miércoles, 27 de agosto de 2014

Aomme Higurashi - Descubrimiento (parte 5)


Los días pasaron y no llegó ninguna respuesta de su hermana o de Julius, tampoco tenía mucho tiempo para pensar en esas. Lo más importante en esos momentos era dar por fin con el paradero del enemigo. Cada día Aomme se internaba en territorio sin controlar por la cruzada y aunque sabía que desobedecía órdenes la motivaba terminar de una vez con aquel asunto y sobre todo atravesar el cráneo del maldito renegado que había iniciado aquella lucha. Su único acompañante era Willow, su fiel lobo plateado dispuesto a luchar por su dueña con toda su ferocidad, pero la cazadora no podía evitar pensar que aquella era una misión suicida.

Lejos de aquel lugar en la guarnición alidada los soldados empezaban a desconfiar de su comandante, si ya tenía fama de ser un simple noble que quería jugar a la guerra ahora había muchas voces criticas llamándole cobarde ante su negativa a actuar directamente. En el fondo Aomme comprendía al comandante, era de esa clase de personas que buscaban siempre que nadie muriese, en cierto modo le recordaba a Julius, solo que el paladín jamás habría evitado un combate.

La cazadora se detuvo en seco y comprobó la trampa camuflada, un cepo con las puntas oxidadas que podría destrozar la pierna de algún despistado, aquellas trampas eran obra de un novato pero no por ello menos mortales.
“Me estoy acercando.”
Cogiendo una roca la lanzo contra la trampa que se cerró con un sonido metálico, era la segunda que encontraba en los últimos días y eso la llenaba de esperanza aunque tenía cierto temor, la espía de su hermana había desparecido quizá llamada por un asunto más importante y su ave sin un mensaje de vuelta…
“Mi hermana debe estar muy ocupada en alguna misión no debo preocuparme.” Trató de convencerse a si misma.

Un pequeño ruido la puso en alerta, moviéndose rápidamente en silencio se escondió tras la maleza mientras observaba como un grupo de tres renegados se acercaba a la zona donde estaba la trampa, charlaban en un idioma que ella desconocía por completo y a menudo se reían y se daban palmaditas en los hombros. Iban armados con espadas y escudos de madera, Aomme sabía que aquella era una patrulla de guardia, desde luego se encontraba cerca del campamento enemigo. Los tres renegados se acercaban a la trampa sin ser conscientes de la presencia de la cazadora, ella casi tenía ganas de reírse al ver lo confiados que estaban, se creían fuera de peligro incluso seguramente pensaban que la victoria de los renegados en aquella zona era segura.
“Acercaros más a la trampa y os mostraré lo equivocados que estáis.”

Los guardias se situaron a un escaso metro de la trampa mientras hacían bromas sin parar, por fin uno de ellos aparto la mirada y examinó la trampa, su expresión cambio radicalmente e intentó avisar a sus compañeros pero antes de poder abrir la boca observó como Aomme le apuntaba con su arco.
-Esto no los esperabais.- Dijo la cazadora.
Los otros dos renegados se giraron sorprendidos e intentaron desenfundar sus espadas pero no eran rivales para la velocidad de Aomme que los derribó sin contemplaciones, el primer no muerto que la había visto se llevo la mano a la empuñadura y durante unos segundos ambos contendientes se observaron.
-Yo no haría eso.- Avisó Aomme.
Pero el renegado finalmente sacó su arma e intentó cargar contra la cazadora que no se movió ni un solo centímetro, Willow saltó sorpresivamente sobre el enemigo y le destrozó la garganta con sus poderosas mandíbulas.
-Te lo advertí.-
No se preocupo de ocular los cadáveres y siguió avanzando con precaución hasta que por fin dio con el campamento enemigo. 

