sábado, 28 de enero de 2017

El camino a elegir. - Koori Sueñasendas

La luz de la vela proyectaba sombras sobre el retrato del maestro Monlee que Koori se había dibujado en secreto. La maga pandaren había descubierto que podía pasar horas observando la imagen cuando el maestro no estaba. En esos momentos estaría demostrando su valía al Guardián de la Orden y Koori estaba segura que los asombraría a todos.

Pero ella debía hacer su propia prueba. En la familia Sueñasendas había una tradición para aquellos que dedicaban su vida al estudio de la magia. Al llegar a cierta edad escogían una de las múltiples ramas de estudio e investigaban en ella buscando llegar al máximo potencial que esta ofrecía y así ampliar los conocimientos de su biblioteca. Koori había podido aplazar esa decisión con la excusa de que había más poderes que investigar fuera de la isla. Había conocido al maestro y junto a él había progresado en su dominio arcano. Pero si quería ayudarle de verdad, si quería ayudar a la Orden, debía dar el paso para iniciar la senda que la llevaría a ser una verdadera maestra.

Se levantó de la silla y recogió del escritorio los libros y pergaminos que había seleccionado de las bibliotecas de Dalaran y de su casa. Caminó en círculo por el centro de su habitación dejando los documentos apilados, agrupados por temática, en un patrón de doce vértices. Cerró ventanas y echó el pestillo a la puerta, nadie debía molestarla en las próximas horas. Encendió una vara de incienso que dejó sobre la mesa y se sentó en el centro del círculo de libros. Suspiró para extraer todo su nerviosismo y tranquilizarse.

Pronto se sumió en un estado de paz. La meditación había formado parte de las tradiciones pandaren desde sus orígenes y aunque Koori no lo hacía con frecuencia esta vez lo necesitaba. A su alrededor los rollos de pergaminos y libros exudaban el conocimiento que contenían. La llamaban y la instaban a leerlos. Los ocho tomos de “Las Escuelas de Magia Arcana” del Archimago Ansirem Tejeruna estaban desperdigados por la sala formando parte del patrón. También había añadido tomos raros de la biblioteca y alguno que había traído de su hogar en la Gran Tortuga, además de los libros prestados por el Maestro Monlee.

Expandió su mente y dejó que fluyera fuera de su cuerpo hasta tocar una de las pilas de libros del círculo. El libro situado encima de la pila definía el contenido del resto.

Conjuración. El estudio de invocar objetos o criaturas. Ya fueran bollos con los que nutrir a sus compañeros o una bebida refrescante. También era la magia que enseñaba a invocar elementales, acuáticos en su mayor parte. Como parte de su entrenamiento básico, Koori había estudiado conjuración. Recordaba la satisfacción que sintió cuando consiguió invocar agua por primera vez, y mucho más cuando la consiguió invocar dentro de un vaso. Sin embargo conjuración podía dar mucho más. Era la senda de Nielas Aran, un gran archimago del pasado quien podía invocar múltiples elementales de agua simultáneamente y comandarlos sin dificultad.

Nielas Aran:

Alejó su mente del montón de libros y se dirigió a otro que reclamaba su atención. Era un montón grande de tomos de gran volumen. El primero rezaba:

Encantamiento. Una de los estudios más complicados y a la vez más útiles de la magia. Con encantamiento los magos imbuían a objetos u seres con propiedades mágicas. Espadas flamígeras, cartas localizadoras, lámparas y antorchas que se encendían solas cuando entrabas en la habitación, reducir el peso de una persona u objeto temporalmente... ¡Los magos del Kirin Tor incluso habían hecho flotar por el aire a una ciudad entera! Koori se maravillaba cada día que paseaba por Dalaran con las nuevas e originales invenciones de los magos encantadores.

El mismo estudio del encantamiento te instaba a aprender a desencantar. A menudo los objetos encantados no funcionaban como deberían y los magos los desencantaban. El proceso extraía todo el maná que se hubiera contenido en el objeto y se transmutaba en un cristal. Dichos cristales podían utilizarse para encantar de nuevo otros objetos. Desencantar podía salvarte además desmontando un hechizo mal dirigido. Apagar una bola de fuego antes de que hiciera impacto era más difícil que invocar un escudo protector, pero los encantadores más hábiles y rápidos podían hacerlo.
@docatto's piece on DrawCrowd:
Aunque Koori hubiera querido seguir aprendiendo de los interesantes tomos de Encantamiento debía seguir el proceso de meditación y evaluar cada opción frente a ella. La siguiente pila sin embargo estaba rodeada por un aura negra. La formaba el único libro que Koori había podido conseguir sobre el escabroso tema.

Nigromancia. El solo mencionar el nombre hacía que el cuerpo y el alma de la maga tuvieran un escalofrío. La nigromancia utilizaba la magia con los muertos. Una magia ilegal que revivía cadáveres y no siempre tal y como habían muerto sino uniendo partes de ellos creando aberraciones que seguirían moviéndose aun cuando su invocador hubiera caído. El libro advertía de la práctica nigromántica y de su potencial corrupción del usuario por el uso de magia sombría. Sus descargas de sombra abrasiva eran mortales y el archimago Tejeruna, autor del libro, advertía que se debía considerar a todos los nigromantes como enemigos. La senda de Kel’Thuzad.

Boss: Kel'Thuzad Artist: Raymond Swanland:

Koori se apresuró a apartar su mente de los conocimientos oscuros del libro y descartó esa opción definitivamente para su futuro. Pasó a la siguiente pila de libros con la esperanza de que lograran borrar el amargo recuerdo que le había dejado nigromancia.

Abjuración. El estudio de la magia defensiva. Aunque a simple vista pudiera parecer fácil, conjurar un escudo protector era muy complicado. El grado de complejidad y de maná necesario aumentaba según el área que se quisiera proteger y el tiempo que se quisiera mantener. Ramas más sencillas de este estudio proporcionaban escudos elementales contra ataques concretos siendo mucho más fáciles de mantener e invocar. Fue el príncipe Kael’Thas Caminante del Sol el maestro de esta disciplina, logrando el mayor escudo jamás superado. También era la senda del Arcanista Doan quien podía lograr la invulnerabilidad completa por unos minutos. La abjuración era difícil pero muy útil.

