domingo, 22 de febrero de 2015

Corazones ardientes en Sombraluna

Thomas Larvinger, cansado de un duro día de trabajo cortando madera para mantener los suministros de la ciudadela se dirigía a la taberna, dónde esperaba poder recuperar sus ánimos con una o dos jarras de cerveza rubia y charlando animadamente con Jenny. Mientras subía los escalones de madera que lo llevaban hasta la puerta del edificio miró al cielo. El cielo estaba despejado. Sin una nube que ocultara los enormes astros que gobernaban el firmamento. Una racha de viento le hizo recordar que aún se encontraban a mitades de invierno, por lo que se apresó a entrar en el cálido edificio del que se oían risas y cantos. Pero no sin antes echarle una rápida ojeada a la joven morena que se apoyaba en el alfeizar de la ventana.

Alice estaba apoyada frente a la ventana, con la mirada al vacio, ajena al ruido de la sala. La taza de té se había enfriado en sus manos hacía ya rato. Habían pasado ya unas semanas tras volver del cementerio Sombraluna y un velo de melancolía se había apoderado de ella. Estaba incómoda con la situación. Alice solía tomar las riendas de las situaciones para resolver los problemas cuanto antes mejor y ahora, para su desesperación,  se encontraba sin saber cómo dar el siguiente paso.

La bruja exhaló un suspiro, no el primero de la noche aunque ella no se diera cuenta. El objeto de sus pensamientos llevaba un tiempo ausente. Sin dar más explicación que unas breves palabras James había partido a una breve expedición. Y cuando volvió lo hizo lleno de barro hasta las cejas aunque con esa sonrisa que le encendía el corazón, con los graciosos surcos que se le formaban alrededor de la boca al sonreír.

 Solía verlo correr de un lado para otro de la ciudadela sin saber que se traía entre manos. Otras veces lo pillaba observándola a escondidas sin que ella se hubiera percatado. Esos momentos la tranquilizaban un poco. Sentir su mirada sobre ella la hacía sentir feliz, sin embargo en el momento en que él se daba cuenta de que había sido descubierto se retiraba para volver a las sombras.

Un aleteo ligero la sacó de sus absortos pensamientos. Aperitivo se había posado en el alfeizar de la ventana, frente a ella. Pese a que era poco más que un polluelo, el joven cuervo y sus hermanos de bandada ya le habían causado más de un problema. Abrió la ventana para que entrara la tierna cría de cuervo que rápidamente se acercó a la joven emitiendo sus jocosos graznidos. Alice resopló mientras miraba el pequeño pájaro. Todos sus intentos de seguir a James para averiguar que se traía entre manos habían sido frustrados por los cuervos. A la mínima que se acercaba tratando de pasar desapercibida los cuervos cantaban, delatando su presencia a su amo y obligándola a retirarse sin más información.

Suspirando de nuevo, Alice levantó a Aperitivo hasta la altura de sus ojos. El pájaro tenía los ojos tan negros como sus plumas, aunque en estas aún quedaban algunos trazos de un tono azulado. Los de él eran diferentes. La gente parecía no darse cuenta pero ella se había fijado ya tiempo atrás. James tenía el ojo derecho ligeramente más azulado que el izquierdo, el cual era de un verde profundo, como el corazón de un bosque. Alice tenía la teoría de que los ojos eran un reflejo de las personas y esa extraña anomalía le había intrigado desde que se fijó en ellos.

Aperitivo voló de su mano hacia el cielo, dónde le llamaba uno de sus hermanos. Alice observó el vuelo de los pájaros hasta que se dio cuenta de la trayectoria que llevaban: El jardín. Amargos recuerdos afloraron en su mente al instante. Aunque habían pasado ya unos días desde que había ocurrido, la bruja lo recordaba con claridad: Ella estaba curioseando en el puesto comercial cuando vio a James sin camisa y algo sucio de polvo pasar por delante del edificio. Ella se asomó para verle detenidamente. El fuego que invocaba como bruja parecía un yermo helado comparado con el que ardía en su interior al ver los músculos de su espalda contraerse al andar, o los fornidos brazos cargar el rifle a su hombro. Mordiéndose el labio inferior le siguió con la mirada hasta al jardín.

Decidida a resolver esa situación de incomunicación y pedir que se explicase por evitarla se encaminó tras él. Sin embargo, al acercarse vio a James hablando con una elfa de la noche y cómo ella se reía de lo que le hubiese dicho él. Vio los ojos de ella, brillantes, que parecían comérselo con la mirada. Reaccionó sin pensar, retrocediendo hasta el puesto comercial otra vez, los latidos de su corazón resonando como tambores en su cabeza, ardiendo de furia. Esa actitud era impropia de ella. Tiempo atrás quizá hubiera reducido la elfa a cenizas, pero nunca habría esperado encontrarse huyendo de una situación como esa.

