domingo, 30 de noviembre de 2014

Prólogo Cap I - En tierras de Draenor (Parte 2)


Abrí los ojos lentamente mientras mi vista se acostumbraba a las sombras que ejercían la frondosa vegetación en lo profundo de aquella desconocida selva. Permanecí tumbado en el suelo de tierra durante el tiempo que tardé en percatarme de lo que había ocurrido. Me incorporé tras varios minutos intentando recomponerme de la fatídica caída que había sufrido, mientras descubría como un sendero de sangre descendía por mi frente debido a uno de los golpes que había recibido. Me puse en pie cuidadosamente analizando el resto de mi ser para observar que parte de mi armadura había quedado destrozada, sin encontrar tampoco rastro de mis armas por los alrededores. Arrojé los guantes al suelo mientras intentaba deshacerme de la pechera de placa abollada que ahondaba presionándome el pecho, y fue entonces cuando mis peores temores se hicieron realidad. Mi mente recibió un golpe mucho más doloroso que cualquiera de los que había padecido durante la caída, un golpe que me paralizó por completo. El talismán que colgaba de mi cuello ya no estaba, había desaparecido. Un gélido escalofrío recorrió mi espalda provocando que entrara en un estado de alteración. Busqué rápidamente a mi alrededor, siguiendo la estela de mi caída, escrutando poco a poco el sendero que había marcado brevemente minutos antes. No había ni rastro del mismo, ni siquiera por la vegetación que se acumulaba alrededor de la pendiente.

Intenté concentrarme y aclarar mis ideas, pero fue entonces cuando sentí un nuevo golpe en el torso. El orco al que me había enfrentado anteriormente apareció de entre la maleza arrojándome un puñetazo en el pecho, y provocando que cayera de espadas al suelo. La sucia bestia se abalanzó sobre mí, sentí entonces el peso de éste incapacitándome, impidiendo que pudiera siquiera defenderme o moverme mientras su descomunales manos se aferraban a mi cuello arrebatándome mis ansias por respirar. Zarandeé las manos enérgicamente para golpear al enemigo, pero ni siquiera lograba llegar a su rostro mientras mis fuerzas se esfumaban poco a poco de mi cuerpo.

-¡Está aquí!- dijo Alice mientras descendía rápidamente por la ladera.

El orco se giró enfurecido cuando varias bolas de fuego impactaron en sus armaduras de placas. La bruja no había logrado acabar con el enemigo tan fácilmente, pero había conseguido enfurecerlo hasta el punto de que dejara de asfixiarme. Me arrastré por el suelo mientras el orco se alzaba imponente ante la humana. Su rugido hizo temblar los cimientos de la zona, provocando que una bandada de pájaros alzara el vuelo espantados por el desgarrador sonido. El orco corrió en dirección a Alice, agitando los puños a la vez que sus zancadas acortaban la distancia hasta la joven. ''Sorpresa'' dijo la bruja en una sonrisa mientras giraba hacia su lado derecho dejando al descubierto al paladín que se hallaba tras ella. Una ráfaga de luz brotó de entre las manos de Marther, cegando y derribando todo lo que se encontraba frente a él. El orco salió despedido por el aire para caer varios metros atrás.

-¿Estás bien Garrett?.-preguntó Alice mientras se acercaba rápidamente hasta donde me encontraba sentado.
Asentí sin poder siquiera articular palabra.
-Cuidado... este orco aún da para más...-gritó el cruzado mientras señalaba al enemigo que se ponía en pie nuevamente.
-Quédate aquí, nos encargaremos nosotros.-susurró Alice segundos antes de girarse hacia Marther- ¡Entretenlo!
-Eso está hecho...

El cruzado frunció el ceño mientras cargaba hacia el desarmado enemigo. El objetivo era bastante grande como para acertar el golpe, pero la agilidad del orco superó las expectativas en comparación al tamaño que poseía. La bestia de piel oscura giró rápidamente golpeando al paladín que chocó contra el tronco de un árbol. Alice corrió hasta el orco sosteniendo su bastón en posición horizontal y se encaramó de un salto a la espalda del enemigo pasando su arma por encima de su cabeza para conseguir ahogarlo con ésta. La bruja tiró del bastón hacia si misma mientras el orco se retorcía intentando quitársela de encima. Mientras forcejeaban me percaté de que la espada del cruzado había ido a parar a una distancia cercana a la que me encontraba. Caminé hasta ella rápidamente sin poder evitar tropezar en numerosas ocasiones, hasta que tras perder nuevamente el equilibrio caí frente a la misma. Cogí la espada entre mis manos mientras observaba como el orco lograba quitarse a Alice de encima haciendo que cayese de bruces contra el suelo.
¡Marther!, grité mientras le lanzaba la espada. La hoja brilló con una intensa luz cuando la empuñadura tocó las manos del cruzado. Tardó tan solo unos pocos segundos en lanzar el arma cargada da luz, que cruzó prestamente la distancia que los separaba. Cuando el filo chocó con la armadura del orco un haz de luz cubrió la zona forzando a la bestia a retroceder. El enemigo se arrodilló furioso y ensangrentado mientras su mirada de desprecio se posaba sobre los allí presentes. Antes siquiera de que recuperara sus fuerzas para cargar sobre alguno de sus enemigos, el orco se retorció en una serie de espasmos que contraía su robusto cuerpo, manteniéndose durante varios segundos hasta que cayó fulminado como si hubiera sido alcanzado por un rayo.

