar soltar un suspiro.- Es solo que...
todo eso será solo el principio.
-¿A qué te refieres?
-Cuando me haya convertido en un buen
caminante... iré a buscar a mi hermano Caleb.-confesó.
Las palabras del joven retumbaron en la
cabeza de Khairos que por fin comenzaba a entenderlo todo. La
principal razón de Draken no era otra que la de infiltrarse en el
grupo hasta saber lo necesario como para viajar a la línea temporal
en la que se encontraba su hermano y conseguir traerlo de vuelta. Por
unos segundos se sintió ofendido porque no hubiese contado con su
presencia para tal hazaña, pero después entendió que si él
hubiera escogido a los Caminantes, su padre no le hubiese quitado ojo
de encima, y posiblemente frustraría los planes de su amigo. Todo
eso sin contar que incluso él mismo dudaba de su valía a la hora de
hacer una tarea de tal magnitud.
-Prométeme que no se lo contarás a tu
padre.-susurró Draken preocupado.
-Siempre y cuando no rompas tu
promesa..-recalcó el joven mientras estrechaba la mano de su amigo
en son de pacto
-Lo prometo.
La brisa veraniega recorría el
exterior del castillo Doe, los jardines parecían iluminados entre
tanta vegetación que rodeaba los caminos empedrados por los cuales
algunos habían decidido dar un paseo. La gran fuente central se
imponía ante el resto del decorado y estatuas que poblaban el patio,
a la vez que lograba refrescar a los que se situaban alrededor de
ella.
-No te preocupes, te digo yo que en dos
días te conoces toda la jerga del oficio.-dijo Ricko al joven Strang
que paseaba junto a él y Cedric dando vueltas en círculos
alrededor de la fuente.- y el resto ya lo aprenderás sobre la
marcha.
-Entendido.-contestó rotundamente el
joven.
-Aún nos queda por saber que serás,
aunque te veo pinta de corsario... seguro que el sombrero te queda
hasta bien.-continuó el lobo de mar.
-Tu siempre barriendo para casa
Ricko... El joven será lo que el jefe ordene, así que deja de darle
esperanzas al crío.
-Aún así yo me alegro que nos hayas
elegido.-confesó Ricko mientras rodeaba con un brazo el cuello del
joven y frotaba el nudillo de sus dedo en la cabeza del mismo
con afán de molestarlo.
El grupo continuó caminando en
círculos. Mientras el jefe de los corsarios y Carsnten charlaban
agitádamente, Cedric centraba su atención en otros asuntos. A
escasos metros apoyado en una pequeña tapia de piedra que cercaba la
zona central se encontraba alguien que conocía bien, cuyo nombre era
Zephiel Daroudji. El corpulento y robusto guerrero, de cabellos y
barbas completamente blancos pasaba el tiempo a la sombra de un gran
seto ignorando la presencia tanto de él como de sus compañeros. Su
imponente figura menguaba incluso las ganas hacer el intento de
socializar con él, además de que ni el ilusionista ni el guerrero
lograban soportarse durante más de un rato.
-Cedric mira quien viene por ahí.-dijo
Ricko golpeando repetidamente su brazo para lograr atraer sus
atención.
La humana embutida en un insinuante y
ajustado conjunto de cuero se acercó con paso decidido. Su cabellera
morena dejaba ondear algún que otro mechón ondulado que contrastaba
con sus labios de color carmín.
-¡Pero si es la reina de espadas!-dijo
Ricko realizando una exagerada reverencia en todo de burla.-agáchate
chico si no quieres que acabe con tu vida en un suspiro.-susurró de
forma audible bromeando ante la que era la líder de los asesinos que
componía parte de la banda de mercenarios.
-Ya era hora de que llegaras Ivy.-dijo
Cedric enarcando una ceja mientras recorría con la mirada las
sugerentes curvas de la fémina.-El jefe está bastante molesto con
tu ausencia durante la elección.
-Ya se lo compensaré.-dijo la asesina
mientras se fijaba en el nuevo recluta.- Así que hemos conseguido un
cachorro... ¿Este es que superó el entrenamiento con nota?-preguntó
mientras sonreía recorriendo al joven de arriba a abajo.
