martes, 26 de noviembre de 2013

Karin Doe

Capitulo 3 Un nuevo destino

Los días pasaron raudos, las semanas fugaces como el viento del mar. Las estaciones como quien cuenta los días. Y así cuatro años pasaron. Sin embargo, poco o nada de la gran y
orgullosa ciudad de Ventormenta había admirado Karin.

No era la razón de que no pudiera salir del barco de Crossnesai, ni tampoco el hecho de ser huargen, puesto que en el transcurso de los meses siguientes algunos ya poblaban la ciudad. No, era por lo que moraba en su interior, una bestia que no había sido domeñada del todo y que ponía en peligro tanto a la chica como a cualquiera que estuviera cerca de ella. 

Por su parte, Karin no se dejó llevar por la desesperación de estar encerrada, aunque fuera por su seguridad; aprovechando el tiempo en dar con algún tipo de cura que la liberaría de ese ser que le arrebató todo cuanto quería y amaba. A su vez, descubrió también que sus  aptitudes  eran  un  poco  extrañas  para la mayoría. Al segundo  año  de  estudio, consiguió hacer magia. No era sino un sencillo hechizo de enfriar una taza, pero aun así lo había hecho. Su padre, casi siempre estaba fuera por razones de negocios, pero Karin aprendió a comprenderlo. Sus trabajos le llevaron a una vida de aislamiento consigo misma, ocupada en sus asuntos. Pero no siempre conseguía estar sola, pues a veces el ente, la bestia que habitaba en ella hacía acto de presencia.

 –Hola querida – dijo la bestia ­¿Aún sigues en una forma de acabar conmigo?
–Déjame en paz – dijo Karin en un tono frio
–Oh vamos, sabes que ocurrirá si haces eso. Nos matarás a ambos y eres talentosa, no querrás acabar así. Además ¿No te gustan los poderes que te he conferido? Ahora oyes más que cualquiera, puedes percibir infinidad de olores distintos, puedes hasta ser una hoja en el viento sin  que te oigan. Deberías estarme más agradecida que buscar un modo de acabar con nosotros.

 Karin ignoró por completo al ser. Antaño esas discusiones le habían llevado a tener ataques de ira que por fortuna Crossnesai sabía retener, pero que aun así a cada vez que pasaba, el humano estaba más y más agotado. Entonces oyó un susurro que parecía provenir de la habitación contigua. No parecía decir nada  claro, solo  como un viento susurrante que flota  en  el  ambiente.

Karin se levantó de su silla, dejando sus mezclas sobre la mesa, y tras limpiarse las manos con un trapo y coger el candil, fue acercándose hacia la voz.

–¿Hola?- dijo temerosa.

Nada parecía responder. La  chica se  acercó  al  escritorio de su padre, parecía que el susurro provenía de ahí. De las rendijas de uno de los cajones parecía que algo brillaba tenuemente con un tono azulado y plateado. El cajón estaba cerrado con llave, pero un fuerte tirón de la huargen fue suficiente como para arrancarlo de cuajo. 

El objeto que brillaba era un pergamino con letras bailando a su alrededor como un circulo y en su centro, un símbolo que parecían dos alas plateadas entrelazadas. Curiosa y sin miedo, Karin extendió el extraño objeto. Aunque no podía traducir las runas, sí que sabía que era arcano. Posó sus manos en los bordes del papel y leyó en voz  alta  las  runas. Conforme el ensalmo  era  pronunciado, pequeñas volutas de luz salían y
danzaban creando en el suelo alrededor de la huargen un círculo con la mismas runas que había en el papel. 
Cuando el hechizo terminó de ser pronunciado, una columna de luz surgió de él y Karin desapareció.

La sala de reuniones de Molino Ambar, el cuartel de La Orden Eterna bullía de actividad.
Aquella noche bastantes temas estaban al orden del día y la preocupación de los integrantes iba en aumento.

 –La situación es bastante grave – dijo Thilane – El haber tomado este lugar ha dado repercusiones. Según lo que nos cuentan es cierto, una legión de renegados parece haberse percatado de nuestra presencia y está dispuesto a aplastar este lugar.

Los murmullos por la sala no se hicieron de esperar sobre la amenaza que les atenazaba y la preocupación sobre lo que se haría al respecto.

–Thilane – dijo Monlee con tono tranquilo – Podéis confiar en que mi barrera mágica mantendrá a esas criaturas fuera de las fronteras de nuestro Dominio.
–No serrá por siemprre me temo maese pandarren – dijo Iridi
–No,  pero si  el suficiente  para  mermar sus fuerzas. ­  dijo  Thilane  –  Lucharemos, contamos con gente poderosa entre nosotros para...

Un viento huracanado entró por la chimenea y una luz cegadora inundó la sala. Una figura se perfilaba entre el foco revelando a una huargen que se posó en el suelo de la sala suavemente.

