El velamen rojo carmesí ondeaba sin
descanso impulsado por el fuerte vendaval, mientras la Rosa de los
mares, que así era el nombre que recibía el barco, rasgaba sin
piedad las aguas del Mare magnum que cruzarán en su camino. Azrhael
oteó el horizonte desde la proa para descubrir tan solo la extensión
de agua que cubría todo lo que abarcaba la vista, fundiéndose con el
nuboso cielo amenazante de tonalidades grisáceas.
Azrhael decidió enfrascarse en sus
pensamientos y recuerdos ignorando totalmente la barahúnda que
tenía lugar a su alrededor. El brujo de piel morena y cabellos
azabache decidió ahondar dentro de su ser con el fin de confirmar
aquello que le había llevado hasta allí, aquello que le había
hecho recorrer todo Azertoh durante años. El fin justifica los
medios, pensó. Los recuerdos eran demasiado poderosos, tanto como
para que la duda y el temor se apoderaran de su cuerpo. Prefirió no
seguir avanzando dentro de su mente, quizás no estaba preparado aún,
o quizás el engaño era mucho más fructífero a estas alturas.
El brujo posó sus ojos color verde oscuro en
su brazo. Recorrió con las yemas de sus dedos las numerosas marcas
que abarcaban desde el codo hasta la palma de su mano. Tan solo él
podía verlas, o mejor dicho tan solo él sabía encontrarlas, puesto
que el color oscuro de su piel camuflaba levemente esas trazas
haciendo que parecieran marcas sin importancia o rozaduras.
-Milord.-interrumpió el segundo al
mando.
Azrhael se giró ante la llamada del
joven, pero a la vez eficiente, subcapitan. Le resultó incómodo que le
llamaran por tal titulo nobiliario puesto que en realidad no era ni
Lord ni noble.
-Llevamos días desde que partimos del
puerto de Ventormenta dirigiéndonos hacia Kalimdor, ¿Cuándo
sabremos exactamente la ruta a seguir? La tripulación comienza a
preocuparse, atracar en Trinquete es peligroso, pero temen que nos
dirijamos hacia Tanaris, esa ruta está plagada de piratas y
contrabandistas, este barco mercante no duraría siquiera un
asalto...
-No nos dirigimos hacia
Kalimdor.-interrumpió.- Bordearemos la Vorágine.
-¿Rodear la...? Pero... eso es
imposible... existen numerosos peligros que...
-Iremos hasta Kalimdor.-dijo el capitán
Williams, un viejo marinero de barbas y cabellos canosos.-Una vez
allí, nuestro invitado tomará tierra y volveremos a casa, a
Kul'tiras.
Azrhael frunció el ceño mientras
aparentaba total serenidad. Observó como el viejo capitán subía
lentamente los escalones hasta donde éste se encontraba. El capitán
Williams se acercó lo suficiente al brujo como para poder oler el hedor a
alcohol y suciedad que el viejo desprendía allá por donde pasara.
-Siento discrepar, pero Lord Leproux,
aquel al que servíais, me ha cedido este navío para uso y disfrute
del mismo. Eso significa que seguiremos el rumbo que yo elija.
-Mira, no sé quien demonios os crees
que sois, pero nuestras órdenes fueron claras, llevaros hasta
Kalimdor. He sido capitán de este barco desde que se creó, y
anteriormente he dirigido la flota de La Casa Leproux como nadie
antes, los hermanos Leproux no eran mas que dos mocoso con pañales
cuando juré lealtad a Lord Victor Leproux.-el capitán escupió
saliva antes de continuar.- He visto como este barco naufragaba y era
vilmente destrozado por los caprichos de la joven Leproux, y no pienso
presenciar otra vez el mismo desenlace. Así que iremos hasta
Kalimdor y seréis tan amable de bajaros en el puerto de Trinquete
donde seguiréis vuestro camino.
Azrhael desvió la mirada hasta
cubierta donde la mayor parte de la tripulación observaba
expectantes guardando silencio. El brujo dejó de lado al capitán
acercándose hasta la barandilla de madera, para hablar desde lo alto
a aquellos ignorantes inferiores.
-Antaño jurasteis lealtad a La Casa
Leproux, hicisteis bien vuestra labor, y formasteis parte de ella
orgullosamente. Estoy convencido de que vuestro señor Vicent Leproux
está orgulloso de vuestro trabajo, de vuestro sacrificio y
dedicación.-Azrhael se giró levantando la barbilla orgullosamente
ante el capitán Williams.- Pero ahora, este es mi barco, y yo tomo
las decisiones.
-No seréis capaz...-interrumpió el
capitán Williams.
Al brujo solo le bastaron un par de
segundos para que sus ojos se tornaran completamente negros, el
blanco de ellos o incluso el color verdoso habían desaparecido. Las
líneas de su brazo comenzaron a tomar un color purpura, y de la
extendida palma de su mano una ráfaga violácea cruzó la distancia
entre el capitán y ésta. El marinero sintió un gran impacto en el
pecho seguido de un gran dolor alrededor del cuello. Algo, aunque no
sabía qué, parecía estrangularlo lentamente. El rayo continuó sin
quebrarse en un solo momento hasta tal punto que el señor Williams
comenzó a suspenderse en el aire. Los ojos del marinero se
ensangrentaron y segundos después su cuerpo sin vida dejó de resistirse.
Azrhael hizo un movimiento de muñeca y el capitán surcó varios
metros en el aire para caer al mar. Los ojos del brujo volvieron en
sí nuevamente, posándose por segunda vez en la tripulación que
permanecía estupefacta y conmocionada ante el acontecimiento que había tenido
lugar.
-¡¿Alguno de vosotros sigue siendo
leal a Lord Vicent Leproux?!-gritó desde lo alto.
El silencio le sirvió como respuesta.
-Lo suponía.
Azrhael fijo la mirada en el joven
segundo al mando que permanecía paralizado con el rostro pálido.
-El capitán Williams ha decidido
jubilarse tras sus duros años de trabajo. Ahora eres el nuevo capitán.
El joven Sanders agachó la cabeza como
si pretendiera realizar algún gesto de agradecimiento o reverencia.
-Seguiremos rumbo fijo hacia la
Vorágine, una vez que nos hayamos acercado utilizaremos la atracción
de ésta para conseguir rodearla.
-Se...señor,.... ¿Cómo
evitaremos...no ser... absorbidos?
-Ese es vuestro trabajo capitán
Sanders.
-Pero señor... hay muchos peñascos
alrededor, podríamos... podríamos, el barco podría perforarse.
-Sanders, ¿Quieres seguir el mismo
destino que tu antecesor?-preguntó el brujo mientras observó el
miedo en sus ojos.-Entonces no hagas más preguntas.
El joven capitán pensó mucho acerca
de si abrir la boca o no, pero debía hacerlo, debía intentarlo al
menos.
-¿Sabemos que buscamos?
Azrhael se detuvo antes de bajar a la
cubierta.
-Buscamos...las Islas Quebradas...
Sanders asintió asustado mientras se retiraba
rápidamente.
No le sorprendió que el joven ni
siquiera supiera de la existencias o conociera el nombre de esas
islas. Eran todo un misterio, unas islas que se desplazaban alrededor
de la Vorágine. Tan solo los más antiguos historiadores y los
mejores brujos conocían ese lugar, sin embargo eran muy pocos los
que habían puesto pie en esas tierras. Tan solo el nombre de lo que
allí se hallaba ponía el vello de punta hasta al asesino más
sanguinario. La tumba de Sargeras.