sábado, 20 de abril de 2013

La semilla de la corrupción



Antes de leer hazme click!!





Chocaban las olas contra las rocas en aquella espesa noche. Espesa de humos, espesa de males. El viento soplaba violento y furioso, cargado de voces, de malos augurios. Nada manchaba aquel oscuro cuadro, tan negro como el futuro de aquellos que se aventuraban en la tormenta. Sólo un recuerdo, un recuerdo de traición, de poder, de riquezas... un rapto, una herencia, una disputa y una resolución...

Algo traían las olas, algo pálido como el mármol, algo de cabellos rojizos que bailaban al vals de la marea. La arena recogió aquel cuerpo amoldándose a su figura. Sus ropas raídas hablaban de pelea, sus muñecas hablaban de ataduras y su corazón...dolor.
El cuerpo inerte permaneció en la orilla, acurrucado, asustado, esperando ser consolado. El agua jugaba con sus brazos, parecía querer controlarlos, sus manos eran movidas con gracia por las olas, por el agua., agua que caía por sus mejillas y se deslizaba hasta sus labios, aun carmesíes.
Aquella imagen contrarrestaba la violencia del cuadro, era quietud, sueño, blancura. La eterna juventud de una muerte prematura.

-¡Despierta!
Aquella voz llegó como si de un trueno se tratara.

-¡Levanta, aun no ha llegado tu hora!

Los primeros en obedecer fueron los pulmones, rechazando el agua en su interior y tosiendo con fuerza. Luego sus ojos se abrieron de par en par, unos ojos verdes asustados. Su piel notó el frío de la noche y sus brazos se cruzaron en un pobre intento por protegerse de aquel tiempo.

-Sígueme niña, yo puedo ayudarte.

Esa voz... podía oírla, pero no gracias a sus oídos, era una voz profunda. Un seseo caracterizaba a esa voz que le dio fuerzas para continuar.

¿Dónde estaba? Aquel lugar oscuro no destacaba salvo por sus rocas... Un momento, un faro, otro más...y otro. Varios haces de luz se podían apreciar a medida que avanzaba temblorosa hacia el interior de lo que parecía una isla.

Mientras caminaba descalza la escasa vegetación parecía apartarse de su camino, no veía animales, ni rastro de criatura alguna, pero sí la sensación de ser observada.
Un edificio metálico de extrañas proporciones hizo aparición. La puerta estaba abierta.

Movida como si de un títere se tratara, la muchacha entró en aquel edificio, varias tuberías recorrían las paredes interiores y podía oírse el corretear de roedores que huían ante su presencia, o quizás no.

El frío metálico que sentía en los descalzos pies no la hizo parar ni un momento. Aquel lugar era sin lugar a dudas una cárcel, pero a ella no le importaba eso ahora, continuaba andando hechizada por aquella voz que la llamaba, mientras pasaba por delante de celdas, unas vacías, otras aun con habitantes que seguían con la mirada a la recién llegada.

-Ya casi has llegado. Un poco más.

Se detuvo delante de una celda, con la mirada perdida hacia la oscuridad de su interior.
Unos ojos violeta brillaron en su interior.

-Ya sabes lo que hay que hacer y ambos seremos libres.

La muchacha apartó la vista de aquellos penetrantes ojos y se dirigió a la cerradura.

-Bien hecho, ahora salgamos de aquí.

Unos párpados se abrieron en la oscuridad, la respiración agitada y gotas de sudor caían por la espalda.
Estaba en la cama, había sido el mismo sueño otra vez.
Las pupilas se fueron acostumbrando a la oscuridad.

-¿Ya estás despierta?- Dijo la voz del sueño
-Hasta cuando vas a atormentarme con el mismo sueño- dije yo.
-Hasta que no terminemos lo que hemos empezado.

Aquellos ojos violáceos era lo poco que podía ver en la oscuridad del cuarto, pero era todo cuanto necesitaba ver de aquel  ser, hasta a veces pienso que son esos ojos los que me hablan y no su boca desmesurada.
Aquella criatura rió con su característica voz de manera estruendosa, pero nadie salvo yo podía oirlo...