-Sí, es este, Carsnten Strang.
-Encantado señorita...
-Ivy.-respondió la asesina girándose
hacia el capitán de los corsarios.-Vaya entonces quiere decir que
vuestros entrenamientos son cada vez más flojos Ricko...
-Muy graciosa...-el corsario miró al
ilusionista que se hallaba ensimismado mirando hacia otro lugar y le
propinó un puñetazo en el brazo.-¿Es que no vas a defenderme?
-¡Auch!, cállate.-respondió señalando
a lo lejos.-Creo que me he enamorado....
Cedric bromeó con sus compañeros
mientras contemplaba a fondo a una joven de cabellos oscuros que
bordeaba la fuente donde se encontraban. El ilusionista la conocía
desde hacía bastante tiempo, ambos habían coincidido en numerosas ocasiones en varias de
las reuniones o encuentros que habían tenido lugar. Su nombre era
Kathaisa Redrosse y presumía de ser una gran maga, aunque Cedric
también se elogiaba lo suficiente haciéndola entender que su talento
innato no le llegaba a él ni a la punta de los zapatos. La joven de
ojos grises caminó grácilmente junto al grupo saludándolos con la
mano al pasar. El ilusionista no pudo reprimirse y desprendió un
piropo en forma de silbido al verla pasar cerca, que obtuvo como
respuesta un leve guiño por parte de la maga. Por desgracia para el
mago mercenario su tierna flor andante se envolvió entre los brazos
del fuerte guerrero al que había visto segundos antes.
-¡Espabila Cedric!-exclamó Ricko
-Déjalo que disfrute.-dijo Ivy.- es lo
más cerca que va a estar de estar con ella.-bromeó a lo cual el
resto del grupo menos el mencionado estallaron en una carcajada.
-¿Queréis dejar de ser tan
negativos? Me ha guiñado un ojo.-dijo el ilusionista mientras dejaba escapar un suspiro sin
separar aun la vista de la joven que hacía carantoñas con Zephiel.
-¿Es que no te cansas nunca?- preguntó
el corsario.-Si de verdad quieres encontrar a una hembra empieza por
cambiar de colonia. Ni siquiera las mujeres huelen a... ese olor a
flores.
-Por una vez estoy de acuerdo con el
pirata.-dijo Ivy mientras reía.
-¿Va en serio que...?- preguntó
Carsnten sin saber de qué hablaban señalando al ilusionista.
-Mira chico te contaré algo. Cada vez
que nos reunimos con los otros grupos, aqui nuestro Romeo se queda
mirando a esa chica hasta que el fuertote le da una paliza.-contó
Rickó.- La última vez le partió un brazo y dos costillas, y
nuestro muy lelo amigo no aprende.
-Disculpad pero estoy de cuerpo
presente, tenedme un respeto al menos.
-Ricko tiene razón, no vuelvas a
provocarlo, no seas tan estúpido.-añadió la asesina.
-Vosotros no tenéis espíritu de
mercenarios, sois la vergüenza del gremio. Quien no lucha no gana.
-El problema es que tu luchas siempre
pero pierdes.-respondió el corsario y seguidamente comenzaron a
reír.
-Dejadme en paz. Si quisiera, ella
sería mía, lo que no sé es por qué demonios está con él.
-Ja, tiene gracia.-dijo Ivy- ¿Acaso lo
has visto bien?
-O lo que quiere decir nuestra amiga
asesina, ¿Acaso te has mirado tu al espejo?-rió.
-Callaos idiotas, no sabéis de lo que
habláis.
-Míralo bien, te saca un palmo de
altura y tiene el doble de brazo que tu, el doble de espalda que
tu,...
-Como todo vaya en proporción ya sabes
por qué está con él y no contigo.-se animó el joven Strang.
-¡Esa ha estado bien, el joven
cachorro aprende rápido!-exclamó Ricko mientras chocaba la mano con el novato.
-Vosotros no sabéis como soy
realmente... quizás sea hasta incluso más guapo que ese guaperas...
