jueves, 19 de febrero de 2015

La caída del señor del vacío (Final del capítulo 1 - Grupo 1)


Sus pies semidescalzos avanzaban lentamente por la fría piedra de la plataforma en la que se encontraban. La oscuridad del vacío arropaba tanto a los osados forasteros que se habían adentrado hasta el recóndito cementerio, como al orco que aguardaba con satisfacción la caída de los mismos.
Caminó apoyándose en el bastón en cada paso que daba. Si bien el Ner'zhul de aquella época no era tan poderoso como lo había llegado a ser en otra línea temporal, seguía siendo el señor de los Sombraluna, y como él mismo aseguraba, el señor del vacío. Su poder no tenía rival en aquellas tierras, sus tierras. Ya fueran orcos, draeneis o las extrañas razas que habían llegado a Draenor, Ninguno sería un enemigo a temer para los Sombraluna ni para él mismo. Nadie podría detenerlo, nadie se entrometería en sus planes.

Ner'zhul se detuvo junto al cuerpo de uno de los humanos. Las armaduras de éste eran brillante, y su modo de luchar le había recordado a aquellos odiosos draeneis que ahora poblaban su valle. Se acercó confiadamente al cuerpo del cruzado y se detuvo unos segundos a analizarlo detenidamente.

-Vuestra raza... me causa curiosidad. Tan confiados, tan arrogantes...tan...entrometidos...tan débiles...

Ner'zhul no esperaba que el humano le respondiese, de hecho cada uno de los componentes del grupo se hallaba en peor situación que el anterior. La mayoría habían caído fácilmente bajo su oscuro poder, no sin haber luchado, pero aún así todos sus esfuerzos había sido en vano. El orco se incorporó nuevamente y apoyó su pie en el brazo del paladín, segundos después dejo caer su peso rompiendo parte de la armadura y el brazo del humano. Marther no pudo retener el grito, que sonó como un alarido de un dolor indescriptible.

-Lástima que todo acabe así para vosotros...

El orco apartó el casco del paladín con el bastón, y centró su mirada en la expresión de sufrimiento que se reflejaba en el rostro de éste. Ner'zhul apoyó su pie esta vez en la cabeza del humano.

-Dónde está tu luz ahora... humano...-susurró Ner'zhul mientras se disponía a acabar con la vida de su enemigo.
-¡La luz está en todos nosotrros Ner'zhul!¡Puede que ya sea horra de que conozcas su poderr!

La voz del Exarca Akama interrumpió las intenciones del orco, que parecía sorprendido por la aparición del venerable draenei.

-Eres un insensato si crees que podrás acabar conmigo tan fácilmente... ni tu, ni tu amada luz podrá detenerme esta vez...
-¡Es cierrto Ner'zhul!-gritó el draenei mientras descendía por los peldaños que guiaban desde la entrada hasta la plataforma suspendida en el aire.-¡Es por eso que no he venido solo!

En ese momento el rostro del orco cambió completamente. La Exarca Naielle y la teniente Thorn se adentraron en la sala junto con varios soldados de la Alianza. El grupo le superaba en numero, sumaban casi una docena entre los draenei y seres de distintas razas como las que se había enfrentado minutos antes. Ner'zhul retrocedió sobre sus pasos mientras se aferraba fervientemente a su bastón. No podría con todos ellos, no en esta ocasión. Rápidamente el orco apoyó su bastón en el suelo empedrado y un rayo se materializó frente a sus enemigos. Una especie de humo púrpura inundó la zona frente a sí. El orco aprovechó la distracción para dar media vuelta y correr hacia el final de la plataforma, sin embargo a los pocos pasos se vio obligado a detenerse. Varias esferas suspendidas en el aire aparecieron de repente frente a él, materializando en pocos segundos varias figuras humanas y elfas.

-¿Tienes prisa Ner'zhul?-preguntó sarcásticamente la Archimaga Modera.
-No huirás de nuevo orco...-dijo el Archidruida Morthis Alasusurro mientras se concentraba.

De repente Ner'zhul se vio totalmente paralizado, un sinfín de ramas le atrapaban y ascendían lentamente por su cuerpo obligándole a soltar su bastón y permanecer paralizado en el sitio.

La teniente Thorn se acercó hasta el orco caminando decididamente hasta detenerse a escasos centímetros de su rostro.


-Hoy es el día en el que se pondrá fin a todo el dolor que has causado.