martes, 24 de febrero de 2015

Dolor entre las sobras (Final del capítulo 1 - Grupo 2)


Sus ojos inyectados en sangre observaban altivamente a aquellos que habían intentado detenerle. Sin duda las promesas de su maestro Gul'dan habían superado con creces las expectativas que se habían forjado en su interior, allí, debajo de esos andrajosos trapos, en el interior de aquel orco llamado Teron'gor. Nadie había podido siquiera frenar el avance que se había propuesto, y poco faltaba ya para que los draenei y el mundo cayese bajo sus manos. Quien sabe si quizás llegara a ser más poderoso incluso que su maestro, aunque para ello aún debía probarse una vez más.

Caminó pausadamente unos pasos hacia el centro de la plataforma mientras sentía como la destrucción se confinaba a su alrededor. Los cristales púrpuras del templo se despedazaban bajo los ataques de aquellos que estaban a sus órdenes, mientras que los draenei que protegían el sagrado edificio morían fácilmente a manos de los demonios de la legión. Tan solo necesitaba chasquear los dedos para que todo aquello por lo que habían luchado sus enemigos se convirtiera en cenizas.

Teron observó detenidamente, con soberbia, a cada uno de sus enemigos. Sin duda eran seres extraños y no podía negar que además de tener coraje, tenían también un extraño sentido de la confianza al ayudar a los draenei. La mayoría de sus enemigos estaba a estas alturas arrodillados o casi muertos. El orco meditó varios segundos antes de acabar con ellos, quizás alguno de esos seres todavía podía serle de utilidad.

-Habéis sido demasiado osados al intentar detenerme... creo que no sabéis hasta que punto soy capaz de llegar. El consejo de las sombras no se detendrá ante nadie, y mucho menos antes unos sucios perros como vosotros...
-¡Sabemos bien quien eres orco!- gritó el caballero de la muerte que se encontraba de rodillas apoyado en su espada que se hallaba clavada en el suelo.-¡Te matamos una vez, y a Gul'dan, y a todos los vuestros! ¡¿Qué te hace pensar que no lo haremos de nuevo?!
-No me interesa lo que hayáis hecho en el lugar del que venís, el consejo de las sombras ahora es fuerte, y la legión estará a nuestro servicio para llevar a cabo aquello que el maestro ansía.
-Estúpido orco....-murmuró Ephdel.

El caballero de la muerte miró a su alrededor. Observó el cuerpo inconsciente de Akuo a unos metros de distancia. Y sintió como Azurin, el maestro Monlee y las draenei esperaban impacientes sus órdenes. No había muchas alternativas, así que optó por lo más sencillo.
-¡Pandaren, abre un portal y sácales de aquí!
-¡No!... -gritó la elfa druida que no tardó en averiguar las intenciones del caballero de la muerte.

Ephdel se puso en pie y avanzó rápidamente hacia el orco. Esquivó en el trayecto varias de las descargas de las sombras que enviaba para detenerlo mientras blandía su espada entre sus manos. Sus pasos recorrieron la distancia rápidamente, pero cuando Ephdel asestó el golpe, Teron se esfumó. El humano sintió un indescriptible y agónico dolor a su espalda. Varias descargas golpearon su cuerpo haciendo que cayese sin sentido.

-Demasiado previsible...-dijo el orco mientras se giraba hacia el resto de sus enemigos.

De repente junto al orco se abrió una especie de portal de color púrpura y negro, del cual salió un ogro de gran tamaño ataviado con unas togas violáceas y amarillentas. El orco de dos cabezas miró a su compañero esperando lo que parecía ser una orden.

-Llévate a esos dos,... seguro que en las minas los tuyos se alegrarán de tener esclavos tan singulares.- dijo Teron 

El ogro no tardó en cargar con los pesados cuerpos de Akuo y Ephdel, y antes de que nadie pudiera detenerlo se marchó por el portal que había venido.

