viernes, 24 de abril de 2015

La Orden 2.0 - El encuentro


El evento de elección acababa de darse por concluido. Aquellos incómodos y tensos momentos formaban parte ahora del pasado, sin embargo ninguno de los que habían acudido podía asegurar que realmente estuviese tranquilo tras el desarrollo de los acontecimientos que había tenido lugar. Ya fuera por sus nuevos compañeros, por la sorpresa en la elección de alguno de los jóvenes o por los encuentros que tendrían lugar durante esos días, cada componente de cada grupos se encontraba más susceptible de lo habitual.

Faltaban horas para que tuviera lugar la cena inaugural, donde los bandos se verían las caras de nuevo los unos a los otros, pero hasta entonces el grupo no tenía otra cosa que hacer que intentar aliviar la pesadez que suponía la espera hasta dicho momento. Algunos se dedicaban a sus quehaceres o a reencontrarse con antiguos camaradas, mientras que otros pasaban el rato en los jardines en compañía de sus más allegados aliados.


Khairos abandonó la sala central tras el barullo que se había creado a consecuencia en parte por su elección. Se despidió momentáneamente de sus nuevos compañeros para buscar a alguien en concreto con el que sentía la necesidad de hablar de lo sucedido. Recorrió varios pasillos esperanzado en encontrarle, sin embargo al único ser con el que se cruzó fue con el señor Richardson, que corría desesperado con el objetivo de cerrar a cal y canto tanto la cocina como la bodega, antes de que los exquisitos licores y reservas cayesen en manos de los insaciables mercenarios. El joven sacerdote cesó la búsqueda mientras descansaba en una de las sillas que adornaba una de las dos grandes mesas que llenaban el centro del comedor. Suspiró sin poder evitar sentir al menos un leve temor por la insensatez o quizás por la incoherencia que los demás pensarían que había cometido, sin embargo él sabía bien el por qué de su elección. Puede que no muchos le entendieran, o no lo compartieran, pero a fin de cuentas ya era bastante mayor como para tener que dar explicaciones a nadie, ni siquiera a sus padres.

El pisar de las robustas botas de cuero retumbó en la sala únicamente ocupada por el joven sacerdote, que rápidamente se giró para advertir de quien se aproximaba. El fornido joven caminó con paso decidido sin vacilar en ningún momento.

-Supuse que estarías aquí.-dijo Draken que miraba a su amigo con algo de lástima.
-Te he estado buscando.
-Ya, lo siento, estaba con tu padre y el resto, se han alegrado mucho de...
-Me has mentido.-interrumpió Khairos girándose para encontrarse por primera vez con el rostro del joven de cabellos también dorados.
-Lo siento Khairos.-susurró a la vez que tomaba asiento.-No quería hacerlo pero... no tuve elección.-Draken observó al joven cabizbajo.-Lo hice para protegerte.
-¡No necesito que me protejáis constantemente!.-exclamó Khairos alzando la voz.-No paráis de repetir lo mismo una y otra vez, en tu caso ni siquiera eres mucho más mayor que yo como para excusarte con esas palabras.
Draken miró hacia el suelo sin saber que contestarle.
-Dijimos que elegiríamos la Orden, que era lo que tus padres querían que hicieses.-reprochó Khairos.-A sabiendas de que... me traería problemas. ¿Y ahora dices que era para protegerme? ¿Protegerme de qué? ¿De los problemas que ha causado y causará todo esto?
-Lo siento Khairos, insistí en que eligiéramos la Orden porque pensé que sería lo mejor para ti.-confesó el joven arquero observando como su amigo apretaba los puños airado.- Ya hablamos de lo que ocurría si elegías los Doe, tu padre se decepcionaría, y por el contrario si te decantabas por los Caminantes ocurriría lo mismo con tu madre. La Orden era la mejor de las opciones, ellos te necesitan. Además, quizás esto valga para que tu padre recapacite y se de cuenta de que no son tan malos como parecen.
-¡¿No lo entiendes?!-dijo Khairos golpeando con el puño en la mesa.-El problema no es nada de eso, el problema es que estaré solo, no los has elegido tal y como prometiste. Allí no conozco a nadie...
-Los conocerás Khairos. Mis padres pertenecieron a la Orden, sé como es esa gente, harás buenas migas con ellos enseguida, ya lo verás.
El joven intentó reprimir las lágrimas de impotencia causadas por el sentimiento de traición que invadía su cuerpo. Draken temió haber perdido al que era como un hermano para él. Apoyó su mano en el hombro de éste mientras recordaba los años que habían pasado en Forjaz desde que eran tan solo unos críos, y las aventuras que habían vivido desde entonces.
-Khairos, te prometo que seguiremos siendo amigos.
-Ya no sé si creerte...
-Venga, no estés triste... seguro que tus padres lo entenderá. Si quieres iré contigo y te apoyaré cuando vayas a hablar con ellos.
Khairos se sintió algo más aliviado al sentir el apoyo del arquero, y aunque seguía sintiendo algo de rencor hacia el mismo, decidió aparcarlo a un lado al menos durante el tiempo que estuvieran allí.
-Draken, ¿Por qué de todos los grupos, has elegido el de mi padre?-preguntó con curiosidad.
-Los Caminantes son un buen grupo. Pensé que sería apasionante formar parte de ellos y viajar, luchar contra dragones, salvar al mundo cada día...
-Y no creíste que yo fuera lo suficientemente fuerte como para hacer nada de eso...-interrumpió Khairos.
-No es eso Khairos, tu eres fuerte a tu manera.-dijo el joven sin evitar soltar un suspiro.- Es solo que... todo eso será solo el principio.
-¿A qué te refieres?
-Cuando me haya convertido en un buen caminante... iré a buscar a mi hermano Caleb.-confesó.

