Aún podía oír los
desesperados gritos de la elfa retumbando repetidamente en su cabeza incluso cuando el portal ya se había cerrado.
Zephiel sostenía
temblorosamente aquel poderoso arma. Sus manos se aferraban a su
empuñadura mientras su mirada recorría la larga y delicada hoja de
metal. Un brillo extraño la cubría. No podía decir de que color
era exactamente ese brillo pero sabía que era a causa del cristal,
aquel artefacto superior con el que se había hecho tanto bien y
tanto mal durante pasado.
El joven guerrero
desvió la mirada hacia su enemigo. El brujo se hallaba postrado a
escasa distancia de él. Podía afirmar que tras meses intentando
acabar con éste, en ciertas ocasiones había deseado que aquel
momento jamás hubiese llegado. La hoja de luz, como la habían
bautizado, era tan letal que podría destruir a cualquiera que le
hiciese frente, solo que a un gran coste, la vida de su portador.
Puede que las palabras
de Kendra tuvieran algo de cierto, aunque solo fuera un atisbo que
hacía mella en la mente del joven guerrero. Él no era un héroe, ni
tampoco un mártir, nunca lo había sido, entonces... ¿Por qué debía
serlo ahora?
Zephiel encontró la
respuesta dentro de si mismo. Su sacrificio los salvaría a ellos. No
podía fallarles, no después de todo lo que habían sufrido. ¿Es eso
a lo que llaman honor o lealtad? Puede que sí, y puede que nunca
fuera un héroe, pero la razón por la que se sacrificaba era por
salvarlos a todos ellos. Sacrificarse por aquello que dicen de ''por
un bien mayor''. Quizás en otra época hubiese huido ante tal situación, pero las cosas habían cambiado.
Zephiel levantó
lentamente la pesada espada mientras sus brazos y piernas seguían
temblando. El momento había llegado, tan solo esperaba en lo más
profundo de su ser que aquellos a los que había considerado amigos y
familia le recordasen para siempre, que Kendra le amase siempre. El guerrero hizo un rápido movimiento vertical con el fin de herir a Lionell a ras del hombro.
De repente, antes de
que la hoja entrara en contacto con el cuerpo de su enemigo, ésta se
detuvo.
Zephiel se sobresaltó
cuando otro arma se interpuso en la trayectoria. El humano recorrió
con la mirada el bastón para encontrarse con su portador, que era un
joven humano de cabellos rubios y ojos claros.
- Caleb... - dijo
Lionell mientras apretaba con fuerza la mandíbula, sin apartar ni un
solo momento las manos que intentaban frenar la abundante perdida de
sangre que manaba por su torso.
Zephiel retrocedió
varios pasos sin dar crédito a lo que veía. Ese humano que
seguramente sería incluso más joven que él, desbordaba poder a su
alrededor. Jamás antes había sentido nada parecido, pudiendo
incluso ver una especie de aura arcana que se acumulaba alrededor de su cuerpo.
Caleb se acercó hasta
Zephiel y tomó la espada de las manos de éste.
Zephiel retrocedió varios pasos mientras asentía sin poder decir palabra. El guerrero corrió varios metros hasta el final de la sala, donde se detuvo tras
la entrada una vez fuera de la habitación. Se mantuvo en silencio
aguardando lo que iba a ocurrir mientras recuperaba el aliento y la
compostura.
Lionell miró a su
enemigo con los ojos inyectados en sangre.
- He venido a cambiar el curso del tiempo...- No has hecho otra cosa desde que llegarste... no ere tú quien deberia sostener esa espada...- Lionell se detuvo para tomar aire mientras escupía sangre.
- Pero tampoco era Zephiel.
- Parece que sabes lo que ocurrió...
- No voy a dejar que esto vuelva a ocurrir, el pequeño Lionell se criará como no pudiste hacerlo tu.- dijo Caleb convencido de sus razones.
-No entiendes nada... si hubieras logrado cambiar algo... ahora no estariamos aquí... nada cambiará, mi yo de esta epoca averiguará que ocurrió, y aceptará su destino...
Caleb se mantuvo serio
mientras esperaba la explicación del brujo, dudando por momentos de
si lo que decía sería cierto o no.
- Porque era mi destino... debía enfrentarme a la orden, arrebatarles el talismán.- Eres un demente...- dijo Caleb mientras sus manos sostenían con fuerza la empuñadura de la espada.
- La orden debía enfrentarse a alguien tan poderoso que lograra remover sus cimientos, tan solo así... sería capaces de hacerse poderosos, de luchar... como un grupo... o de lo contrario jamás lograrán derrotar a aquellos que están por venir.
- ¿Esa es tu excusa para hacer todo esto? ¡Por la luz Lionell, has matado a personas inocentes!
- Los débiles no tenían cabida en la orden... he visto el futuro y lo que ocurrirá... la era de oscuridad se avecina ahora...
- Aún así, ninguno de nosotros llegaremos a verlo.
Caleb levantó la
espada y atravesó el pecho de Lionell con ella. Ambos se miraron
durante unos segundos, expectantes y aterrados a la vez.
La espada comenzó a
emitir un luminoso brillo que recorrió al brujo por completo.
Lionell se miró las manos y vio como sus dedos se iban
desmaterializando, convirtiéndose en arena dorada que flotaba sobre
el aire formando una especie de torbellino.
Caleb observó
impactado la escena mientras se percataba de que en su cuerpo ocurría exactamente lo mismo. Sus manos, sus brazos... todo iba
desapareciendo para dar lugar a esa brillante arena dorada.
Caleb decidió creer
las palabras del brujo y una sensación de esperanza recorrió su
cuerpo mientras se desvanecía en aquel remolino.
Zephiel permanecía paralizado mientras observaba lo que tenía lugar desde una distancia considerable.
Cuando todo terminó el
lugar quedó desierto, sin rastro de ninguno de ellos, tan solo una marca de luz había quedado grabada en el suelo de la sala.
Zephiel se acercó
lentamente, aterrado por lo que sus ojos habían presenciado,
permaneciendo unos minutos de pie junto a la escena.
Algo desvió su
atención cuando sintió que alguien le agarraba la mano suavemente.
El joven humano desvió
su mirada hasta una especie de gnoma que se hallaba junto a él.
Nizdorni levantó la
cabeza y miró fijamente a Zephiel mientras una agradable sonrisa se
dibujaba en su pequeño rostro.
- Es lo que debía pasar...- dijo con una aguda y melodiosa voz.- Es el fin de un ciclo...
- ¿Que... nos deparará el destino? Lionell dijo que...- Hay tiempo para todo.- interrumpió - ahora... volvamos a casa.