-Todos te hemos visto dormido, borracho o recién
levantado, no creas que nos engañas con tus ilusiones,... cuando
duermes, ese enclenque flacucho eres el verdadero tu.-confesó el
corsario sonriendo ante el ceño fruncido de su amigo.
-Es cierto, además yo puedo asegurar
tras haber pasado una noche tanto contigo como con él.-dijo Ivy
mientras señalaba a Zephiel con la cabeza.- que si alguna vez vuelvo
a acostarme contigo...
-Que será nunca.-interrumpió Ricko.
-...Si vuelvo a acostarme contigo ya
sabes que ilusión es en la que quiero verte transformando.-bromeó
Ivy mientras le guiñaba un ojo al ilusionista.
-Disculpa, pero creía que lo que pasó
entre nosotros no saldría de aquí.
-Y no ha salido, el cachorro no dirá
nada ¿Verdad?-dijo Ivy
-Lo prometo.-respondió Carsnten
levantando la mano mientras reía.
-No seas fantasma Cedric, si a mi me lo
contaste al día siguiente...
-Me dais asco, luego no os preguntéis
por qué no os veo más a menudo...
Cedric observó apesadumbradamente a la
pareja mientras sus compañeros continuaban la retahíla de bromas y
burlas que atentaban contra él.
Zephiel observó pacientemente a su
amada mientras cruzaba el patio. Frunció el ceño cuando distinguió
algún gesto inapropiado por parte de aquel ridículo ilusionista.
Apretó la mandíbula esperando no tener que dejarlo otra vez medio
muerto, aunque su irá se vio aplacada rápidamente cuando Kathaisa le
entregó un beso en la mejilla a la vez que recogía sus grandes
manos entre las suyas.
-¿Te han dicho algo?- preguntó
rápidamente el guerrero mientras señalaba con la mirada al grupo de
mercenario.
-Nada de que preocuparte. Ya sabes que
son unos fanfarrones, sobretodo el palurdo del mago.
-Por eso mismo, porque sé como son es
por lo que te había preguntado...
-Relájate, cuéntame, ¿Como ha ido la
elección?-preguntó la maga intentando cambiar de tema.
-Estupendo.-dijo irónicamente.-el hijo
del caminante nos ha elegido, con lo cual es como si le hubiésemos
declarado la guerra.
-Ahora nos odiará más que antes.
-Si, eso parece. Mañana tendrá lugar
la reunión. Creo que debería presentarme yo en nombre de la Orden
en vez de Alice. La conozco bien, y sé que el caminante irá a por
ella. Preferiría evitar la catástrofe antes de que ocurra.
Kathaisa apoyó su cabeza en el hombro
desnudo del guerrero mientras acariciaba su brazo con las yemas de
sus suaves dedos.
-Yo creo que deberías dejar que la
bruja y la joven se encarguen de esos asuntos, después de todo ellas
son las líderes.
-Aún así yo fui guardián muchos
años, sé como tratar a esa gentuza de los caminantes.- respondió
Zephiel mientras recordó vagamente parte de lo que ocurrió cuando
le derrocaron como líder.- Wood me la jugó en su día, y yo se la
devolveré.
-¿No estarás pensando en hacerle algo al chico verdad?
-No, el chico no tiene culpa de tener
un padre tan estúpido.
-Te veo algo tenso... deberías
relajarte.- le susurró Kathaisa al oído
La maga se posicionó frente al
guerrero mientras éste la rodeaba con los brazos por la cintura.
Kathaisa recorrió con sus dedos la barbilla cubierta de un recortado
vello blanco que iba a juego con el color de los largos cabellos del
humano. Se acercó dubitativamente hacia su amado hasta que sus
labios se encontraron en un profundo y pasional beso.
-Sabes distinta...-susurró el
guerrero extrañado al saborear aquel pasional beso que le había brindado.
-¿De veras? Quizás tenga que darte otro a ver...