Cuando la luz se extinguió completamente todos miraron hacia la recien llegada. Karin abrió los ojos viendo como un grupo de personas la miraban fijamente. Unos con curiosidad, otros con cierto enfado y uno de ellos incluso desenvainó un pesado mandoble y le apuntó a la garganta.
 –Vaya, vaya – dijo Marther ­ ¿Pero qué tenemos aquí? ¿Una espia tal vez?

 Karin se quedó muy quieta a pesar de su temor. No se atrevía a responder. No sabía qué había hecho pero de lo que sí estaba segura era de que ya no se encontraba en el barco de su padre.
–Por favor señor – dijo llorando la huargen – No me haga daño, no pretendía hacer nada malo, lo juro.

Se arrodilló a los pies del paladín, pero este no cambió su expresión de severidad. Nadie sabía que hacer en ese momento, salvo Iridi que apartó al humano.
–Perro mirrala Marther, solo es una niña. ¿Como se te puede ocurrrir que sea una espia?
–Las apariencias pueden engañar Iridi – dijo Marther.
–Trranquila – dijo Iridi ayudando a levantarse a Karin – Trranquila pequeña. No te harremos daño.

 Iridi ayudó a la chica a sentarse en una silla y luego fue al caldero humeante en la chimenea, sirviendo en una taza una infusión que emitía un olor muy fragante y agradable.

–Ten – dijo la draenei sonriendo – Te sentirras mejorr. Dime ¿Cómo te llamas?
–Karin... ­ dijo tartamudeando la huargen – Karin... Doe.
–Mientes – dijo Marther – Nunca en la familia Doe se habló de alguien con ese nombre.
–Crossnesai es mi padre – dijo Karin nerviosa – por adopción.
–Marrther – dijo Iridi en tono severo-­ Aún esta conmocionada. Deja que se calme. Dime pequeña – dijo suavizando su voz ­ ¿Como pudiste atrravesar la barrrera?
–¿Barrera? ¿Qué barrera?
–La barrrera que cubrre nuestrra base querrida. La que impide que cualquierra que no sea de los nuestrros pueda penetrrar aquí.
–No se – dijo Karin – Solo cogí un pergamino que tenía unas runas grabadas y leí lo que ponían y luego con un destello de luz aparecí aquí.
–Hmm – dijo Monlee pensativo mientras cogía el papel del suelo y observaba las marcas – Este es uno de los pergaminos de regreso que hice hace tiempo, y recuerdo que Crossnesai se llevó uno por lo que la historia de Karin... podría ser  cierta. Dime ¿Cómo encontraste esto?
–Oí un susurro proveniente de la habitación de mi padre – dijo Karin – En uno de sus cajones vi el pergamino y al ver los símbolos mágicos...
–...decidiste ver qué pasaba ¿verdad?­ dijo el pandaren. Al cabo de unos segundos soltó una sonora carcajada.
–¿Os resulta gracioso maese Monlee? ­ dijo Marther con brusquedad.­ Una huargen que dice ser de la casa Doe pero que nunca se ha oído hablar de ella aparece aquí. Yo creo que es una farsante y que la apresemos hasta que se aclare todo esto.
–No serrá necesarrio guarrdian – dijo Iridi – Esta joven no parrece tenerr intenciones parra prrovocarrnos mal.
–Muy bien anacoreta – dijo el paladín – Si tan segura estais, vos respondereis por ella.

Iridi miró al humano con un gesto de calma y volviéndose a Karin le dijo
–Ven querrida, te llevarre a que descanses un poco, esta noche te habrrá parrecido una locurra.

Cuando ambas mujeres salieron de la sala, Thilane que durante todo el tiempo se había mostrado pensativa dijo
– Maestro Monlee, creía que cualquiera que usara cosas como esos pergaminos y que no fuera de la Orden, quedaría fuera de la barrera, eso me asegurasteis.
–Y así es señora – dijo con total confianza el pandaren – Nadie que no sea de la Orden puede penetrar a no ser que sea por la fuerza. Puede ser que esa joven....
–No – dijo Thilane – No creo que sea una buena idea que se una a nuestra causa. Es demasiado joven, y después de lo que le pasó a Thedya... se detuvo a media frase.
–Tal vez sea joven Thilane – dijo Monlee – pero veo el talento claramente a la par que la curiosidad en esa niña. Si todo esto se aclara y en verdad es hija de Crossnesai Doe, me gustaría hablar con su padre para tomarla como aprendiz.
–Eso ya se verá maese pandaren – dijo Marther – eso ya se verá.

La noche envejecía y los pinos ondeaban al susurrante viento del otoño, mientras unos ojos fríos y brillantes acechaban desde la floresta el grupo de casas que conformaban la base de la Orden.

(Continuará)

Escrito por Iruam Sheram