Forсe of Fel, Max Yenin on ArtStation at…:

Su atención se dirigió al montón de libros siguiente. Eran tomos delgados, de lectura liviana. Eso hizo temer a Koori que su contenido no fuera muy esclarecedor pero antes de dar un juicio prematuro acarició su contenido con su consciencia.

Adivinación. El estudio de recolectar información. Los hechizos de esta rama del estudio arcano permiten a los magos ver a grandes distancias, incluso a otros planos de existencia. Bastaría con saber lo que se está buscando para escudriñar en cada rincón del mundo para encontrarlo. Su practicante más poderoso fue el legendario archimago Medivh quien fue capaz de no solo ver, sino comunicarse con las tierras de Draenor y quizás incluso más allá. Koori fantaseó por unos instantes en las posibilidades que supondría estudiar esa magia. Poder ver en cualquier momento al maestro… durmiendo o incluso cuando se bañ….

Medivh Trailer Key Art Artist: Eric Braddock http://ericbraddock.blogspot.ru/:

Sacudió la cabeza para apartar pensamientos impuros de su mente, solo harían que saliera de su estado de meditación y tuviera que empezar de nuevo. Pasó a la siguiente pila de libros ansiando más información que devorar.

Ilusión. El estudio de cambiar la misma realidad. Con ilusionismo podías volverte invisible o inaudible para los demás, podías hacerles creer que un objeto esta en el sitio de otro, disfrazarte para engañar a alguien o confundir a un enemigo. Koori recordó al maestro creando copias de él mismo que confundían al enemigo y atacaban desde distintas posiciones. Era la senda de la archimaga Jandice Barov, quien perfeccionó el arte de duplicarse hasta ser capaz de crear decenas de reflejos de su imagen.

Jandice Barov by TamplierPainter:

Era una disciplina curiosa y muy útil, pero no creía que basar una carrera de magia completamente en ilusiones fuera algo recomendable. Pasó al siguiente montón de libros satisfecha de su lectura por ahora. Era el montón que más libros tenía con diferencia pues era el estudio más aprendido por los magos del Kirin Tor.

Transmutación. Manipulación de la materia y el espacio. El estudio de la transmutación incluía varias ramas dentro de ella. Un ejemplo eran los hechizos de polimorfia, con los que podías transformar un objeto en otro o una persona en otro ser vivo. Era más que una simple ilusión, el mismo ser cambiaba por un tiempo. Otra rama de estudio era la teletransportación, que podía a ser a cortas distancias como un destello a unos pocos metros adelante o a grandes distancias como los portales del maestro. La transmutación era la senda de Lady Jaina Valiente, quien ha dominado el hechizo de transportación en masa para mover sus ejércitos de forma rápida y eficaz.

Jaina Proudmoore - Japan Expo 2017 / TGS 2017   Digital Art by Dmitriy  Prozorov:

Koori suspiró espiritualmente. Eran tantas las posibilidades entre las que podía elegir. Tantos magos famosos con los que inspirarse. Y eso solo con los estudios más frecuentes dentro de la universidad de Dalaran. Aun restaban en el círculo unos montones más, más reducidos en tamaño que el resto, pero quizá más interesantes aun. Koori se acercó a uno de ellos.

Cronomancia. La magia del tiempo. El maestro le había hablado de ese estudio. Poder parar el tiempo en una zona o individuo en particular era una fantasía que parecía sacada de un sueño. Del mismo modo las grandes teorías describían como con extrema dificultad se podían crear hechizos para viajar en el tiempo y acceder a cualquier época que quisieras. Sin embargo las consecuencias de ello podían ser muy graves, llegando a destruir el mundo por un error. Por ello el estudio de tales magias se realizaban en las Cavernas del Tiempo, bajo la supervisión del vuelo bronce quienes buscaban aprendices con quienes compartir su carga.

Mago Cronos:

Era realmente un tema muy interesante pero Koori no podía atorarse en él, debía proseguir. El siguiente montón lo formaban dos volúmenes del mismo autor.

Tecnomancia. Un estilo de encantamiento poco utilizado. Se usaba la magia para encantar aparatos de ingeniería para potenciarlos o mejorarlos. Las combinaciones resultantes eran interesantes. El mago cargaba sus inventos con maná, almacenándolo en dichos aparatos y pudiéndolos usar aún cuando él estuviera seco de energía. Los libros escritos por el autor de nombre gnómico parecían dar un enfoque bélico a esta especialización de Encantamiento, creando lanzarayos o gólems arcanos.

Mecánico:

Aunque le atraía más la idea del encantamiento tradicional, el enfoque de la tecnomagia era interesante. Había tanto que le gustaría estudiar, aprender y descubrir que le harían falta varias vidas para verlo todo. La siguiente pila era un único libro cuya aura era escalofriante.

Magia de sangre. Una versión no menos infame de la nigromancia. Se centraba en atacar a sus enemigos mediante el control de los fluidos vivos de su rival. Los magos sanguinarios extraen la esencia vital de sus enemigos o la utilizan para moverles como si fueran títeres.

Blood Mage | by SineAlas.deviantart.com:

Koori no quiso saber nada más de esa práctica repulsiva y alejó su mente del tema. Poco quedaba ya por repasar, la decisión se hacía inminente. Su mente se acercó a los libros de magia destructiva.

Destrucción. El uso de la magia para el combate. Ya fuera con fuego, hielo, rayos o ráfagas de energía arcana pura. Antaño existieron los conjuradores, magos quienes entrenaban por igual cuerpo y mente y marchaban a la batalla con pesadas armaduras de placas y lanzando hechizos. Esa práctica no duró mucho sin embargo una corriente contemporánea recuperaba los ideales de los antiguos conjuradores: Los magos de batalla. No vestían grandes armaduras pero sí entrenaban sus cuerpos tanto como sus mentes. Hacían gala de grandes proezas físicas a la vez que de la gran potencia de sus hechizos destructivos. Sus bolas de fuego caían como meteoritos. Sus témpanos helados tenían el tamaño de lanzas. Sus descargas arcanas desmaterializaban todo ser vivo que tocasen. Eran tremendamente poderosos y a menudo demasiado orgullosos pero su utilidad en el campo de batalla era innegable.