Zephiel abrió los ojos y acarició con su dedo pulgar los dulces y suaves labios de la joven. Su aspera mano curtida de mil batallas recorrió lentamente el mentón de ésta para terminar surcando caricias en su delgado cuello. El guerrero frunció el ceño pausadamente mientras sus fuertes dedos se aferraban al cuello de Kathaisa, hasta que comenzó a apretar fuertemente. Los ojos de la maga se abrieron de repente al notar como la mano de Zephiel rodeaba su cuello, asfixiándola poco a poco. Intentó gritar pero fue imposible, el humano no cedía ni un segundo mientras la maga notaba como su fuerzas comenzaban a desfallecer. Los ojos grisáceos de la maga tornaron a su color original, sus cabellos se acortaron rápidamente a la vez que las delicadas facciones de la maga dieron lugar a una prominente y marcada mandíbula compuesta por un mentón con perilla. La ropa también se trasformó cuanta más fuerza ejercía el guerrero. La figura de Kathaisa terminó transformándose en la de un hombre de apariencia endeble que caía arrodillado al suelo intentando coger aire. Zephiel se acuclilló delante de Cedric y agarró con fuerza la mandíbula del ilusionista obligándole a levantar la vista.
-La próxima vez te partiré la cabeza,
¿Me he explicado con claridad?-preguntó el guerrero observando como
el mago asentía tosiendo.- Y cambia de perfume, haznos un favor a
todos.- Después lo soltó viendo como el mago terminaba tumbado en
el suelo mientras se marchaba.
Carsnten, Ricko e Ivy permanecieron
estupefactos al ver la situación desde donde se encontraban y
seguidamente posaron sus ojos en el ''Cedric'' que había estado con
ellos todos el rato. La ilusionista sonrió mientras iba recuperando
su forma original trasformándose en Kathaisa.
-Ya estamos con los jueguecitos... me
cago en...
-Lo siento chicos, un placer charlar
con vosotros pero la actuación ha terminado.- dijo Kathaisa mientras
realizaba una reverencia ante los tres mercenarios.
La ilusionista caminó hasta el cuerpo
de Cedric y rió al ver como intentaba recomponerse.
-Otra victoria para la mejor.- dijo la
ilusionista al mago que la miraba compungidamente.-Te has arriesgado
más que nunca, pero una apuesta es una apuesta.
Cedric sacó una pequeña bolsita con
varias monedas de oro que le entregó en mano a la joven.
-¿Lograrás ganarme alguna vez?
-Te he ganado muchas...-dijo Cedric sin
evitar toser.
-Si, pero hace tanto de eso...ah, por
cierto, como vuelvas a besarle vas a tener que hacer una ilusión
para volver a tener algo ahí abajo. ¿Entendido?
Kathaisa le lanzó un beso tras su
amenaza y se marchó rápidamente entusiasmada de haber ganado
nuevamente al ilusionista en la destreza que ambos rivalizaban.
La habitación parecía bastante amplia
para las dos, las cortinas eran de color carmesí al igual que las
sábanas de las cómodas camas que se hallaban enfrentadas una a la
otra. Además de un par de escritorios y una estantería repleta de libros,
poseía grandes temas decorativos que daba a entender que en vez de
una habitación de invitados parecía más de algún caballero o
habitante el lugar que se hallara en ausencia.
-Para que te voy a engañar, ha sido
una sorpresa.-dijo Lorraine mientras doblaba sus prendas y las
colocaba en una silla cercana a su cama.
-Aún estoy dándole vueltas a que
ocurrirá mañana en la reunión.
-No te preocupes Alice, si no estás
con fuerzas yo iré por ti.
-Gracias Lorraine pero no creo que sea
el mejor momento. Sin duda saldrá el tema de Caleb, y el caminante
intentará culparte a ti por ello.
La joven Leproux recordó a su amado
Caleb al que llevaba ya varios años sin ver. Sabía que el joven
mago era intrépido y valiente, pero no sabía que terminaría
perdiéndolo para siempre.
-También es hora de que nos de una
explicación de lo que ocurrió cuando fueron a buscarlos.
Varios golpes sonaron en la puerta de
madera interrumpiendo la sincera charla que mantenían las guardianas
de la Orden. Alice dejó lo que estaba haciendo para abrir
rápidamente la puerta. La sorpresa fue más que evidente cuando
encontraron a Azurin al otro lado de ésta.
