lunes, 9 de septiembre de 2013

Zephiel Daroudji - Entre fuego y sombras (Parte 4)


La casa ardía violentamente en un incontrolable fuego que amenazaba con destruir todo a su paso. La desgracia se cernía aquella noche sobre una humilde familia cuyo apellido acabó perdiéndose en el olvido. Sin previo aviso, un rayo había impactado en aquel gran caserón de campo. La chispa que provocó el impacto dio lugar a un enorme fuego que se propagó en cuestión de segundos. 
El padre de familia cargaba con su hijo, que no llegaba a los tres años de edad, llevándolo a un lugar seguro. Quédate aquí, enseguida vuelvo, le prometió mientras se aventuraba adentrándose nuevamente en la vivienda para rescatar a su esposa que había resultado herida. 
Pero su promesa jamás se cumplió. Ambos perecieron aquella noche devorados por llamas. El niño esperó durante horas con la esperanza de que sus padres lograran salir de lo que ya eran escombros.

Como una nube de humo que se propaga rápidamente cubriéndolo todo a su paso, la escena cambió. Había pasado tiempo desde entonces. Los recuerdos aún perturbaban cada noche al inocente niño, y aunque recordaba aquel fuego como si pudiera tocarlo y sentirlo, el rostro de sus padres junto con los escasos recuerdos que poseía habían sido eclipsados por aquel ardiente asesino.

El orfanato había sido desde entonces su hogar. Cada noche rezaba a la luz tal y como la cuidadora le había dicho, para que alguna noble familia decidiera acogerlo. Pero el tiempo pasaba y la guerra que se avecinaba no era buen augurio. Muchos héroes cayeron en el asedio de Orgrimmar, y desgraciadamente muchos más niños quedaron huérfanos. Eran tiempos difíciles, y con tanta pérdida, muy pocos acogían a estos pobres desamparados.

Un día como muchos otros la puerta del orfanato se abrió dejando entrar en su interior a una joven pareja. El resto de los niños jugaban en las habitaciones o los jardines, pero Lionell no. El pequeño tomó asiento en las escaleras mientras escuchaba atentamente desde la planta superior la conversación que mantenía la pareja con la cuidadora. Entonces escuchó su nombre. El corazón se aceleró como si se le fuera a salir del pecho. Quizás habían sido imaginaciones suyas, o quizás su mente le había jugado una mala pasada intentando aportar un leve atisbo de esperanza.

-¡Lionell!- gritó la cuidadora.
Sus ojos se abrieron como platos, sus piernas temblaban como nunca antes lo habían hecho. Bajó las escaleras rápidamente hasta encontrarse en el vestíbulo del orfanato.
- Lionell quiero que conozcas a alguien.- susurró la cuidadora mientras peinaba los oscuros cabellos del niño
El pequeño observó detenidamente a la pareja. Una extraña sensación recorrió su diminuto cuerpo, algo que había llegado a olvidar, algo que parecía ser más poderoso que aquel fuego, sintió bondad y amor en aquellos que serían sus padres.
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Me desperté con aquella sensación agridulce que ya había sentido en tantas ocasiones antes. Aunque no había sido una pesadilla me sentía extraño. Desde hace algunos años este sueño se repetía constantemente la mayoría de las noches. Aún no había logrado averiguar su significado, quizás tan solo añoraba a mis padres. El sueño siempre se detenía cuando mi mirada se cruzaba con la de ellos. Ahora mismo no quería detenerme en analizar las razones pero siempre me venía a la mente la misma pregunta. ¿Sería capaz de mirar a mis padres a los ojos ahora?

Posiblemente no.
Con toda certeza no comprenderían las razones que me mueven a hacer esto, pero ya soy adulto, y como tal tomo mis propias decisiones. Tras lavarme la cara con agua que parecía haber sido extraída de las mismísimas tierras de Rasganorte, me vestí con algo más decente y abandoné mi dormitorio. Paseé por los oscuros y largos pasillos de la fortaleza que había ocupado sin detenerme hasta llegar a mi objetivo. 
Golpee varias veces las puertas de la habitación. Era de madrugada por lo que con total seguridad aquel que se hospedaba en la estancia se encontraría descansando. Aun así golpee la puerta de nuevo hasta que ésta se abrió  lentamente.
El joven humano que abrió la puerta se sorprendió al verme.

- Maestro... no esperaba que fuerais vos...- dijo Zephiel disculpándose.
- No importa, sé que no son horas y os pido mil disculpas, pero desearía hablar de ciertos asuntos con vos.- dije
- Por supuesto..., un segundo que me pongo algo más presentable.
Tras escasos minutos Zephiel abandonó su habitación siguiéndome en silencio mientras recorríamos los largos pasillos que desembocaban en los amplios jardines del lugar.
- Te preguntarás por qué os he llamado.- comencé una vez habíamos alcanzado los jardines que se encontraban escasamente iluminados por unas pocas antorchas que colgaban de las paredes de la estancia.
- Por supuesto Maestro
- Quería agradeceros enormemente vuestra valía a la hora de cumplir el cometido que os impuse. Aquella maga sería un verdadero estorbo en el futuro.
- Maestro...siento si parezco desleal con mi pregunta pero...¿Cual es el fin de acabar con aquellos que nos ordenáis?
- Por eso os he llamado, puesto que habéis demostrado que sois dignos de mi confianza, os contaré como comenzó todo.

