martes, 25 de marzo de 2014

Prólogo Cap XIII - El origen


La noche había caído en aquella exótica tierra conocida como Pandaria, las estrellas que esperaban pacientemente en el cielo se iban viendo arropadas por varias nubes que auguraban que esta noche les esperaba una larga velada de lluvia. Tan solo algunas pocas luces iluminaban levemente el monasterio, entre las que se encontraba el dojo donde se reunían los miembros de La Orden. Varios de sus compañeros habían partido hace poco junto a Nizdorni, su viaje duraría semanas con suerte, aunque era mejor no crear falsas expectativas, puesto que la misión que debían realizar suponía un reto sublime para los que habían sido elegidos.

El resto del grupo, los que habían sido encomendados para proteger a la Guardiana allí en el monasterio, se reunían cada noche para debatir cordialmente sobre el devenir de su cometido. Todos los que allí permanecían sabían que las acciones de Nizdorni no dejaban lugar a cabos sueltos, es por ello que el grupo concebía la idea de que pronto ocurriría algo que hasta ahora desconocían. El sentimiento de nerviosismo y preocupación calaba en todos ellos, provocando que cada indagación aumentara dichos sentimientos.

Ni siquiera el apuesto aprendiz de Nizdorni hacía que Karin dejara de preocuparse por el destino de La Orden. Se sentía tremendamente culpable de no haberse despedido de Zephiel, la última discusión había mellado la relación de amistad que habían mantenido durante los últimos meses. Quizás no volviera a verlo nunca más, si algo le ocurriera... Karin decidió no pensar en ello, no quería que el resto siguiera pensando que era una niña débil a la que debían proteger. Ella había demostrado ser muy poderosa, incluso los héroes más valientes se hubiesen rendido ante la dureza de las experiencia que había vivido hasta entonces.

Karin miraba de reojo a Garrett mientras hablaba con la Guardiana. Hasta ahora era el hombre que mejor se había portado con ella, independientemente de que sirviera como caballero en la casa noble de su padre, Karin sabía que su nuevo compañero era el único que no la había visto como una cría. A su lado Zephiel era un patán idiota, pero aún así, un idiota al que echaba de menos.

Garret había propuesto al grupo utilizar el talismán de la niebla, custodiado hasta hacía días por el maestro Monlee, para observar la situación en la que se encontraba el resto de sus compañeros. Iridi recalcó en varias ocasiones la importancia de los talismanes, dejando claras las ultimas palabras del pandaren sobre el uso irresponsable de su talismán. Si bien el talismán de la niebla no era tan peligroso o complejo como el talismán del destino, tampoco se trataba de un juguete para usar al antojo de cualquiera. Decidieron, tras declinar el amable pero a la vez sospechoso ofrecimiento de las brujas a usarlo, que Karin fuera la elegida para presenciar la visión. Con la reciente ausencia de Tahlean, Karin era junto al elfo los que más tiempo pasaban junto al maestro pandaren, eso hacía que ella fuera la más indicada. Además Garrett intentó hacer entender a la Guardiana que la joven maga podría valerse por si misma.


Sus ojos se clavaron en el talismán. Levantó la mirada nuevamente para confirmar la decisión que habían tomado tras el diverso conflicto de opiniones que había acontecido. Tanto la guardiana como los allí presentes miraron a Karin con aprobación, mientras ésta asentía convencida de que merecía demostrar su valía. Pero en su fuero interno, Karin se encontraba dubitativa. Hubiera preferido no utilizar el talismán en ausencia del maestro Monlee, su venerado maestro, pero el grupo había decidido que debían ser precavidos y estar atentos a lo que pudiera suceder.

El artefacto mostraría a su portador el pasado, ese valioso momento que conectaría a la joven maga con sus compañeros. Dentro de su mente rezó por que el talismán le ayudara, se concentró en viajar efímeramente a un tiempo que ya había ocurrido, a un pasado al que pocos podían ya tener acceso, a un punto exacto de un tiempo que ya había tenido lugar.
Karin se percató de que el talismán había comenzado a resplandecer. Una extraña niebla se acumulaba a su alrededor, ocultando todo y a todos los que se encontraban en la estancia. La joven comenzó a respirar agitadamente, intentaba controlarse pero el temor a lo desconocido hacía que Karin se alterara por momentos. En cuestión de segundos la niebla desapareció, dando lugar a un nuevo escenario, un oscuro y sombrío lugar. Karin miró detenidamente a su alrededor escrutando cada pequeño resquicio que pudiera mostrarle aquello que le fuera útil.

El paisaje era desolador, cubierto por tierra oscurecida y un cielo grisáceo. El olor que la acompañaba denotaba un fuerte aroma quemado, se preguntó si lo que aguardaba bajo sus pies no era arena sino ceniza.

Caminó varios pasos hasta que a lo lejos vislumbró algo que irradiaba una luz dorada. Karin se acercó lentamente mientras sostenía el bastón en una de sus manos y el talismán en la otra. Fue entonces cuando se percató de que tan solo era una visión, no debía temer, no debía preocuparse, aquella visión ya había ocurrido, nada podía cambiar ese hecho, tan solo sería una espectadora de algo que no tenía conocimiento.