Koori podía imaginarse a sí misma invocando grandes muros de hielo para proteger a sus compañeros o erupciones volcánicas bajo los pies de sus enemigos. Podría ser útil a la Orden, más que como simple despensa portátil. Su mente se volvió al último montón que debía repasar. Era solo un pergamino viejo y andrajoso cuyo contenido mezclaba teorías y leyendas pero si la magia descrita ahí fuera real…

Magia constelar. Los antiguos magi de la civilización kaldorei, antes de la destrucción del portal oscuro, dominaban todas las facetas de la magia. Su vida nocturna y el culto a la diosa Elune les hicieron mirar el cielo con respeto y pronto aprendieron a aprovechar su poder. Los magos constelares, también llamados astrales, podían conjurar el fuego de una estrella naciente el cual ardía más rápidamente que un fuego normal, consumía a los enemigos volviéndolos cenizas y cuya llama era prácticamente inextinguible. Su estudio de los astros les permitía orientarse en la noche allí dónde estuvieran. Mezclando su magia con transmutación y encantamiento creaban artefactos de pura luz de estrella, translucidos, brillantes y destacables por el entramado constelar que los formaban. Podían hacer estallar sus enemigos haciendo colapsar un astro en su interior y nunca se quedaban a oscuras pues fácilmente invocaban una brizna de luz de su astro madre Elune. Con la primera invasión de la Legion ardiente y el desenlace resultante que les privaba de las energías del pozo de la eternidad sus artes se fueron perdiendo. El pueblo kaldorei se volcó en el druidismo y aunque su relación con los astros no decayó, los grandes hechizos arcanos cayeron en el olvido. Algunos magos constelares se marcharon con el pueblo que sería llamado quel’dorei, sin embargo, aunque obtuvieron una nueva fuente de poder, su control sobre los astros menguó hasta desaparecer pues la nueva raza de elfos adoraba la luz del día y dejaron de ver las estrellas. En la actualidad no se sabía de ningún mago constelar practicante en activo, ninguno que hubiera sobrevivido tras tanto tiempo.

Priestess of Elune by Mahkara.deviantart.com on @DeviantArt:

Koori se sentía mareada por la cantidad de información que recibía. Hizo volver su mente a su cuerpo en el centro del círculo y abrió los ojos agotada. Suspirando se dejó caer de espaldas haciendo que los pelos de su coleta se esparcieran por el suelo. No sabía qué hacer, había demasiadas posibilidades. Sus ancestros no habían tenido que hacer una decisión tan difícil pues los conocimientos a los que tenían acceso no eran tan amplios. Koori había sido la primera de su familia que salió de la tortuga, la primera que había visto Dalaran, que había conocido a magos de otras tierras y con distintos poderes. Sabía que la oportunidad que se le presentaba era única pero se encontraba tan confundida que no lograba aclarar sus pensamientos. Y aún así…

Tenía la sensación de que el patrón no estaba completo, que faltaba algo. En su interior sentía la llamada de seguir explorando el mundo. La esperanza de nuevas magias esperando por ser descubiertas la inundaba de ánimo y energía. Quería descubrirlas todas, aprenderlas.

- Ayúdame, maestro. – susurró mirando al retrato sobre la mesa.

Los ojos penetrantes del pandaren la atravesaron desde su escritorio. Sabía lo que debía hacer. ¡Si no podía decidirse por una rama las probaría todas hasta que encontrase la que encajaba con ella! Y tras eso estudiaría la siguiente, y la siguiente, y así con cada estudio que descubriera. Lo maravilloso del estudio arcano es su infinitud de posibilidades. Se levantó y fue corriendo a plantar un beso sobre la imagen de Monlee.

- ¡Gracias maestro! – dijo feliz.

En un instante recogió el estropicio de libros del suelo para dejarlos de nuevo sobre la mesa. Cogió su capa de sobre la cama y salió de su habitación. Había mucho que practicar.


Nota del autor: Según el lore de World of Warcraft, la magia temporal forma parte de la transmutación, la cual se describe como magia que altera el tiempo y el espacio, sin embargo, para adaptarlo al lore de La Orden se han separado ambas disciplinas en Transmutación para la materia y el espacio y Cronomagia para el tiempo. (Ver  “Las Escuelas de la Magia Arcana: Transmutación” de Ansirem Tejeruna)

domingo, 23 de octubre de 2016

La determinación - Ildean Lunazur

Una vez la legión había llegado a Azeroth mi hogar ardió… Mi familia, amigos, hermanos todos murieron a manos de este nuevo enemigo. Solo me quedaba una cosa por la que luchar, mi amada…  Ella era todo lo que me quedaba en la vida.

Nuestra furia y sed de venganza no nos dejaban disfrutar de la paz, pues ella lo había perdido todo junto a mí, unidos decidimos hacer algo al respecto, cobrarnos lo que nos habían arrebatado de nuestras manos sin miramientos aniquilando a la legión, pero no teníamos capacidad para enfrentarlos, ni poder, ni medios… Fue entonces cuando recurrimos a Lord Illidan, con nuestra furia y sed de venganza, dispuestos a hacer lo que hiciese falta para enfrentar y derrocar a los monstruos que nos habían despojado de tanto.

-Hoy es el día eres más fuerte que yo Eyleen, derrocaras al demonio que sea que invoquen y podrás luchar al lado de Lord Illidan y todos los Illidarin en los mundos de la legión -. Dije orgulloso de mi pareja.

-Yo no me siento más fuerte que tu… En los entrenamientos que hemos estado recibiendo siempre me apoyabas y por eso podía completarlos y mejorar… Tu fuerza de voluntad es muy superior a la mía. Deberías ser tu quien… -.  Le puse el dedo índice de su mano derecha sobre los labios haciéndola callar.

-Has demostrado en múltiples ocasiones que eres más diestra que yo en la manipulación de la magia y en todo tipo de artes, puede que yo sea más capaz físicamente, pero tu mente -. Dije mientras palpaba con los dedos índice y corazón de su mano derecha la sien izquierda de la elfa -. Solo necesitas confiar en ti misma y podras hacer lo que te propongas -. A lo que Eyleen respondió con una sonrisa sincera.

Horas después ambos fueron directos a  la sala del ritual, el lugar en el que la futura cazadora de demonios se enfrentaría al rival que se fusionaría con su mente y alma, gran cantidad de iniciados como ella estaban expectantes observando  a la mujer que enfrentaría al demonio en cuestión de minutos. El círculo mágico aguardaba por ella y yo estaba en la sala a su lado. El maestro de ambos nos asintió y le indicó a ella que se adentrase en el círculo del ritual a lo cual ella obedeció.