-No sé como pensabais enfrentaros a un ejército de orcos... cuando no sois capaces de matar siquiera a uno.-dijo Cireni con el marcado acento que poseían la mayoría de los draenei al hablar en común.

Respiré aliviado unos segundos al igual que también lo hacían el resto del grupo, hasta que entonces recordé nuevamente la pérdida del talismán. Me incorporé rápidamente apoyándome en uno de los árboles cercanos.

-El talismán, lo... lo he perdido.-confesé mientras observaba el rostro cargado de incertidumbre e incredulidad del resto de mis compañeros.-Debemos encontrarlos.
-No podéis volver, el resto han huido. No queda nadie junto al portal, lo han desactivado.- dijo la draenei.
-Tiene razón Garrett, ahora mismo tan solo quedarán algunos soldados que se están sacrificando para que el resto puedan mantenerse a salvo, si volvemos...
-¡Se trata del talismán Alice, es mi misión encontrarlo!-interrumpí a la bruja mientras elevaba instintivamente el volumen de mi voz.
-Es un suicidio regresar.-dijo seriamente Cireni.
-Moriré intentándolo..., soy el guardián de la Orden, y se me encargó proteger ese talismán con mi vida si era necesario.
-Entonces nos arrastrarás contigo Garrett...-dijo la bruja apesadumbrada.-Tu misión es custodiar el talismán, pero la nuestra es protegerte, si quieres sacrificar tu vida con ello, nos obligarás a hacer lo mismo.
Las palabras de Alice provocaron una sacudida en lo más profundo de mi mente.
-Lo importante no es tomar decisiones Garrett, sino saber cuando tomarlas. Créeme, sé de lo que hablo.- dijo Marther mientras apoyaba su mano en mi hombro.
-Pero... ¿Y qué hay del resto? De nuestros compañeros...
-Estarán bien, confía en ellos.-respondió el cruzado mientras intentaba hacerme entrar en razón.
Suspiré mientras reflexionaba cuando de pronto un estruendo asoló aquella tierra. A lo lejos, el portal se desmoronaba junto a nuestras esperanzas de regresar a nuestro hogar. El grupo permaneció impactado ante la situación, hasta que la dranei rompió el sepulcral silencio que se había generado tras la imponente explosión.
-Iremos hacia el sur, si esto es Draenor... Sombraluna se encuentra a varios días de camino. Debemos darnos prisa.


Habían pasado numeroso días o quizás semanas durante el tiempo que habíamos vagado por aquel territorio hostil. Los enemigos que encontramos por el camino menguaban paulatinamente nuestros ánimos, y los golpes y heridas hacían lo mismo con nuestras fuerzas que cada vez eran más escasas. Temíamos el habernos perdido, y por momento creíamos que las tierras en las que nos encontrábamos no eran más que una burla a nuestra esperanza de salir con vida. Entonces fue cuando lo vimos, cuando creíamos que todo estaba perdido. Todo a nuestro alrededor había cambiado. La frondosa vegetación había dado lugar a llanuras de un tono azulado y púrpura, los numerosos arboles irradiaban tranquilidad, y las grandes lunas que protegían aquel peligroso mundo nos observaban luminosamente desde el cielo mientras una sensación de paz nos inundaba por completo. Sombraluna..., por fin hemos llegado.



El silencio había sido mi aliado durante años. No lo temía, pero tampoco lo ansiaba. Desde que había muerto, mi mente había logrado encontrar esa sensación de vacío la cual había reclamado muchas veces cuando disfrutaba de una vida. La buscada redención no había sido tan placentera o gratificante como había esperado, pero aún así, allí estaba, caminando sin rumbo junto a aquellos desconocidos que por alguna extraña razón había decidido proteger.

