domingo, 27 de julio de 2014

The Order - Capítulo 1


(Atención: Esta serie de relatos no guardan influencia ni predicen nada con respecto a la trama de ''La Orden Eterna'', han sido creados simplemente para divertimento de sus miembros.)

Año 2050 aproximadamente, planeta tierra. 
La humanidad se sumerge en un mundo de gran avance tecnológico donde las enfermedades y preocupaciones de años atrás carecen de sentido. El cáncer, el sida, o cualquier enfermedad que otrora causaba estragos, ahora son curadas fácilmente con una simple inyección.
El sistema de gobierno es único y abarca el planeta en prácticamente su totalidad, donde una persona lidera todos los países desarrollados, y donde los países subdesarrollados son explotados con el fin de crear o expandir las numerosas metrópolis que conforman el 80% de la tierra firme, cayendo así bajo el liderazgo del mismo gobierno que los países de mayor riqueza.

Sin embargo, el avance no ha podido solventar una nueva enfermedad que asola a la población de esta éra. Las personas que contraen dicha enfermedad mueren en pocos días tras una grave afección al sistema nervioso. Se desconoce la razón por la que se produce, y no existe cura. Excepto una.

Una persona de cada millón es capaz de curar dicha enfermedad. Estas personas poseen el poder de la luz, desgraciadamente aunque ésta sería una razón de esperanza, está lejos de ser así. Las personas tocadas por la luz son capaces de sanar no solo esa enfermedad, sino cualquier otra, además de contagiar su don a aquellos a los que sanan. En cambio la clase alta y los destacamentos políticos ven esto como una amenaza en toda regla, en un mundo sin enfermedades, sus ganancias y poder a base de la venta de fármacos agonizaría en pocos años. Razón por la cual el gobierno se guarda de encontrar, perseguir y eliminar a estas personas especiales, aprovechando que la mayoría de la población desconoce de la existencia de éstos.

Son muy pocos los que sobreviven al incesable acoso que reciben por parte de asociaciones dedicadas a su aniquilación, y menos aún los que logran salvarse. Un grupo compuesto por varias personas entre las que se encuentran algunos de los ''tocados por la luz'', forman la resistencia. Reciben el nombre de la Orden, y son liderados por una criatura de origen y época desconocida cuya finalidad es la de evitar que esta guerra comience, una guerra que no se libra en las calles, sino en las sombras.