Tras unas palabras pronunciadas por el maestro apareció un enorme demonio gordo y deforme, con una papada gigantesca, unas alas pequeñas que no se entendía cómo podían sostenerla en el aire. Una vez vio donde se encontró se lanzó a por la elfa con todas sus fuerzas lanzándole potentes descargas viles, las cuales esta esquivaba con gracia y habilidad.

A medida que transcurría la batalla podía verse su superioridad en combate, ese horrible demonio no podía acertarle ni un solo golpe, tenía un talento natural para el combate, era fría, calculadora, estratégica… Podía casi llegar a predecir lo que iba a hacer el monstruo frente a ella, llegó el punto en el que ese demonio cambió la naturaleza de sus ataques, un aura vil la recubrió y de ella comenzaban a salir diablillos de su interior, lo que acompañó con una sonora carcajada gutural.

-Eyleen… -. Pensé para mi mismo mientras veía la jugarreta de la demonesa aberrante.

La elfa respondió a eso aniquilando a los diablillos unos por uno, no dejaba ninguno con cabeza, era demasiado rápida para los pequeños demonios, los demás iniciados observaban expentantes la habilidad de la elfa que parecía más que una masacre un baile… Un increíble y único baile con sus gujas de guerra que convertirá el suelo sobre el que bailaba en un reguero de sangre vil. Hasta que finalmente aplicó el golpe final a la madre de los diablillos haciéndola morir en el instante. Eyleen apenas tenía un rasguño después de todo a lo que se enfrentó.

Una vez recuperó el aliento se dispuso a seguir con el ritual, devoró el corazón de la madre de los diablillos y bebió su sangre siempre observándome orgullosa de sí misma, a la cual le respondí con una mirada de orgullo similar, acto seguido el maestro y los alumnos comenzaron a canalizar rayos de energía vil hacia ella, la fase final de fusión de almas que soportó entre gritos de dolor y sufrimiento por el hechizo aplicado sobre ella. Pero nada que ver con lo que seguiría despues…

De repente la elfa se paró en seco y calló de rodilla colocándose ambas manos sobre la cabeza, los ojos se volvían verdes, su carne se escamaba, sus labios se cortaban y la propia piel se desgarraba, fuertes gritos emanaban de la Eyleen, estaba sufriendo fuertemente, la madre de los diablillos la estaba superando, perdía el control de su propio cuerpo, hasta su mismísima razón se desvanecía conforme pasaba el tiempo. No sabía que le pasaba  y tenía miedo por ella, siempre fue fuerte y determinada, verla sufrir así me hizo entrar en pánico.

-¿¡Maestro, que sucede, que le ocurre a Eyleen?! -. Pregunté aterrorizado.

- La estamos perdiendo… No es suficientemente fuerte para contener la voluntad de ese demonio -. Dijo nuestro maestro chasqueando la lengua mientras veía a su alumna sufrir.

- No… No puedo permitirlo -. Dije fríamente y miré de nuevo hacia ella.
El rostro de Eyleen se estaba desfigurando y desgarrando, lloraba de dolor, algo estaba viendo, algo que la aterraba, pero no podía ni imaginarme que podría ser, ¿Que podría hacerla renunciar a su cordura?… Podía ver en ella además del dolor que sufría una expresión de terror… ¿Algo terrorífico la hacía perderse? Antes de sacar una conclusión y sin razonarlo avancé hacia el círculo del ritual.

-¡¿Se puede saber que estás haciendo insensato?! -. Dijo el maestro preocupado por mis acciones.

- Eyleen está sufriendo, va a morir y tiene miedo… Juré que todo lo que ella sufriese lo pasaría yo con ella y que la protegería con mi vida, no voy a romper mi juramento para con ella -. Afirmé adentrándome en el círculo del ritual.

- ¡Ildean! -. Gritó el maestro una vez me adentré en el circulo junto a mi amada, a partir de entonces, no escuché lo que él me decía. Estaba ante lo último que me quedaba en la vida… Y pude observar claramente que lo estaba perdiendo.

-¡Eyleen! -. Grité desconsolado al ver de cerca la situación de su cuerpo y rostro, ya apenas quedaba nada de su belleza, su piel estaba desgarrada por todo su cuerpo, los labios estaban cubiertos de llagas, su hermoso cabello verde ahora se tornaba oscuro como una noche sin estrellas, unas enorme alas negras salían de su espalda deformando su cuerpo rompiéndole los huesos y creando unos nuevos en su lugar.

-¡Ildean! -. Gritó ella entre lágrimas y gritos de dolor-. ¡Mátame! -. Dijo sin siquiera mirarme a los ojos cuando lo hizo-. Si no lo haces moriremos los dos, estoy perdiendo el control. Tanto dolor, tanta muerte… -. Gritó de nuevo de dolor una vez mencionó esas palabras.

-¿Pero qué dices? No puedo matarte, somos uno, nos vengaremos juntos de la legión, nuestra fuerza aumentará, acabaremos con todos y cada uno de los demonios que existen en el universo -. Dije mientras se me cubrían los ojos de lágrimas al comprender que era la única salida -. Así que venga, sopórtalo y hazte más fuerte. ¡¿Es lo que prometimos no?! -. Dije con mi rostro cubierto de lágrimas.

Fue entonces cuando ella sujetó una de sus gujas en un brote de lucidez que vio en ese profundo universo de locura, caos, muerte y devastación.

-Antes de perderme a mí misma y entregar mi cuerpo, alma y voluntad a un demonio inmundo, prefiero que lo hagas tu. Acaba conmigo y completa el ritual en mi lugar-. Tras eso colocó su guja de guerra en mi mano y sujetando la misma se atravesó con su propia gruja dejando caer su cuerpo sin vida contra el suelo.

Miré desconsolado el cuerpo inerte de mi amada, derramando su sangre ya mezclada con la sangre vil que ya recorría su organismo, a pesar de solo haber pasado escasos minutos desde su ingestión, vi su cuerpo con una mirada de infinita melancolía y tristeza, el dolor que me recorría por dentro era más fuerte que el que jamás había sentido, ahora sí que había perdido todo… Y de nuevo, la culpa había sido de la legión. En sus resistencia por evitar su extinción. Lord Illidan llegó en ese momento debido al escándalo que había recorrido todo el templo oscuro.

-¿Veo que no ha funcionado no? ¿Es él? -. Preguntó el amo de los Illidari.

