Y allí estaba Nathan, paladín de la
catedral, arrodillado ante el altar de la misma,
dispuesto a recibir el discurso de la
suma sacerdotisa hacia su persona. Con una
sonrisa tras la mención de su nombre
por parte de la suma sacerdotisa alzó la
cabeza hacia la misma. Sus ojos
irradiaban orgullo, alegría, valor y energía. Recibió
la bendición de la suma sacerdotisa
tras la que se puso en pie con la vista al frente.
Todos los demás miembros de la
catedral aplaudieron orgullosos a su hermano
paladín tanto sacerdotes como los
demás paladines de la misma. Nathan hizo una
leve reverencia hacia sus hermanos en
signo de agradecimiento y volvió la mirada
hacia la humana.
-Nathan, uno de los campeones de la luz
de esta catedral – dijo mostrando una sonrisa que reflejaba orgullo
y simpatía.-Has sido uno de los más hábiles y leales dentro de
esta catedral, por ello me enorgullece concederte este presente.
La sacerdotisa se apartó
levemente dejando ver a varios jóvenes paladines portando una maza.
El arma poseía un tenue brillo parecido al sol que tan solo con una
fugaz mirada era capaz de reconfortar a cualquiera de los allí
presentes, incluido al mismo paladín al que se le hacía ofrenda.
- Porta con orgullo este arma mi
campeón, lleva la luz allá donde more la oscuridad. Ahora tómala.
- La portaré con orgullo mi
señora.-dijo el paladín mientras agarraba la empuñadura de la maza
que hasta entonces sujetaban los dos aprendices.
Una vez la empuñó sintió como un
agradable escalofrío le recorrió todo el cuerpo,
esa maza estaba bendecida con la luz,
lo cual le hizo mirar hacia la suma
sacerdotisa con una sonrisa de
agradecimiento
Nathan alzó el obsequio por encima de su
cabeza mientras se sorprendía de lo ligera que podía resultar la
aparentemente robusta maza.
-Muchas gracias hermanos por este
presente. Lo mantendré a salvo y gracias a él
recordare todos mis buenos momentos
junto a vosotros, os llevare en mi corazón
Al terminar esas palabras la suma
sacerdotisa asintió con una sonrisa al paladín. Al
poco todos los miembros que rodeaban al
paladín se esparcieron y volvieron a sus
labores en la catedral.
- Suma sacerdotisa… gracias por este
presente... y gracias por la bendición que me has dado para
viajar a Draenor. He de encontrar a mi
hermano a toda costa.
- No tienes nada que agradecer Nathan.- respondió a la vez
que le daba un cálido beso en la frente al joven paladín.- que la
luz te guie.
-Muchas gracias... volveré, la luz me
protegerá y me guiará.- dijo tras arrodillarse y besar levemente la
mano de la Suma sacerotisa.
La humana sonrió y tras ese
espectáculo de lealtad y cariño hacia ella marcho a despedirse de
sus hermanos uno por uno
Después de despedirse de cada uno de
ellos recogió sus cosas de utilidad y posible necesidad una vez
llegase a Draenor.
Una vez lo recogió todo marcho hacia
el castillo de Ventormenta, le presento sus
respetos a su majestad y prosiguió su
marcha hacia el portal.
Allí los vio a dos magos humanos
concentrados manteniendo el portal activo y supuso
que no podría demorarse mucho ya que
no aparentaba que fuese a durar abierto
mucho más tiempo. Tras recitar una
rápida oda a la luz en su cabeza entro decidido en el portal.
Allí le esperan cosas que ni se
imagina.
Relato escrito por Akuo