miércoles, 24 de abril de 2013

Siempre alerta




Una rata salió ahuyentada por los firmes pasos de Marther mientras avanzaba por la rampa de la antigua embajada de El Alba Argenta. Pese a su tamaño reducido resultaba ser bastante acogedora, Marther con su gesto habitual se quitó el yelmo, colocándolo bajo su brazo derecho antes de entrar. Se encontró la puerta entreabierta, escuchándose a los pocos miembros de la embajada en su interior, la empujó mientras entraba

- ¡Marther! Habéis vuelto justo a tiempo. ¿Os habéis decidido ya?

 En la sala estaban sentados junto a la mesa del fondo dos protectores de la cruzada argenta y el sargento Gregor Benk, los cuales miraban a Marther Strang con intriga. Por lo que había sobre la mesa, dos odres de agua y un poco de queso de Ventormenta, debió de llegar justo cuando se disponían a cenar.

- Si, y debemos actuar cuanto antes. - Tomó asiento junto al resto en la única silla disponible que quedaba, algo maltrecha por no tener su debido mantenimiento.
- Bien, haré que traigan hombres... - Marther cortó las palabras de Gregor con un gesto de la mano, miró fijamente a Gregor y se dispuso a hablar.
- He decidido algo distinto Gregor, quiero que los tengáis vigilados, día y noche... os doy mi permiso para actuar según veáis conveniente en caso de ocurrir algo repentino. - Tras decirlo las facciones de su cara tornaron más serias mientras observaba las reacciones de los presentes.
- ¿Sólo eso? Por lo poco que me comentasteis si no aseguramos todo cuanto antes serán muy graves las consecuencias. - No estaba conforme con la decisión de Marther, pero estaba dispuesto a cumplir sus ordenes.

 Marther escuchaba las palabras de Gregor mientras se mesaba la perilla pensativo. Sabía mejor que todos ellos las posibles consecuencias, pero no podía permitirse un movimiento en falso. Durante el regreso a Ventormenta tras la conversación con Ephdel fueron muchas las ideas que pasaron por su cabeza, muchas disparatadas, lo cual temía ya que no quería acabar como los fanáticos de la Cruzada Escarlata.

- Si, sólo eso, yo me encargaré del resto, estaros alerta para cualquier cosa y recalco el que no traigáis más hombres Gregor. 
- Entendido, y así será. Vuestras ordenes serán cumplidas inmediatamente.
- Gracias Gregor, pronto volveremos a vernos, ahora debo de volver con Beatrice, tenemos otro asunto más que atender, que pasen buena noche y que os sienten bien los víveres caballeros. - Se levantó de la silla mientras se colocaba el yelmo, giró sobre si mismo y abandonó la estancia, donde le aguardaba una apacible noche.


Escrito por Marther Strang