- No señor… Era ella… Él parece ser su pareja, no puedo ni imaginar lo que debe estar sufriendo el pobre. Sacaremos el cuerpo de ahí, no debe verlo en ese estado -. En ese momento Illidan extendió una de sus alas cortándole el paso al maestro que avanzaba hacia la pareja -.¿ Lord Illidan? -. Preguntó extrañado.

-Prepárate para continuar con el ritual -. Dijo sentenciante el cazador de demonios, a lo que el maestro de ambos respondió asintiendo y dirigiendo su mirada hacia ellos.

En ese mismo instante, entre lágrimas y con una mueca deformada por el odio y la rabia contra la legión atravesé el pecho de Eyleen con su propia gruja para alcanzar su corazón, el cual extirpé de su inerte cuerpo y comencé a devorar con esa misma mueca de dolor, odio y sufrimiento, continué bebiendo su sangre, ignoré por completo el sabor, ya no saboreaban, ya no escuchaba, ya no sentía nada. Solo veía el cuerpo de mi amada inerte en el suelo y  tan solo pensaba en destruir a la legión.

-Es el momento -. Dijo Lord Illidan una vez vio mi mirada y que terminé de devorar el corazón de la elfa y beber su sangre.

Tanto el maestro como los alumnos y el mismísimo Lord Illidan comenzaron a canalizar rayos de energía vil hacia mi cuerpo en tensión, sentí dolor, un dolor mostruoso que parecía que iba a desgarrar mi cuerpo y mi alma en pedazos, mi mente empezaba a desvanecerse, solo pensaba en una cosa, destruir a la legión, destruir a todos y cada uno de los demonios que existían en el universo. Ese dolor era insoportable, pero no más grande que el que sentía por mis pérdidas, recordé la muerte de mis padres a los que no pude proteger, a mis amigos los cuales no llegué a tiempo para salvar y finalmente a Eyleen, la cual era lo único que me quedaba. Acto seguido me invadieron las visiones. Mi alma se estaba haciendo uno con el demonio, en mi cabeza apareció la madre de los diablillos que la había hecho sufrir… Imperdonable, la ataqué con fuerza y sin piedad. En cuestión de minutos estaba sometida a mi voluntad, me costó mucho no aniquilarla y me pregunté como esa escoria podía haber hecho  sufrir tanto a mi querida.

Las luces cambiaron, todo daba vueltas pude ver como la legión ardiende destruía mundos, sometia razas, torturaba, atormentaba y mataba otras tantas. Pude sentir por mi cuerpo todo lo que habían hecho pasar a esos mundos y gentes, pude ver los innumerables ejércitos que conformaban la legión ardiente, las bestias que los conformaban, los brutales deseos de cada uno de ellos, los que se oponen a los mismo cada vez son menos, el tiempo y espacio se deformaban y amoldaba, podía ver todo lo que había hecho la legión y todo lo que iba a hacer en el tiempo, con el desesperante final de la destrucción total.

Fue entonces cuando comprendí… Esto es lo que había hecho perder la cordura y el equilibrio a Eyleen, este vasto ejercito, estas monstruosas intenciones y estos oscuros deseos y ambiciones. Me rasgué el ojo derecho con las garras que ahora poseía en el  lugar de mis uñas, dejándome una cicatriz con la forma de las cuatro garras de esa mano desde la frente hasta el pómulo de ese mismo lado, sus labios se habían hinchado y resquebrajado, sus manos y brazos habían tomado un tono más oscuro así como sus pies, sus ojos brillaban con un resplandor vil, su musculatura se había multiplicado a su espalda se alzaban dos alas con sus propias articulaciones y grupos musculares, otro de los cambios en mi cuerpo por el poder obtenido del demonio pero lo que más cavia destacar era el increíble poder que corría ahora por mis venas, me sentí invencible y desee mas, comprendí al instante que ese poder no era suficiente para derrotar a la legión, miré a Lord Illidan y el comprendió al instante cual era mi deseo, asintió y a partir de entonces comenzaría mi existencia como cazador de demonios bajo las ordenes del amo Tempestira, me convertí en un illidari.



Escrito por: Akuo

viernes, 21 de octubre de 2016

¡Llega Halloween un año más!

Aún no hemos superado la fobia hacia las calabazas cuando ya ha transcurrido todo un año desde que nos enfrentamos a los ejércitos formados por cientos de estas frutas, verduras o lo que sean. No podemos evitar sentir un escalofrío cuando recordamos lo sufrido, pero mucho menos cuando nos recuerdan que una vez más ha llegado Halloween!

El jinete sin cabeza ha despertado como cada año coincidiendo con esta señalada fecha. Sus ansias por destruir Azeroth o plagarla de calabazas va más allá que un mero capricho. Sin embargo esta vez la Orden ha decidido delegar la ardua tarea de derrotarlo a los miles de héroes que abarrotan las filas de la Alianza.

Un Halloween relajado, por una vez en la historia de la Orden... sin espíritus, vegetales, gatos fantasmas o mansiones encantadas. Tan solo una buena reunión al calor de la hoguera con caramelos por millares. ¿Es mucho pedir?

Pues al parecer sí. De hecho era demasiado bonito para ser cierto. Cuando apenas hemos terminado las Pruebas del Guardián, se presenta ante nosotros una joven desconocida con una historia que nos resultará un tanto familiar...

Fue algo arrogante pensar que nosotros eramos la única Orden que existía en Azeroth. No podemos asegurar a ciencia cierta cuantas existen, suponemos que no muchas, pero hay una Orden... bastante especial.


Lanhia, la guardiana de una Orden desconocida hasta ahora por nosotros, acude a los miembros de la Orden para pedirnos ayuda. Una letal enemiga ha sido liberada, y sus ansias de venganza ha desatado una guerra contra los suyos. La bruja en cuestión, se ha hecho con un poderoso artefacto, capaz de atrapar el alma de aquellos a los que se enfrente, y usar dichos espíritus para luchar en su propio beneficio.

La joven guardiana está desesperada, cada uno de los miembros de su Orden han caído irremediablemente bajo el poder de Shascha, la temible enemiga a la que se enfrentaban.
La Orden deberá enfrentarse a uno de sus mayores desafíos en la gesta de esta nueva Orden contra las fuerzas del mal, intentando derrotar y liberar cada una de las pobres almas atrapadas


¡Es hora de demostrar nuestro verdadero poder y ayudar a aquellos que lo necesitan... y oye, si de paso conseguimos alguna recompensa... mejor que mejor!




