Sus pies semidescalzos avanzaban
lentamente por la fría piedra de la plataforma en la que se
encontraban. La oscuridad del vacío arropaba tanto a los osados
forasteros que se habían adentrado hasta el recóndito cementerio,
como al orco que aguardaba con satisfacción la caída de los mismos.
Caminó apoyándose en el bastón en
cada paso que daba. Si bien el Ner'zhul de aquella época no era tan
poderoso como lo había llegado a ser en otra línea temporal, seguía
siendo el señor de los Sombraluna, y como él mismo aseguraba, el
señor del vacío. Su poder no tenía rival en aquellas tierras, sus
tierras. Ya fueran orcos, draeneis o las extrañas razas que habían
llegado a Draenor, Ninguno sería un enemigo a temer para los Sombraluna ni para
él mismo. Nadie podría detenerlo, nadie se entrometería en sus
planes.
Ner'zhul se detuvo junto al cuerpo de
uno de los humanos. Las armaduras de éste eran brillante, y su modo
de luchar le había recordado a aquellos odiosos draeneis que ahora
poblaban su valle. Se acercó confiadamente al cuerpo del cruzado y
se detuvo unos segundos a analizarlo detenidamente.
-Vuestra raza... me causa curiosidad.
Tan confiados, tan arrogantes...tan...entrometidos...tan débiles...
Ner'zhul no esperaba que el humano le
respondiese, de hecho cada uno de los componentes del grupo se
hallaba en peor situación que el anterior. La mayoría habían caído
fácilmente bajo su oscuro poder, no sin haber luchado, pero aún así
todos sus esfuerzos había sido en vano. El orco se incorporó
nuevamente y apoyó su pie en el brazo del paladín, segundos después
dejo caer su peso rompiendo parte de la armadura y el brazo del humano. Marther no pudo
retener el grito, que sonó como un alarido de un dolor
indescriptible.
-Lástima que todo acabe así para
vosotros...
El orco apartó el casco del paladín
con el bastón, y centró su mirada en la expresión de sufrimiento
que se reflejaba en el rostro de éste. Ner'zhul apoyó su pie esta
vez en la cabeza del humano.
-Dónde está tu luz ahora...
humano...-susurró Ner'zhul mientras se disponía a acabar con la
vida de su enemigo.
-¡La luz está en todos nosotrros
Ner'zhul!¡Puede que ya sea horra de que conozcas su poderr!
La voz del Exarca Akama interrumpió
las intenciones del orco, que parecía sorprendido por la aparición
del venerable draenei.
-Eres un insensato si crees que podrás
acabar conmigo tan fácilmente... ni tu, ni tu amada luz podrá
detenerme esta vez...
-¡Es cierrto Ner'zhul!-gritó el
draenei mientras descendía por los peldaños que guiaban desde la
entrada hasta la plataforma suspendida en el aire.-¡Es por eso que
no he venido solo!
En ese momento el rostro del orco
cambió completamente. La Exarca Naielle y la teniente Thorn se
adentraron en la sala junto con varios soldados de la Alianza. El
grupo le superaba en numero, sumaban casi una docena entre los
draenei y seres de distintas razas como las que se había enfrentado
minutos antes. Ner'zhul retrocedió sobre sus pasos mientras se
aferraba fervientemente a su bastón. No podría con todos ellos, no
en esta ocasión. Rápidamente el orco apoyó su bastón en el suelo
empedrado y un rayo se materializó frente a sus enemigos. Una
especie de humo púrpura inundó la zona frente a sí. El orco
aprovechó la distracción para dar media vuelta y correr hacia el
final de la plataforma, sin embargo a los pocos pasos se vio
obligado a detenerse. Varias esferas suspendidas en el aire
aparecieron de repente frente a él, materializando en pocos segundos
varias figuras humanas y elfas.
-¿Tienes prisa Ner'zhul?-preguntó
sarcásticamente la Archimaga Modera.
-No huirás de nuevo orco...-dijo el
Archidruida Morthis Alasusurro mientras se concentraba.
De repente Ner'zhul se vio totalmente
paralizado, un sinfín de ramas le atrapaban y ascendían lentamente
por su cuerpo obligándole a soltar su bastón y permanecer paralizado en el sitio.
La teniente Thorn se acercó hasta el
orco caminando decididamente hasta detenerse a escasos centímetros de
su rostro.
-Hoy es el día en el que se pondrá
fin a todo el dolor que has causado.