jueves, 25 de abril de 2013

Los Comicios del Senado


Giordano se lavó la cara y se miró frente al espejo, su rostro mostraba odio e ira, expresiones tiempo atrás perdidas. Se afeitó y colocó sus togas de gala, rojas y blancas con bordados en hilos de oro. Tomó sus hojas y subió decidido a su habitación, mas el lecho estaba vacío... aunque efímero, el tiempo que pasó con Chantalle le había marcado, pero ya no estaba.
Tomó su corona de conde y la miro por unos momentos.
-¿Qué es un hombre sin mujer...? ¿Qué es un conde sin condesa...?
Aunque doloroso, se colocó la corona y comenzó a caminar hacia el castillo. Su porte y semblante recordaba a un joven acomodado y altivo, mas su escaño era el militar.

Al llegar al patio del castillo el general Buchard, el cabo Damian y el almirante Reginald le esperaban.
-¡Giordano, mocoso flacucho! ¿A qué se debe esa cara?
-Una mala noche, mi general.
-Vamos, vamos, alegra esa cara.
-Aunque quisiera no puedo.
-¡Al menos ten compostura, soldado! ¿Qué capitán se derrumba ante sus hombres? Hoy se decidirá quienes partirán a Kalimdor para la reunión con los elfos. ¡Tenemos que comernos a esos nobles de mierda! - recalcó Buchard. El general Buchard, un viejo barbudo y cuya panza era comparable con la de tres enanos juntos, era un tipo con poco educación mas con mucha experiencia y sabiduría en sus palabras.
-Ahí he de darle la razón, mi general. ¿Está todo preparado, os ha informado Damian?
-Completamente, Giordano. El almirante Reginald se unirá a ellos a modo de topo, vamos a acabar con esos traidores.
-Pero hay algo que no me cuadra, piensan asesinar a la Mano del Rey mientras la escoltan, es una locura, debe de haber algo mas.
-Vamos jovenzuelo, cada vez que se te mete algo en la cabeza nos pones en grave peligro, céntrate en dejar en ridículo al escaño de Licinio y urdir nuestro plan.

Entraron al castillo, a su paso coincidieron con Licinio Sura, quien dedicó una mirada penetrante a Giordano. No retrocedió un ápice ante el ataque visual.
Todos los senadores tomaron asiento, en el centro del semicírculo, Oliver Domwell, la Mano del Rey.

-Se abre la sesión para elegir los senadores que acompañaran a la Mano del Rey al encuentro en Darnassus. Tiene la palabra el senador Egidio Stephano.
-Gracias, señoría - respondió el anciano senador, un reputado mago.- Ante la creciente amenaza en alta mar por los ataques de la Horda, mi señor, creo conveniente que a esa unión de senadores se le ceda una escolta militar.
-¡Eso es completamente innecesario! Señoria...- Tomó la palabra Licinio.- la guardia que acompañará a la Mano del Rey está completamente entrenada y labrada en la protección de dicha figura, además de nuestras escoltas personales. Mas que una carabela con un grupo de diplomáticos, aquello parecerá un buque de la armada.
-¿Y quién ha confirmado que sea una carabela? -alzó la voz Giordano.- Para eso estamos aquí hoy, para decidir las condiciones del viaje, y he de decir que apoyo la moción del senador Stephano y añado además que sea la propia Armada de Ventormenta quien escolte la nave, ya que es su Mano del Rey la que viaja en ella.
El senado aplaudió las palabras de Giordano, el senador Sura no era muy agraciado entre los escaños.

-Aceptamos la propuesta... mas, el escaño conservador se presentará para formalizar el grupo de senadores que acompañaran a la Mano del Rey.- Añadió George Quink, mano derecha de Sura.
-¡Eso ha de ser votado, su señoría!.- Vociferó el anciano Stephano.
-Licinio Sura, George Quink y Geralt Rowflek, serán la comisión que me acompañará.- Se pronunció Domwell.
-¡Eso es intolerable! ¡La decisión de los senadores no se ha tomado! ¡Esto es el colmo!- Como un estruendo los senadores de casi todos los escaños se pusieron en pie y se comenzaron a marchar del Senado. Giordano se irguió para levantarse pero fue contenido por Buchard.