El sonido del pisar en los charcos de las cloacas era lo único que se oía mientras el grupo avanzaba rápidamente por los oscuros túneles subterráneos. Garrett se detuvo unos segundos mientras analizaba un mapa con forma de gráfico azul eléctrico proyectado desde su dispositivo móvil.
-A la derecha hay una salida, lleva hasta un callejón aislado.- susurró a sus acompañantes
El grupo continuó por el camino indicado hasta encontrarse con la escalerilla que ascendía hasta la apertura de la alcantarilla que conectaba el túnel con el exterior. Garrett subió rápidamente abriendo con fuerza el resistente mecanismo a presión que la mantenía anclada al suelo.
Mientras tanto en el exterior la lluvia arreciaba, la ciudad se sumergía en la ruidosa e incansable actividad nocturna de la metrópolis. Se encontraban en el oscuro y sucio callejón que había predicho momentos antes. Garrett ayudó a Nizdorni a subir, mientras que Caleb aún permanecía en el túnel.
-No tenemos mucho tiempo... siento que están cerca...-dijo Nizdorni con la mirada perdida en el horizonte.
Garrett descendió nuevamente en busca de su compañero, una vez abajo observó como éste permanecía inmóvil, con el brazo extendido hacia el lugar por el que habían avanzado. Alrededor del brazo de Caleb se había creado una barrera luminosa que amenazaba con impedir el avance de aquellos que les perseguían.
-Caleb debemos irnos, no nos queda mucho tiempo.
-Debéis marcharos, lograré entretenerlos lo suficiente para que podáis escapar.
-Caleb no seas estúpido...
-Sabes que es la única forma de que consigáis salir de ésta,-interrumpió- para que... todo vuelva al principio.
Caleb miró seriamente a Garrett, ambos sabían que no había más opción, pero a estas alturas ya habían tenido que presenciar la muerte de todos sus compañeros. Cada vez que algo así ocurría, Garrett sentía como si una parte de él, de su humanidad, desapareciera con ellos. Eran incontables las veces que sus compañeros se habían sacrificados por ellos, por la esperanza de que alguna vez consiguiesen su objetivo final.
Garrett selló la alcantarilla tras de sí. Su triste mirada se cruzó con la de Nizdorni y sintió como si ya hubiese vivido esta situación años atrás, de hecho así había sido en numerosas ocasiones.
Nizdorni no podía pensar en otra cosa que en las últimas palabras de aquellos que habían sido sus compañeros, dolorosas palabras que les habían dedicado segundos antes de sacrificarse. Una lágrima recorrió su rostro para caer en la oscuridad de la noche que inundaba aquel lugar. La joven despejó de su mente todos aquellos recuerdos mientras corría junto a Garrett por un sinfín de sombríos y desolados callejones. Ahora no podía distraerse, debían lograr escapar como fuera, solo contaban con una oportunidad para lograrlo.
Mientras avanzaban podía escuchar sus voces acercarse a lo lejos, sus piernas comenzaban a flaquear aunque su mente se negaba a rendirse. Habían logrado sacar un poco de ventaja a sus perseguidores pero aún podían sentirlos tras de sí, esperando darles caza en cualquier momento. Ambos deberían valerse de su astucia y poder si pretendía salir de allí con vida. Su cuerpo similar al de una niña de doce años aparentaba debilidad y torpeza, pero en sus ojos podía verse la sabiduría y el poder que se escondían en su interior, ya que a veces las cosas no eran lo que realmente parecen, y esa ''niña'' había vivido ya cientos de años.
De pronto se oyó una clara explosión entre los numerosos ruidos que componían la sinfonía característica de la noche urbana.
Garrett se detuvo girándose rápidamente hacia el lugar que habían dejado atrás
Caleb... pensó.
-Garrett debemos continuar.- dijo la pequeña Nizdoni mientras tiraba inútilmente del robusto y pesado cuerpo de su compañero.- Si no continuamos, sus muertes habrán sido en vano.
Garrett miró a Nizdorni de forma apesadumbrada y ambos continuaron corriendo por aquel laberinto de callejuelas.
Nizdorni siguió corriendo mientras vislumbraba a lo lejos lo que parecía ser un gran muro que bloqueaba el camino. Lo que faltaba... sin salida, pensó. Mientras sus piernas corrían automáticamente, la joven cerró los ojos para canalizar energía arcana hacia sus manos. Nizdorni realizó unos gestos extraños mientras susurraba palabras sin sentido para cualquier persona corriente. Sus manos comenzaron a iluminarse con un aura cristalina. La joven abrió los ojos cuando se encontraba a escasos metros del muro, extendió su brazo hasta posar su mano derecha en éste mientras que con la izquierda tomó la mano de su compañero. El tiempo pareció ralentizarse, varias ondas de energía pasaron desde su mano hacia el muro y segundos después la mano de la joven se hundió entre la fría piedra que formaba la barrera. Ambos se imbuyeron completamente en el muro apareciendo al otro lado de éste. En cuestión de segundos lo habían atravesado completamente dejándolo intacto.
Una vez al otro lado, tendrían el tiempo suficiente para desaparecer definitivamente de aquel lugar.
Antes de realizar el ritual que la devolvería a su hogar, dedicó unos segundos para recordar todo lo que habían vivido en los últimos años, intentando alcanzar la razón por la que habían vuelto a fallar. Por su mente recorrían recuerdos de esperanza que rápidamente quedaban eclipsados por otros de dolor y muerte.
La orden había sido aniquilada de nuevo, pero otra vez renacería de sus cenizas, como tantas veces antes...
-Garrett, necesito tan solo diez minutos...- dicho esto la joven de cabellos blancos como la nieve comenzó a concentrarse creando a su alrededor numerosas auras de energía que giraban de forma milimétrica creando una secuencia armónica alrededor de su menudo cuerpo.
Garrett miró su reloj, había pasado una hora desde la media noche. Activó el cronómetro con un par de minutos más del tiempo que su compañera le había indicado mientras miraba a su alrededor. Se encontraban al final de un callejón sin salida, sabía que habían logrado despistar a sus enemigos atravesando el muro que separaba ambas calles, pero era solo cuestión de tiempo que lograran encontrarlos, y diez minutos era mucho tiempo en ese preciso instante.
El fornido joven de cabellos oscuros se colocó con decisión delante de Nizdorni, la única desembocadura del lugar donde se encontraban estaba frente a él, era sin duda el único modo de acceder hasta ellos.
Cerró los ojos mientras extendía la mano hacia el frente. Debía hacer acopio de todas sus energías, de todo su poder, ya que esta era su única oportunidad.
En la palma de su mano se creó una pequeña esfera de luz, que poco a poco fue creciendo. La esfera fue aumentando de tamaño, expandiéndose hasta conseguir abarcar el tamaño de una manzana, de un escudo, e incluso tras un par de minutos de una cúpula de color ámbar que cubría a ambos protegiéndolos de la amenaza que se cernía en el exterior.
