domingo, 19 de enero de 2014

Fin del Capítulo XI - El fin de un ciclo

     Aún podía oír los desesperados gritos de la elfa retumbando repetidamente en su cabeza incluso cuando el portal ya se había cerrado.

Zephiel sostenía temblorosamente aquel poderoso arma. Sus manos se aferraban a su empuñadura mientras su mirada recorría la larga y delicada hoja de metal. Un brillo extraño la cubría. No podía decir de que color era exactamente ese brillo pero sabía que era a causa del cristal, aquel artefacto superior con el que se había hecho tanto bien y tanto mal durante pasado.

El joven guerrero desvió la mirada hacia su enemigo. El brujo se hallaba postrado a escasa distancia de él. Podía afirmar que tras meses intentando acabar con éste, en ciertas ocasiones había deseado que aquel momento jamás hubiese llegado. La hoja de luz, como la habían bautizado, era tan letal que podría destruir a cualquiera que le hiciese frente, solo que a un gran coste, la vida de su portador.


Puede que las palabras de Kendra tuvieran algo de cierto, aunque solo fuera un atisbo que hacía mella en la mente del joven guerrero. Él no era un héroe, ni tampoco un mártir, nunca lo había sido, entonces... ¿Por qué debía serlo ahora?

Zephiel encontró la respuesta dentro de si mismo. Su sacrificio los salvaría a ellos. No podía fallarles, no después de todo lo que habían sufrido. ¿Es eso a lo que llaman honor o lealtad? Puede que sí, y puede que nunca fuera un héroe, pero la razón por la que se sacrificaba era por salvarlos a todos ellos. Sacrificarse por aquello que dicen de ''por un bien mayor''. Quizás en otra época hubiese huido ante tal situación, pero las cosas habían cambiado.


Zephiel levantó lentamente la pesada espada mientras sus brazos y piernas seguían temblando. El momento había llegado, tan solo esperaba en lo más profundo de su ser que aquellos a los que había considerado amigos y familia le recordasen para siempre, que Kendra le amase siempre. El guerrero hizo un rápido movimiento vertical con el fin de herir a Lionell a ras del hombro.

De repente, antes de que la hoja entrara en contacto con el cuerpo de su enemigo, ésta se detuvo.

Zephiel se sobresaltó cuando otro arma se interpuso en la trayectoria. El humano recorrió con la mirada el bastón para encontrarse con su portador, que era un joven humano de cabellos rubios y ojos claros.

- Caleb... - dijo Lionell mientras apretaba con fuerza la mandíbula, sin apartar ni un solo momento las manos que intentaban frenar la abundante perdida de sangre que manaba por su torso.

Zephiel retrocedió varios pasos sin dar crédito a lo que veía. Ese humano que seguramente sería incluso más joven que él, desbordaba poder a su alrededor. Jamás antes había sentido nada parecido, pudiendo incluso ver una especie de aura arcana que se acumulaba alrededor de su cuerpo.

Caleb se acercó hasta Zephiel y tomó la espada de las manos de éste.

- No ha llegado tu momento Zephiel...- dijo mientras una leve sonrisa se dibujaba en su angelical rostro.- Vuelve con la orden, te necesitan.

Zephiel retrocedió varios pasos mientras asentía sin poder decir palabra. El guerrero corrió varios metros hasta el final de la sala, donde se detuvo tras la entrada una vez fuera de la habitación. Se mantuvo en silencio aguardando lo que iba a ocurrir mientras recuperaba el aliento y la compostura.

Lionell miró a su enemigo con los ojos inyectados en sangre.


- ¿Qué demonios haces tu aquí?
- He venido a cambiar el curso del tiempo...
- No has hecho otra cosa desde que llegarste... no ere tú quien deberia sostener esa espada...- Lionell se detuvo para tomar aire mientras escupía sangre.
- Pero tampoco era Zephiel.
- Parece que sabes lo que ocurrió...

- No voy a dejar que esto vuelva a ocurrir, el pequeño Lionell se criará como no pudiste hacerlo tu.- dijo Caleb convencido de sus razones.
-No entiendes nada... si hubieras logrado cambiar algo... ahora no estariamos aquí... nada cambiará, mi yo de esta epoca averiguará que ocurrió, y aceptará su destino...


Caleb se mantuvo serio mientras esperaba la explicación del brujo, dudando por momentos de si lo que decía sería cierto o no.


- Sabías que serias derrotado... ¿Por qué has venido entonces?
- Porque era mi destino... debía enfrentarme a la orden, arrebatarles el talismán.
- Eres un demente...- dijo Caleb mientras sus manos sostenían con fuerza la empuñadura de la espada.
- La orden debía enfrentarse a alguien tan poderoso que lograra remover sus cimientos, tan solo así... sería capaces de hacerse poderosos, de luchar... como un grupo... o de lo contrario jamás lograrán derrotar a aquellos que están por venir.
- ¿Esa es tu excusa para hacer todo esto? ¡Por la luz Lionell, has matado a personas inocentes!
- Los débiles no tenían cabida en la orden... he visto el futuro y lo que ocurrirá... la era de oscuridad se avecina ahora...
- Aún así, ninguno de nosotros llegaremos a verlo.


Caleb levantó la espada y atravesó el pecho de Lionell con ella. Ambos se miraron durante unos segundos, expectantes y aterrados a la vez.

La espada comenzó a emitir un luminoso brillo que recorrió al brujo por completo. Lionell se miró las manos y vio como sus dedos se iban desmaterializando, convirtiéndose en arena dorada que flotaba sobre el aire formando una especie de torbellino.

Caleb observó impactado la escena mientras se percataba de que en su cuerpo ocurría exactamente lo mismo. Sus manos, sus brazos... todo iba desapareciendo para dar lugar a esa brillante arena dorada.

- Volvemos a casa...- dijo Lionell al mago.

Caleb decidió creer las palabras del brujo y una sensación de esperanza recorrió su cuerpo mientras se desvanecía en aquel remolino.



Zephiel permanecía paralizado mientras observaba lo que tenía lugar desde una distancia considerable.

Cuando todo terminó el lugar quedó desierto, sin rastro de ninguno de ellos, tan solo una marca de luz había quedado grabada en el suelo de la sala.

Zephiel se acercó lentamente, aterrado por lo que sus ojos habían presenciado, permaneciendo unos minutos de pie junto a la escena.
Algo desvió su atención cuando sintió que alguien le agarraba la mano suavemente.
El joven humano desvió su mirada hasta una especie de gnoma que se hallaba junto a él.
Nizdorni levantó la cabeza y miró fijamente a Zephiel mientras una agradable sonrisa se dibujaba en su pequeño rostro.


- Es lo que debía pasar...- dijo con una aguda y melodiosa voz.- Es el fin de un ciclo...
- ¿Que... nos deparará el destino? Lionell dijo que...- Hay tiempo para todo.- interrumpió - ahora... volvamos a casa.