Tras unos minutos de silencio continué
- Hace años se creó una orden. Una orden secreta cuya misión era la de salvaguardar un talismán y a su portador, el nombrado Guardián de la Orden. Dicho talismán era capaz de mostrar pequeñas visiones del futuro que les depararía a los miembros de la misma. Durante años la orden fue evolucionando. Muchos miembros la abandonaron para rehacer sus vidas, y a su vez nuevos miembros se unían a la causa. Muchos guardianes cumplieron fervientemente su misión. Pero el ansia de poder y la desconfianza entre sus ellos crearon una gran mella en la Orden. Yo era el Guardián por aquel entonces, hasta que el talismán me fue arrebatado. Todos creían que no tendría la voluntad necesaria para protegerlos, así que aquel al que siempre había considerado como un hermano me apuñaló vilmente proclamándose Guardián de la Orden a mis espaldas. Y tras esto creó un pacto el cual prohibiría a los brujos llegar a dirigir la organización.
- ¿Que ocurrió entonces Maestro?- preguntó Zephiel con curiosidad
- Pedí ayuda al consejo, a los que habían sido Guardianes en el pasado, incluso a la dragona de bronce que fundó la Orden. No recibí ayuda alguna. Todos me dieron la espalda apoyando al nuevo guardián Caleb Vercetti. Entonces tome una decisión, con la ayuda de un miembro del vuelo infinito viajé al pasado hasta esta época, jurando vengarme de aquellos que se negaron a ayudarme. La primera en morir fue una joven sacerdotisa, ahora gracias a ti la maga blanca también ha caído, y pronto caerán uno tras otro.

Zephiel permanecía en silencio sin saber que decir, seguramente guardaba infinidad de preguntas en su interior que no se atrevía a realizar.
- No espero que lo comprendas, ni tampoco que lo apruebes, tan solo quiero que sepáis por qué lucháis. Que conozcáis las razones que os harán actuar con la convicción necesaria. Ya que cuando logre hacerme con la Orden, aquellos que habéis apoyado mi causa seréis recompensados gratamente.
- Por supuesto maestro, entiendo y apoyo vuestro punto de vista
- Me enorgullece oír esas palabras. Pronto tendrás otra misión, viajarás junto a Ivy hasta Bosques argénteos, allí se alza la base de la orden. Esperareis el momento indicado para asestar un duro golpe del que difícilmente lograrán recuperarse.
-  Así lo haré.- afirmó Zephiel con determinación.
- Eso es todo Zephiel, podéis retiraros a descansar.
- Gracias Maestro.- dijo asintiendo 

Observé detenidamente a Zephiel mientras se retiraba. Una figura apareció de entre las sombras cerca de donde me encontraba dirigiéndose hacia mí con caminar decidido. La humana se detuvo a escasa distancia mientras me miraba fijamente a los ojos.
- Y bien...¿Qué mentira le has contado para engatusarlo?- preguntó Ivy
- Ninguna, no hay nada mas convincente que la propia verdad
- ¿Le habéis contado la verdad?- preguntó Ivy con asombro
- Debía hacerlo, si quiero que actúe con lealtad hacia mí.
- ¿Qué haremos una vez terminemos en argénteos?
Dudé por unos instantes antes de responder.
- Mátalo.- susurré deteniéndome en los oscuros ojos de aquella asesina.
- Pero... Maestro...¿Estas seguro?, por ahora ha demostrado...
- Si algo he aprendido es que nuestro destino es difícilmente moldeable. Si hay algo que debería haber ocurrido, el tiempo se encargará de colocarlo de nuevo en su lugar. He viajado hasta aquí para vengarme ¿No es cierto?
- Así es pero...
- Tarde o temprano Zephiel se convertirá en Guardián de la Orden, ese es su destino, y como tal, lo destruiré.
- Como ordenes.

Ivy se esfumó permitiéndome degustar la soledad de la oscura noche que aun arropaba aquellas tierras. Recordé de nuevo el sueño que había tenido evadiéndome de aquellos recuerdos menos agradables que habían inundado mi mente en la confesión.

Como si hubiera vuelto al pasado nuevamente, vi en mi mente a mis padres a través de aquellos ojos de cuando aún no era más que un niño. Recordé sus rostros, como me cuidaron y protegieron todos estos años. No pude evitar que se me empañaran los ojos al recordarlos. Pero ya no podía hacer nada, había decidido seguir mi camino a pesar de sus consejos y negaciones. Debo recuperar mi honor.

Yo Lionell Sheram Strange, hijo de guardianes, lograré gobernar la Orden, y destruiré a todo el que se oponga.