Garrett continuó fortaleciendo la cúpula mientras Nizdorni permanecía intacta en el mismo lugar concentrada. El joven ojeó rápidamente su reloj, quedaban cuatro minutos para que Nizdorni terminara el portal.
De pronto varias personas se arremolinaron junto a la cúpula, la textura rugosa y amarillenta de ésta no permitía ver más que sombras, pero no hacía falta saber más, eran ellos.
Una bala impactó contra el escudo de luz, y después muchas más continuaron el mismo destino. Cada una de ellas creaba una pequeña grieta en la pared protectora, haciendo que la barrera se fuese agrietando gradualmente.
-Nizdorni... no resistiré mucho más...
Garrett se mantuvo firme con los brazos extendidos mientras canalizaba todo su poder hacia las pequeñas aperturas que los disparos estaban causando. Una bala logró cruzar la pared de luz rozando el brazo del joven rasgando la ropa y piel que se interponían en su camino. Garrett aguantó el grito. Apoyó durante un instante una de sus manos en la herida, acelerando la cicatrización de ésta en cuestión de segundos.
Nizdorni abrió los ojos, se acercó rápidamente hasta su compañero y tocó su brazo. En ese preciso momento la cúpula se quebró en pedazos, las balas surcaron la distancia entre ellos y sus enemigos, pero de repente todo se paralizó. Todo a su alrededor comenzó a deshacerse, las paredes de los edificios parecían fragmentarse mientras caían a su alrededor, sus enemigos desaparecieron sin dejar rastro, el suelo que pisaban cambió por un nuevo pavimento y todo el ruido de aquel lugar enmudeció.
Todo lo que tenían antes sus ojos desapareció dando lugar a un nuevo paisaje. Un nuevo entorno que surgía a su alrededor de manera progresiva como si se tratara de un lienzo el cual el pintor va dando vida y color.
Garrett respiró aliviado mientras examinaba el lugar en el que se encontraban. Estaban bajo la oscuridad que les otorgaba un pequeño puente, la vegetación crecía más allá del suelo que pisaba, el suave olor del ambiente les embriagó dando lugar a una serie de recuerdos que hacía tiempo que habían dejado ocultos en algún lejano rincón de sus mentes.
Era la sexta vez que habían viajado en el tiempo para obtener su propósito, al menos la sexta vez para Garrett, ya que nadie había averiguado nunca el tiempo que la pequeña Nizdorni llevaba recorriendo mundos y épocas.
Un sentimiento exaltó al joven, era el mismo de siempre. ''Esta vez saldrá bien'' pensó.
La alarma del reloj llamó la atención de ambos con un pitido intermitente, el marcador había llegado a cero.
-Garrett, el cambio...-Nizdorni decidió avanzar unos pasos en sentido opuesto alejándose de su compañero, con el fin de hacer que la situación fuera menos embarazosa de lo que ya era de por sí, dejándole así algo de intimidad.
Garrett se giró dándole la espalda a Nizdorni mientras se desvestía rápidamente. Dejó con presteza a un lado toda su ropa y accesorios, quedando totalmente desnudo mientras esperaba pudorosamente a que sucediese ''el cambio''.
Comenzó a sentir como su cuerpo cambiaba, no era una sensación dolorosa, pero sí molesta. Su cuerpo se adaptaba sin su consentimiento a las características de la época y lugar al que habían viajado, cambiando por completo todo lo que provenía de una fecha ajena a la actual, incluido él mismo.
Garrett cerró los ojos y respiro profundamente, sintió dentro de sí mismo como si su cuerpo se contrajese y expandiera rápidamente. Su cabello extremadamente corto de color azabache creció hasta la altura de la mandíbula aclarándose hasta alcanzar un tono rubio al igual que sus cejas e incipiente vello facial. Sus iris comenzaron a teñirse de azul sobreponiéndose al color marrón que hasta entonces poseían. Su anchos brazos y piernas, su robusta espalda y su corpulento torso dio lugar a un atlético y marcado cuerpo, menos fornido que el anterior pero mucho más ligero. El color de su piel se aclaró levemente al mismo tiempo que sus cicatrices desaparecían del lugar donde se habían encontrado los últimos años. Las facciones de su rostro se transformaron tomando unas lineas menos exageradas pero que continuaban con un contorno marcado.
Tomó su ropa con cuidado percatándose de que al igual que él, también había cambiado. La prendas de tejido elástico que se adhería a su cuerpo como una segunda piel habían dado lugar a un tejido incomodo y muy poco flexible. Garrett se puso los pantalones vaqueros sintiendo como se ceñían a sus piernas para dificultar sus movimientos. Se puso también su nueva camiseta negra de algodón y la chaqueta compuesta por un tejido que en rara vez había vestido, se trataba de cuero, incluso las pesadas nuevas botas parecían pesar más de lo que sus nuevos pies pudiesen soportar. Su dispositivo móvil  cambió de un sofisticado y avanzado modelo a un compacto aparato negro de forma cuadricular que poseía un tamaño inferior a la palma de su mano, y su avanzada pistola había dado lugar a una 9mm.Intentó mirar su nuevo aspecto en el reflejo de la pantalla de anticuado aparato, pero la oscuridad de la noche impidió su propósito.
Mientras acariciaba sus cabellos intentando acostumbrarse a su presencia, pensó en la de veces que había cambiado de aspecto. A diferencia de Nizdorni, cada viaje en el tiempo le había proporcionado un físico distinto durante los años que permaneciera en esa época. Hacían ya tantos años que había comenzado sus andaduras junto a su compañera que a estas alturas no recordaba como era su propio rostro de antes que todo esto comenzara. 
Terminó de atarse las botas mientras intentaba descifrar el año exacto en el que se hallaban sin lograr siquiera aproximarse. Caminó pausadamente hasta el lugar donde se encontraba Nizdorni, que observaba absorta el paisaje a su alrededor.
-Gracias por...-Garrett se detuvo al oír su nueva voz, que junto con todo su nuevo cuerpo había dejado de ser tan robusta como la anterior.- Gracias por hacer esto mas fácil.
Nizdorni soltó una risita. La pequeña observo cautelosamente a su compañero.
-Vaya, no estás nada mal...-animó sinceramente las dudas que yacían en el interior de Garrett.
-¿Lo dices en serio?
-¡Por supuesto!-respondió rotundamente.- Has tenido mucha suerte esta vez, recuerdas aquella ocasión en la que...
-Por favor no sigas, ya casi había logrado olvidarme de aquello.- interrumpió mientras observaba en el rostro de la joven que todo esto le causaba una gran diversión.
Garrett estiró los brazos mientras sentía como la chaqueta tiraba de sus hombros hacia atrás.
-Creo que la ropa ha encogido... o se ha endurecido.
-Mmm..., creo que es así.
-¿Estás segura?-preguntó mientras la miraba incrédulo por el comentario.
-Sí, aquí todo es muy distinto a la época de la que venimos.