Las palabras del joven retumbaron en la cabeza de Khairos que por fin comenzaba a entenderlo todo. La principal razón de Draken no era otra que la de infiltrarse en el grupo hasta saber lo necesario como para viajar a la línea temporal en la que se encontraba su hermano y conseguir traerlo de vuelta. Por unos segundos se sintió ofendido porque no hubiese contado con su presencia para tal hazaña, pero después entendió que si él hubiera escogido a los Caminantes, su padre no le hubiese quitado ojo de encima, y posiblemente frustraría los planes de su amigo. Todo eso sin contar que incluso él mismo dudaba de su valía a la hora de hacer una tarea de tal magnitud.

-Prométeme que no se lo contarás a tu padre.-susurró Draken preocupado.
-Siempre y cuando no rompas tu promesa..-recalcó el joven mientras estrechaba la mano de su amigo en son de pacto
-Lo prometo.



La brisa veraniega recorría el exterior del castillo Doe, los jardines parecían iluminados entre tanta vegetación que rodeaba los caminos empedrados por los cuales algunos habían decidido dar un paseo. La gran fuente central se imponía ante el resto del decorado y estatuas que poblaban el patio, a la vez que lograba refrescar a los que se situaban alrededor de ella.

-No te preocupes, te digo yo que en dos días te conoces toda la jerga del oficio.-dijo Ricko al joven Strang que paseaba junto a él y Cedric dando vueltas en círculos alrededor de la fuente.- y el resto ya lo aprenderás sobre la marcha.
-Entendido.-contestó rotundamente el joven.
-Aún nos queda por saber que serás, aunque te veo pinta de corsario... seguro que el sombrero te queda hasta bien.-continuó el lobo de mar.
-Tu siempre barriendo para casa Ricko... El joven será lo que el jefe ordene, así que deja de darle esperanzas al crío.
-Aún así yo me alegro que nos hayas elegido.-confesó Ricko mientras rodeaba con un brazo el cuello del joven y frotaba el nudillo de sus dedo en la cabeza del mismo con afán de molestarlo.
El grupo continuó caminando en círculos. Mientras el jefe de los corsarios y Carsnten charlaban agitádamente, Cedric centraba su atención en otros asuntos. A escasos metros apoyado en una pequeña tapia de piedra que cercaba la zona central se encontraba alguien que conocía bien, cuyo nombre era Zephiel Daroudji. El corpulento y robusto guerrero, de cabellos y barbas completamente blancos pasaba el tiempo a la sombra de un gran seto ignorando la presencia tanto de él como de sus compañeros. Su imponente figura menguaba incluso las ganas hacer el intento de socializar con él, además de que ni el ilusionista ni el guerrero lograban soportarse durante más de un rato.

