El cuerpo inerte de la joven rodó por
la oscura y vacía sala, ya estaba inconsciente antes de caer, antes
de que su captor la dejara allí tirada sin remordimiento alguno. El frío suelo acarició el rostro de Faby durante horas, mientras el
tintineo constante de algunas gotas de agua que lograban filtrarse
por las grietas de las antiguas paredes de piedra, era el único
sonido audible que la acompañaba en aquel misterioso lugar.
Se trataba de una pequeña y lúgubre
cámara, iluminada únicamente por dos antorchas y sostenida con
cuatro robustas columnas que poseían delicados grabados. Tanto el
suelo como las paredes contenían la misma decoración que la gran
cámara que albergaba en el exterior, decoraciones a fin de cuentas de
una raza que había colonizado aquel continente milenios atrás. Sin
embargo la piedra no es eterna, la cámara se notaba resentida con el
paso del tiempo, las grietas se habían apoderado de algunas zonas, y
la nieve del exterior se filtraba lentamente con forma de agua.
Varias gotas se precipitaron sobre el
rostro de la paladina, bastando solo tres o cuatro para que ésta
recobrara la conciencia.
Faby abrió los ojos. Se incorporó
lentamente, mientras lo hacía, sintió una punzada en la parte
trasera de la cabeza, posiblemente del golpe que había recibido o de
la caída. La joven miró a su alrededor, las antorchas dejaban ver
poco de la pequeña sala, tan solo una especie de altar, que
contrastaba con las imágenes de las paredes, y la puerta que se veía
claramente iluminada. Ambas antorchas estaban demasiado altas como
para que ella pudiera alcanzarlas.
Se sentó junto a la pared mientras
recobraba la compostura. Durante minutos miró la puerta fijamente,
recordando lo que había pasado, esperando que algo o alguien abriera
aquello que la separaba de su libertad. Pero nadie acudió en su
ayuda, nadie respondió a los gritos de desesperación que durante
horas resonaron en la cámara.
Faby se despertó bruscamente, pensando
que se trataba de un horrendo sueño, una broma del subconsciente que
había querido desesperarla atormentándola con un falso recuerdo de
su captura. Pero no se trataba de una broma. Su ánimo se vino abajo
cuando vio que seguía en aquel siniestro lugar. Habían pasado ya
tres días, aunque para ella habían parecido meses, meses que había
pasado a la espera de su rescate.
El delirio se apoderaba de ella por
momentos. Nadie vendría ya a por ella. Con suerte sus compañeros
habrían logrado salvarse y estarían dedicándose a la importante
tarea por la que habían venido a esta peligrosa tierra. Con mala
suerte, habrían sido sepultados bajo las ruinas de este lugar,
asesinados o quien sabe si en el peor de los casos, capturados como
ella.
Decidió poner fin a esto, decidió
acabar ya con tal sufrimiento que la atormentaba. Buscó su espada a
ciegas por el suelo de la cámara, debía haber caído con ella, no
podía haber desaparecido de repente.
No la encontrarás....no está
aquí...
Faby se giró al oír una especie de
susurro. Miró a su alrededor examinando la estancia.
Él no quiere que acabe así...
-¿Quién anda ahí?- preguntó Faby
mientras se alejaba del lugar de donde provenía el susurro.
Él quiere que mueras lentamente....
La paladina se mantuvo alerta, estaba
demasiado alterada como para poder pensar con claridad. De pronto se
fijó en dos pequeñas luces que brillaban a lo lejos, dos luces de
color dorado que se acercaban hacia ella lentamente.
El guardián de la cámara quiere
que vuestra alma se quede atrapada en este mundo...
-¡Mostraos!¡Mostraos ahora mismo!
El ser que susurraba obedeció a la
humana dejándose ver, acercándose lentamente hasta la luz de las
antorchas. Faby palideció, sus músculos se habían tensado de tal
manera que parecía haberse convertido en piedra.
El espíritu se acercó a Faby. Había
visto espíritus días antes, en aquel lugar llamado el Valle de los
Emperadores, espíritus de almas atormentadas de aspecto azulado o
verde brillante que vagaban sin rumbo por la zona, pero éste era
diferente. El espíritu se acercó a escasa distancia de Faby. La joven
pudo observar que se trataba de un ser distinto a los otros, podía
diferenciarse las formas de su cuerpo, su rostro, su labios y
colmillos, incluso podía llegarse a ver las ondulaciones de sus
cabellos y las armaduras que debió portar en su día, cuando aún
vivía. Sin duda alguna debía haber sido una mogu hermosa a ojos de
su raza milenios atrás.
Mi nombre es Kasirian...
Faby permaneció en silencio mientras
la mogu hablaba, no podía dejar de observar el rostro de aquel
enigmático ser.
Hace milenios que mi alma abandonó
mi cuerpo... en un lugar que podría haber sido este mismo...
-¿A qué... a qué os referís?