Mientras se acercaba observó una pequeña figura que se alzaba prácticamente inmóvil junto a un artefacto extraño. La pequeña criatura canalizaba una especie de hechizo, provocando que el artefacto de metal con forma circular repleto de runas a su alrededor se fuese apagando paulatinamente.

Su ágil mente conectó los cabos que no comprendía. El artefacto parecía ser una especie de portal, seguramente un portal que conectaría nuestro tiempo con cualquier otro. Mientras se percataba de que el portal parecía ir perdiendo su poder, decidió observar a la pequeña gnoma. La había visto antes, de hecho tan solo habían pasado unas semanas desde su encuentro con La Orden en el monasterio.

-Es Nizdorni...- susurró mientras intentaba entender qué hacía la dragona con aquel extraño artefacto.

De repente ésta se giró hacia Karin como si hubiese sido capaz de escuchar su voz. Su rostro cambió de expresión rápidamente cuando descubrió a la joven observándola en silencio.

-Tú...-dijo mientras miraba fijamente a Karin.

Karin se quedó paralizada, no podía haberla visto, ella tan solo formaba parte de una visión, no era posible interactuar con ellas, las visiones no funcionaban así. La maga se percató de que se tratara del talismán de la niebla, y en efecto, así era.

-Debéis de tener valor para aparecer aquí... sucia mortal...

-¿Pu.. puedes... verme?- preguntó Karin mientras sentía como su voz se quebraba. Un escalofrío recorrió su débil cuerpo mientras intentaba asimilar lo que estaba ocurriendo.

-Ese artefacto...- dijo mientras señalaba el talismán que sostenía Karin.- forma parte de mi vuelo... el vuelo infinito...ahora estás en mis dominios...

Karin sintió una punzada en el pecho. Observó atemorizada el rostro de Nizdorni, sus ojos se habían oscurecido.

La Nizdorni que allí se encontraba fue transformándose lentamente. Sus brazos y piernas se fueron estirando lentamente para dar lugar a unas largas extremidades cubiertas de escamas ónice. Su torso parecía romperse por momentos mientras dos grandes alas arrancaban lo que parecía ser la piel de la gnoma, a la vez que su rostro se alargaba dando lugar a la cabeza de un dragón. Un dragón inmenso de color azabache que parecía desprender un siniestro aura a su alrededor.

Karin negó con la cabeza repetidamente mientras retrocedía varios pasos. El dragón soltó un terrorífico rugido que hizo que la joven cayera arrodillada. El cuerpo de Karin se negaba a reaccionar, sentía que había perdido la batalla, ni siquiera sería capaz de intentarlo.


Un rayo oscuro invocado por el dragón derribó a la maga haciendo que saliera despedida por los aires. Su cuerpo impactó con el duro y frío suelo varios metros atrás. Karin abrió los ojos lentamente. Su vista estaba borrosa, su cabeza parecía que iba a estallar de un momento a otro. Una gran sombra la cubría, sintió el hedor que desprendía la gran criatura que acercaba su cabeza hacia ella.

Karin abrió su mano donde se encontraba el talismán. Decidió poner fin a la visión, imploró a la luz que la niebla se llevara aquello consigo, pero su alma se quebró en ese instante, cuando el talismán se deshizo en sus manos convirtiéndose en añicos. Las lágrimas cubrieron los ojos de la joven mientras temía que hubiera llegado su fin al oír al oscuro dragón a escasos metros de ella.

-El portal que debía traer a tus amigos de vuelta... ha sido destruido... es tan solo cuestión de tiempo que les logre dar caza... y después, iré a por vosotros...


La dragona levantó la zarpa dejando ver sus afiladas garras que combinaban a la perfección con la oscuridad de ese temible ser. Karin cerró los ojos, esperando tener una rápida muerte ante el ataque del dragón, pero al cabo de unos segundos se percató de que el ataque no había tenido lugar. Abrió los ojos rápidamente mientras tan solo podía ver niebla a su alrededor, ocultándola al completo.

Cuando ésta se esfumó, Karin se encontraba sentada en la estancia del monasterio, respirando agitadamente con su rostro cubierto de lágrimas. Sus compañeros la observaban perplejos preguntándose que debía haber visto en la visión para dejarla en tal estado, tan solo una visión antes había sido capaz de enloquecer a alguien.

Karin abrazó a Iridi mientras lloraba desconsoladamente. Sus palabras no eran capaces de tomar forma, su cuerpo no dejaba de temblar, incluso las brujas se sentían algo consternadas al ver el estado de su compañera.

Tras unos minutos Karin se percató de que aun guardaba algo en su mano, su mirada se detuvo en el talismán, cuando sin previo aviso el artefacto se deshizo nuevamente tal cual había ocurrido en la visión.

¿Cómo sería capaz de decirles que sus compañeros estaban atrapados sin poder volver...?¿Cómo... iban a saber el destino que les deparaba sin el talismán de la niebla...?
Karin no pudo resistirlo y se desplomó superada por los acontecimientos ocurridos.