Thomas
Larvinger, cansado de un duro día de trabajo cortando madera para
mantener los suministros de la ciudadela se dirigía a la taberna,
dónde esperaba poder recuperar sus ánimos con una o dos jarras de
cerveza rubia y charlando animadamente con Jenny. Mientras subía los
escalones de madera que lo llevaban hasta la puerta del edificio miró
al cielo. El cielo estaba despejado. Sin una nube que ocultara los
enormes astros que gobernaban el firmamento. Una racha de viento le
hizo recordar que aún se encontraban a mitades de invierno, por lo
que se apresó a entrar en el cálido edificio del que se oían risas
y cantos. Pero no sin antes echarle una rápida ojeada a la joven
morena que se apoyaba en el alfeizar de la ventana.
Alice
estaba apoyada frente a la ventana, con la mirada al vacio, ajena al
ruido de la sala. La taza de té se había enfriado en sus manos
hacía ya rato. Habían pasado ya unas semanas tras volver del
cementerio Sombraluna y un velo de melancolía se había apoderado de
ella. Estaba incómoda con la situación. Alice solía tomar las
riendas de las situaciones para resolver los problemas cuanto antes
mejor y ahora, para su desesperación, se encontraba sin saber
cómo dar el siguiente paso.
La
bruja exhaló un suspiro, no el primero de la noche aunque ella no se
diera cuenta. El objeto de sus pensamientos llevaba un tiempo
ausente. Sin dar más explicación que unas breves palabras James
había partido a una breve expedición. Y cuando volvió lo hizo
lleno de barro hasta las cejas aunque con esa sonrisa que le encendía
el corazón, con los graciosos surcos que se le formaban alrededor de
la boca al sonreír.
Solía
verlo correr de un lado para otro de la ciudadela sin saber que se
traía entre manos. Otras veces lo pillaba observándola a escondidas
sin que ella se hubiera percatado. Esos momentos la tranquilizaban un
poco. Sentir su mirada sobre ella la hacía sentir feliz, sin embargo
en el momento en que él se daba cuenta de que había sido
descubierto se retiraba para volver a las sombras.
Un
aleteo ligero la sacó de sus absortos pensamientos. Aperitivo se
había posado en el alfeizar de la ventana, frente a ella. Pese a que
era poco más que un polluelo, el joven cuervo y sus hermanos de
bandada ya le habían causado más de un problema. Abrió la ventana
para que entrara la tierna cría de cuervo que rápidamente se acercó
a la joven emitiendo sus jocosos graznidos. Alice resopló mientras
miraba el pequeño pájaro. Todos sus intentos de seguir a James para
averiguar que se traía entre manos habían sido frustrados por los
cuervos. A la mínima que se acercaba tratando de pasar desapercibida
los cuervos cantaban, delatando su presencia a su amo y obligándola
a retirarse sin más información.
Suspirando
de nuevo, Alice levantó a Aperitivo hasta la altura de sus ojos. El
pájaro tenía los ojos tan negros como sus plumas, aunque en estas
aún quedaban algunos trazos de un tono azulado. Los de él eran
diferentes. La gente parecía no darse cuenta pero ella se había
fijado ya tiempo atrás. James tenía el ojo derecho ligeramente más
azulado que el izquierdo, el cual era de un verde profundo, como el
corazón de un bosque. Alice tenía la teoría de que los ojos eran
un reflejo de las personas y esa extraña anomalía le había
intrigado desde que se fijó en ellos.
Aperitivo
voló de su mano hacia el cielo, dónde le llamaba uno de sus
hermanos. Alice observó el vuelo de los pájaros hasta que se dio
cuenta de la trayectoria que llevaban: El jardín. Amargos recuerdos
afloraron en su mente al instante. Aunque habían pasado ya unos días
desde que había ocurrido, la bruja lo recordaba con claridad: Ella
estaba curioseando en el puesto comercial cuando vio a James sin
camisa y algo sucio de polvo pasar por delante del edificio. Ella se
asomó para verle detenidamente. El fuego que invocaba como bruja
parecía un yermo helado comparado con el que ardía en su interior
al ver los músculos de su espalda contraerse al andar, o los
fornidos brazos cargar el rifle a su hombro. Mordiéndose el labio
inferior le siguió con la mirada hasta al jardín.