Morí...o mejor dicho me
asesinaron... el emperador Lei Shen acabó con todos aquellos que
podían llegar a cuestionar su reinado...
La mogu observó a la humana con
curiosidad.
¿Por qué te han encerrado a ti?...
Es la primera vez que veo un ser de... tu raza...
-No sé por qué me han
encerrado.-respondió Faby.- Si es la primera vez que veis a un
humano, ¿Cómo sabéis mi idioma?
Hablo el idioma de los espíritus...
mi voz resuena en vuestra cabeza y le dais forma a mis palabras... al igual que puedo entender aquello en lo que pensáis...pronto sabréis de qué hablo...
-¡Os equivocáis!¡No voy a morir aquí!¡Mis amigos
lograrán sacarme de aquí!
Tienes coraje pequeño ser...
pero... el guardián no abrirá las puertas hasta que hayas muerto...
su labor consiste en conseguir almas, almas que luego usará para
devolver la vida a mogus de piedra o criaturas similares...si no me creéis mirad...
La mogu señaló hacia arriba. El techo
de la sala estaba totalmente oscuro, pero sin razón aparente poco a
poco fue abriéndose camino un foco de luz cían. Alrededor del foco
giraban decenas de almas, decenas de espíritus como los que había
visto días atrás. Faby observó la escena horrorizada, habían
muerto muchos antes que ella en aquella cámara, y tras su muerte,
muchos mas irían abarrotando el cielo de la cámara por toda la
eternidad.
Faby cogió una piedra situada junto a
ella, caminó con decisión hasta la puerta y comenzó a golpearla
con las escasas fuerzas de las que aún disponía.
Si fuera tan sencillo... hubiese
escapado años atrás...
-¡Qué demonios haces aquí
entonces!¡Lárgate de mi vista!
No puedo partir... he de cumplir
aquello que me retiene en este mundo... debo matar a Lei Shen...
-¡Lei Shen ya fue asesinado! ¡Ya
murió a manos de razas ''pequeñas'' como yo! ¡Así que nada te retiene
aquí!- gritó Faby llena de rabia y frustración.
Imposible...
La mogu indagó en la memoria de la
humana, escrutó en sus recuerdos hasta confirmar las palabras de
aquel insignificante y endeble ser. La ira se hubiese apoderado de su
cuerpo si hubiese tenido tal cosa, pero lo único que sintió fue
miedo. Kasirian estaba aterrada, su venganza era aquello que le había
dado esperanzas durante miles de años, tan solo deseaba cumplir su
destino y recibir un descanso digno. Pero su venganza no se
cumpliría, obligándola a vagar por siempre en aquel lugar.
La mogu observó como la humana
golpeaba inútilmente la puerta. ¿Esos pequeños seres habían
derrotado al emperador? ¿Al gran rey del trueno? Sin duda
notaba en ella valor y poder, pero la mogu se preguntaba si tanto
como para hacer aquello que los grandes mogus no pudieron hacer.
Jamás lograrás salir de aquí...
-Eso ya lo veremos...- dijo Faby con el
ceño fruncido mientras seguía golpeando la puerta con la dura
piedra.
Tan solo los mogus sabemos como
abrirla...
-¿Entonces por qué demonios no has
escapado ya?
Porque necesito un cuerpo para
hacerlo... alguien lo suficientemente poderoso como para contener mi
alma....
Kasirian y Faby se miraron la una a la
otra. En ese momento ni siquiera hizo falta saber que pensaba cada
una, ambas lo tenían claro, ambas necesitaban una segunda oportunidad, y tenían claro que no podrían hacerlo solas.
-Salgamos de aquí entonces...-Faby
extendió su mano hacia la mogu.
¿Estás segura?...
Faby asintió convencida, si había
algún modo de salir era ese.
Kasirian tocó la mano de Faby
otorgándole una pequeña descarga, su alma se introdujo lentamente
en el incomodo y pequeño cuerpo de la humana. Sus extremidades se
adaptaron, su mente se introdujo cerca de la de Faby, su alma se
acomodó junto a la de la humana, y por unos segundos los ojos de la
paladina se tornaron dorados, indicando que todo había salido bien.
Faby se sintió algo mareada, sintió
una punzada en su cabeza, una especie de sonido agudo que retumbaba
dentro de ella. A los pocos minutos el sonido cesó para da lugar a la voz de la mogu.
Interesante... has logrado
sobrevivir.-dijo la voz de Kasirian en la cabeza de Faby.
Ahora... salgamos de aquí...
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¡Faby obtiene ''Alma de piedra'' hasta que Kasirian cumpla su objetivo!
Alma de piedra:
-Al atacar: si Faby obtiene 1 en tirada al atacar (con bonificación o sin ella) en vez de recibir daño, automáticamente realizará un golpe critico al enemigo.
-Al defender: si Faby obtiene 1 en tirada de defensa (con bonificación o sin ella), automáticamente se defenderá del ataque. (También es aplicable a la hora de intervenir)