-¡Maldito orco, pagarás por lo que has hecho!-gritó la elfa.
El pandaren agarró la muñeca de la elfa antes de que intentara cualquier acción.
-El portal ya está listo, nos llevará a la entrada del templo... o entramos ahora... o no habrá vuelta atrás.
-¡Nieery, entra en el portal y avisa al resto de draenei!¡Qué vengan cuanto antes!-gritó la elfa.-Nosotros lo entretendremos mientras tanto.- susurró mientras su mirada se cruzaba fugazmente con la de Tuulani y Monlee a la vez que la rangari cruzaba el portal rápidamente y éste se cerraba tras su paso.
-¿Cuál es el plan?-preguntó el mago mientras aguardaba las órdenes de la elfa.
-Distraedlo hasta que llegue.
-Entendido.-respondió la vinculadora de almas.

La draenei y el pandaren comenzaron a atacar al orco mientras permanecían en su posición. Eran pocos los ataques que lograban golpearlo, pero la intención era distraerlo. La luz de la vinculadora se entremezclaba con las descargas de hielo en un sinfín de estallidos alrededor del enemigo.
El orco permaneció atento pero no logró vislumbrar a la druida hasta que sintió como un gran peso con forma de oso se le abalanzaba encima. El orco fue derribado y tanto él como su enemiga rodaron por el frío suelo de mármol que custodiaba la sala en su plenitud. Ambos recibieron el impacto de varios destellos y descargas mientras forcejeaban en una lucha sin piedad. La druida le propinó un zarpazo en el brazo que desgarró la tela y la piel que lo protegían. Teron rugió de dolor y desprendió una onda oscura que golpeo a la druida lanzándola varios metros atrás.

-Maldita criatura... pagarás el peor de los precios...-dijo mientras observaba como la druida permanecía en el suelo exhausta regresando poco a poco a su forma original.

Una malévola sonrisa se dibujó en el rostro del orco, que desvió su brazo desde la elfa hasta el pandaren y la draenei.

-¡No!-gritó la elfa adivinando sus intenciones.

Una esfera púrpura se creó rápidamente en la mano del orco y al poco tiempo salió a gran velocidad lo que parecía ser un rayo del mismo tono. La druida se interpuso a tiempo y fue golpeada por el poderoso ataque. Su cuerpo se estremeció como si todos sus músculos estuvieran desgarrándose, como si cada parte de ella se fragmentara en miles de trozos rasgados por cientos de cuchillas, hasta que pocos segundos después el cuerpo de la elfa cayó sin vida.

Azurin sintió como una sensación de vacío invadía poco a poco su ser, una especie de escalofrío perenne recorría una y otra vez cada zona de su cuerpo. La elfa abrió los ojos lentamente, con paciencia, como si el tiempo se hubiese paralizado a su alrededor. Oteó la zona desde la altura a la que se encontraba y observó confusa como el pandaren corría hasta el cuerpo inerte de una elfa. La druida se estremeció al ver como ella misma yacía entre los brazos del mago que la agarraba delicadamente como si de una delicada rosa se tratara. Su mente... o lo que quedaba de ella sintió una extraña sensación mientras numerosas preguntas se alborotaban en su cabeza. Fijó su vista en sus manos percatándose de que todo había cambiado. Su piel había dado lugar a una especie de reflejo azulado traslucido. Toda ella se había convertido en algo inmaterial, flotante pero a su vez místico. Quiso averiguar que era lo que le ocurría, o mejor dicho confirmar aquello que había pasado fugazmente por su mente pero se negaba a aceptar, pero fue entonces cuando sintió otra descarga como la anterior, no tan intensa pero dolorosa igualmente.

Teron mantenía el brazo extendido canalizando un complejo hechizo hasta el alma de la elfa que se mantenía suspendida en el aire.

- Prrotege su cuerrpo mago... debo impedirr que se haga con su alma o de lo contrarrio la habrremos perdido.

La vinculadora de almas se incorporó con celeridad mientras utilizaba toda su concentración. Un rayo de luz brotó de entre sus manos y golpeó al espíritu de la elfa. Teron frunció el ceño mientras intentaba aumentar la potencia de su hechizo.

-Su alma será mía draenei... y después iré a por la tuya....

Tuulani invirtió las pocas energías que le quedaba en atraer a la elfa, que como si de una soga se tratase se debatía entre las sombras o la luz. Las fuerzas de la draenei comenzaban a fallar, sus piernas temblaban mientras sentía como perdía el alma de aquel ser tan puro.

Fue entonces cuando otro rayo de luz impacto en Azurin. Tuulani miró a un lado y vio a Azhim  junto a ella.

