viernes, 23 de enero de 2015

Nathan Vallenorte - Que la luz te bendiga



Y allí estaba Nathan, paladín de la catedral, arrodillado ante el altar de la misma,
dispuesto a recibir el discurso de la suma sacerdotisa hacia su persona. Con una
sonrisa tras la mención de su nombre por parte de la suma sacerdotisa alzó la
cabeza hacia la misma. Sus ojos irradiaban orgullo, alegría, valor y energía. Recibió
la bendición de la suma sacerdotisa tras la que se puso en pie con la vista al frente.
Todos los demás miembros de la catedral aplaudieron orgullosos a su hermano
paladín tanto sacerdotes como los demás paladines de la misma. Nathan hizo una
leve reverencia hacia sus hermanos en signo de agradecimiento y volvió la mirada
hacia la humana.

-Nathan, uno de los campeones de la luz de esta catedral – dijo mostrando una sonrisa que reflejaba orgullo y simpatía.-Has sido uno de los más hábiles y leales dentro de esta catedral, por ello me enorgullece concederte este presente.

La sacerdotisa se apartó levemente dejando ver a varios jóvenes paladines portando una maza. El arma poseía un tenue brillo parecido al sol que tan solo con una fugaz mirada era capaz de reconfortar a cualquiera de los allí presentes, incluido al mismo paladín al que se le hacía ofrenda.
- Porta con orgullo este arma mi campeón, lleva la luz allá donde more la oscuridad. Ahora tómala.
- La portaré con orgullo mi señora.-dijo el paladín mientras agarraba la empuñadura de la maza que hasta entonces sujetaban los dos aprendices.

Una vez la empuñó sintió como un agradable escalofrío le recorrió todo el cuerpo,
esa maza estaba bendecida con la luz, lo cual le hizo mirar hacia la suma
sacerdotisa con una sonrisa de agradecimiento

Nathan alzó el obsequio por encima de su cabeza mientras se sorprendía de lo ligera que podía resultar la aparentemente robusta maza.

-Muchas gracias hermanos por este presente. Lo mantendré a salvo y gracias a él
recordare todos mis buenos momentos junto a vosotros, os llevare en mi corazón

Al terminar esas palabras la suma sacerdotisa asintió con una sonrisa al paladín. Al
poco todos los miembros que rodeaban al paladín se esparcieron y volvieron a sus
labores en la catedral.

- Suma sacerdotisa… gracias por este presente... y gracias por la bendición que me has dado para
viajar a Draenor. He de encontrar a mi hermano a toda costa.
- No tienes nada que agradecer Nathan.- respondió a la vez que le daba un cálido beso en la frente al joven paladín.- que la luz te guie.
-Muchas gracias... volveré, la luz me protegerá y me guiará.- dijo tras arrodillarse y besar levemente la mano de la Suma sacerotisa.
La humana sonrió y tras ese espectáculo de lealtad y cariño hacia ella marcho a despedirse de sus hermanos uno por uno
Después de despedirse de cada uno de ellos recogió sus cosas de utilidad y posible necesidad una vez llegase a Draenor.
Una vez lo recogió todo marcho hacia el castillo de Ventormenta, le presento sus
respetos a su majestad y prosiguió su marcha hacia el portal.
Allí los vio a dos magos humanos concentrados manteniendo el portal activo y supuso
que no podría demorarse mucho ya que no aparentaba que fuese a durar abierto
mucho más tiempo. Tras recitar una rápida oda a la luz en su cabeza entro decidido en el portal.

Allí le esperan cosas que ni se imagina.



Relato escrito por Akuo