Fragmentos de alma: estos fragmentos serán obtenidos por los personajes que mejor se desenvuelvan en cada una de las batallas por liberar las amas apresadas. Este objeto no tiene ningún valor en la vida real, sin embargo los miembros de la nueva Orden os recompensarán por cada uno que consigáis.



Evento 1 - Arthur, el leal.

Evento 2 - Janice, la luz de la Orden.

Evento 3 - Eugene, el intrépido.

Evento 4 - Dave, el oscuro.

Evento 5 - Candance, la ardiente

Evento 6 (Evento final) - ¡Kashad... digo, Sascha debe morir!








Recompensas

Los fragmentos de alma podrán canjearse por las siguientes recompensas:

(Aún estamos meditándolo)

El precio del éxito - Parte 3 (Chantalle Leproux)

Música: https://www.youtube.com/watch?v=c0xaDZavpDw



Hace más de diez mil años, mucho más de lo que puedo recordar, existía en un mundo anterior a este una civilización más antigua que las estrellas, una civilización basada en la magia arcana y, a diferencia de muchas de las de este mundo, sin necesidad de una fuente de poder a su alcance, pues podían “cogerla” desde miles de kilómetros a distancia, sin necesidad de sucumbir a su propia corrupción. Como es comprensible, los grandes magi eran los pilares de esta sociedad, su vasto poder era venerado y admirado. Por encima de todos, destacaba Thal’Kiel, El Constructor, cuyas habilidades eran capaces de moldear montañas, de elevar ciudades como si levantara arena y manipular la naturaleza a su antojo. Fue en este lejano mundo donde todo comenzó hace tanto tiempo…”

Los primeros rayos de la mañana bañaban el horizonte y con ellos el resplandor de los cristales arcanos profiriendo un espectáculo multicolor imposible de describir con unas simples palabras, incluido en su lengua, una de las más antiguas de cuantas había conocido.

Desde aquella extensa terraza en el palacio del Maestro resultaba casi imposible concentrarse ante la visión de la eterna ciudad de Mc’Aree a sus pies, que comenzaba a despertar en un nuevo día. Su tarea, aunque sencilla, no dejaba de ser importante. Debían levantar nuevos pilones mágicos para potenciar las líneas ley a su paso por la ciudad y, muy especialmente, por el palacio del Maestro; una gran torre de más de cien metros de alto en aquella ciudad de grandes cúpulas, con la diferencia de que esta torre no acababa en una forma esférica como las demás, sino en aguja y en cuya parte superior brillaba con cada vez más fuerza la energía arcana traída allí desde los confines más lejanos de Argus.

Los Constructores, como a veces les llamaban, eran los arquitectos de las más importantes capitales Eredar. Formar parte de ellos significaba pertenecer a uno de los rangos mejor vistos y la posibilidad de acceder a conocimientos arcanos a los que muchos de su especie ni siquiera soñarían.

Los magi reunidos en torno a Thal’kiel alzaron sus brazos al unísono en cuanto dio la orden, a la vez que pronunciaban sus conjuros de forma repetitiva, aunando esfuerzos y reforzando el poder del maestro.

Unas gotas de sudor corrían por la frente de Jaz’Kethal, uno de los magos más jóvenes. Sentía como su poder discurría por todo su cuerpo, desde sus pezuñas pasando por su espalda y hasta sus dedos, y la dirigía junto con el resto de sus compañeros hacia su maestro, que la manipulaba para levantar grandes edificaciones en el horizonte, haciendo surgir así nuevos edificios como si de estalagmitas se tratase y se fosilizaran una vez levantadas.

-¡Un poco más, necesito un poco más de esfuerzo por vuestra parte, hijos míos!- Gritaba Thal’kiel con una profunda voz a sus discípulos, a la vez que se elevaba aún más en el aire debido a la magia arcana.

Jaz’Kethal comenzó a sentir cómo le temblaba el cuerpo y sus músculos estaban totalmente en tensión, era tal el esfuerzo que podía oír sus dientes rechinar.

-Vamos, hermano, aguanta un poco más, no flaquees ahora, necesitamos la ayuda de todos y cada uno.- Aquella frase de aliento proveniente de otro compañero le animó a olvidarse del dolor y continuar su labor. No era otro que Archimonde, discípulo favorito del maestro y pocos años mayor que él.

Esta vez Thal’kiel había levantado a ras de suelo un canal que transportaba las líneas ley hasta el palacio donde se encontraban ahora mismo y la hacía discurrir hasta aquella misma terraza. Fue tal el impacto de energía que hasta un gran cúmulo de nubes se arremolinó alrededor de aquella torre, haciéndola estremecerse y provocando la aparición de varios rayos.

El hechizo había terminado con éxito y los magos cesaron en sus cánticos, algunos de ellos tuvieron que sentarse ante la extenuación que se había apoderado de ellos.
Archimonde observaba complacido la gran obra fruto de su trabajo y corrió hacia su maestro para felicitarle.
-Buen trabajo el que habéis realizado en el día de hoy, reponed fuerzas y descansad, mañana queda mucho por hacer.- El semblante del Eredar parecía no verse alterado por la extenuante tarea, sin embargo se detuvo a la altura de Jaz’kethal. –No te preocupes, hijo mío, todos flaqueamos alguna vez, pero no dudes de tus capacidades.- Dijo Thal’kiel.
–Sí, maestro, gracias por tu consejo.- Contestó el joven eredar mientras hacía una reverencia. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo Archimonde le observaba con una leve sonrisa en el rostro.
Aquel fue el último de los días que recordaba de su vida anterior antes del advenimiento de la “Nueva Era”…



Tengo grandes poderes para ti, la capacidad para invocar grandes ejércitos y moldear no sólo ciudades, sino mundos a tu antojo, alguien como tú no debería contentarse con la mera magia arcana, limitada, fugaz, débil…

Aquellas palabras resonaban en la mente de Thal’kiel como un eco que se repetía cada vez que estaba en silencio, y es que con su gran poder pudo contactar con seres más sabios que él mismo y que le instruyeron en algo que ninguno de su especie había conocido jamás. Debía enseñar al consejo los nuevos poderes adquiridos, debía mostrar cuan poderosa era esta nueva fuente de poder que hacía palidecer cualquier construcción arcana. Y así haría, hablaría con Velen y Kil’jaeden sobre ello, es más, les mostraría la capacidad de destrucción frente a sus ya obsoletas construcciones…

El día de la demostración llegó y Thal’kiel, creo varios seres arcanos y firmes fortalezas impenetrables por ninguna máquina de asedio hasta ahora conocida, y con un giro de muñeca y la pronunciación de unas palabras extrañas hasta la fecha en aquel mundo, de repente surgieron ejércitos de diablillos y de unas criaturas mitad can, mitad reptil, que avanzaron hacia los protectores arcanos y acabando con ellos en segundos de las formas más crueles imaginables. Pero eso no fue todo, desde el cielo cayeron varias rocas ardiendo en un fuego verde que tras impactar sobre aquellas fortalezas, parecieron surgirles brazos y piernas y golpearon con furia aquellas construcciones reduciéndolas a cenizas. 