-Acaba con él...- dijo el cuidador de espíritus.

Tuulani asintió agradecida dejando de canalizar el hechizo. Recogió su maza del suelo y corrió por la sala hacia el enemigo. El orco frunció el ceño mientras intentaba mantener vinculado su hechizo a la vez que extendía el brazo herido en el aire para lanzar distintas descargas de las sombras a la draenei.
La vinculadora logró esquivar sin dificultad a pesar de su agotamiento, todas y cada uno de los ataques enemigos. Sus manos rebosaron en luz que cubrieron cada ínfimo trozo de aquella maza draénica y segundos después la lanzó con todas sus fuerzas hacia el orco. El arma golpeo al enemigo rompiendo su hechizo y haciendo que girara varias veces en el aire antes de caer de bruces.

Teron levantó la cabeza fulminando con la mirada a la draenei.
-Esto no ha terminado aquí...¡conseguiré mas poder y será entonces cuando acabaré con vosotros!
Seguidamente el orco saltó al vacío desde la plataforma en la que se encontraba y desapareció.

Azhim bajó con delicadeza el alma de la elfa.
-Auchenai...-dijo Monlee mientras se acercaba con el cuerpo de la elfa entre sus brazos.- ¿Hay alguna manera de...?-el mago dejó su pregunta en el aire al ver el rostro del draenei.
Azhim posó su mano en el hombro del espíritu de la elfa. Azurin no sabía si el draenei era capaz de tocarla como si de un ser tangible se tratara o quizás había sido una coincidencia aquel gesto. Infinidad de recuerdos y miedos inundaron la mente de la elfa. Pensó en su hija, en su pueblo, e incluso en sus compañeros de la orden. Temió por lo que el destino les deparara a Akuo y Ephdel, y por la suerte que habían corrido el resto de la orden. Pero ya era tarde, pensó. Por primera vez su fortaleza innata y su valor se quebró como una débil rama. Sintió ganas de llorar, de desaparecer, de ver a Isnalar al menos una ultima vez para despedirse, pero sabía que la vida no sería tan justa. Azurin sintió como el mundo pesaba sobre ella o más bien como su presencia estaba fuera de lugar en aquel mundo que tanto había protegido.
-Entonces... ya está...-murmuró la melodiosa voz de la elfa.-Ya ha llegado mi momento...
-Aún no Azurin...-respondió el draenei.
El pandare levantó la mirada extrañado, aunque su compungido rostro expresaba el dolor que sentía por la pérdida de sus compañeros.
-Su alma aún está en este mundo.-continuó el cuidador de espíritus.- Su cuerrpo posee una maldición que ha extrraido su esencia, perrro... es posible reverrtir el hechizo.
-¿Es eso posible?-preguntó el pandaren esperanzado.
-Sí,... perro no es fácil.-interrumpió Tuulani.- Deshacerr esa maldición es complejo incluso para el propio Teron... pero con el tiempo es posible que descubrramos la forrma de hacerrlo.
-Me quedaré entonces aquí, en el templo... con el resto de almas. Os ayudaré en todo lo que necesitéis.-dijo la elfa.
-Aquí no encontrarras tus respuestas Azurrin.-indicó Azhim mientras desviaba la mirada desde la elfa hasta el pandaren.- Hay gente que te necesita... tus amigos te necesitan. Ve con ellos, nosotros protegerremos tu cuerpo y encontraremos la forma de salvarrte.

Azurín miró al grupo sin saber muy bien como actuar. Observó a cada uno de ellos agradecida por su ayuda pero sin poder ignorar a su vez la sensación de vacío que sentía en su interior.

-Os estaremos agradecidos Auchenais...
-Habéis salvado el templo forasteros.- dijo Tuulani.- es mucho más de lo que podríamos haber esperado. Somos nosotros los que os estamos agradecidos.
-Gracias a ambos.-dijo Azhim.- Estoy seguro de que pronto volveremos a encontrarnos.

La elfa observó ilusionada el rostro del draenei que había sido como uno más del grupo, y sintió en su traslucido ser que tarde o temprano sus caminos volverían a cruzarse.

-El portal ya está listo Azurin... ¡Debemos encontrar a nuestros amigos!