El
viaje comenzó en plena noche, a lomos de mi hipogrifo me dirigía al
norte, era un viaje demasiado largo como para hacerlo sin descanso,
sobretodo contando el peso de mi armadura. El bosque de Elwynn estaba
totalmente tranquilo y quedó atrás muy pronto. Llegué a la parte
de mi viaje que más temía, Las Estepas Ardientes son traicioneras y
nunca sabes con que te puedes topar.
Al
fondo aún se veían los restos de las edificaciones de los orcos
roca negra, y pese a la altura se sentía por todo el cuerpo las
altas temperaturas que desprendía esa zona, agravado por portar una
armadura pesada, estaba deseando dejar cuanto antes esa zona atrás.
Llegué hasta la Garganta de Fuego manteniéndome a una distancia
prudencial de la Montaña Roca Negra, siempre tan alta e imponente.
Esta zona no era mucho mejor que la anterior, plagada por minas de
los enanos hierro negro que seguían al martillo crepuscular, el
lugar estaba mucho más tranquilo que antaño, atravesándolo sin
ningún incidente y llegando al refrescante Dun Morogh.
Pese
a que la idea de pasarse por la Casa Doe era prácticamente
irresistible, acabé optando por continuar mi camino y presentarme
una vez hubiese cumplido la tarea que tenía en mente. Al dejar las
montañas nevadas y unas granjas enanas atrás se me presentó el
lugar en el que tenía pensado descansar antes de continuar el viaje.
Puerto
de Menethil continuaba medio sepultado bajo las aguas, y gracias a
ello fue fácil conseguir una habitación libre en el Mesón
Aguahonda. Una cama mullida, sin la armadura y escuchando el sonido
del mar me proporcionaron un descanso que llevaba mucho tiempo
sin disfrutar, ya que esa noche para mi sorpresa no me asaltó
aquella voz. Tras comprobar que mi hipogrifo estaba en plena forma y
despedirme de los posaderos continué mi camino.
Las
Tierras Altas de Arathi y Tierras del Interior fueron un trayecto
relativamente corto, y como esperaba ningún peligro me aguardaba en
ese trayecto. Cuando terminaba el día ya había llegado a mi
destino, la Capilla de la Esperanza de la Luz. El hipogrifo estaba
totalmente exhausto, encargándose de él varios iniciados de la
cruzada. Aunque habría preferido ir directamente a dormir tenía
mucho que hacer aquella noche, primero me presenté ante el resto del
compañeros dentro de la capilla, lo cual nos llevó varias horas
para ponernos al corriente, después salí de la capilla y la rodeé
hasta la parte trasera.
Allí
estaba el espíritu de Lord Raymond George, difunto líder del Alba
Argenta, el cual sigue velando por sus compañeros.
- Marther
Strang, volvemos a encontrarnos y esta vez no es acompañado de
nuevos reclutas… puedo sentir que algo te atormenta, te hace dudar
sobre lo que no deberías.
- Me
temo que así es, y por ello estoy aquí, demasiado es el tiempo que
llevo sucumbiendo ante ello, necesito encontrar las respuestas.
- Sigue
el camino hasta el mausoleo, allí con tu fuerza de voluntad, tu fe
en la Luz y la ayuda de tus hermanos caídos podrás hallarlas.
Le
agradecí que me prestase algo de su tiempo y empecé a descender las
escaleras del mausoleo, la iluminación era escasa pero la percepción
de la Luz era cada vez más y más fuerte según descendía. Al final
había llegado a una amplia sala, donde había estado bastante tiempo
atrás realizando la prueba para unirme a la cruzada.
Cerré
los ojos y comencé a meditar, intentando hacer aflorar aquella voz
que tanto tiempo llevaba torturándome, la cual tras un largo tiempo
decidió hacer acto de presencia.
- Sabes
que siempre te perseguiré, vayas donde vayas nada podrá salvarte a
ti ni a todos los que quieres de mí, tu patética Luz no me afecta,
tú mismo te diste cuenta al verme.
- Ya
no me atormentarás más, el tiempo en el que me he dejado embaucar
por tus palabras terminan aquí y ahora, la Luz me guía y nada
podrás hacer contra ello. –dije mientras sentía que la influencia
de esa voz menguaba a una velocidad vertiginosa.
- Muchos
como tú son los que ya han caído ante mí, al igual que razas
enteras. – dijo entre risotadas mientras sentía una fuerte presión
en la cabeza, haciéndome caer de rodillas.
- Ese…
era su momento de reunirse con la Luz... al igual que nos llegará a
todos… ¡Y no será este! – grité mientras continuaba sintiendo
esa presión, si seguía así no lo resistiría mucho más -
Por mucho que creas en tu poder… no podrás utilizarlo más contra
mi… no permitiré que sigas interponiéndote en mi camino… -
sentía mucho calor y estaba sudando a chorros, derrumbándome en el
suelo pero manteniendo aún mi consciencia – Además… no estoy
solo en este camino… - al haberme derrumbado vi el colgante que
llevaba puesto, el cual desprendía un aroma más que familiar, y con
la fe más que renovada conseguí ponerme en pie - ¡Resistiré
contra ti y contra todo lo que sea necesario para conseguir terminar
el camino que he elegido!
Sentía
como tras las últimas palabras esa voz desaparecía de mi interior,
y espero que nunca vuelva. Ascendí las escaleras y al llegar al
exterior vi como estaba amaneciendo. Respiré hondo mientras lo
contemplaba con una amplia sonrisa, sabía que de una vez por todas
me había redimido.
Escrito por Marther Strang