Decidida
a resolver esa situación de incomunicación y pedir que se explicase
por evitarla se encaminó tras él. Sin embargo, al acercarse vio a
James hablando con una elfa de la noche y cómo ella se reía de lo
que le hubiese dicho él. Vio los ojos de ella, brillantes, que
parecían comérselo con la mirada. Reaccionó sin pensar,
retrocediendo hasta el puesto comercial otra vez, los latidos de su
corazón resonando como tambores en su cabeza, ardiendo de furia. Esa
actitud era impropia de ella. Tiempo atrás quizá hubiera reducido
la elfa a cenizas, pero nunca habría esperado encontrarse huyendo de
una situación como esa.
Alice
escondió la cabeza entre los brazos. No soportaba sentirse débil.
No quería que la vieran de este modo. Pero en ese momento
simplemente no tenia ánimos para hacer nada. ¿Quién era ella para
interponerse en lo que quisiera James de esa elfa? Esa asquerosa y
sucia elfa... A fin de cuentas, James también había mencionado su
atracción por las draeneis en cierta ocasión. ¿Porqué no habría
de gustarle una zorra de la noche, con su cuerpo escuálido y su piel
quebradiza?
Se
recostó en la silla y extendió la cabeza hacia el techo con los
ojos cerrados.
- ¿Preocupada
por algo, Señorita Kyteler? - Preguntó una voz a su
espalda.
Al
girarse Alice vio a la teniente Thorn. No la reconoció al principio
al no ir con armadura. Tras la batalla en el cementerio Sombraluna se
hicieron celebraciones para honrar a los caídos y conmemorar a los
héroes. Pese a que inmediatamente volvió a ocuparse de los
quehaceres administrativos de la ciudadela parecía que la teniente
había ablandado un poco su carácter desde la batalla y ahora se
permitía pasearse sin armadura por la ciudadela cuando no estaba de
servicio.
- No
es nada, teniente. Todo va bien. -
Alice sonrió lo mejor que pudo, pero desorientada por la visión de
la teniente fuera del uniforme le salió una mueca falsa.
La
teniente Thorn se sentó en la silla a su lado, sin pedir permiso,
cruzando los pies encima en el alfeizar dónde hacia un momento
reposaba la bruja. Tomó un sorbo de la jarra que llevaba y dedicó a
Alice una penetrante mirada del frió e inexorable ojo.
- Cuéntame.
- Lo dijo en el tono con el que solía dar las ordenes, cosa que
mosqueó a Alice, reticente ya de por si a contar sobre ella misma.
La teniente se percató de eso y esbozó una sonrisa. - Vamos,
deja que te de una opinión objetiva. A veces ver las cosas con ojos
ajenos ayuda a aclararlas. -
Alice seguía dudando por lo que la teniente se aventuró: ¿Se
trata de amor?
- ¿Qué?-
Exclamó sobresaltada - No, no pasa nada,
se lo aseguro... - Se encogió por un momento ante la
fría mirada de la teniente- Es sólo
que... la cena me ha sentado mal. - Alice
no había comido nada desde el mediodía.- Además
aún estoy preocupada por mis compañeros, siguen perdidos y no hay
noticias de ellos aún...
La
teniente Thorn exhaló un suspiro y inclinó la cabeza. Obviamente no
se creía las palabras de la hechicera. Ignorando los razonamientos
que le daban y negando con una mano prosiguió a dar sus consejos no
requeridos.
- La
vida es corta, a veces demasiado, señorita Kyteler. No debe dejar
que distracciones secundarias la aparten de aquello que ama. Si lo
deja apartarse de su lado puede que cuando se dé cuenta ya sea
demasiado tarde. - Tomó otro trago del contenido de su jarra.