Tal era la alegría de Thal’kiel al observar el espectáculo, que no pudo apreciar el desagrado en los rostros de los asistentes, especialmente en el rostro de Velen, quien prohibió el uso de aquel tipo de magia, así como la destrucción inmediata de dichos seres a quienes catalogó de viles.

Ante tal desastrosa demostración, el Maestro permaneció retirado en su cámara durante días, apenas comía y bebía y nadie pudo entrar a verle. Era tal la preocupación que teníamos por nuestro querido padre adoptivo que muchos pensamos en pedir de nuevo audiencia con los líderes, pero la descartamos rápidamente.

Los días pasaron angustiosamente y con ellos la preocupación, pues al pasar por los aposentos de Thal’Kiel, extrañas voces y chillidos podían oírse, y lo que era aún más desconcertante, sentíamos la presencia de seres de energías oscuras venidos de muy lejos, que emitían sonidos guturales para nada comprensibles.

Muchos acudieron al más avezado de los alumnos, Archimonde, y pidieron que hiciera algo, pues sabíamos que era su favorito. Sin embargo no hizo falta, pues en el mismo día la gran puerta del Maestro se abrió de par en par…

-¡Padre, has salido, cómo estás!- Se acercaron corriendo los que estaban más cerca.

Una figura encorvada y visiblemente envejecida emergía hacia el corredor. Más y más magos fueron acercándose a la figura un tanto demacrada de su maestro. Parecía haber envejecido cientos de años.

-Tengo buenas noticias, hijos míos, una nueva era comienza ahora, lo he visto, pude ver cómo el cosmos era nuestro y nadie se interponía en nuestro camino.
-Pero maestro…- Dijo uno de los seguidores. – Los líderes están en contra de este descubrimiento, no quieren saber nada del nuevo tipo de magia.

Una mirada teñida de odio, completamente inusual a lo que estaban acostumbrados, se posó sobre el joven eredar.
– Nadie puede evitar que nuestra civilización progrese, por lo que todo aquel que se oponga, formará parte del pasado…-
¿Era cierto lo que estaban oyendo mis oídos, acaso el mayor mago de nuestra era estaba planeando un golpe de estado? Abrí los ojos de par en par, no podía disimular mi incredulidad. Pero para mayor desconcierto, fui testigo de cómo mis hermanos apoyaron tal moción, hasta Archimonde pareció aceptar con aquella mirada inescrutable. Y por si no había quedado suficientemente claro Thal’Kiel añadió:
-El pasado ha muerto, mis niños, y con él toda esta sociedad atrasada.- Tomó un respiro y continuó.- Vamos, tenemos mucho que hacer, debemos reunir a todos y explicar el plan…

Durante semanas estuvimos turnándonos en grupos de cuatro magos en torno a círculos rúnicos realizados en el suelo e invocando portales que distorsionaban la realidad parcialmente y, abrían un profundo agujero a otro mundo, del que salían espantosas criaturas dispuestas a llevar a cabo las órdenes del Maestro sin rechistar.

Los meses transcurrieron de forma casi imperceptible y a nuestro esfuerzo en invocar al ejército del nuevo mundo, debíamos sumarle la creación de nuevos hechizos de ocultamiento que lograran pasar desapercibidos durante el proceso. Algunos de mis hermanos sufrieron extraños cambios. Unos cambiaron el blanco resplandor de sus ojos por un tono un tanto más verdoso, otros comenzaron a envejecer de forma acelerada, como nunca antes habíamos visto.
-Ya casi está, en pocos días el nuevo orden será implantado y con él nuestra civilización será conocida y temida en todos y cada uno de los mundos… Sí, tienes razón, debemos ser cautelosos, pueden tener espías, pero ya me he encargado de eso…-. Susurraba Thal’kiel a algún ente que Archimonde era incapaz de ver en el momento de su llegada a la cámara del Alzador, título con el que hacía llamarse desde su recién regreso.
-Los preparativos están casi terminados, Maestro. – Dijo con tono solemne.
-Bien hecho, has aprendido bien y por ello estarás a mi lado cuando sea la caída del antiguo orden.-
-Sí, Padre.- Dijo Archimonde mientras hacía una solemne reverencia.

Sin embargo sus verdaderos motivos eran otros; Después de salir de aquella cámara el favorito del traidor no se dirigió a supervisar los últimos preparativos, en su lugar marchó fuera del palacio hacia el centro de la ciudad. Su decisión era tal que nadie sospechó de sus intenciones. Es posible que fuera a la ciudad a por algo de extrema necesidad, algún arma que pusiera más las cosas a nuestro favor. Nadie imaginó lo que llegaría a ocurrir.


-¡No puede ser cierto lo que estás diciendo!- Dijo gravemente Kil’jaeden. –Estás acusando a uno de los miembros más respetados de nuestra cultura, debes ser consciente de la gravedad de tus acusaciones.
En lugar de discutir Velen observó fijamente a aquel eredar frente a ellos, era joven y fuerte, incluso podría decirse que apuesto para su raza. ¿Por qué alguien con un futuro tan prometedor como el suyo podría arriesgarlo todo así?
Decidió calmar su mente.
– Bien, veamos si lo que dices es cierto o no, permíteme joven.- Velen alzó una mano a la altura del pecho del mago y en cuestión de segundos una oleada de imágenes recorrió su mente. Pudo ver en primera persona, como si viera a través de los mismos ojos del muchacho aquello que ansiaba que fuera falso. Vio enormes agujeros en el aire, en una misma sala, rodeados de magi y cómo de ellos surgían criaturas grotescas. Sumaban cientos de miles, y todos ellos eran cuidadosamente ocultados bajo un manto de protección invisible a todo escaneo arcano.

