viernes, 22 de agosto de 2014

Azrhael Darkhollow - Rumbo fijo


El velamen rojo carmesí ondeaba sin descanso impulsado por el fuerte vendaval, mientras la Rosa de los mares, que así era el nombre que recibía el barco, rasgaba sin piedad las aguas del Mare magnum que cruzarán en su camino. Azrhael oteó el horizonte desde la proa para descubrir tan solo la extensión de agua que cubría todo lo que abarcaba la vista, fundiéndose con el nuboso cielo amenazante de tonalidades grisáceas.

Azrhael decidió enfrascarse en sus pensamientos y recuerdos ignorando totalmente la barahúnda que tenía lugar a su alrededor. El brujo de piel morena y cabellos azabache decidió ahondar dentro de su ser con el fin de confirmar aquello que le había llevado hasta allí, aquello que le había hecho recorrer todo Azertoh durante años. El fin justifica los medios, pensó. Los recuerdos eran demasiado poderosos, tanto como para que la duda y el temor se apoderaran de su cuerpo. Prefirió no seguir avanzando dentro de su mente, quizás no estaba preparado aún, o quizás el engaño era mucho más fructífero a estas alturas.

El brujo posó sus ojos color verde oscuro en su brazo. Recorrió con las yemas de sus dedos las numerosas marcas que abarcaban desde el codo hasta la palma de su mano. Tan solo él podía verlas, o mejor dicho tan solo él sabía encontrarlas, puesto que el color oscuro de su piel camuflaba levemente esas trazas haciendo que parecieran marcas sin importancia o rozaduras.

-Milord.-interrumpió el segundo al mando.

Azrhael se giró ante la llamada del joven, pero a la vez eficiente, subcapitan. Le resultó incómodo que le llamaran por tal titulo nobiliario puesto que en realidad no era ni Lord ni noble.

-Llevamos días desde que partimos del puerto de Ventormenta dirigiéndonos hacia Kalimdor, ¿Cuándo sabremos exactamente la ruta a seguir? La tripulación comienza a preocuparse, atracar en Trinquete es peligroso, pero temen que nos dirijamos hacia Tanaris, esa ruta está plagada de piratas y contrabandistas, este barco mercante no duraría siquiera un asalto...
-No nos dirigimos hacia Kalimdor.-interrumpió.- Bordearemos la Vorágine.
-¿Rodear la...? Pero... eso es imposible... existen numerosos peligros que...
-Iremos hasta Kalimdor.-dijo el capitán Williams, un viejo marinero de barbas y cabellos canosos.-Una vez allí, nuestro invitado tomará tierra y volveremos a casa, a Kul'tiras.

Azrhael frunció el ceño mientras aparentaba total serenidad. Observó como el viejo capitán subía lentamente los escalones hasta donde éste se encontraba. El capitán Williams se acercó lo suficiente al brujo como para poder oler el hedor a alcohol y suciedad que el viejo desprendía allá por donde pasara.
-Siento discrepar, pero Lord Leproux, aquel al que servíais, me ha cedido este navío para uso y disfrute del mismo. Eso significa que seguiremos el rumbo que yo elija.
-Mira, no sé quien demonios os crees que sois, pero nuestras órdenes fueron claras, llevaros hasta Kalimdor. He sido capitán de este barco desde que se creó, y anteriormente he dirigido la flota de La Casa Leproux como nadie antes, los hermanos Leproux no eran mas que dos mocoso con pañales cuando juré lealtad a Lord Victor Leproux.-el capitán escupió saliva antes de continuar.- He visto como este barco naufragaba y era vilmente destrozado por los caprichos de la joven Leproux, y no pienso presenciar otra vez el mismo desenlace. Así que iremos hasta Kalimdor y seréis tan amable de bajaros en el puerto de Trinquete donde seguiréis vuestro camino.

Azrhael desvió la mirada hasta cubierta donde la mayor parte de la tripulación observaba expectantes guardando silencio. El brujo dejó de lado al capitán acercándose hasta la barandilla de madera, para hablar desde lo alto a aquellos ignorantes inferiores.

-Antaño jurasteis lealtad a La Casa Leproux, hicisteis bien vuestra labor, y formasteis parte de ella orgullosamente. Estoy convencido de que vuestro señor Vicent Leproux está orgulloso de vuestro trabajo, de vuestro sacrificio y dedicación.-Azrhael se giró levantando la barbilla orgullosamente ante el capitán Williams.- Pero ahora, este es mi barco, y yo tomo las decisiones.
-No seréis capaz...-interrumpió el capitán Williams.

Al brujo solo le bastaron un par de segundos para que sus ojos se tornaran completamente negros, el blanco de ellos o incluso el color verdoso habían desaparecido. Las líneas de su brazo comenzaron a tomar un color purpura, y de la extendida palma de su mano una ráfaga violácea cruzó la distancia entre el capitán y ésta. El marinero sintió un gran impacto en el pecho seguido de un gran dolor alrededor del cuello. Algo, aunque no sabía qué, parecía estrangularlo lentamente. El rayo continuó sin quebrarse en un solo momento hasta tal punto que el señor Williams comenzó a suspenderse en el aire. Los ojos del marinero se ensangrentaron y segundos después su cuerpo sin vida dejó de resistirse. Azrhael hizo un movimiento de muñeca y el capitán surcó varios metros en el aire para caer al mar. Los ojos del brujo volvieron en sí nuevamente, posándose por segunda vez en la tripulación que permanecía estupefacta y conmocionada ante el acontecimiento que había tenido lugar.
-¡¿Alguno de vosotros sigue siendo leal a Lord Vicent Leproux?!-gritó desde lo alto.
El silencio le sirvió como respuesta.
-Lo suponía.
Azrhael fijo la mirada en el joven segundo al mando que permanecía paralizado con el rostro pálido.
-El capitán Williams ha decidido jubilarse tras sus duros años de trabajo. Ahora eres el nuevo capitán.
El joven Sanders agachó la cabeza como si pretendiera realizar algún gesto de agradecimiento o reverencia.
-Seguiremos rumbo fijo hacia la Vorágine, una vez que nos hayamos acercado utilizaremos la atracción de ésta para conseguir rodearla.
-Se...señor,.... ¿Cómo evitaremos...no ser... absorbidos?
-Ese es vuestro trabajo capitán Sanders.
-Pero señor... hay muchos peñascos alrededor, podríamos... podríamos, el barco podría perforarse.
-Sanders, ¿Quieres seguir el mismo destino que tu antecesor?-preguntó el brujo mientras observó el miedo en sus ojos.-Entonces no hagas más preguntas.
El joven capitán pensó mucho acerca de si abrir la boca o no, pero debía hacerlo, debía intentarlo al menos.
-¿Sabemos que buscamos?
Azrhael se detuvo antes de bajar a la cubierta.
-Buscamos...las Islas Quebradas...
Sanders asintió asustado mientras se retiraba rápidamente.


No le sorprendió que el joven ni siquiera supiera de la existencias o conociera el nombre de esas islas. Eran todo un misterio, unas islas que se desplazaban alrededor de la Vorágine. Tan solo los más antiguos historiadores y los mejores brujos conocían ese lugar, sin embargo eran muy pocos los que habían puesto pie en esas tierras. Tan solo el nombre de lo que allí se hallaba ponía el vello de punta hasta al asesino más sanguinario. La tumba de Sargeras.