- Han tenido suerte de salir con vida de
su encuentro con Ner'zhul. Y si aún están convencidos de partir
debería aprovechar todo el tiempo que permanece aquí. Ahí fuera
los peligros la mantendrán algo más ...ocupada.
Pese
a no estar prestándole atención, las palabras de la teniente Thorn
despertaron en Alice pensamientos por sus compañeros. Como bien
decía la teniente, fuera de la ciudadela estaban sus amigos y
compañeros de la orden, rodeados de peligros que desconocía y en
una tierra de la que no tenían información. Se sintió mal por
estar obcecada con sus problemas cuando el resto del grupo podía
estar luchando en ese mismo momento. Pero aún no iban a partir.
Habían acordado esperar hasta estar totalmente recuperados y el
brazo de Marther parecía estar tomándose su tiempo en sanar, por lo
que mientras tanto se permitiría el lujo de divagar en sus
problemas.
Alice
se dió cuenta que la teniente seguía hablándole.
- ...
aprovechar la juventud y decirse las cosas a la cara. Ocultar los
sentimientos solo traerá disgustos a ambos...
- Lo
siento teniente, pero acabo de recordar que tengo un asunto que
atender antes de irme dormir hoy. - dijo
la bruja levantándose de su asiento.
La
teniente sonrió, obviamente malinterpretando sus palabras.
- Ve
a por ello, chica.
Alice
salió de la taberna, dejando atrás el asfixiante calor y el
bullicio ruidoso que solía montarse cada noche. El frio aire
nocturno la acarició provocándole un agradable escalofrío.
Distraída en sus pensamientos se sentó en el bordillo de la fuente
que había en el centro de la plaza y metió una mano en el agua,
jugueteando con las ondas que provocaba.
Se
vio arrastrada de nuevo por los recuerdos. Antes tenía un diario
dónde evocar todos los momentos que quería guardar y los recuerdos
que quería sacar de su mente. Su mente divagaba. La risa malvada de
Ner'zhul retumbaba en su cabeza. Kitty devorada por el asqueroso
gusano gigante. Tener que luchar contra su propia alma arrancada de
su cuerpo. Cada herida que recibieron, cada golpe que les
infligieron...
Y
cuando todo terminó, cuando se los llevaban de vuelta a la ciudadela
malheridos o inconscientes, James se le acercó. Pillándola por
sorpresa la besó y con ese beso sintió algo como no le había
ocurrido nunca. En ese beso pudo notar todas las emociones que
exudaba el cazador. Toda su alegría, toda su felicidad, su euforia,
sus sentimientos. También el dolor de sus heridas, la tristeza por
los caídos. Como si sus almas se mezclaran en una sola,
expandiéndose y retorciéndose sobre ellas mismas en un baile de
éxtasis y amor... Y de repente se acabó.
Sin
que Alice supiera porqué, James se alejó. Malherida como estaba,
Alice no podía ir tras él pero en cuanto se recuperó lo buscó.
Sin embargo él se mantenía distante, ausente, como si su mente
estuviera en otra parte, dando lugar así a la situación de
incomodidad en la que se encontraban.
Alice
suspiró de nuevo. No entendía nada. Y no le gustaba sentirse así.
Los baños cerca de la cascada que tomaron juntos, los besos, su
ojos... Todo le decía que él sentía algo tan fuerte hacia ella
como lo que ella sentía hacia él. Entonces, ¿por qué se
comportaba así? ¿Había sido todo un engaño? ¿Sentía algo James
hacia ella en realidad? Maldito sea él
y el momento en que nos encontró - pensó
Alice golpeando el agua de la fuente.
- Alice,
te estaba buscando.
Alice
levantó la vista sorprendida por la repentina aparición. James se
encontraba frente a ella, vistiendo un pantalón oscuro y una camisa
antaño elegante a la que le había cortado las mangas para ir más
cómodo. Su rostro lucía una sonrisa exuberante y su rostro estaba
iluminado por algo que le tenía emocionado. No llevaba su rifle y no
había un solo cuervo cerca.