-Cedric mira quien viene por ahí.-dijo Ricko golpeando repetidamente su brazo para lograr atraer sus atención.
La humana embutida en un insinuante y ajustado conjunto de cuero se acercó con paso decidido. Su cabellera morena dejaba ondear algún que otro mechón ondulado que contrastaba con sus labios de color carmín.

-¡Pero si es la reina de espadas!-dijo Ricko realizando una exagerada reverencia en todo de burla.-agáchate chico si no quieres que acabe con tu vida en un suspiro.-susurró de forma audible bromeando ante la que era la líder de los asesinos que componía parte de la banda de mercenarios.
-Ya era hora de que llegaras Ivy.-dijo Cedric enarcando una ceja mientras recorría con la mirada las sugerentes curvas de la fémina.-El jefe está bastante molesto con tu ausencia durante la elección.
-Ya se lo compensaré.-dijo la asesina mientras se fijaba en el nuevo recluta.- Así que hemos conseguido un cachorro... ¿Este es que superó el entrenamiento con nota?-preguntó mientras sonreía recorriendo al joven de arriba a abajo.
-Sí, es este, Carsnten Strang.
-Encantado señorita...
-Ivy.-respondió la asesina girándose hacia el capitán de los corsarios.-Vaya entonces quiere decir que vuestros entrenamientos son cada vez más flojos Ricko...
-Muy graciosa...-el corsario miró al ilusionista que se hallaba ensimismado mirando hacia otro lugar y le propinó un puñetazo en el brazo.-¿Es que no vas a defenderme?
-¡Auch!, cállate.-respondió señalando a lo lejos.-Creo que me he enamorado....

Cedric bromeó con sus compañeros mientras contemplaba a fondo a una joven de cabellos oscuros que bordeaba la fuente donde se encontraban. El ilusionista la conocía desde hacía bastante tiempo, ambos habían coincidido en numerosas ocasiones en varias de las reuniones o encuentros que habían tenido lugar. Su nombre era Kathaisa Redrosse y presumía de ser una gran maga, aunque Cedric también se elogiaba lo suficiente haciéndola entender que su talento innato no le llegaba a él ni a la punta de los zapatos. La joven de ojos grises caminó grácilmente junto al grupo saludándolos con la mano al pasar. El ilusionista no pudo reprimirse y desprendió un piropo en forma de silbido al verla pasar cerca, que obtuvo como respuesta un leve guiño por parte de la maga. Por desgracia para el mago mercenario su tierna flor andante se envolvió entre los brazos del fuerte guerrero al que había visto segundos antes.

