martes, 21 de octubre de 2014

Marther Strang - Redención (Parte 2)


El viaje comenzó en plena noche, a lomos de mi hipogrifo me dirigía al norte, era un viaje demasiado largo como para hacerlo sin descanso, sobretodo contando el peso de mi armadura. El bosque de Elwynn estaba totalmente tranquilo y quedó atrás muy pronto. Llegué a la parte de mi viaje que más temía, Las Estepas Ardientes son traicioneras y nunca sabes con que te puedes topar.

 Al fondo aún se veían los restos de las edificaciones de los orcos roca negra, y pese a la altura se sentía por todo el cuerpo las altas temperaturas que desprendía esa zona, agravado por portar una armadura pesada, estaba deseando dejar cuanto antes esa zona atrás. Llegué hasta la Garganta de Fuego manteniéndome a una distancia prudencial de la Montaña Roca Negra, siempre tan alta e imponente. Esta zona no era mucho mejor que la anterior, plagada por minas de los enanos hierro negro que seguían al martillo crepuscular, el lugar estaba mucho más tranquilo que antaño, atravesándolo sin ningún incidente y llegando al refrescante Dun Morogh.

 Pese a que la idea de pasarse por la Casa Doe era prácticamente irresistible, acabé optando por continuar mi camino y presentarme una vez hubiese cumplido la tarea que tenía en mente. Al dejar las montañas nevadas y unas granjas enanas atrás se me presentó el lugar en el que tenía pensado descansar antes de continuar el viaje.








 Puerto de Menethil continuaba medio sepultado bajo las aguas, y gracias a ello fue fácil conseguir una habitación libre en el Mesón Aguahonda. Una cama mullida, sin la armadura y escuchando el sonido del mar me proporcionaron un descanso que  llevaba mucho tiempo sin disfrutar, ya que esa noche para mi sorpresa no me asaltó aquella voz. Tras comprobar que mi hipogrifo estaba en plena forma y despedirme de los posaderos continué mi camino.

 Las Tierras Altas de Arathi y Tierras del Interior fueron un trayecto relativamente corto, y como esperaba ningún peligro me aguardaba en ese trayecto. Cuando terminaba el día ya había llegado a mi destino, la Capilla de la Esperanza de la Luz. El hipogrifo estaba totalmente exhausto, encargándose de él varios iniciados de la cruzada. Aunque habría preferido ir directamente a dormir tenía mucho que hacer aquella noche, primero me presenté ante el resto del compañeros dentro de la capilla, lo cual nos llevó varias horas para ponernos al corriente, después salí de la capilla y la rodeé hasta la parte trasera.

 Allí estaba el espíritu de Lord Raymond George, difunto líder del Alba Argenta, el cual sigue velando por sus compañeros.

-          Marther Strang, volvemos a encontrarnos y esta vez no es acompañado de nuevos reclutas… puedo sentir que algo te atormenta, te hace dudar sobre lo que no deberías.
-          Me temo que así es, y por ello estoy aquí, demasiado es el tiempo que llevo sucumbiendo ante ello, necesito encontrar las respuestas.
-          Sigue el camino hasta el mausoleo, allí con tu fuerza de voluntad, tu fe en la Luz y la ayuda de tus hermanos caídos podrás hallarlas.
Le agradecí que me prestase algo de su tiempo y empecé a descender las escaleras del mausoleo, la iluminación era escasa pero la percepción de la Luz era cada vez más y más fuerte según descendía. Al final había llegado a una amplia sala, donde había estado bastante tiempo atrás realizando la prueba para unirme a la cruzada.

 Cerré los ojos y comencé a meditar, intentando hacer aflorar aquella voz que tanto tiempo llevaba torturándome, la cual tras un largo tiempo decidió hacer acto de presencia.

-          Sabes que siempre te perseguiré, vayas donde vayas nada podrá salvarte a ti ni a todos los que quieres de mí, tu patética Luz no me afecta, tú mismo te diste cuenta al verme.
-          Ya no me atormentarás más, el tiempo en el que me he dejado embaucar por tus palabras terminan aquí y ahora, la Luz me guía y nada podrás hacer contra ello. –dije mientras sentía que la influencia de esa voz menguaba a una velocidad vertiginosa.
-          Muchos como tú son los que ya han caído ante mí, al igual que razas enteras. – dijo entre risotadas mientras sentía una fuerte presión en la cabeza, haciéndome caer de rodillas.
-          Ese… era su momento de reunirse con la Luz... al igual que nos llegará a todos… ¡Y no será este! – grité mientras continuaba sintiendo esa presión, si seguía así no lo resistiría mucho más -  Por mucho que creas en tu poder… no podrás utilizarlo más contra mi… no permitiré que sigas interponiéndote en mi camino… - sentía mucho calor y estaba sudando a chorros, derrumbándome en el suelo pero manteniendo aún mi consciencia – Además… no estoy solo en este camino… - al haberme derrumbado vi el colgante que llevaba puesto, el cual desprendía un aroma más que familiar, y con la fe más que renovada conseguí ponerme en pie - ¡Resistiré contra ti y contra todo lo que sea necesario para conseguir terminar el camino que he elegido!

Sentía como tras las últimas palabras esa voz desaparecía de mi interior, y espero que nunca vuelva. Ascendí las escaleras y al llegar al exterior vi como estaba amaneciendo. Respiré hondo mientras lo contemplaba con una amplia sonrisa, sabía que de una vez por todas me había redimido.




Escrito por Marther Strang