El
primer instinto de Alice fue lanzarse a sus brazos para abrazarle,
para golpearle, para interrogarlo sobre su conducta, para acariciar
su sonrisa con sus labios. Pero se contuvo. Él la había hecho
sufrir con su distanciamiento, la había apartado de su lado. Que
fuera él ahora quien sufriera un poco de apatía y indiferencia.
-Oh.
Buenas noches James. - Contestó, tratando de entonar su
fingida indiferencia lo máximo que pudo.
James
se paró durante un segundo, asimilando la respuesta de Alice en
silencio. Así era él. No sacaba conclusiones precipitadas ni
disertaba sobre suposiciones. Estudiaba la información que tenía
antes de actuar. Seguramente en su cabeza estuviera analizando que
habría provocado su reacción y se habría dado cuenta de su
conducta grosera con ella.
- Alice...
Siento mucho haber estado algo distante estos días... - ¡Algo
distante dice! ¡Si apenas te he visto la cara esta semana! Pensó
Alice, pero dejó que continuara. - El
caso es que he estado trabajando en algo que me mantenía totalmente
absorto ...- Espero que no
se refiera a esa zorra de la noche... Pero
ahora ya está terminado y quisiera que vinieras a verlo. - La
sonrisa de James
hizo dudar durante un momento a Alice sobre mantener su postura
indiferente pero permaneció firme.
- No
sé, James... ya es tarde... Estoy cansada y ahora me iba a dormir.
- Vamos,
sólo será un momento.
Alice
suspiró.
- Está
bien, solo un momento. - La curiosidad por descubrir lo que
había estado tramando James todo este tiempo prevaleció por encima
de sus intenciones de hacerse la dura.
James
la condujo fuera de la ciudadela y se detuvo un momento frente a las
puertas. Se giró hacia ella y le ofreció un paño oscuro.
- Toma.
Cúbrete los ojos con esto.
Alice
cogió el paño con recelo.
-¿Dónde
me llevas James? No sé si estoy de humor para tonterías... -
en su interior bullía de excitación.
- Ya
lo verás. Si te lo digo ahora no tendrá gracia.
- Está
bien...
Alice
se tapó los ojos con la venda oscura ayudada por James, quien se la
ató. A continuación le cogió una mano y la guió mientras ella se
movía en las sombras. Caminaron en silencio. Alice no quería decir
nada para no romper el momento. Además se suponía que debía estar
enfadada con él. Se sentía una tonta, como una niña con su primer
amor, era feliz por el simple hecho de caminar de la mano del hombre
que tenía al lado. Notó su piel rugosa y el calor que desprendía,
la fuerza de sus manos y la firmeza con la que sujetaba su mano. Se
calló y disfrutó del momento.
Pronto
pisaron terreno blando y el crujir de ramas le indicó que estarían
adentrándose en el bosque. Pudo oír también el rumor de un rio
discurriendo cerca de donde estaban. El aire le llevaba olores de
hierba fresca y un soplo de mar. También percibía el estofado que
preparaban en la taberna, por lo que no estarían muy lejos de la
ciudadela.
Pasaron
por terrenos inestables, en los que James cuidaba que no cayera,
resaltes en el terreno en los que la cogía de la cintura para
bajarla, caminos estrechos en los que caminaban lado a lado. A Alice
se le había pasado todo enfado o duda que pudiera tener antes del
trayecto. Se limitaba a dejarse guiar y disfrutar del viaje.
De
repente se pararon.
- Es
aquí. Hemos llegado.
- ¿Dónde
me has traído James?
- ¿Estás
lista? - Alice notó como se colocaba detrás suyo para
desatarle la venda de los ojos- Mira...
La
venda cayó de sus ojos y el entorno fue revelado. Se encontraban en
una pequeña meseta de difícil acceso, flanqueada por inmensos
árboles como centinelas de madera que formaban un claro acogedor. De
una cascada cercana discurría un rio a su lado formando un pequeño
lago y terminando cayendo por el borde de la meseta en otra cascada.