-¡Espabila Cedric!-exclamó Ricko
-Déjalo que disfrute.-dijo Ivy.- es lo más cerca que va a estar de estar con ella.-bromeó a lo cual el resto del grupo menos el mencionado estallaron en una carcajada.
-¿Queréis dejar de ser tan negativos? Me ha guiñado un ojo.-dijo el ilusionista mientras dejaba escapar un suspiro sin separar aun la vista de la joven que hacía carantoñas con Zephiel.
-¿Es que no te cansas nunca?- preguntó el corsario.-Si de verdad quieres encontrar a una hembra empieza por cambiar de colonia. Ni siquiera las mujeres huelen a... ese olor a flores.
-Por una vez estoy de acuerdo con el pirata.-dijo Ivy mientras reía.
-¿Va en serio que...?- preguntó Carsnten sin saber de qué hablaban señalando al ilusionista.
-Mira chico te contaré algo. Cada vez que nos reunimos con los otros grupos, aqui nuestro Romeo se queda mirando a esa chica hasta que el fuertote le da una paliza.-contó Rickó.- La última vez le partió un brazo y dos costillas, y nuestro muy lelo amigo no aprende.
-Disculpad pero estoy de cuerpo presente, tenedme un respeto al menos.
-Ricko tiene razón, no vuelvas a provocarlo, no seas tan estúpido.-añadió la asesina.
-Vosotros no tenéis espíritu de mercenarios, sois la vergüenza del gremio. Quien no lucha no gana.
-El problema es que tu luchas siempre pero pierdes.-respondió el corsario y seguidamente comenzaron a reír.
-Dejadme en paz. Si quisiera, ella sería mía, lo que no sé es por qué demonios está con él.
-Ja, tiene gracia.-dijo Ivy- ¿Acaso lo has visto bien?
-O lo que quiere decir nuestra amiga asesina, ¿Acaso te has mirado tu al espejo?-rió.
-Callaos idiotas, no sabéis de lo que habláis.
-Míralo bien, te saca un palmo de altura y tiene el doble de brazo que tu, el doble de espalda que tu,...
-Como todo vaya en proporción ya sabes por qué está con él y no contigo.-se animó el joven Strang.
-¡Esa ha estado bien, el joven cachorro aprende rápido!-exclamó Ricko mientras chocaba la mano con el novato.
-Vosotros no sabéis como soy realmente... quizás sea hasta incluso más guapo que ese guaperas...
-Todos te hemos visto dormido, borracho o recién levantado, no creas que nos engañas con tus ilusiones,... cuando duermes, ese enclenque flacucho eres el verdadero tu.-confesó el corsario sonriendo ante el ceño fruncido de su amigo.
-Es cierto, además yo puedo asegurar tras haber pasado una noche tanto contigo como con él.-dijo Ivy mientras señalaba a Zephiel con la cabeza.- que si alguna vez vuelvo a acostarme contigo...
-Que será nunca.-interrumpió Ricko.
-...Si vuelvo a acostarme contigo ya sabes que ilusión es en la que quiero verte transformando.-bromeó Ivy mientras le guiñaba un ojo al ilusionista.
-Disculpa, pero creía que lo que pasó entre nosotros no saldría de aquí.
-Y no ha salido, el cachorro no dirá nada ¿Verdad?-dijo Ivy
-Lo prometo.-respondió Carsnten levantando la mano mientras reía.
-No seas fantasma Cedric, si a mi me lo contaste al día siguiente...
-Me dais asco, luego no os preguntéis por qué no os veo más a menudo...
Cedric observó apesadumbradamente a la pareja mientras sus compañeros continuaban la retahíla de bromas y burlas que atentaban contra él.


Zephiel observó pacientemente a su amada mientras cruzaba el patio. Frunció el ceño cuando distinguió algún gesto inapropiado por parte de aquel ridículo ilusionista. Apretó la mandíbula esperando no tener que dejarlo otra vez medio muerto, aunque su irá se vio aplacada rápidamente cuando Kathaisa le entregó un beso en la mejilla a la vez que recogía sus grandes manos entre las suyas.

-¿Te han dicho algo?- preguntó rápidamente el guerrero mientras señalaba con la mirada al grupo de mercenario.
-Nada de que preocuparte. Ya sabes que son unos fanfarrones, sobretodo el palurdo del mago.
-Por eso mismo, porque sé como son es por lo que te había preguntado...
-Relájate, cuéntame, ¿Como ha ido la elección?-preguntó la maga intentando cambiar de tema.
-Estupendo.-dijo irónicamente.-el hijo del caminante nos ha elegido, con lo cual es como si le hubiésemos declarado la guerra.
-Ahora nos odiará más que antes.
-Si, eso parece. Mañana tendrá lugar la reunión. Creo que debería presentarme yo en nombre de la Orden en vez de Alice. La conozco bien, y sé que el caminante irá a por ella. Preferiría evitar la catástrofe antes de que ocurra.
Kathaisa apoyó su cabeza en el hombro desnudo del guerrero mientras acariciaba su brazo con las yemas de sus suaves dedos.
-Yo creo que deberías dejar que la bruja y la joven se encarguen de esos asuntos, después de todo ellas son las líderes.
-Aún así yo fui guardián muchos años, sé como tratar a esa gentuza de los caminantes.- respondió Zephiel mientras recordó vagamente parte de lo que ocurrió cuando le derrocaron como líder.- Wood me la jugó en su día, y yo se la devolveré.
-¿No estarás pensando en hacerle algo al chico verdad?
-No, el chico no tiene culpa de tener un padre tan estúpido.
-Te veo algo tenso... deberías relajarte.- le susurró Kathaisa al oído
La maga se posicionó frente al guerrero mientras éste la rodeaba con los brazos por la cintura. Kathaisa recorrió con sus dedos la barbilla cubierta de un recortado vello blanco que iba a juego con el color de los largos cabellos del humano. Se acercó dubitativamente hacia su amado hasta que sus labios se encontraron en un profundo y pasional beso.
-Sabes distinta...-susurró el guerrero extrañado al saborear aquel pasional beso que le había brindado.
-¿De veras? Quizás tenga que darte otro a ver...