Alice escondió la cabeza entre los brazos. No soportaba sentirse débil. No quería que la vieran de este modo. Pero en ese momento simplemente no tenia ánimos para hacer nada. ¿Quién era ella para interponerse en lo que quisiera James de esa elfa? Esa asquerosa y sucia elfa... A fin de cuentas, James también había mencionado su atracción por las draeneis en cierta ocasión. ¿Porqué no habría de gustarle una zorra de la noche, con su cuerpo escuálido y su piel quebradiza?

Se recostó en la silla y extendió la cabeza hacia el techo con los ojos cerrados.

¿Preocupada por algo, Señorita Kyteler? - Preguntó una voz a su espalda.

Al girarse Alice vio a la teniente Thorn. No la reconoció al principio al no ir con armadura. Tras la batalla en el cementerio Sombraluna se hicieron celebraciones para honrar a los caídos y conmemorar a los héroes. Pese a que inmediatamente volvió a ocuparse de los quehaceres administrativos de la ciudadela parecía que la teniente había ablandado un poco su carácter desde la batalla y ahora se permitía pasearse sin armadura por la ciudadela cuando no estaba de servicio.

No es nada, teniente. Todo va bien. - Alice sonrió lo mejor que pudo, pero desorientada por la visión de la teniente fuera del uniforme le salió una mueca falsa.

La teniente Thorn se sentó en la silla a su lado, sin pedir permiso, cruzando los pies encima en el alfeizar dónde hacia un momento reposaba la bruja. Tomó un sorbo de la jarra que llevaba y dedicó a Alice una penetrante mirada del frió e inexorable ojo.

Cuéntame. - Lo dijo en el tono con el que solía dar las ordenes, cosa que mosqueó a Alice, reticente ya de por si a contar sobre ella misma. La teniente se percató de eso y esbozó una sonrisa. - Vamos, deja que te de una opinión objetiva. A veces ver las cosas con ojos ajenos ayuda a aclararlas. - Alice seguía dudando por lo que la teniente se aventuró: ¿Se trata de amor?

¿Qué?- Exclamó sobresaltada - No, no pasa nada, se lo aseguro... - Se encogió por un momento ante la fría mirada de la teniente- Es sólo que... la cena me ha sentado mal. - Alice no había comido nada desde el mediodía.-  Además aún estoy preocupada por mis compañeros, siguen perdidos y no hay noticias de ellos aún...

La teniente Thorn exhaló un suspiro y inclinó la cabeza. Obviamente no se creía las palabras de la hechicera. Ignorando los razonamientos que le daban y negando con una mano prosiguió a dar sus consejos no requeridos.
La vida es corta, a veces demasiado, señorita Kyteler. No debe dejar que distracciones secundarias la aparten de aquello que ama. Si lo deja apartarse de su lado puede que cuando se dé cuenta ya sea demasiado tarde. - Tomó otro trago del contenido de su jarra. - Han tenido suerte de salir con vida de su encuentro con Ner'zhul. Y si aún están convencidos de partir debería aprovechar todo el tiempo que permanece aquí. Ahí fuera los peligros la mantendrán algo más ...ocupada.

Pese a no estar prestándole atención, las palabras de la teniente Thorn despertaron en Alice pensamientos por sus compañeros. Como bien decía la teniente, fuera de la ciudadela estaban sus amigos y compañeros de la orden, rodeados de peligros que desconocía y en una tierra de la que no tenían información. Se sintió mal por estar obcecada con sus problemas cuando el resto del grupo podía estar luchando en ese mismo momento. Pero aún no iban a partir. Habían acordado esperar hasta estar totalmente recuperados y el brazo de Marther parecía estar tomándose su tiempo en sanar, por lo que mientras tanto se permitiría el lujo de divagar en sus problemas.

Alice se dió cuenta que la teniente seguía hablándole.
... aprovechar la juventud y decirse las cosas a la cara. Ocultar los sentimientos solo traerá disgustos a ambos...
Lo siento teniente, pero acabo de recordar que tengo un asunto que atender antes de irme dormir hoy. - dijo la bruja levantándose de su asiento.
La teniente sonrió, obviamente malinterpretando sus palabras.
Ve a por ello, chica.

Alice salió de la taberna, dejando atrás el asfixiante calor y el bullicio ruidoso que solía montarse cada noche. El frio aire nocturno la acarició provocándole un agradable escalofrío. Distraída en sus pensamientos se sentó en el bordillo de la fuente que había en el centro de la plaza y metió una mano en el agua, jugueteando con las ondas que provocaba.
Se vio arrastrada de nuevo por los recuerdos. Antes tenía un diario dónde evocar todos los momentos que quería guardar y los recuerdos que quería sacar de su mente. Su mente divagaba. La risa malvada de Ner'zhul retumbaba en su cabeza. Kitty devorada por el asqueroso gusano gigante. Tener que luchar contra su propia alma arrancada de su cuerpo. Cada herida que recibieron, cada golpe que les infligieron...