Cuando por fin encontró aquello que buscaba y apartó la mano, Velen afirmó lentamente con la cabeza ante Kil’jaeden, a lo que éste respondió con un fuerte rictus y cerradura de puños y acto seguido llamó a la guardia.

Las sucesivas horas resultaron ser frenéticas y se fueron reuniendo frente a la mansión del Constructor, ahora Alzador, cientos, miles, millones de magos de batalla y soldados. Frente a ellos Kil’jaeden y un ansioso Archimonde lideraban el asalto.
La barrera mágica que protegía el complejo impedía que los hechizos hicieran añicos la estructura, sin embargo el enemigo contaba con alguien que sabría muy bien qué hacer…
-¡Maestro, el enemigo ha traído un ejército a nuestras puertas!- Estábamos todos conmocionados, alguien había alertado a los líderes de nuestras intenciones.
-No podrán con nosotros, tenemos nuestra barrera defensiva y nuestro ejército…¡Soltad a los demonios, que ataquen sin piedad!

De palacio comenzaron a surgir oleadas de seres del Vacío Abisal arrollando todo aquello que encontraba en su camino y, desde las terrazas en lo alto del mismo, los Alzadores atacaban con su nueva magia vil a los soldados y magos de batalla.
Archimonde avanzó por los pasillos de palacio sin inmutarse por el frenesí de su alrededor. A nadie le extrañó verle caminar en dirección a los aposentos del Padre. El eco de sus pezuñas en el liso suelo no parecía importarle, es más, le gustaba cómo sonaba, era su propio tambor de batalla.
-Ah, hijo mío, estás aquí, en qué buena hora has venido.- Dijo Thal’kiel con voz cavernosa. – Ven, subamos a la terraza y observa el crepúsculo del antiguo orden. Imaginaremos cómo será esta nueva era mientras acabamos con los desperfectos del pasado.

Ambos se desplazaron por una escalinata hasta la cima de la torre, Thal’kiel se hallaba tan demacrado que no podía caminar y en su lugar levitaba unos centímetros por encima del suelo. 

La vista desde aquel mirador era impresionante; El cielo se estremecía y el viento movía con violencia banderas y banderines, mientras a ras de suelo se estaba librando una lucha a vida o muerte. Aquello no podía llamarse lucha, era más bien una carnicería. Los demonios avanzaban como una horda y habían abierto varias brechas en las posiciones enemigas, mientras los brujos aprovechaban para centrar sus ataques en esos pasillos abiertos por sus mismas tropas.
-¿Qué te parece, hijo mío? Es hermoso, pronto será todo como lo vi.
Archimonde se acercó a su mentor, era bastante más alto que él y pudo observar con detenimiento su perfecta cabeza.
-Maestro, qué piensas hacer en cuanto tomes el control del nuevo mundo.- Preguntó el joven eredar.
-¡Qué pregunta, tendré poder absoluto para lo que quiera, sin ningún tipo de fútil burocracia, reconstruiremos la ciudad a imagen y semejanza de nuestro nuevo dios y de ahí nuevos mundos!
-Lo que imaginaba… permíteme que presente mi renuncia, mi querido padre, creo que seré más valorado y tendré un futuro más prometedor en mi nuevo cargo…
Thal’kiel no se esperaba semejante respuesta y, mientras se giraba desconcertado hacia su discípulo, Archimonde desenvaino su espada magna con la que decapitó a su maestro de forma limpia y rápida.

Una fuerte sacudida nos aturdió a todos, de repente sentimos una falta de poder inmenso, algo no iba bien, y lo que era aún peor, nuestros demonios habían dejado de avanzar siguiendo una estrategia y se hallaban atascados en las líneas enemigas, lo que fue aprovechado por los magos y soldados de batalla enemigos para contraatacar.

La batalla dio un giro completo pues ya no eran las tropas leales a los líderes las que caían, sino las nuestras propias. Es como si se hubieran dado cuenta de esa pérdida de liderazgo y la hubieran aprovechado desde el primer minuto.

Desde lo alto de aquella torre Archimonde observaba con una vil sonrisa el cambio de los acontecimientos. La cabeza cercenada de su maestro llegó rodando hasta una de sus pezuñas, poseía aquella mirada de sorpresa de unos segundos antes de su muerte. Decidió cogerla y guardarla en una bolsa, pero antes de irse de aquel edificio deshizo los hechizos que mantenían las barreras mágicas.

La civilización eredar había sobrevivido a una de sus peores crisis y todo gracias al joven y portentoso Archimonde, que por sus heroicos actos se granjeó la admiración de todo su pueblo, llegando a formar parte de la cúpula del mismo. Desde aquel instante su pueblo contaría con un triunvirato.
En cuanto a los Alzadores todos y cada uno siguieron el mismo camino que su maestro… bueno, todos salvo uno…



Aquella visión reveladora conmocionó a Chantalle quien replicó;
-¿Pero por qué me dices esto ahora, por qué no has hablado de ello antes?
- Ahora estás preparada, niña, durante todo este tiempo he estado observándote, desde nuestra comunión en aquella noche, quince años esperando e infundiendo poder, alimentándome de las reliquias que conseguías… pero todo eso puede acabar ahora si haces lo que yo diga…- Dijo aquella voz profunda.
-¿Y qué conseguiré yo a cambio?
-¿Además de todo el poder que ya tienes?- Dijo aquel ser claramente molesto- ¡Recuerda que sin mí no podrías hacer ni trucos de magia!
-Está bien, está bien. Baja esa voz, me vas a dar jaqueca.- Contestó la duquesa.
-Aun así tendrás tu recompensa…dime…Qué prefieres…¿Caer ante la Legión Ardiente o poder ser amo de sus huestes?-
-Si lo que sugieres es que me una a los demonios, hablas con la bruja equivocada.
-No me has entendido, niña, de lo que hablo es de controlar a sus filas de demonios a tu voluntad, sin estar controlada por su Dios…

Aquella revelación hizo que un torbellino de ideas se arremolinaran en la mente de Chantalle, era algo que no se esperaba, pero debía decidir pronto. ¿Era algo bueno o algo malo?


Escrito por Chantalle