Protegido por varias patrullas y unas empalizadas y dando la espalda a una cueva, aquello era demasiado extraño, no era una zona muy defendible. ¿Acaso contaban con que nunca los encontrarían? Mientras observaba aquel lugar fue consciente que usaban una pequeña torre como centro de mando pero el lugar mejor protegido era la cueva.
“Hay algo en esa cueva que no quieren que descubramos.”
Se giró hacia Willow y lo acarició en la nuca suavemente, el animal movió su cola contento mientras respiraba con su lengua fuera.
-Quédate aquí, si hay peligro corre por ayuda.- Le dijo al lobo.
Aunque Aomme prefería el combate sabía bien como pasar desapercibida, no le costo mucho trabajo infiltrarse en el campamento, aquellos renegados tenían perros entrenados pero sabía que mientras no se acercase mucho no tendría problemas. Además aquellos canes acostumbrados a tener que aguantar olores fuertes no podían compararse con los grandes mastines o incluso el olfato de un huargen.

Se ocultó detrás de una cajas donde un renegado parecía distraerse jugando con la cerradura rota de una de las cajas, en cierto modo le llamaba la atención ver a aquellos enemigos tan relajados y eso alimentaba su curiosidad por saber que secretos guardaban.
Ya casi había llegado a la cueva cuando tubo que detenerse al ver que las medidas de seguridad en aquel sitio si eran eficientes, en la entrada había dos guardias cada uno con un perro y un tercero renegado que patrullaba la entrada armado con una alabarda.
“¿Qué tendrán ahí dentro para defenderlo así?”

Mirando a su alrededor busca alguna manera de crear una distracción, si iniciaba un combate en aquel lugar no saldría bien parada y en el lugar que se encontraba dudaba poder escapar.  La fortuna quiso que un tremendo ruido llamase la atención de todos, un par de enemigos que llevaban parecían discutir iniciaron una pelea a puñetazos, ya tenía la distracción que deseaba.

Una vez dentro de la cueva Aomme noto que se le encogía el corazón, no tenía ni idea de cómo lo habían conseguido pero tenían almacenados barriles con la plaga listos para ser usados.
“Si llegan a usar este arsenal estamos perdidos.”
-Vaya vaya. Tenemos una pequeña rata aquí.- Dijo una voz a su espalda.
La cazadora se giró con rapidez apuntando con su arco, en la entrada de la cueva podía ver varios guardias y sin duda al renegado que estaba buscando. Llevaba una armadura llena de pinchos y una espada de forma grotesca.
-Señor Dork. ¿Cuáles son sus ordenes?- Preguntó uno de los guardias.
-Matarla, ya no nos dará más problemas.- Respondió el líder renegado.
Aomme evaluó la situación, no había escapatoria y luchar era un suicidio mirando a su alrededor encontró un solución temporal y ante la falta de una idea más brillante decidió llevarla a cabo.
-No dejaré que uses esta porquería.- Dijo convencida,
Apuntó al techo y lanzó su flecha explosiva, tal y como había calculado se produjo un derrumbe y la entrada quedo sellada.

Dork no salía de su asombro, estaba furioso y eso hacia temer represalias a sus soldados, girándose rápidamente con su espada decapitó al guardia que estaba más cerca de él y miró al capitán.
-Daros prisa en retirar esos escombros si no queréis perder la cabeza.- Exigió.
Los renegados asintieron con miedo al tiempo que se ponían a retirar piedras, aunque el derrumbe era importante y les llevaría tiempo.

Aomme se sintió completamente desolada pero una pequeña luz le llamo la atención, mirando al techo pudo ver un pequeño agujero, pero como mucho podría introducir su mano.
“Al menos no moriré por falta de oxigeno.”
Algo entró por aquel agujero y la cazadora reconoció en seguida a su fiel ave, escribió una pequeña nota para alguien que sabía que correría en su ayuda, al final tenía que reconocer que su vida dependía de otras personas. Mientras ponía el mensaje en la pata de su ave sintió que la soledad se volvía demasiado dolorosa y que en aquel instante desea tener a alguien a su lado.
-Corre pequeño, busca al dueño del colgante, busca a Julius.- Susurró al ave que salió volando obediente.
Aomme se quedó en la oscuridad sin saber bien que hacer esperando que tanto Willow como su ave encontraran ayuda, tenia que pensar también algo por si no llegaba ayuda pero se sentía atrapada como una simple presa.
-Necesito ayuda, no puedo hacer esto sola.-