Hacía ya al menos
un par de horas que un manto de estrellas cubría Arak. La tranquila eternidad
de la noche se había convertido, para el espíritu de Azurin, en un campo de
pruebas, en un salón de estudios y un terreno de aprendizaje donde, en las
últimas semanas, había estado descubriendo los entresijos de su nuevo estado.
Pero esta noche era distinta, el espíritu de la veterana druida reposaba a las
afueras del bastión en ruinas observando el sueño de sus “hijos”, como ella llamaba en secreto a sus
compañeros de viaje. Esta noche la preocupación y la impotencia se palpaban en
las auras de los acampados debido a la repentina desaparición de Alice. Azurin
miro al Maestro Monlee que siempre dormía a pierna suelta, y percibió
agitación en su espíritu. La druida desvió
la mirada hacia Garret, cuya aura volvía a alterarse bruscamente por quinta vez esa noche. Se detuvo unos instantes en analizar es estado emocional de su joven
amigo que mal dormía como las últimas noches, pero esta vez, quizás zarandeado
por la preocupación, la responsabilidad y la culpa, lo estaba pasando bastante
peor. Como ya había hecho con anterioridad,
el espíritu de la druida levito hasta recostarse cerca del humano, y susurrando
palabras en su idioma natal consiguió apaciguar su alma. “Nuestras heridas no sanan como antes, pero
el dolor desaparece, nos das paz para seguir luchando” Aquellas palabras
resonaban en su interior cada vez que la druida relajaba el sueño a su amigo. Ella
era consciente que por ahora, era todo lo que podía hacer. Se alzó y levito paseando como un alma en pena
por el campamento. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al ver tienda del matrimonio Strang, las únicas
almas del campamento que tenían un buen motivo para no estar tristes pese a lo
ocurrido. Pero esa alegría le duro poco al ver la silueta del maestro de
cuervos en la lejanía. El espíritu
decido acercarse hasta él.
James Vandante estaba sentado un roquedal mirando al cielo esperando
alguna esperanza de alas negras que le
trajera noticias de Alice. Al ver llegar al espíritu de la druida, hizo un
ligero gesto de saludo con la mano y siguió mirando hacia las estrellas.
-Deberías descansar –dijo la druida
modulando su voz para intentar darle el toque dulce que tenía en vida-
-No podría dormir aunque
quisiera, y no querré hasta localizar a
Alice.- dijo el humano con tono desafiante.
-Pero tienes que estar agotado.
La batalla fue muy dura, tus heridas aún no han sanado. Dale un respiro a tu
cuerpo. –Añadió intentando convencerle con razonamientos-
-No puedo dejar de buscar, no
puedo.-insistió el humano-
-Pero ¿qué será de ti mañana?.
Cuando tus ojos cansados no consigan fijar un blanco, o cuando tu mente carente
de sueño tome malas decisiones que te pongan en peligro a ti, a ellos-señalando
al grupo- o a tus queridas aves. ¿Qué pasara entonces?
-Vandante frunció el ceño
indignado por la bofetada de realidad que le acababa de dar la druida y
contesto firmemente - ¡Entonces tendré que encontrarla esta noche¡.- James se
puso en pie y comenzó a preparar su petate para salir a buscar a Alice.
Azurin miro al humano, y se lanzó
contra él, introduciéndose en su cuerpo. Un instante después el joven se caía
lentamente contra el suelo mientras la druida salia de su huésped.
-Duerme, hijo mío, duerme. Mama
velara por vosotros esta noche.
Escrito por Azurin