-Azurin...-Alice se mantuvo seria,
desvió la mirada unos segundos hacia la joven Lorraine que dejaba
sus cosas para acercarse.-Pasa... estábamos pasando el rato.
-Saludos a ambas, gracias por el
ofrecimiento.
La druida se adentró en la habitación
tras las guardianas dejando la puerta a medio cerrar. Alice
permaneció en silencio mientras miraba fijamente a la druida. Los
rasgos y gestos de Azurin desprendían ternura y a la vez serenidad.
La elfa siempre era considerada como una de las más sensatas y
pacientes de toda la Orden, a la vez que era respetada por su edad
como una de las más sabias capaz de equipararse al maestro Monlee o
incluso a Iridi. Azurin reprimió las ganas de dejar caer alguna
lágrima y extendió sus brazos mientras sonreía a las humanas.
-Acercaos hijas mías.-susurró la elfa
a sus viejas conocidas que tiempo atrás habían sido como una
familia tanto para ella como para su fallecida hija.
Tanto Alice como Lorraine corrieron a abrazar a la elfa, la joven comenzó a llorar desconsoladamente añorando tener a su lado en la Orden a alguien como la venerable druida a la vez que echaba en falta el abrazo de Isnalar.
Azurin acarició el cabello de ambas
mientras respiraba profundamente intentando serenar los sentimientos
de las muchachas.
-¿Sabe él que estás aquí?-preguntó
Alice mientras se secaba las lágrimas con el dorso de su mano.
-Yo no tengo que pedir permiso a nadie
para veros.-susurró la elfa mientras pasaba sus delicados dedos por
la mejilla mojada de la bruja.- ¿Qué tal os encontráis?
-Inquietas.-respondió Alice mientras
ponía en orden sus sentimientos y observaba como Lorraine seguía
aferrada a la elfa.- No teníamos ni idea de lo del pequeño Wood,
pero creo que más que una ayuda...
-Vamos, tranquila.-dijo la elfa con su
melódica voz.-No tenéis de qué preocuparos, no habéis hecho nada
malo. Ambas sabemos lo que ocurrirá mañana pero debéis ser listas y
no dejar que os venzan. Conozco a Garrett, no es mala persona, pero
no parará hasta terminar con la Orden. Contando con su hijo podréis
hacer que la balanza gire a vuestro favor.
-No creo que sea tan fácil Azurin,
yo...
De pronto alguien golpeó la puerta
abriéndola aún más de lo que estaba. Una joven ataviada con ropajes
y el tabardo de la casa Doe se asomó para llamar la atención del
grupo.
-Disculpad, siento la interrupción.-dijo
la joven.
-Adelante, ¿Qué se os ofrece?- dijo
Alice acercándose hasta la puerta.
-Hemos recibido un mensaje urgente.
Proviene de Kultiras y posee el sello de la casa Leproux.-la joven
hizo entrega a Alice de la misiva.-Disculpad, que tengáis buena
tarde.-tras despedirse se marchó de la habitación fugazmente.
Lorraine soltó a la elfa rápidamente y
corrió hacia Alice que había comenzado a abrir la carta.
-¿De los Leproux? ¿Es de mi madre?-
preguntó la joven nerviosa.
La elfa se acercó pausadamente
posicionándose entre ambas y depositando sus manos en los hombros de
éstas.
-¿Ocurre algo Alice?-preguntó la
druida mientras observaba como la bruja leía la carta con celeridad.
-Oh no...-murmuró.-Es...,Lorraine... es
sobre tu padre.
-¿Mi padre? ¿Qué ha pasado, quiere
algo?
-Lord Levi ha muerto.-respondió Alice.
-No puede... ser...-la voz de la joven
se entrecortó y acto seguido cogió la carta de las manos de Alice,
donde leyó que su padre el adinerado y reconocido noble y almirante
Giordano Levi había sido asesinado hacía pocos días, además de la
desaparición de su madre Lady Chantalle Leproux tras todo lo
acaecido.
La joven dejó caer el pergamino y cayó
de rodillas al suelo mientras rompía a llorar desconsoladamente sin
que la elfa ni la bruja lograran hacer nada para alentar su pesar.