-Muy señor mío, Oliver Domwell.- tomó la palabra Buchard.- Propongo para la escolta que la comisión diplomática viaje abordo de El Velador del almirante Reginald Valentrhoup.
Los conspiradores miraron hacia Buchard con desprecio pero su rostro se tornó al cruzarse con la mirada de Giordano, ¿Significaría eso que apoyaban su asesinato?
-Estoy conforme, su señoría.- Añadió Sura.

-Entonces sea así...

Mientras los militares y los conservadores firmaban el acuerdo, un gran estruendo azotó el pasillo, gritos y el silbar de las espadas de la guardia.

-¡Han asesinado al senador Stephano!
-¡Victoria para el Culto Cr...- la exclamación de victoria ensordeció al tiempo que uno de los guardias degollaba a un senador que había resultado ser un traidor.

El rostro de Giordano palideció. Buchard le miraba sin saber que decir o hacer.
-Mi general, nos reuniremos esta misma noche, creo que tengo la clave...- Giordano salió corriendo del senado, bajó las escaleras del castillo a un paso fervoroso hasta que tropezó con alguien y ambos cayeron rodando un par de peldaños.- ¡Oh, lo siento, yo...! ¡Chantalle! Has venido... quiero decir, ¿Qué haces aquí?
-Sí, te traía unos pasteles pero ya... están en el suelo.
-Tenemos que largarnos, han asesinado a un senador, te contaré por el camino.
-¿Pero a dónde vamos?
-A Crestagrana.

Durante el camino, le explicó todo lo sucedido y el plan urdido para dar caza a los conspiradores. Su destino, era la casa del filósofo Adalberth Selwyn, a la que no tardaron en llegar.

-Vaya Giordano y Chantalle, que grata sorpresa. Mas me temo que no venís a tomar el té precisamente.
-Adalberth, necesito de tu ayuda, mi mente está en shock ahora mismo.- Giordano le contó toda la historia.- ¿Qué crees que hay tras esto?
-Interesante, sin duda muy interesante... podrían ser del culto sí... o no. Nunca se sabe. Si quieren matarlo ha de ser alguien contrario al culto.
-El caso es que encaja a la perfección en el, todos encajan, y el destacaría sobre ellos.
-¿Cual es el fin de un cultor, Giordano?
-Ser ascendido a elemental.
-¿Y me dices que el destacaría sobre todos ellos? ¿Qué conclusión sacas?
-Él... ahora lo entiendo. Él va a morir, sí, pero no lo van a matar, Domwell es un ascendiente... el viaje a Kalimdor es una falsa, tomarán la ruta del Mar Muerto de Silithus, para recurrir a la energía de Ahn'qiraj...
-No te diré que debes hacer, mas si te lo preguntaré ¿Que vas a hacer?
-Voy a darles caza, tengo un plan.

Giordano y Chantalle regresaron al mesón, se sentaron juntos y hablaron de lo ocurrido la noche anterior.

-Lo siento, Chantalle, perdí los estribos.
-No pasa nada, pero te cegaste demasiado, me dejaste escapar.
-Llegué incluso a amenazar a la guardia si te perdía...
-Algo he oído.
-Mas rezaré de estúpido, pues ya te he perdido y no voy a cumplir la amenaza.
-Giordano, no me has perdido. Me sentí rara durante la noche, sin ti. Créeme, estoy aquí para ti.
Giordano sacó una pequeña caja de joyería, dentro había un anillo. La arandela forjada en oro con grabados en metales preciosos, formaba una diminuta y para nada llamativa, cabeza de dragón que sostenía un trabajado granate de la reina. El anillo dibuja la esencia del dedo de Chantalle, mas no sobresalía ni destacaba, parecía que Madler había tallado una obra perfecta.
-Giordano, no deberías haberte molestado por esta tontería...
-No es por esto, es por todo, lo bueno y lo malo que, al fin y al cabo, nos componen. No hay fortuna mayor a haberte conocido.

Los amantes se besaron y permanecieron juntos toda la mañana y tarde, hasta la salida de El Velador durante la noche.