Y cuando todo terminó, cuando se los llevaban de vuelta a la ciudadela malheridos o inconscientes, James se le acercó. Pillándola por sorpresa la besó y con ese beso sintió algo como no le había ocurrido nunca. En ese beso pudo notar todas las emociones que exudaba el cazador. Toda su alegría, toda su felicidad, su euforia, sus sentimientos. También el dolor de sus heridas, la tristeza por los caídos. Como si sus almas se mezclaran en una sola, expandiéndose y retorciéndose sobre ellas mismas en un baile de éxtasis y amor... Y de repente se acabó.

Sin que Alice supiera porqué, James se alejó. Malherida como estaba, Alice no podía ir tras él pero en cuanto se recuperó lo buscó. Sin embargo él se mantenía distante, ausente, como si su mente estuviera en otra parte, dando lugar así a la situación de incomodidad en la que se encontraban.

Alice suspiró de nuevo. No entendía nada. Y no le gustaba sentirse así. Los baños cerca de la cascada que tomaron juntos, los besos, su ojos... Todo le decía que él sentía algo tan fuerte hacia ella como lo que ella sentía hacia él. Entonces, ¿por qué se comportaba así? ¿Había sido todo un engaño? ¿Sentía algo James hacia ella en realidad? Maldito sea él y el momento en que nos encontró - pensó Alice golpeando el agua de la fuente.

Alice, te estaba buscando.

Alice levantó la vista sorprendida por la repentina aparición. James se encontraba frente a ella, vistiendo un pantalón oscuro y una camisa antaño elegante a la que le había cortado las mangas para ir más cómodo. Su rostro lucía una sonrisa exuberante y su rostro estaba iluminado por algo que le tenía emocionado. No llevaba su rifle y no había un solo cuervo cerca.

El primer instinto de Alice fue lanzarse a sus brazos para abrazarle, para golpearle, para interrogarlo sobre su conducta, para acariciar su sonrisa con sus labios. Pero se contuvo. Él la había hecho sufrir con su distanciamiento, la había apartado de su lado. Que fuera él ahora quien sufriera un poco de apatía y indiferencia.

-Oh. Buenas noches James. - Contestó, tratando de entonar su fingida indiferencia lo máximo que pudo.

James se paró durante un segundo, asimilando la respuesta de Alice en silencio. Así era él. No sacaba conclusiones precipitadas ni disertaba sobre suposiciones. Estudiaba la información que tenía antes de actuar. Seguramente en su cabeza estuviera analizando que habría  provocado su reacción y se habría dado cuenta de su conducta grosera con ella.

Alice... Siento mucho haber estado algo distante estos días... ¡Algo distante dice! ¡Si apenas te he visto la cara esta semana! Pensó Alice, pero dejó que continuara. - El caso es que he estado trabajando en algo que me mantenía totalmente absorto ...Espero que no se refiera a esa zorra de la noche... Pero ahora ya está terminado y quisiera que vinieras a verlo. - La sonrisa de James hizo dudar durante un momento a Alice sobre mantener su postura indiferente pero permaneció firme.

No sé, James... ya es tarde... Estoy cansada y ahora me iba a dormir.

Vamos, sólo será un momento.

Alice suspiró.

Está bien, solo un momento. - La curiosidad por descubrir lo que había estado tramando James todo este tiempo prevaleció por encima de sus intenciones de hacerse la dura.

James la condujo fuera de la ciudadela y se detuvo un momento frente a las puertas. Se giró hacia ella y le ofreció un paño oscuro.

Toma. Cúbrete los ojos con esto.

Alice cogió el paño con recelo.

-¿Dónde me llevas James? No sé si estoy de humor para tonterías... - en su interior bullía de excitación.

Ya lo verás. Si te lo digo ahora no tendrá gracia.

Está bien...

Alice se tapó los ojos con la venda oscura ayudada por James, quien se la ató. A continuación le cogió una mano y la guió mientras ella se movía en las sombras. Caminaron en silencio. Alice no quería decir nada para no romper el momento. Además se suponía que debía estar enfadada con él. Se sentía una tonta, como una niña con su primer amor, era feliz por el simple hecho de caminar de la mano del hombre que tenía al lado. Notó su piel rugosa y el calor que desprendía, la fuerza de sus manos y la firmeza con la que sujetaba su mano. Se calló y disfrutó del momento.