Ambos continuaron caminando hasta encontrarse en un sendero que cruzaba el parque donde habían ido a parar.
-¿Sabes ya donde nos encontramos?
-Estamos en Central Park, en Nueva york, exactamente en el año 2015.
El joven permaneció perplejo mientras miraba a su alrededor, nunca antes habían retrocedido tan atrás en el tiempo, no sabía que tenía planeado Nizdorni, pero ninguno de sus compañeros de la Orden habían nacido aún. Solucionar un problema que aún no había tenido lugar iba a ser extremadamente complicado, además del periodo de adaptación que iba a sufrir irremediablemente. Anteriormente había leído acerca de principios del siglo XXI, pero nunca lo había visto ni vivido tan de cerca.
-Nizdorni... ¿Por qué hemos retrocedido tanto en el tiempo? aquí aún no existe la resistencia, ni siquiera la amenaza que desea destruirnos.
Nizdorni se tomó unos segundo antes de responder, sus palabras se hacían esperar pero a cambio nunca daba una respuesta errónea o abierta a dudas.
-Siempre que hemos intentado poner fin a esta guerra, hemos retrocedido algunos años para reunir a los miembros de la Orden. Pero el problema ya existía, el peligro ya andaba sobre las calles. Quizás sea hora de poner fin antes de que todo empiece.
-¿Cómo lo haremos si ellos aún no han nacido?
-Reuniremos a sus padres...
Garrett enarcó una ceja ante la respuesta de Nizdorni. Nunca antes habían probado algo semejante, en las numerosas ocasiones en la que habían sido derrotados, siempre terminaban retrocediendo algunos años para volver a reunirlos a todos, y una vez conseguido tal propósito, intentar acabar con el sistema Sigma. Desgraciadamente nunca lo conseguían, el sistema Sigma poseía la tecnología e influencias necesarias para encontrarlos, y como habían demostrado en cada una de las ocasiones que habían vivido, siempre terminaban eliminándolos uno a uno.
Caminaron en silencio durante algunas horas. Garrett necesitaba adaptarse tanto a su nuevo cuerpo y época en la que se encontraba, como a las pérdidas de sus compañeros. Nizdorni decidió no romper la armonía del momento, hacía ya décadas que había conocido a Garrett, y sin duda alguna había sido el mejor de sus caminantes. Sabía que podía confiar en él, sabía que era intrépido y poderoso, pero había un aspecto que le preocupaba enormemente. En cada viaje, tras cada pérdida, Garrett se volvía más frío, más duro.