Zephiel abrió los ojos y acarició con su dedo pulgar los dulces y suaves labios de la joven. Su aspera mano curtida de mil batallas recorrió lentamente el mentón de ésta para terminar surcando caricias en su delgado cuello. El guerrero frunció el ceño pausadamente mientras sus fuertes dedos se aferraban al cuello de Kathaisa, hasta que comenzó a apretar fuertemente. Los ojos de la maga se abrieron de repente al notar como la mano de Zephiel rodeaba su cuello, asfixiándola poco a poco. Intentó gritar pero fue imposible, el humano no cedía ni un segundo mientras la maga notaba como su fuerzas comenzaban a desfallecer. Los ojos grisáceos de la maga tornaron a su color original, sus cabellos se acortaron rápidamente a la vez que las delicadas facciones de la maga dieron lugar a una prominente y marcada mandíbula compuesta por un mentón con perilla. La ropa también se trasformó cuanta más fuerza ejercía el guerrero. La figura de Kathaisa terminó transformándose en la de un hombre de apariencia endeble que caía arrodillado al suelo intentando coger aire. Zephiel se acuclilló delante de Cedric y agarró con fuerza la mandíbula del ilusionista obligándole a levantar la vista.

-La próxima vez te partiré la cabeza, ¿Me he explicado con claridad?-preguntó el guerrero observando como el mago asentía tosiendo.- Y cambia de perfume, haznos un favor a todos.- Después lo soltó viendo como el mago terminaba tumbado en el suelo mientras se marchaba.

Carsnten, Ricko e Ivy permanecieron estupefactos al ver la situación desde donde se encontraban y seguidamente posaron sus ojos en el ''Cedric'' que había estado con ellos todos el rato. La ilusionista sonrió mientras iba recuperando su forma original trasformándose en Kathaisa.
-Ya estamos con los jueguecitos... me cago en...
-Lo siento chicos, un placer charlar con vosotros pero la actuación ha terminado.- dijo Kathaisa mientras realizaba una reverencia ante los tres mercenarios.
La ilusionista caminó hasta el cuerpo de Cedric y rió al ver como intentaba recomponerse.
-Otra victoria para la mejor.- dijo la ilusionista al mago que la miraba compungidamente.-Te has arriesgado más que nunca, pero una apuesta es una apuesta.
Cedric sacó una pequeña bolsita con varias monedas de oro que le entregó en mano a la joven.
-¿Lograrás ganarme alguna vez?
-Te he ganado muchas...-dijo Cedric sin evitar toser.
-Si, pero hace tanto de eso...ah, por cierto, como vuelvas a besarle vas a tener que hacer una ilusión para volver a tener algo ahí abajo. ¿Entendido?

Kathaisa le lanzó un beso tras su amenaza y se marchó rápidamente entusiasmada de haber ganado nuevamente al ilusionista en la destreza que ambos rivalizaban.



La habitación parecía bastante amplia para las dos, las cortinas eran de color carmesí al igual que las sábanas de las cómodas camas que se hallaban enfrentadas una a la otra. Además de un par de escritorios y una estantería repleta de libros, poseía grandes temas decorativos que daba a entender que en vez de una habitación de invitados parecía más de algún caballero o habitante el lugar que se hallara en ausencia.

-Para que te voy a engañar, ha sido una sorpresa.-dijo Lorraine mientras doblaba sus prendas y las colocaba en una silla cercana a su cama.
-Aún estoy dándole vueltas a que ocurrirá mañana en la reunión.
-No te preocupes Alice, si no estás con fuerzas yo iré por ti.
-Gracias Lorraine pero no creo que sea el mejor momento. Sin duda saldrá el tema de Caleb, y el caminante intentará culparte a ti por ello.
La joven Leproux recordó a su amado Caleb al que llevaba ya varios años sin ver. Sabía que el joven mago era intrépido y valiente, pero no sabía que terminaría perdiéndolo para siempre.
-También es hora de que nos de una explicación de lo que ocurrió cuando fueron a buscarlos.
Varios golpes sonaron en la puerta de madera interrumpiendo la sincera charla que mantenían las guardianas de la Orden. Alice dejó lo que estaba haciendo para abrir rápidamente la puerta. La sorpresa fue más que evidente cuando encontraron a Azurin al otro lado de ésta.
-Azurin...-Alice se mantuvo seria, desvió la mirada unos segundos hacia la joven Lorraine que dejaba sus cosas para acercarse.-Pasa... estábamos pasando el rato.
-Saludos a ambas, gracias por el ofrecimiento.