-Debimos haber continuado junto al archimago.- dijo el pandaren.
-Se dirigían hacia una muerte segura.-respondí sin ánimos de mantener una extensa conversación.- La insensatez provoca muerte. No estamos muertos, así que hemos hecho lo correcto.
-¿Seguro que no lo estamos?- preguntó irónicamente el maestro Monlee mientras posaba su mirada en mi.

Observé como la druida que había tomado la forma de un venado lunar, movía agitadamente la cornamenta mientras exhalaba aire. Sobre su lomo descansaba el joven Akuo que había perdido el sentido en uno de los numerosos enfrentamientos por los cuales nos habíamos visto asaltados en las semanas que llevábamos deambulando por aquellas tierras.

-Guarda tus palabras para alguien que las quiera escuchar.- respondí secamente a la druida que aunque no había soltado ninguna palabra, su gesto decía más de lo que deseaba escuchar en ese momento.

Estaba seguro que de haber podido, aquello hubiese dado inicio a una de las innumerables discusiones que habíamos llevado a cabo desde que habíamos decidido continuar avanzando. La decisión estaba tomada, y ésta determinarían si sobreviviríamos o moriríamos, en mi ocasión una vez más.

-Deberíamos parar a descansar, llevamos horas caminando sin descanso, incluso días sin comer.-aconsejó el pandaren.
-No. Seguiremos caminando.
-¡No!¡No seguiremos adelante!-el pandaren se detuvo frente a mi con un enfurecido rostro mientras agitaba el peludo puño frente a mi rostro.
Tras el gesto el cual no entendí, caminó hasta la druida y ayudó a bajar el cuerpo de Akuo. La druida se destransformó tomando su forma original mientras estiraba sus entumecidas extremidades.
-Continúa si así lo deseas, nosotros pararemos unos minutos.-dijo la druida manteniendo el ceño fruncido.

Me senté algo apartado del grupo mientras comían y bebían aquello de lo poco que disponían. La mayoría de los recursos los perdimos durante la huida o se agotaron en los días venideros, pero aún así siempre encontraban algo con lo que subsistir. Mientras pensaba acerca de lo ocurrido, cogí una pluma marrón que encontré en el suelo junto a mis botas. Acaricié sin deshacerme de mis guantes, las finas hebras que conformaban perfectamente ordenadas el cuerpo de la misma, y recordé así fugazmente el suave tacto de los hipogrifos de Ventormenta, aquellos que ahora temían mi presencia.

Durante unas milésimas de segundos una sombra cubrió rápidamente el claro donde nos encontrábamos. Miré hacia el cielo incorporándome lentamente. Entonces fue cuando descubrí otra silueta sobrevolando sobre nosotros.


Corrí rápidamente sin perder el tiempo en dar explicaciones al resto, abriéndome paso entre las largas ramas y la excesiva vegetación de la selva siguiendo el rastro de las sombras. Me deshice de todo lo que bloqueaba mi camino hasta que de repente la selva desapareció. Observé a lo lejos como en el cielo despejado varias aves de gran tamaño similares a los hipogrifos sobrevolaban la zona hacia un destino que ignoraba, pero el simple hecho de ver a esas criaturas voladoras me hizo entender que quizás más humanos poblaban ya esas tierras. Miré a mi alrededor, el sol me forzó a cubrir mis ojos con la mano, pero pude vislumbrar que aquel lugar era muy distinto al que nos habíamos encontrado nada más cruzar el portal. Un lugar sereno, cubierto de arboles de hojas marrones, como si en un otoño perenne se encontrasen. La hierba, las criaturas del lugar e incluso el pequeño riachuelo que fluía antes mis ojos era parte del mismísimo Talador, solo que aún no lo sabía.


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Los miembros de la Orden ponen sus pies en Draenor, una nueva, desconocida y peligrosa tierra que llevará al límite una vez más a nuestros héroes. Con esta nueva aventura comienza en nuevo ciclo de la trama ''En tierras de Draenor'' con su primer capítulo titulado ''Sobreviviendo en tierras extrañas'', en la cual el grupo deberá sobrevivir y buscar un lugar donde ponerse a salvo de la devastación que se cierne sobre el nuevo mundo de la mano de La Horda de Hierro. 

Desprovistos de talismán y de toda esperanza, nuestros héroes encontrarán nuevos aliados que les acompañarán en su aventura y nuevos enemigos a los que deberán enfrentarse no solo por ellos mismos, sino por salvar el mundo de aquellos que amenazan con destruirlo.

¡Comienza una nueva aventura... esta vez, en Draenor!