Ambos salieron del parque por la esquina noreste, para adentrarse en la 5th avenue. Nizdorni rara vez se sorprendía de los cambios que acontecían en el planeta entre cada uno de sus viajes, sin embargo en esta ocasión observaba con curiosidad la fascinación con la que su compañero disfrutaba de esos cambios.
-¿Podrás cuidarte solo?
-Claro...en cuanto me acostumbre a ello.-sonrió a su interlocutora mientras permanecía absorto en el decorado que daba lugar a la ciudad de Nueva York.- Estaré bien, te lo prometo.
-Garrett, aquí la humanidad es bastante hostil... no creas que porque el sistema Sigma no exista, no habrá peligro alguno. Intenta pasar desapercibido.
-Tendré cuidado...
-Ambos nos hemos enfrentado a mucho, por favor no quiero que actúes con venganzas personales de ningún tipo, ¿Entendido?
Garrett se detuvo arrodillándose ante la pequeña Nizdorni. Sus ojos azules se cruzaron con los ojos color bronce de la extraña criatura con forma de niña que tenía frente a él.
-Te prometo que estaré bien.- el joven dedicó una cordial sonrisa a su confidente mientras acariciaba su mejilla.
-En pocos días tendré que partir.-dijo Nizdorni mientras ambos continuaban paseando por la gran avenida abarrotada de coches y gentío incluso a las horas en las que se encontraban.- Viajaré a Japón, buscaré al anciano.
-¿Qué quieres que haga mientras tanto?
-Deberás viajar a Francia.-Nizdorni cruzó la mirada con la del joven, ambos sabían a quien se refería.
-Entendido.
Garrett aceptó su misión, aunque dentro de su mente sabía que esta vez todo sería muy distinto, no tendrían que convencer a sus amigos, a aquellos que conocían desde hacía años, sino a sus antecesores, unos completos desconocidos sumidos en un mundo de desconfianza y temor, donde cosas como su don era algo totalmente desconocido para ellos.