La druida se adentró en la habitación tras las guardianas dejando la puerta a medio cerrar. Alice permaneció en silencio mientras miraba fijamente a la druida. Los rasgos y gestos de Azurin desprendían ternura y a la vez serenidad. La elfa siempre era considerada como una de las más sensatas y pacientes de toda la Orden, a la vez que era respetada por su edad como una de las más sabias capaz de equipararse al maestro Monlee o incluso a Iridi. Azurin reprimió las ganas de dejar caer alguna lágrima y extendió sus brazos mientras sonreía a las humanas.
-Acercaos hijas mías.-susurró la elfa a sus viejas conocidas que tiempo atrás habían sido como una familia tanto para ella como para su fallecida hija.

Tanto Alice como Lorraine corrieron a abrazar a la elfa, la joven comenzó a llorar desconsoladamente añorando tener a su lado en la Orden a alguien como la venerable druida a la vez que echaba en falta el abrazo de Isnalar.
Azurin acarició el cabello de ambas mientras respiraba profundamente intentando serenar los sentimientos de las muchachas.

-¿Sabe él que estás aquí?-preguntó Alice mientras se secaba las lágrimas con el dorso de su mano.
-Yo no tengo que pedir permiso a nadie para veros.-susurró la elfa mientras pasaba sus delicados dedos por la mejilla mojada de la bruja.- ¿Qué tal os encontráis?
-Inquietas.-respondió Alice mientras ponía en orden sus sentimientos y observaba como Lorraine seguía aferrada a la elfa.- No teníamos ni idea de lo del pequeño Wood, pero creo que más que una ayuda...
-Vamos, tranquila.-dijo la elfa con su melódica voz.-No tenéis de qué preocuparos, no habéis hecho nada malo. Ambas sabemos lo que ocurrirá mañana pero debéis ser listas y no dejar que os venzan. Conozco a Garrett, no es mala persona, pero no parará hasta terminar con la Orden. Contando con su hijo podréis hacer que la balanza gire a vuestro favor.
-No creo que sea tan fácil Azurin, yo...

De pronto alguien golpeó la puerta abriéndola aún más de lo que estaba. Una joven ataviada con ropajes y el tabardo de la casa Doe se asomó para llamar la atención del grupo.

-Disculpad, siento la interrupción.-dijo la joven.
-Adelante, ¿Qué se os ofrece?- dijo Alice acercándose hasta la puerta.
-Hemos recibido un mensaje urgente. Proviene de Kultiras y posee el sello de la casa Leproux.-la joven hizo entrega a Alice de la misiva.-Disculpad, que tengáis buena tarde.-tras despedirse se marchó de la habitación fugazmente.
Lorraine soltó a la elfa rápidamente y corrió hacia Alice que había comenzado a abrir la carta.
-¿De los Leproux? ¿Es de mi madre?- preguntó la joven nerviosa.
La elfa se acercó pausadamente posicionándose entre ambas y depositando sus manos en los hombros de éstas.
-¿Ocurre algo Alice?-preguntó la druida mientras observaba como la bruja leía la carta con celeridad.
-Oh no...-murmuró.-Es...,Lorraine... es sobre tu padre.
-¿Mi padre? ¿Qué ha pasado, quiere algo?
-Lord Levi ha muerto.-respondió Alice.
-No puede... ser...-la voz de la joven se entrecortó y acto seguido cogió la carta de las manos de Alice, donde leyó que su padre el adinerado y reconocido noble y almirante Giordano Levi había sido asesinado hacía pocos días, además de la desaparición de su madre Lady Chantalle Leproux tras todo lo acaecido.

La joven dejó caer el pergamino y cayó de rodillas al suelo mientras rompía a llorar desconsoladamente sin que la elfa ni la bruja lograran hacer nada para alentar su pesar.