Pronto pisaron terreno blando y el crujir de ramas le indicó que estarían adentrándose en el bosque. Pudo oír también el rumor de un rio discurriendo cerca de donde estaban. El aire le llevaba olores de hierba fresca y un soplo de mar. También percibía el estofado que preparaban en la taberna, por lo que no estarían muy lejos de la ciudadela.

Pasaron por terrenos inestables, en los que James cuidaba que no cayera, resaltes en el terreno en los que la cogía de la cintura para bajarla, caminos estrechos en los que caminaban lado a lado. A Alice se le había pasado todo enfado o duda que pudiera tener antes del trayecto. Se limitaba a dejarse guiar y disfrutar del viaje.
De repente se pararon.

Es aquí. Hemos llegado.

¿Dónde me has traído James?

¿Estás lista? - Alice notó como se colocaba detrás suyo para desatarle la venda de los ojos- Mira...

La venda cayó de sus ojos y el entorno fue revelado. Se encontraban en una pequeña meseta de difícil acceso, flanqueada por inmensos árboles como centinelas de madera que formaban un claro acogedor. De una cascada cercana discurría un rio a su lado formando un pequeño lago y terminando cayendo por el borde de la meseta en otra cascada. De fondo, por el amplio espacio que dejaban dos árboles se apreciaba el mar, calmo y brillante en el que se reflejaban las estrellas que se filtraban entre las nubes.

Frente a ella había una especie de altar con una base de piedra y un entramado de madera. Alice se fijó bien. Las figuras de madera encima del altar eran una pareja humana en actitud amorosa, en ese instante en el que empieza el beso. Pese a su tosca fabricación, Alice puedo notar el sentimiento que transmitía cada incisión. Se quedó conmovida ante las tallas. Se giró para decirle algo a James pero este la cortó.

Espera. -Señaló de nuevo al altar.- Mira ahora.

Alice se volvió y quedó estupefacta. Las nubes se habían apartado del cielo dejando que la luz de las estrellas cayera sobre el claro. Esta luz se reflejó en abundantes ramos de flores que habían pasado desapercibidos a Alice, pero que al recibir el toque de la luz brillaron con fuerza reflejando colores en todo el claro ante los maravillados ojos de la bruja. De repente una música empezó a sonar dulce y suave a poca distancia de ellos.

Esto... Esto es...- No encontraba palabras para describir lo que estaba sintiendo- hermoso. - Dijo por fin mirando a James.

He tardado un tiempo en montar todo esto, pero ha valido la pena solo por ver tu expresión en este momento. - Puso una mano en su hombro y procedió a explicarle como un artista explica su obra.- Este claro lo encontré por casualidad cuando exploraba los alrededores las primeras semanas al llegar aquí. La madera en la que he tallado las figuras era el cuerpo de un Anciano Cortezaluna, según los draenei que me ayudaron a abatirlo era el más antiguo de la región. No se aprecia muy bien, no soy muy buen tallador de madera, pero las figuras representa que somos tu y yo... Las flores que brillan a nuestro alrededor son una variedad rara de planta que crecen en las orillas del rio, como peculiaridad tienen la capacidad de reflejar la luz que les llega con múltiples colores. Pedí consejo a la elfa de la noche que trabaja en el jardín para encontrarlas. Lo de la música... no sé si lo recuerdas, pero es la músico que nos encontramos en la aldea Embaari. La he contratado para que toque un concierto en la ciudadela esta noche, justo en un punto muy concreto que nos permitirá gozar de su arte pero tener nuestro propio espacio. Y para terminar...

Alice asentía ante las palabras de James, encantada. Lo vio dirigirse al altar y sacar de detrás del mismo una pequeña caja de madera. Alice se acercó a él, curiosa por ver qué última sorpresa había guardado para ella.

Esto. - Abrió la caja y reveló un colgante de madera, del mismo color que la de las tallas, con la forma de dos pájaros volando. En el espacio entre ellos había engastado una brillante gema azul. El colgante estaba bien pulido y se le notaban las horas de trabajo que habían sido necesarias para crearlo. Estaba unido a una fina cadena de metal plateado.

James... Esto es... - Alice miró al colgante y luego de nuevo al cazador. - ¡Es precioso! ¿Has hecho todo esto para mí?

No. - dijo mientras sonreía.-  He hecho esto POR ti. Porque quiero darte un recuerdo que nunca olvides, para estar siempre en tus pensamientos.  - Le puso el colgante con cuidado y se lo ató. - Que este colgante simbolice que siempre estaré a tu lado. Que pase lo que pase, lo que siento por ti no desaparecerá, por muchos enemigos a los que nos enfrentemos, por mucha distancia que nos separe...

- ¡Oh, cállate y bésame!

Y allí, en ese claro bañado por las estrellas, se besaron, uniendo sus almas, compartiendo sus sentimientos, fundiéndose en un único ser. 


Escrito por Vandante