De fondo, por el amplio espacio que dejaban dos árboles se apreciaba
el mar, calmo y brillante en el que se reflejaban las estrellas que
se filtraban entre las nubes.
Frente
a ella había una especie de altar con una base de piedra y un
entramado de madera. Alice se fijó bien. Las figuras de madera
encima del altar eran una pareja humana en actitud amorosa, en ese
instante en el que empieza el beso. Pese a su tosca fabricación,
Alice puedo notar el sentimiento que transmitía cada incisión. Se
quedó conmovida ante las tallas. Se giró para decirle algo a James
pero este la cortó.
- Espera.
-Señaló de nuevo al altar.- Mira ahora.
Alice
se volvió y quedó estupefacta. Las nubes se habían apartado del
cielo dejando que la luz de las estrellas cayera sobre el claro. Esta
luz se reflejó en abundantes ramos de flores que habían pasado
desapercibidos a Alice, pero que al recibir el toque de la luz
brillaron con fuerza reflejando colores en todo el claro ante los
maravillados ojos de la bruja. De repente una música empezó a sonar
dulce y suave a poca distancia de ellos.
- Esto...
Esto es...- No encontraba palabras para describir lo que
estaba sintiendo- hermoso. - Dijo
por fin mirando a James.
- He
tardado un tiempo en montar todo esto, pero ha valido la pena solo
por ver tu expresión en este momento. - Puso una mano en su
hombro y procedió a explicarle como un artista explica su
obra.- Este claro lo encontré por
casualidad cuando exploraba los alrededores las primeras semanas al
llegar aquí. La madera en la que he tallado las figuras era el
cuerpo de un Anciano Cortezaluna, según los draenei que me ayudaron
a abatirlo era el más antiguo de la región. No se aprecia muy bien,
no soy muy buen tallador de madera, pero las figuras representa que
somos tu y yo... Las flores que brillan a nuestro alrededor son una
variedad rara de planta que crecen en las orillas del rio, como
peculiaridad tienen la capacidad de reflejar la luz que les llega con
múltiples colores. Pedí consejo a la elfa de la noche que trabaja
en el jardín para encontrarlas. Lo de la música... no sé si lo
recuerdas, pero es la músico que nos encontramos en la aldea
Embaari. La he contratado para que toque un concierto en la ciudadela
esta noche, justo en un punto muy concreto que nos permitirá gozar
de su arte pero tener nuestro propio espacio. Y para terminar...
Alice
asentía ante las palabras de James, encantada. Lo vio dirigirse al
altar y sacar de detrás del mismo una pequeña caja de madera. Alice
se acercó a él, curiosa por ver qué última sorpresa había
guardado para ella.
- Esto.
- Abrió la caja y reveló un colgante de madera, del mismo color que
la de las tallas, con la forma de dos pájaros volando. En el espacio
entre ellos había engastado una brillante gema azul. El colgante
estaba bien pulido y se le notaban las horas de trabajo que habían
sido necesarias para crearlo. Estaba unido a una fina cadena de metal
plateado.
- James...
Esto es... - Alice miró al colgante y luego de nuevo al
cazador. - ¡Es precioso! ¿Has hecho todo
esto para mí?
- No.
- dijo mientras sonreía.- He hecho
esto POR ti. Porque quiero darte un recuerdo que nunca olvides, para
estar siempre en tus pensamientos. - Le puso el colgante
con cuidado y se lo ató. - Que este
colgante simbolice que siempre estaré a tu lado. Que pase lo que
pase, lo que siento por ti no desaparecerá, por muchos enemigos a
los que nos enfrentemos, por mucha distancia que nos separe...
-
¡Oh, cállate y bésame!
Y
allí, en ese claro bañado por las estrellas, se besaron, uniendo
sus almas, compartiendo sus sentimientos, fundiéndose en un único
ser.
Escrito por Vandante